Hell Mode (NL)

Volumen 4

Historias Cortas Adicionales 1: La Lucha de Meruru

Tal y como se le había ordenado, Meruru se había separado del grupo de Allen en Ratash para dirigirse a casa. Pronto, ella estaba de vuelta en la capital Baukisian. Ella y los otros enanos que habían regresado de estar de intercambio en las Ciudades de la Academia en el extranjero abordaron naves mágicas que, desde allí, los llevaron en un viaje de varios días hasta el acorazado de primera línea donde estaban destinados.

Una chica que había sido compañera de Meruru durante su primer año se apretó contra la ventana de su barco mágico. “¡Veo los acorazados! ¿Crees que es ahí donde lucharemos, Meruru?”

“He oído que nos envían a la nave de mando. Eso está en la parte de atrás. Los que realmente luchan probablemente estén más adelante.”

“Entiendo…”

Varios barcos habían llegado a la vista y se acercaban a cada minuto. Baukis no tenía sólo golems luchando contra el Ejército del Señor Demonio. Era cierto que los pilotos de gólems como Meruru marcaban una gran diferencia en el campo de batalla, pero aún había muchas oportunidades para que brillaran aquellos con otros Talentos. Por ejemplo, tanto los barcos mágicos en el cielo como los acorazados en el agua requerían pilotaje y mantenimiento.

Meruru desembarcó de su barco mágico y se puso las botas en la cubierta superior de un enorme acorazado mientras cargaba con un gran saco al hombro. Este único navío era lo suficientemente grande como para transportar y albergar a miles de enanos, uno de los cuales corría ahora hacia ella.

“¡Meruru!”

“¡Papá!”

Era el padre de Meruru, Neneku.

Aunque ya había sido informado con antelación de que incluso los estudiantes que aún no se habían graduado también serían enviados a esta batalla, el rostro de Neneku se nubló al ver a su hija aquí en persona. Sabía qué tipo de combate iba a tener lugar, y no le hacía ninguna gracia que su hija fuera a participar. A su alrededor había otras parejas de padres e hijos en circunstancias similares, y el tono de sus conversaciones también estaba teñido de preocupación.

“Los alumnos que desembarquen de la nave mágica deben seguir las instrucciones de su unidad. Repito, los estudiantes que desembarquen del barco mágico deben seguir las instrucciones de su unidad.”

Hacía mucho tiempo que Meruru no tenía la oportunidad de hablar con su padre, pero su momento se vio interrumpido sin piedad por un mensaje que sonó a todo volumen por los altavoces.

“Papá, tengo que irme.”

“B-Bien. De acuerdo.”

Meruru mostró a su padre una cara valiente y se dirigió, siguiendo las órdenes de su oficial.

“He oído que este año atacan muchos monstruos”, dijo con inquietud la compañera de Meruru mientras caminaban. “¿Vamos a morir?”

“Estaremos bien”, le aseguró Meruru.

La otra chica la miró con duda. “¿Cómo lo sabes?”

“¡Silencio en las filas!”, ladró un oficial. “Vamos a evaluar sus talentos y habilidades. Usuarios de Golem, en fila aquí.”

Había diez Ciudades Academia en Baukis, ya que la propia nación contaba con una población total de doscientos millones de habitantes. Los alumnos de segundo y tercer año de todas esas academias se habían reunido en esta nave y ahora se les asignaban puestos según sus habilidades.

Meruru se unió a los usuarios de gólems, aún con su gran saco a cuestas. Observó cómo los que estaban en fila antes que ella recibían notas tras su evaluación y órdenes sobre el siguiente paso.

Cuando llegó su turno, el oficial recitó en tono monótono: “Diga su nombre, Talento, año y si fue de intercambio.”

Meruru respondió con el mismo tono de naturalidad que los demás. “Meruru. General Talos. Segundo año. Me fui de intercambio al Reino de Ratash.”

