Imouto Sae Ireba Ii (NL)

Volumen 9

Capitulo 16: El Camino Que Ella Puede Ver Por Delante

 

 

Corrían los últimos días de Junio, unas tres semanas después de su primera entrevista, y la bandeja de entrada de Miyako estaba repleta de correos electrónicos de empresas de todo el país llamándola “Señorita Miyako Shirakawa” y deseándole la mejor de las suertes en sus futuros proyectos.

Por el momento, sus incursiones en los sectores financiero, de seguros y de valores fueron básicamente un fracaso. Llegó a la segunda ronda de entrevistas con una sola aseguradora. En el sector editorial, recibió una invitación para otra entrevista con esa empresa de autoedición (que probablemente sería la última), pero la rechazó educadamente.


Además de esa empresa y de la primera, en la que no cumplió el código de vestimenta, se entrevistó con otras dos editoriales—por supuesto, vestida formalmente. Sin embargo, incluso antes de que le llegaran los correos electrónicos de “la mejor de las suertes”, tenía la corazonada de que probablemente no llegaría a ninguna parte. Tenía una especie de vago aprecio por el trabajo de editora, pero en términos de qué tipo de libro quería crear exactamente y qué tipo de editora quería ser, Miyako no tenía ninguna visión. Obviamente, eso significaba que las respuestas que tenía para sus entrevistas eran las típicas frases que memorizaba de las guías de búsqueda de empleo que leía.

Sabía lo que se esperaba de los editores: trabajar con los autores para crear una obra original, apoyar a los autores en tiempos difíciles, captar el talento de los autores, garantizar el éxito de los títulos en los que trabajaban. Pensaba que eran maravillosos—y no era ninguna mentira—pero ¿representaba eso exactamente el tipo de editora que le gustaría ser? No estaba tan segura.

En esencia, pensaba que no había superado la primera ronda porque los entrevistadores se daban cuenta de lo transparentes que eran sus palabras.

“Ahhh… Ya había oído hablar de esto, pero la búsqueda de trabajo te rompe el corazón…”. Miyako suspiró mientras se sentaba desnuda en el baño.

“Myaa”, dijo Kaiko mientras lavaba el cuerpo de Miyako, “si no puedes encontrar un lugar donde trabajar, deberías simplemente unirte a mí”.

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“¡Ja-ja!”, Miyako se rio. “Es una locura. Nunca he dibujado manga”.

“No. No estoy hablando de mí. Estoy hablando de mi familia”.

“Tu familia cultiva gusanos de seda, ¿verdad?”.

“Así es. Mi padre dijo que le encantaría tenerte trabajando para él”.

Miyako recordó cuando el padre de Kaiko irrumpió en la editorial. Se comportaba como un viejo testarudo y ciertamente echaba humo como tal, pero no se podía negar el hecho de que amaba profundamente a su hija.

“Sí, pero no sé nada de gusanos de seda”.

“Bueno, la mayoría de nuestros ingresos proceden de fábricas de seda con las que trabajamos desde hace décadas. También tenemos una serie de patentes y una fábrica en el extranjero. Con esos ingresos intentamos recuperar nuestro negocio de cultivo de gusanos de seda que ha estado en decadencia en los últimos años. Incluso nos estamos coordinando con el gobierno para mejorar nuestros cultivos y desarrollar nuevos entornos de producción. El camino es largo, pero papá siempre habla de lo satisfactorio que es para él este trabajo”.

Por lo que parece, Kaiko respetaba de verdad a su padre y a su empresa. A pesar de todo, venció su tenaz resistencia y eligió el camino del manga.

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¿Podré encontrar un trabajo del cual me sienta orgullosa, como Kaiko y su padre…?

“…Gracias. Si no encuentro nada más en absoluto, lo tendré en cuenta”.

Miyako se sentía segura diciendo eso por el momento.

***

 

 

Hermanita

Al día siguiente, Miyako vio a Toki tomando café delante de una máquina expendedora de Gift Publishing, así que decidió preguntarle por qué había decidido hacerse editor.

