Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 14

Capítulo 1: Los Reunidos

Parte 1

La isla estaba cubierta de verde. Aparte de la zona rocosa del cabo que sobresalía en el extremo norte, la playa que se extendía a lo largo del lado sur y la residencia en forma de castillo de piedra situada justo en el centro, estaba cubierta en su mayor parte de vegetación. Un hombre suspiró al apartar los ojos de un tapiz que representaba una vista de pájaro de toda la isla. Parecía estar un poco por encima de la mediana edad, pero estaba más gordo de lo que cabría esperar de un hombre de mediana edad. Su barriga era lo suficientemente voluminosa como para ralentizarle un poco, por un lado, pero no suspiraba por su peso. La habitación estaba tan desordenada que le daban ganas de taparse los ojos.

Se subió las mangas de la bata y sacó la mano derecha fuera de la habitación, moviendo el pulgar como si estuviera frotando el dedo índice entre la segunda articulación y la punta. Con un débil chasquido, la silla se deslizó a un lado, la cama se inclinó y todas las botellas vacías, las piezas metálicas y los pergaminos hechos bola que se apilaban sobre ellas cayeron al suelo. La alfombra se hizo un ovillo alrededor de todo ello y lo arrastró a la basura junto con el polvo. Todavía quedaba más polvo en el aire, pero la habitación estaba lo suficientemente ordenada.

La habitación era pequeña: unos tres metros a cada lado, prácticamente un armario. Las paredes de piedra estaban desnudas y eran grises. El tapiz que colgaba mostraba una ilustración de toda la isla. Las grandes ventanas de cristal fuertemente cerradas invitaban a la luz de la luna y las estrellas a entrar en la habitación. La mesa y la silla de madera tosca eran nudosas, y sobre ellas se había dejado una pluma, material de escritorio, tintero y papel secante, además de velas con olor a hierbas en un candelabro y otros utensilios necesarios para escribir.

El hombre asintió satisfecho e inhaló una pequeña bocanada de aire. Olía a polvo.

De pie junto a la ventana, sacó un llavero y utilizó tres llaves para abrir la cerradura, luchando con la puerta oxidada. Refunfuñando para sí mismo sobre la necesidad de engrasarla, se dirigió a la ventana y la abrió con ambas manos. Abajo estaba el bosque, cuyo verde continuaba hasta el borde de la isla, y más allá sólo se extendía el interminable océano azul oscuro hasta el horizonte. El sonido y el olor de las mareas entraron en la habitación, librándola del olor a polvo, y ahora olía plenamente a la orilla del mar. El olor del viento nocturno era aún más salado, y se sentía frío en la piel. Aunque en esta isla hacía calor por la tarde, las noches eran escandalosamente frías. El hombre se abrazó a su cuerpo rotundo y tembló un poco, pero no cerró las ventanas.

Esta habitación había pertenecido a un excéntrico investigador que debía de pensar que el olor del océano salado, el sonido de las olas al chapotear, el frío del viento y todo lo demás eran distracciones totalmente innecesarias. Sin duda había considerado esta habitación, aislada por la magia, como el lugar más cómodo para pasar el tiempo, sin necesidad de comer, dormir o hacer sus necesidades. Sumergirse en la investigación y los experimentos había sido su alegría. Cualquiera que hubiera conocido al hombre estaría de acuerdo con eso con confianza y diría que era exactamente así.

El hombre corpulento que se encontraba en la sala era el sobrino de ese investigador. Él mismo no era un investigador. Ni se dedicaba a la investigación independiente como su tío, ni tenía un trabajo fijo. Era un hombre de clase alta de ocio, que vivía su vida buscando el placer y la buena comida. No todos los magos eran buscadores de la verdad dedicándose en cuerpo y alma al desarrollo de la magia. Si se le preguntaba a su tío, que se había dedicado en cuerpo y alma a la investigación, su sobrino era un “vulgar patán que se limitaba a utilizar las grandes obras de nuestros antepasados sin intentar ir más allá”, pero el sobrino en cuestión siempre había declarado con arrogante indiferencia que quien vivía como un hombre de ocio de clase alta siempre sufriría duras críticas.

Este hombre no era un pragmático, como solían ser los magos. La pequeñez de la habitación, el olor del océano, el sonido de las olas, el frío del viento, el hambre, el cansancio… todos los inconvenientes innecesarios que su tío había eliminado como impurezas desagradables, a este hombre le parecían realmente elegantes. No era malo en absoluto verse obligado a tener inconvenientes. Encender un fuego con un dispositivo incendiario primitivo podía ser más divertido que crear una llama con una sola palabra de mando.

Su tío había dicho que poder disfrutar de los inconvenientes era la arrogancia de las clases altas, que los que estaban en medio de la desgracia real preferían a los magos que daban prioridad a la eficiencia, dirigiendo así el mundo hacia un futuro mejor. Había algo de verdad en eso. Pero si esto era arrogancia, a este hombre le parecía bien la arrogancia. Lo más importante era cómo se sentía él. Cuando había sido el lugar de su tío, había podido dirigir las cosas como quería. No había necesidad de seguir las costumbres de su tío ahora que éste se había ido.

