Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 14

Capítulo 1: Los Reunidos

Parte 2

◇   Miss Marguerite

Hace algunos inviernos, cuando los vientos fríos habían arreciado, había fallecido una chica mágica llamada Annamarie. No había sido una muerte honorable en el trabajo, ni tampoco una muerte abrupta y accidental. Había retado a una empleada de otro departamento a un duelo y había sido rotundamente derrotada. Fue una muerte bastante deshonrosa como luchadora, como profesional y como chica mágica. Su empleador, el Departamento de Inspección, se había apresurado a limpiar el asunto.

Mientras Annamarie había estado trabajando como inspectora en prácticas, había estado bajo la dirección de Miss Marguerite, su instructora de combate. Muchas chicas mágicas se habían entrenado en karate, judo, kendo y otras artes marciales cuando eran humanas, pero el combate no era un deporte ni un duelo cuando se trataba del Departamento de Inspección. Y no sólo las atletas, incluso las que habían matado antes a veces pensaban en los combates entre chicas mágicas como una extensión de los combates letales entre humanos y, en consecuencia, se hacían daño. Las personas como Marguerite, que podían entrenar a otras en los fundamentos del combate entre chicas mágicas, eran valoradas allí donde iban, y en el Departamento de Inspección, ella tenía un papel especialmente vital.

Muchas estudiantes habían estado bajo la tutela de Marguerite. Algunas de ellas habían llegado a ser llamadas ases, mientras que otras siguieron su recomendación de pasar a trabajar en la oficina. Algunas habían luchado con villanos y habían muerto en el trabajo, mientras que otras se habían visto arrastradas a conflictos políticos y habían desaparecido misteriosamente. Annamarie, sin embargo, había sido la única lo suficientemente tonta como para atacar a una chica mágica de otro departamento, recibir una paliza y perder la vida.

Marguerite sólo había sido sometida a una leve investigación, como mera formalidad, y su responsabilidad nunca había sido cuestionada. Por eso había escrito voluntariamente su carta de dimisión. Estaba desesperada por quitarse a Annamarie de la cabeza, y si continuaba como instructora, no podría evitar recordarla. Marguerite no escuchó a los superiores ni a las antiguas alumnas que le rogaban que cambiara de opinión, abandonando todo a su sucesora para dejar el departamento.

Desde entonces no había hecho nada en particular, reduciendo sus ahorros para mantener su estilo de vida.

***

Desde que dejó el Departamento de Inspección, Marguerite había tenido más oportunidades de comer fuera, pero había dejado de ir a lo que se llamaría restaurantes de categoría. No había necesidad de gastar dinero en eso si no era para una cena de negocios con alguien importante a cuenta del departamento. Esta ocasión en particular, sin embargo, podría contar como una cena de negocios con alguien importante, en cierto sentido.

Marguerite miró por la ventana. La llovizna mojaba la grava del patio de recreo, la lluvia era lo suficientemente suave como para que fuera demasiado complicado abrir un paraguas. El mero hecho de mirar la deprimió y la hartó; sus ojos volvieron a la habitación, a la chica que estaba allí. Su edad aparente era de unos quince años. No se podía decir que fuera joven o vieja para una chica mágica. Su atuendo era sencillo: cabello negro con flequillo recto y una falda gris lisa y larga, pero la camisa blanca de vestir que llevaba era una talla más pequeña, conteniendo unos pechos que parecían a punto de salirse, y la forma en que la dejaba abierta hasta el segundo botón tenía su aquel. Tanto cuando Marguerite la había conocido en el Departamento de Inspección como cuando se había retirado de su puesto y se habían separado con pesar, siempre había llevado camisas de la talla equivocada. Ésta se había remangado hasta los codos.

Recogía unas tiras de carne con un palillo para meterla en huevo y empanizarla antes de ponerla en una parrilla. Luego de hacerse se metió la carne en la boca con una voracidad que desmentía su aspecto dulce y delicado, masticó lentamente y luego tragó.

Marguerite volvió a desviar la mirada hacia la pantalla deslizante. Estaba ilustrada con una serie de variaciones de un conejo y una rana lanzándose movimientos de lucha profesional al estilo del ukiyo-e. Los negocios que podían albergar abiertamente a las chicas mágicas solían tener aspectos extraños como éste.

Marguerite miró al frente. La chica que se atiborraba de sukiyaki estaba frente a ella. A Marguerite no le gustaba recordar el pasado. Siempre venía con dolor. Esta chica había estado bajo su mando en el Departamento de Inspección, y sólo verla hacía que Marguerite recordara el pasado y le provocaba un ardor constante en el corazón. Recordar cosas que no quería recordar era un sufrimiento insoportable. Aunque esta chica no tuviera mala voluntad —aunque Marguerite sabía que no era una mala persona—, eso no cambiaba lo mucho que le dolían los recuerdos.