“¡Oh, un General Talos!” Una luz brilló en los ojos del oficial, pero se apagó casi de inmediato. “Pero segundo año, y te fuiste de intercambio. Entiendo.”

Se decía que un General Talos nacía sólo una vez cada mil años. Sin embargo, como era de segundo año, y como se había ido de intercambio a un país que no tenía un golem prestado por Baukis, lo más probable es que sus habilidades de clase siguieran siendo sólo de Lvl. 1 y que su nivel probablemente tampoco fuera tan alto.

Pone esa cara como si nos estuviera asignando basándose sólo en estas preguntas , pensó Meruru mientras ponía la mano en el cristal indicado. Este desprendía una luz mucho más brillante que la de los otros enanos. Sus estadísticas numéricas aparecieron entonces en un tablero negro azabache cercano. Como el país tecnológicamente más avanzado del mundo, Baukis tenía la tecnología para determinar no sólo una clasificación del potencial de alguien, sino también el valor preciso de cada una de sus estadísticas de la misma manera que el grimorio de Allen.

“¿Lo estoy haciendo correctamente, señor?”

“Usted…”, dijo el oficial con incredulidad. “Estos números indican que debes haber alcanzado tu tope de nivel. ¿Eres realmente un estudiante de segundo año?”

“Sí, lo soy. Toma, creo que esto puede ser relevante, señor.” Meruru sacó su tarjeta de aventurero y se la entregó.

“¡¿Qué demon— HUH?! ¡¿RANGO A ?!”

Esta tarjeta demostraba que Meruru había superado al menos tres mazmorras a pesar de ser sólo una estudiante de segundo año. Incluso entre los que estaban terminando su tercer año, sólo uno o dos habían progresado tanto, y mucho menos alguien en su segundo año.

Meruru añadió con orgullo: “He superado cinco mazmorras en Ratash, y el líder de mi grupo tiene una invitación para la mazmorra de Rango S.”

“E-Espera un momento.”

El oficial fue a hablar con su superior. Meruru captó retazos de su acalorada disputa, sobre todo cuando el superior exclamó: “¡Eso es imposible!” y el oficial insistió: “¡Pero es verdad!”

Pronto regresó. “Venga conmigo.”

“Sí, señor.”

Meruru fue conducida a una sala de reuniones. Cuando entró, todos los presentes la miraron. Los que parecían estudiantes eran probablemente los mejores alumnos de las distintas academias, todos de tercer curso a los que sólo les quedaban unos meses para graduarse. Rápidamente perdieron el interés y volvieron a lo que estaban haciendo. Ella se sentó en el asiento central y dejó caer su saco sobre la mesa.

Poco después, se oyeron pasos que se acercaban a la sala.

“¡—Arggh! ¿Poner a los mejores estudiantes en mi equipo? ¿Qué esperan que haga con bribones que no han combatido ni un solo día? ¿Quién es el hijo de un come galletas al que se le ocurrió esta brillante idea? ¿Uno de los ministros? ¡No me digas que ha sido el mismísimo emperador!”

“Almirante, por favor, absténgase de insultar a Su Majestad Imperial. ¡Y nosotros seleccionaremos a los estudiantes que le enviaremos, así que no se preocupe!”

“¿Eh? Estamos hablando de nuevos miembros de mi tripulación, ¿verdad? Lo siento, pero yo mismo haré la selección.”

“Qué quieres decir con—”

Las voces de fuera se acercaron hasta que la puerta se abrió de golpe. Entró un hombre con armadura y uniforme militar, seguido de un oficial de alto rango. El primero se puso delante y dijo con voz lánguida: “Soy el almirante Garara, comandante de esta armada.”

Uno de los estudiantes exclamó: “¡¿El almirante Garara?! ¡¿En carne y hueso?!” Reconoció al hombre de aspecto rudo: se trataba del comandante en jefe de la armada de Baukis y del combatiente más poderoso del país.

“¿Qué? ¿Tienes algún problema?”

“¡C-Claro que no! ¡Señor!”