Sin embargo, tenía que cumplir las indicaciones del testamento de su tío, al menos. El hombre se sentó en la silla y estaba a punto de sujetar una pluma cuando llamaron a la puerta. Levantó la vista. “Pase.”

La puerta se abrió con un chirrido. También habría que engrasarla.

La chica mágica que había contratado el otro día hizo una reverencia con la cabeza. “El anexo… espera, ¿es eso lo que se llama un anexo?”

“Sí, es un anexo.”

“Sí. Terminé de limpiar el anexo.”

Entre el vestido de lana y el gorro de lana, su traje era esponjoso por todas partes. Las mangas largas le cubrían todos los brazos, y el voluminoso pelaje también le llegaba a las muñecas. También llevaba mallas, lo que hacía que su traje fuera muy modesto. El hombre tenía un prejuicio casi supersticioso de que “las chicas mágicas suelen llevar atuendos reveladores”, pero también pensaba que, precisamente porque la mayoría de ellas eran así, una chica mágica vestida con modestia tenía un valor especial. Había algo misterioso en ello que era difícil incluso de verbalizar: ese tipo de cosas eran sólo por una cuestión estética. En cualquier caso, no había necesidad de poner todo eso en palabras. Era un asunto trivial que podía ser descartado como: “cómo era ser un hombre de gusto”.

“Gracias.” Respondió el hombre con una sonrisa mientras examinaba a la chica. Su rostro era hermoso, por supuesto. Su cabello rubio platino estaba cortado corto y uniforme, con la sinceridad no afectada de ir prácticamente por encima de la moda. En combinación con el punto de modestia de su vestimenta, su cabello cortado de forma uniforme le daba un aire digno. Eso también era agradable. Era un buen tipo de chica mágica para tener a su servicio.

La oveja que estaba detrás de ella hizo “baaah”, y ella se apresuró a intentar sujetarla mientras luchaba por escapar. La combinación de una chica guapa y un animal adorable era realmente encantadora.

Perdonaría el olor a animal y las marcas de pezuñas en la alfombra. No había nada que hacer al respecto.

La oveja baló con especial fuerza y se sacudió de encima a la chica para correr hacia el pasillo. El movimiento lanzó a la chica en una voltereta completa en el aire. Cayó por el pasillo de piedra antes de estrellarse contra la pared, y su torpe intento de agarrarse le hizo estrellar la nuca contra el suelo. El hombre levantó su gran trasero de la silla y extendió la mano hacia la chica, que estaba tumbada de espaldas y temblando, con ambas manos contra la nuca.

“Ha sido todo un alboroto. ¿Estás bien?” Preguntó el hombre.

La chica mágica se puso de rodillas, luego se levantó y agitó las manos con una sonrisa. “Estoy bien… realmente estoy bien.” Eso sonó lo suficientemente convincente, pero sus ojos estaban nadando.

“Sin embargo, no pareces estar muy bien.” “Me gusta caerme, ya sabes.”

“Mm-hmm. No había oído eso.” Cuando miró hacia el pasillo, había una gran grieta que no creía que hubiera estado allí antes.

La cabeza de la chica se balanceaba como un péndulo, pero, por alguna razón, sus palabras salieron firmes. “¡Pero, pero…! No puedo ganarme la vida sólo con eso, lo cual es triste, ¿sabes?”

“¿Por qué me hablas de esto?”

“Está bien, sin embargo. No estoy pensando en esto como un trabajo a tiempo parcial para mi tiempo libre, realmente no estoy pensando que, de acuerdo, voy a trabajar muy duro para este trabajo, voy a hacer lo mejor… Urkkk, voy a hacer lo mejor.”

“¿De verdad estás bien? Sé que las chicas mágicas son resistentes, pero…”

“Haré lo mejor que pueda, lo haré, lo haré, lo haré. Mary lo hará poniendo en ello todo su ser.” La chica se inclinó y cerró la puerta. El sonido de sus pasos se hizo lejano.

Deseaba mucho que lo hiciera lo mejor posible, pero no tenía la sensación de que todo estuviera bien con ella. El hombre dudó un poco, pero luego decidió confiar en ella. Parecía interesante a su manera, y además era bastante encantadora. Aunado a ello, las chicas mágicas eran un grupo robusto.

Pues bien, escribiré las cartas a los herederos mientras disfruto de la compañía de la pobre, pensó mientras se acomodaba en su silla, miraba hacia el escritorio y tomaba una pluma. Pero antes de que pudiera poner la pluma sobre el papel, se dio cuenta de un problema. Era demasiado difícil escribir sólo con la luz de la luna y las estrellas. No tendría suficiente visibilidad. El hombre hizo un gesto con el dedo índice, encendiendo una luz mágica en la mano para alejar la oscuridad. Una ráfaga de iluminación mágica era una nimiedad, pero no tenía otras opciones en este momento. Tendría que esperar un poco para encontrar una alternativa. El candelabro de plata que había encargado con detalle a un artesano ambientaría la escena. Quería arreglar el interior, el exterior y el menaje de la casa a su gusto, poco a poco.

Mientras fruncía el ceño de vez en cuando ante las extrañas condiciones que el difunto había enumerado—¿para qué tenían que hacerse acompañar de chicas mágicas?