“¿No vas a comer carne? Todo está muy bueno.” Dijo la chica.

“Paso.” Respondió Marguerite.

Alguien cuya sola mirada le hacía recordar cosas desagradables estaba allí mismo. Sin saber hacia dónde dirigir su mirada, Marguerite bajó la vista hacia el sombrero que había depositado en su regazo. El adorno de plumas de pavo real y el velo de seda eran demasiado elegantes para el uso diario, pero eran apropiados para una chica mágica. Al desplazar ligeramente la mirada, le llamó la atención el estoque que había dejado a su derecha. Nunca, nunca lo dejaba fuera de su alcance.

“Te juro que la carne es buena. Y suave.” Le dijo la chica. “¿Así que incluso una anciana puede disfrutar de ello?” “No se habla de la edad.”

“Ya es demasiado tarde para ti.” “¿Así que no vas a comer carne?”

Ahora mismo, Marguerite no tenía ganas de llevarse la comida a la boca por placer. Asintió brevemente con la cabeza e indicó su reserva con la palma de la mano levantada como forma de incitar a la chica a que se diera prisa con sus asuntos.

La chica cerró los ojos, asintió un par de veces y exhaló un suspiro de forma deliberada. “Ahhh, sólo me tratan como si fuera un estorbo, en casa y en el trabajo. Incluso contigo, cuando hace tanto tiempo que no nos vemos.”

“Eso no es cierto.”

“Una vez fuimos compañeras. Podrías ser un poco más amigable,

¿sabes?”

¿Qué diría si Marguerite le respondiera que creía que viniendo hasta aquí para verla cumplía con su obligación? “Nunca he sido una persona amistosa.”

“Lo sé, lo sé. Bueno, está bien. No me molestan las personas bruscas como tú.”

“Me lo dicen a menudo.”

“Ahí lo tienes, eres bastante desvergonzada al respecto.” “A mí también me pasa a menudo.”

“Uh-huh. Bueno, quiero pedirte un favor. También te pagaré por ello. Es el tipo de cosa que normalmente no se considera peligrosa, pero no puedo prometer que sea completamente segura. Eso significa que este trabajo debe dejarse en manos de un veterano que no se descuide ni muestre debilidad. Ya que, por desgracia, alguien que sólo sea fuerte subestimaría el trabajo y pensaría: No va a pasar nada; esto es aburrido.”

“No pienso aceptar ese trabajo.”

“¿Así que planeas ser una ermitaña hasta que te mueras?”

“Estoy pensando que una vez que mis ahorros se hayan agotado, me veré obligada a trabajar porque quiero dinero.”

“¡Diablos, eso suena como un motivo para un crimen!” La chica resopló y luego, una vez empapado en abundante huevo, asó un poco de shirataki. “He oído que sigues entrenando para no oxidarte.”

“No sé quién te ha dado exactamente esa idea, pero hasta un ermitaño hará un mínimo de ejercicio.”

“Bueno, tal vez una chica mágica haga eso.”

“Sí, una chica mágica hará todo eso.”

“Y si eres una chica mágica, por supuesto que también ayudarás a la gente.”

Las cejas arqueadas de Marguerite se juntaron en un ceño.

Eso no pareció molestar a la chica, que cortó su tofu frito en cuatro cubos iguales y procedió a masticar uno tranquilamente. “Vamos, no seas tan suspicaz. No es que vaya a pedirte que acabes con unos criminales con prejuicios extremos o que resuelvas una disputa que no puede hacerse pública ni nada por el estilo. Sólo quiero que ayudes a un pobre chico que no tiene a quién recurrir. Ya ves, esto se está convirtiendo en el trabajo propio de una chica mágica.”

“¿De qué estás hablando?” “Ahora pareces ansiosa.” “No lo estoy.”

“Ya que tienes tantas ganas de oírlo, te lo explicaré. Al parecer, un mago que no es de la administración ha muerto en un accidente durante un experimento. Así que todos los parientes del accidentado se van a reunir para hablar de la herencia. Uno de estos herederos es un niño, un pariente lejano. Originalmente vivía una vida ordinaria alejada de la magia y de todo, así que eso dificulta la contratación de una chica mágica para vigilarlo, pero aparentemente no puede ir sin una.”

“¿Quieres que sea su guardaespaldas?”