“Bueno, empecé a trabajar aquí de medio tiempo durante la universidad, al igual que tú, Miyako, pero tanto mi actual jefe como el editor en jefe de entonces querían que me quedara, por lo que acepté la oferta”.

“Oh… Entonces fue como: Siempre te gustaron las novelas ligeras, ¿así que quisiste involucrarte en la creación de libros?”.

“Nah. Antes de empezar a trabajar de medio tiempo no leía nada, excepto manga y no tenía ningún interés en el mundo editorial”.

“¡¿Eh?!”. La respuesta sorprendió a Miyako. “¿Y entonces por qué aceptaste un trabajo en GF Bunko?”.

Toki dio un sorbo a su vaso de café, con la mirada perdida. “…Probablemente me avergüence a mí mismo al decir esto, pero ¿qué importa?”.

“¿Oh? Um, claro”.

“Bueno… durante la universidad me la pasé viviendo a costa de una mujer”.

Eso fue aún más embarazoso de lo que Miyako esperaba. Ella lo miró con severidad mientras él se ponía nostálgico.

“Cuando empecé la universidad y empecé a vivir solo, me hice adicto a un viejo juego en línea—Final Fantasy XI, para ser exactos—y me hice amigo de un jugador que siempre estaba conectado a la misma hora. Así que empezamos a salir en la vida real”.

“Vaya, eso pasa de verdad, ¿eh?”.

“Sí. Era una artista de manga de unos treinta años, pero en aquel momento no tenía ningún trabajo y se pasaba el día jugando a juegos en línea. Se negó rotundamente a decirme el seudónimo con el que publicaba, pero todo indicaba que le iba bastante bien. Al final, mis padres se enteraron de que no iba a clase y dejaron de enviarme dinero. Ya no podía permitirme pagar el alquiler, así que acabé mudándome con ella en el lujoso apartamento que tenía”.

“ ”.

“Durante aproximadamente un año”, Toki continuó, sin notar los fríos ojos de Miyako, “jugábamos y tonteábamos el uno con el otro. Pero un día me dijo: ‘Quiero volver a dibujar manga, así que lárgate’”.

Toki cerró el puño, aplastando el vaso vacío.

“Me puse de rodillas, rogándole que no me dejara a un lado. Pero no pude hacerla cambiar de opinión. Me dijo que, si quería volver a verla, me hiciera editor en una editorial de renombre o algo así. A esas alturas yo ya había abandonado la universidad, ¿no es lo más despiadado que podría haberme dicho?  Pero al final

casi me denuncia a la policía, así que me fui de su apartamento a regañadientes. Después de eso, me puse de rodillas delante de mis padres hasta que empezaron a enviarme dinero otra vez y volví a vivir solo en un apartamento barato. Un día, encontré una revista que recordaba haber visto tirada en su casa… y era Comic Gifted. Pensé que tal vez era la revista para la que ella dibujaba, me entusiasmó tanto que solicité un trabajo a tiempo parcial allí. Sin embargo, cuando pregunté, ya estaba cubierto, pero no podía rendirme, así que me puse de rodillas y les supliqué que me dieran algo. El guardia de seguridad estaba a punto de sacarme cuando mi jefe, Godo—entonces asistente del editor en jefe—pasó por allí. Le supliqué y, entre unas cosas y otras, acabé trabajando en GF Bunko…”.

Parecía que todo esto era un recuerdo vital en la vida de Toki, pero resultaba francamente patético. Seguro pasó mucho tiempo de rodillas, reflexionó Miyako.

“Entonces, ¿volviste a ver a tu ex? O… si en serio lograbas entrar a Gifted, ¿qué habrías hecho?”.

“No lo hice”. Toki soltó una risita. “No sé muy bien en qué estaba pensando en ese momento. Pero estoy seguro de que no quería volver con ella. Todavía no la he visto desde entonces. Ni siquiera en las fiestas de la editorial. Tampoco estoy totalmente seguro de que sea una artista de Gifted. Pero eso es cosa del pasado. Es mucho mejor aprovechar la industria del sexo,

¿sabes? Te mantiene alejado de problemas futuros”.

