Koujo Denka (NL)

Volumen 7

Prologo: Entonces

Parte 2

“Odio elogiar al enemigo, pero Richard Leinster y sus caballeros son una fuerza formidable. Los hemos hecho retroceder hasta la mitad del Gran Puente, casi hasta el árbol mismo, pero siguen resistiendo obstinadamente.”

“Prometimos a los Caballeros del Espíritu Santo un control parcial del Gran Árbol”, respondió Greck, bajando la voz. “A menos que encontremos una solución pronto, esto podría tensar nuestra relación con la iglesia una vez que termine la guerra”.

El pueblo bestia había reclamado injustamente durante mucho tiempo la posesión del Gran Árbol de la capital oriental y lo utilizó para obtener concesiones masivas. Era evidente que lo reclamaríamos para la humanidad, pero también se lo debíamos a los Caballeros del Espíritu Santo, que habían entrado en la refriega en nuestro nombre. No sería bueno dejar que este conflicto se prolongue.

Greck”, dije, mirando a mi hermano a los ojos, “recuerda la Orden Violeta. Con su ayuda, aplastaremos a la guardia real y cumpliremos nuestra obligación con la iglesia. Confío en que no se opondrán, ya que tienen la capital real en sus manos.

“Su líder, Haag Harclay, es un hombre peligroso”, respondió Greck vacilante.

“El viejo Harclay construyó y entrenó a la orden él mismo”, agregó Raymond. “Permitirles unir fuerzas con los caballeros de Haig Hayden y las tropas de Zaur Zani podría ser desaconsejable. Si se vuelven traidores…

“Haag, Hayden y Zaur son reliquias. No nos darán la espalda a la Casa de Algren ahora que he heredado su símbolo, Deep Violet —declaré con confianza, mirando la alabarda encantada apoyada en la silla a mi lado.

Ya he sucedido a mi padre. ¡Soy el duque Algren!

Antes de embarcarme en la Gran Causa, le hice un último informe a mi padre, el tonto lamentable que había defendido a la Casa Real de Wainwright y sus movimientos para despojar a la aristocracia de nuestros privilegios establecidos en nombre de la “meritocracia”. Desde el lecho de enfermo donde lo había puesto mi veneno, Guido Algren había dicho con tristeza: “Deja de tonterías, Grant. Si sigues adelante con esto, nuestra casa será conocida para siempre como ingratos desvergonzados. Recuerda el error garrafal de nuestros antepasados en Blood River.

Realmente era un tonto. ¿Cómo podía permitir que los eventos de hace doscientos años lo ataran todavía? ¡No les debíamos nada a los hombres bestia, y ciertamente no teníamos ninguna obligación de honrar el Antiguo Juramento! Por lo que había leído, ¡nuestros antepasados simplemente habían sufrido pérdidas insignificantes en el enfrentamiento inicial!

Dudo que todavía estés consciente, ¡pero espero que estés viendo cómo yo, Grant Algren, gobierno este reino!

“Excepto por la inútil resistencia en el Gran Árbol, todo está procediendo más o menos según lo planeado”, anuncié. “Comenzaremos por arrancar esa pequeña espina de nuestro costado, luego eliminaremos los focos de resistencia restantes uno por uno”.

“¡Sí, señor!” Greck y Raymond respondieron.

“Grant-aniue”, interrumpió Gregory tímidamente, “s- solo dos detalles más, si no te importa”.

“Fuera con ellos”, dije, perdiendo la paciencia. “¿Qué pasa con Gil?”

No lo mates a menos que se vuelva contra nosotros. Recupera la daga imbuida con vestigios de Escudo Radiante y mantenlo donde no pueda hacer daño”.

Mi detestable hermano menor, Gil Algren, había sido el favorito de nuestro padre. Los susurros incluso lo habían aclamado como el más probable de nosotros para heredar el ducado. Al principio no se había unido a la Gran Causa, así que, siguiendo el consejo de mi espía Konoha, lo puse bajo arresto domiciliario. En cualquier caso, incluir a Gil en nuestros diseños habría supuesto el riesgo de alertar a los Leinster: el Cerebro de la Dama de la Espada había sido su estudiante de último año de la universidad y, fiel a su apodo, esa bestia ficticia era cercana a la propia Lydia Leinster. Enfrentar a Gil con su problemático compañero de escuela había sido idea de Gregory.

“Gil parece estar muy enamorado de ese tipo”, había dicho. ¿No sería una diversión divertida?

Una sugerencia impactante, incluso viniendo de mi propia carne y sangre. No tenía idea de cómo Gregory le había planteado el asunto a Gil, pero el resultado fue que nuestro hermano menor había derribado a la bestia ficticia. Estaba demasiado implicado para volverse contra nosotros ahora.