“Todas las chicas mágicas del Aula, yo incluida, ahora mismo estamos locamente ocupadas. Estamos todas corriendo de un lado a otro tratando de gestionar la formación de algunas nuevas contrataciones fuera de temporada. Si soy la única que se toma un tiempo libre en el trabajo, me apuñalarán. De verdad.”

El ‘Aula’ era un apodo que sólo se utilizaba en el Departamento de Inspección para el equipo de instrucción. Marguerite llegó a preguntarse si había alguna razón para contratar a gente nueva en la temporada baja. Puso su mano derecha sobre su regazo. No era un asunto en el que debiera pensar.

“… Tiene que haber mucha gente fuera del Aula que quiera pagar una deuda a una vieja profesora.” Dijo Marguerite.

“No creo que deba enviar a chicas mágicas poseedoras de un cargo público por asuntos privados.” Respondió la chica. “Además, me siento mal por quedarme de brazos cruzados y dejar que el personal capaz se pudra.”

“¿Sabes lo que significa la palabra ‘entrometido’?”

“Oh, sí. Tal vez deberías conocerlo, para ver qué clase de chico es.”

Marguerite no tuvo tiempo de expresar sus dudas. La chica se llevó la mano derecha a la boca y gritó en voz alta hacia la mampara corrediza: “¡Puedes entrar!” Cuando Marguerite se dio la vuelta, la mampara se abrió.

Había percibido su presencia y su respiración detrás del biombo, por lo que había sabido que había alguien allí. Un niño de diez años inclinó la cabeza con energía y gritó: “¡Encantado de conocerte!”

La formalidad exigía que Marguerite respondiera del mismo modo, así que también dijo: “Encantada de conocerte.” Lanzando a la chica una mirada ligeramente acusadora.

La chica sonrió con total desvergüenza. “Hey, ven a unirte a nosotras y come un poco de sukiyaki.”

“¿Puedo? Uf. Toooodo este tiempo lo he estado oliendo, ya sabes. Eso fue muy malo, cuando tengo hambre, caramba.” El chico se arrastró sobre el tatami de rodillas, con los ojos mirando el escote de la chica, luego el sukiyaki y después a Marguerite.

“Esta es la dama que va a ir contigo.” Dijo la chica.

“Whoa-hoa, genial. ¿Esa espada es real? Eres… una chica mágica… ¿verdad?” Se quedó mirando la espada de Marguerite antes de abrir la boca de par en par y exhalar un ohhhh.

“¿Y tú eres…?” Marguerite se quedó sin palabras.

“Oh, soy Touta. Touta Magaoka.” Contestó el chico, hinchando el pecho, e inmediatamente cambió su postura para inclinarse hacia delante con entusiasmo. Sujetó un bol, y con la gran ración de arroz que le ofrecieron en la mano, engulló la carne, las cebollas verdes y la col china que le sirvieron. “Así que, ajá. Eres una especie de héroe que vence a los malos. Eso es genial.”

“Bueno…”

“Sí, sí, esta dama es muy buena pegando a los malos.” Le dijo la chica.

“¡Wow, eso es tan impresionante!” Dijo Touta. “Entonces, ¿los guardabosques, la policía montada y esas cosas también son reales? Um, ¿si no te importa decírmelo?”

Annamarie había sido la chica mágica más enérgica. No importaban los obstáculos que se interpusieran en su camino ni los muros insalvables contra los que se estrellara, nunca había perdido su entusiasmo natural. Una vez que se convirtió en miembro de un equipo de investigación en el Departamento de Inspección, comenzó a investigar el incidente causado por Músico del Bosque, Cranberry. Descubrió que la muerte de una amiga suya había sido causada por el examen de Cranberry. Tras utilizar la autoridad de Inspección para buscar a la chica mágica que había asesinado a su amiga en un examen, la había retado a una pelea y había perdido. El incidente había sido considerado como un intento injustificado de vengarse de su amiga, y Miss Marguerite se había hartado de recordarlo y había dejado el departamento.

Aquel individuo había sido, al parecer, uno de los “hijos de Cranberry”, ya que había pasado por uno de sus exámenes letales, y también había formado parte del violento grupo de chicas mágicas que era la Escuela de Preparación Archfiend. Marguerite pensó que tenía que haber una forma de luchar contra ella, pero nadie iba a escucharla al respecto, y no era como si quisiera contárselo a alguien de todos modos. Es que pensar en su tonta alumna le hacía las cosas insoportables.

El chico parecía emocionado. Sonreía de oreja a oreja mientras competía con la chica por la carne. Al pensar en la alumna que había tenido una vez y que había sido tan enérgica como un niño de primaria, Marguerite esbozó una sonrisa que no pasó de sus labios.