Asintió para sí mismo, convencido de haber tomado una decisión correcta en la vida, mientras tiraba el vaso de café aplastado a la basura y se marchaba.

Miyako, muy insegura sobre qué hacer ante esto, pensó un poco. El camino que siguió Toki para convertirse en editor fue sorprendentemente… bueno, vulgar. Pero a sus ojos, era un editor con mucho talento y conocía la pasión que ponía en su trabajo.

A lo mejor tus comienzos no fueron nada del otro mundo. Tanto si entraste a través de conexiones o si te obsesionaste con tu ex, si sigues esforzándote en un trabajo, puede que descubras que es el trabajo para el que te enviaron al planeta Tierra.

Escuchar la historia de Toki aligeró un poco el ánimo de Miyako… pero justo entonces, a unos metros de la máquina expendedora, dos personas entraron por la puerta. Una de ellas era Satoshi Godo, editor en jefe de GF Bunko y vestido con un traje dorado que sin duda hacía juego con su aspecto de yakuza. El otro era un muchacho de aspecto delgado que no debía pasar de la adolescencia.

Oh, ese muchacho…

Habían hablado un rato en la ceremonia de entrega de premios. Era Soma Misaka, uno de los ganadores de la mención honorífica del 15vo Concurso de Nuevos Escritores de GF Bunko. Tenía los ojos inyectados en sangre, tal vez por haber estado llorando y su rostro abatido apuntaba directamente al suelo.

“…Hablando como miembro de la editorial”, le dijo Godo con rotundidad, “Me decepciona que haya tenido que pasar esto”.

“ ”.

Lágrimas caían de los ojos de Soma mientras sus hombros temblaban. Miyako podía oírlo sollozar mientras Godo suspiraba, con el rostro tan aterrador como siempre. Bastaba una mirada para darse cuenta de que Soma estaba en serios problemas.

“Pero… hemos llegado tan lejos. ”. La voz de Soma se

escuchaba rasposa mientras lloraba débilmente.

Incapaz de contenerse por más tiempo, Miyako se acercó con cuidado.

“Um  ¿Qué pasa?”.

“No es asunto tuyo”, respondió Godo con frialdad.

Soma levantó el rostro hacia ella y se lo limpió frenéticamente con una manga.

“ He sido desterrado de GF Bunko”, dijo con voz frágil

y auto despreciativa.

“¿Eh? Uh, ¿desterrado? ¿Qué significa eso?”.

“…No podemos publicar ninguno de sus futuros trabajos”, dijo su jefe con cara de disgusto. “Eso es lo que significa”.

“¿Qué?”. Esto sólo confundió aún más a Miyako. “Um, eres Soma Misaka, ¿verdad? ¿Uno de los ganadores del año pasado? Debutaste en marzo”.

“ Sí”, asintió Soma.


Maken Wars, su obra debut, llegó a las tiendas en febrero. Otro editor le había dicho que las ventas no habían sido muy buenas.

“Espera, ¿entonces lo cancelarás después de un volumen…?”.

“…Sí”, respondió Godo, “pero eso no es todo”. “¿Eso no es todo…?”.

Godo miró a Soma un momento. “Debido a las bajas ventas”, dijo con su voz grave, “su editor le dijo que no podríamos publicar más libros de la serie Maken Wars. Unas semanas después, empezó a hacer peticiones a otra empresa”.

“¿Peticiones?”.

“Llevó su trabajo a otra empresa en vez de a nosotros”. “… ¿?”.

Esto no significaba mucho para Miyako. Godo suspiró. “¿Conoces el término ‘tres años de exclusividad’?”.

“…No”.

“La costumbre es que un escritor que gana un premio de nuevo autor no puede trabajar para otra empresa durante tres años”.

“¿Por qué no?”.

“Bueno, como puedes imaginar, cuesta mucho dinero organizar ese concurso cada año. Se necesita dinero para revisar los trabajos y llevarlos a un nivel comercialmente  publicable.  Si  un  nuevo  escritor debuta con nosotros e inmediatamente se va a otra empresa, habremos malgastado tanto el dinero del premio como el tiempo que hemos dedicado a encontrar y formar a ese escritor. Además, tener fama de deshacernos rápidamente de nuevos escritores es malo tanto para nuestro sello como para nuestro concurso”.