“Entonces cierra el pico. Si tienes algo que decir, levanta la mano. ¿Está claro?”

“¡Señor, sí, señor!”

A pesar de haber sido reprendido, el estudiante en cuestión parecía encantado. Era un honor increíble poder intercambiar unas palabras con el campeón de Baukis, del que se decía que había sido el único responsable de que el Ejército del Señor Demonio no hubiera pisado nunca su suelo.

“Al parecer, todos ustedes van a luchar contra el Ejército del Señor Demonio conmigo en primera línea. Han sido seleccionados, por eso están aquí. Espera, ¿estos números en un segundo año? ¿Y tres mazmorras de Rango A?”

El almirante Garara había estado hojeando los perfiles de los estudiantes cuando se detuvo en el de Meruru.

” Cinco mazmorras de Rango A, señor”, corrigió ella.

“¡¿Quién les ha dado permiso para hablar?!”

Meruru devolvió una mirada hosca por haber sido reprendida sólo por señalar un error. Sin embargo, había algo que simplemente tenía que decir aquí y ahora con el almirante en la sala. Así que levantó la mano en silencio.

El oficial que estaba junto a la puerta la amonestó. “Meruru, ahora no. Puedes hacer tu pregunta más tarde.”

El almirante Garara, sin embargo, miró fijamente la expresión obstinada de Meruru durante unos instantes, y luego dijo: “Muy bien, adelante. Oigámosla.”

“¡Tengo dos cosas que decir, señor! Primero — ¡llevo elixires élficos que la reina de Rohzenheim quiere que le entregue a Baukis!” Meruru señaló el gran saco que tenía delante y que contenía mil Cultivos de Magia.

“¿Elixires élficos, dices? ¿Para qué sirven?”

“Restaura 1000 MP para aquellos que han superado las Pruebas de los Dioses. Um, considerando el tamaño de esta sala… ¡un elixir es efectivo en un área del tamaño de esta sala veinte veces más!”

La sala de reuniones era un espacio aproximadamente cuadrado que medía veinte metros de lado.

“¡¿Veinte—?!” El oficial de la puerta emitió un graznido como el de un pájaro moribundo. “¡Eso es una tontería! ¡Meruru, ya basta!”

El almirante Garara lo fulminó con la mirada. “Tú, cállate.”

“Lo siento, señor.”

“¿Estás diciendo la verdad, muchacha?” preguntó Garara, volviéndose hacia Meruru. Sin esperar su respuesta, empezó a frotarse la barbilla pensativo y a murmurar para sí mismo. “Es cierto que la princesa de Rohzenheim fue a Ratash de intercambio… Supongo que podríamos confirmar los efectos y el alcance.”

Como alguien que aún no había vivido la experiencia de estar ella misma en el frente, Meruru no tenía forma de saber cuál sería la forma más efectiva de usar los Cultivos de Magia. Por eso Allen le había pedido que se los entregara a alguien con autoridad.

Mientras Meruru seguía mirando a Garara en silencio, recordó de repente lo que ella había dicho. “Ah, claro. Dijiste que tenías dos cosas. ¿Cuál es la otra?”

“Por favor, déjame luchar contra el Ejército del Señor Demonio en el frente.”

“¿Eh? ¿Por qué?”

“Mis amigos están luchando en Rohzenheim en este momento. ¡Y mi padre está destinado en este barco!”

Meruru no podía quedarse de brazos cruzados mientras sus amigos luchaban desesperadamente por sacar a Rohzenheim del borde de la destrucción. Además, su padre trabajaba en esta nave, y ella sabía que los que estaban en las naves de apoyo en la retaguardia serían arrollados si se rompía la línea del frente. Debido a esto, Meruru quería hacer absolutamente todo lo que pudiera.

“Interesante. Me gusta tu mirada.”

“¡Gracias, señor!” Meruru respondió con una voz fuerte y enérgica que retumbó en la sala. La historia de sus hazañas no había hecho más que empezar.