“ ”.

Dicho así, la lógica tenía sentido para Miyako. Tenía sentido, pero…

“… ¿Pero eso estaba escrito en las condiciones para presentarse al concurso? ¿Como no poder escribir para otros sellos durante tres años?”.

“…No está escrito, no”, Godo dijo torpemente. “Es la costumbre”.

“¿Y tú sabías lo de los tres años de exclusividad, Misaka?”.

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“ No”, susurró Soma.

Miyako se giró hacia Godo.

“No ser consciente de esto no te exime de ello”, dijo Godo. “Es una cuestión de sentido común”.

“  ¡!”.

Eso hizo que Miyako recordara sus entrevistas del último mes. El primer editor, que le dijo que se presentara con ‘vestimenta habitual’. Ella hizo exactamente eso y fue criticada por carecer de sentido común. Empezó a verse a sí misma en el lloroso Soma.

“… ¿Sentido común?”. La voz de Miyako temblaba. “Entonces si infringes una costumbre que no está escrita en ningún sitio, en una industria tan cerrada e insular como ésta, ¿te ponen un strike y estás fuera?

¡¿No es eso una locura?! ¡Y sí, ya sé que es malo que no seas consciente de las normas o que las rompas, o lo que sea! ¡Pero si la regla existe, entonces dísela! ¡Es decir, sea lo que sea de lo que lo acuses, si no lo sabe, no lo sabe! ¡No te pongas en plan ‘hazte una idea’ o ‘descúbrelo’ o ‘investiga los libros’ o lo que sea! ¡¿Para qué crees que usamos la boca y las manos?! ¡Esto es una editorial! Es una compañía llena de profesionales que trabajan con las palabras, ¡¿no es así?!”.

Miyako le lanzó a Godo su diatriba emocional con lágrimas en los ojos. Él la aguantó con el rostro inexpresivo.

“…Puedes decir lo que quieras, pero no voy a cambiar de opinión con Misaka. GF Bunko ha hecho lo mismo con cualquier nuevo escritor que rompiera la regla en el pasado. Si lo trato como un caso especial, será un mal ejemplo para otros escritores”.

Miyako retrocedió un poco ante la mirada fría de Godo. “P-pero, ¿y si…? ¡¿Y si por ejemplo N-Nayuta Kani empezara a presentar ideas a otra empresa?!”.

“¿Qué…?”.

“Aún no han pasado tres años desde su debut, ¿no es así? ¡¿La echarías a ella también?!”.

“Qué argumento más tonto”, dijo Godo, haciendo una mueca de dolor.

“¡Respóndeme!”.

Godo lanzó un suspiro irritado a Miyako. “De acuerdo. Digamos que Kani se presenta a otra editorial. Sabes que todo el departamento editorial de GF Bunko haría todo lo posible para detenerla. E incluso si no podemos evitar que publique algo en otro lugar, entonces no, no hay manera de que cortemos lazos con ella”.

“¡Pero eso no tiene ningún sentido!”.

“¡Claro que sí!”, respondió Godo en tono desafiante. “Por mucho que se salte las normas—incluso si las rompe—merece la pena soportar a Kani. Y no vale la pena tolerar a Misaka. Así son las cosas… Con permiso”.

“¡Espere—!”, Miyako intentó detener a Godo mientras se daba la vuelta. Pero:

“…No pasa nada”. Soma parecía controlar mejor sus emociones ahora.

“¡Pero…!”.

“No pasa nada”, repitió, obviamente tratando de forzar una sonrisa a través de sus lágrimas. Cerró las manos en puños, con los hombros temblorosos, pero aun así trató de poner una cara fuerte. Miyako no tenía palabras para él. “Sólo me fui a otro sitio porque no estaba conforme con cómo me trató mi editor.

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Aunque me hubieran dejado, habría sido súper incómodo… Además, la editorial a la que me acerqué me rechazó de todos modos, pero lo intentaré en otro lugar. Si no funciona, volveré a presentarme a concursos de nuevos escritores”.

“Misaka…”. Ahora las lágrimas salían de los ojos de Miyako.

“…Um, ¿podrías decirme tu nombre? Creo que nos conocimos en la ceremonia, pero… lo siento; no lo recuerdo”.

Inclinó un poco la cabeza en señal de disculpa. “Miyako Shirakawa”.

Soma esbozó una sonrisa más tranquila, ya no intentaba hacerse el fuerte. “Muchísimas gracias, Señorita Shirakawa”.

“Eh… ¿Por qué?”.

“Nunca olvidaré que existe una editora que lloró por mí. Espero poder escribir un libro contigo alguna vez”.

Las palabras golpearon a Miyako como un rayo. Y mientras ella se quedaba en blanco, él dijo “Será mejor que me vaya”, y se alejó por el pasillo.

***

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Nunca olvidaré que existe una editora que lloró por mí. Espero poder escribir un libro contigo alguna vez.





Las palabras de Soma resonaron en la cabeza de Miyako, una y otra vez.

***

 

 

Hermanita

Dos días después, Miyako se encontraba en una entrevista para otra editorial.

Se trataba de una empresa más pequeña, fundada por un editor de una gran editorial que se hizo independiente hace un año más o menos. Gracias a sus contactos, publicaban material nuevo de autores populares y trabajaban en diversos proyectos relacionados con el anime, pero aún no tenían nada que pudiera considerarse una serie emblemática.

“¿Qué tipo de editor le gustaría ser?”, preguntó el entrevistador.

Miyako tomó aliento y recordó el pasado.

“Quiero ser una editora que pueda llorar con sus autores”.

“¿Oh…? ¿Puedes entrar en más detalles?”.

“Por supuesto… Cuando un autor está triste porque su obra ha recibido malas críticas, su serie ha sido cancelada, los vínculos con los medios de comunicación han fracasado o simplemente le ha ocurrido algo injusto, quiero estar tan triste como ellos. Quiero llorar con ellos, angustiarme con ellos… y luego levantarme con ellos y seguir adelante. Creo que ése es el tipo de editora que me gustaría ser”.

Al oír esto, el entrevistador—joven, de unos treinta años—esbozó una sonrisa ligeramente maliciosa.

“Suenas bastante verde”. “  ”.

“Generalmente, un editor tiene que trabajar no con un solo autor, sino con varios al mismo tiempo. ¿Crees que puedes asumir la tristeza de cada uno y soportarla como si fuera la tuya propia? Porque eso va a terminar quemándote, tarde o temprano”.


“Bueno”, replicó Miyako sin inmutarse, “un editor puede tener que tratar con varios escritores, pero un escritor sólo va a tener un único editor”.

“¿Entonces lo soportarás sola?”.

“Sí, lo haré”, asintió con confianza. “Pero no importa lo triste que sea algo, si lo soportamos juntos, eso reduce la carga a la mitad. Y así funcionará. Además, difícilmente será tristeza todo el tiempo. También seremos felices a veces y nos divertiremos… Quiero ser el tipo de editora que puede experimentar todos los mismos sentimientos que sus autores”.

“………Muy bien. Muchas gracias por su tiempo el día de hoy. Estaremos en contacto con usted en los próximos días”.

“Desde luego. Muchas gracias”. Miyako se levantó y salió de la habitación.

“…Eso es peligroso”, se dijo el entrevistador masculino.

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Su forma de pensar se inclinaba demasiado hacia la mente del escritor. Como editora—empleada de la editorial—había muchos aspectos del trabajo en los que tenía que dar prioridad a la lógica de la empresa sobre los sentimientos de sus escritores. Esos ideales suyos eran tan verdes, tan libres y tan peligrosos…

“…Pero es bueno”.

Nobunaga Shirogami, presidente de Branch Hill Ltd., esbozó una amable pero significativa sonrisa en su bien proporcionado rostro.

 

Imouto Sae Ireba Ii Vol 9 Capítulo 16 Novela Ligera

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