“Entiendo”, dijo Gregory. “En cuanto al otro asunto… Lord Despenser”.

“¿Cómo puedo ser útil?” respondió Raymond, mirando con cautela a Gregory.

“¿Ha habido alguna dificultad con los suministros?”

“Ninguna que valga la pena mencionar. ¡La idea de Duke Grant de aprovisionar a nuestras tropas por ferrocarril está funcionando espléndidamente!”

“¿Es eso así?”

“Gregory”, interrumpió Greck, severamente reprochándolo, “¿quieres decir que nuestras líneas de suministro no son como deberían ser?”

“N-No, nada de eso. Perdóname; simplemente estaba un poco nervioso. Grant-aniue, no tengo nada más que… Bueno, en realidad, hay una cosita.”

“Gregory…”

“Tomaré la custodia de esa bestia falsa”, dijo apresuradamente, agitando las manos. “No he informado a Hayden ni a Zaur”.

“Eso realmente es una cosa pequeña”, respondí con desdén. Podría haber castigado personalmente a la bestia ficticia, pero esto serviría.

“Haz lo que quieras”, agregó Greck casi al mismo tiempo y con igual desdén.

“¿De qué te sirve alguien como él?” Pregunté, notando la mirada de alivio no disimulado en el rostro de Gregory.

Él se rio.

“¿Tienes que preguntar?” Un escalofrío recorrió mi piel, pero no podía entender por qué. Gregory todavía tenía su sonrisa habitual. “

Los animales solo son buenos para una cosa: un pequeño experimento”.

***

Una vez que terminó el consejo secreto, entré en la habitación oculta y encontré al Maestro Gregory solo, moviendo piezas en el mapa con su mano derecha y jugando bruscamente con un emblema del Espíritu Santo en su izquierda.

“Mi señor”, llamé en voz baja.

“Ito”, respondió, sin importarle su tono ahora que estábamos solos en la habitación. “No uses esa voz áspera. Y deja tu disfraz, me molesta.

“Le ruego me disculpe.” Las arrugas desaparecieron de mi cara, cuello y manos, y me hice aún más bajo cuando recuperé mi verdadera voz y apariencia. Empujándome hacia atrás mi capucha gris, me moví al lado de mi señor, molesto por mi flequillo negro y gris oscuro.

“¿Bien?” preguntó, sin levantar la vista del mapa.

“Los tengo aquí”, respondí, entregándole los papeles que había adquirido. Revelaron el estado de los suministros rebeldes en la capital real.

Mi señor los agarró bruscamente y revisó los lugares que había marcado. Luego se hundió en la silla detrás de él. “Eso pensé”, escupió, jugando con una pieza clara del juego. “¿Cuánto tiempo aguantará ese lote en la capital real?”

“Suponiendo que nada cambie… tal vez un mes”.

La capital real no producía nada comestible. La ciudad tenía su propio suministro de agua, pero necesitaba importar provisiones y todas las demás necesidades de otros lugares. Se suponía que el plan de Grant para mantener las líneas de suministro por ferrocarril resolvería ese problema. Sin embargo…

“Siempre fue solo una teoría de salón”, comentó mi señor, “¡pero todavía no puedo creer que la hayan estropeado tanto! Los trenes no llegan a tiempo, no se descargan de manera eficiente y las reservas de provisiones terminan pudriéndose en las estaciones aquí y en la capital real porque nadie se las arregló para distribuirlas. No es de extrañar que ese idiota de Greck no se atreva a denunciar este lío.

“La mayoría de los grandes comerciantes se niegan a cooperar”, le supliqué. “Aparentemente, el jefe de la familia Toretto está informando encubiertamente a sus colegas que la rebelión está condenada al fracaso. Los grupos de exploración también desaparecen con frecuencia en las afueras de la capital real, mientras que los rieles y las señales sufren sabotajes. La situación empeora día a día”.

“Venganza por tomar prisionera a Momiji Toretto, supongo. Y los saboteadores deben estar al servicio de otras casas ducales. Pero Grant nunca pensó en mantener la infraestructura ferroviaria. Eso lo deja sin la capacidad de alimentar a más de cien mil soldados y a la población de la capital real utilizando solo lo que pueden proporcionar las empresas más pequeñas, lo cual es imposible”. Mi señor arrojó los documentos sobre la mesa. Al pasar las páginas, me llamó la atención el nombre de un comerciante: Ernest Fosse, recomendado por Earl Rupert. Luego cruzó las piernas irritado, jugueteando con la pieza de vidrio del juego y la insignia de la iglesia. “Parece que los patanes perderán la guerra incluso antes de lo previsto. ¿Qué has aprendido sobre los Howard y los Leinster?

“Ambas casas definitivamente se enfrentan a enemigos externos. En cuanto a las Lebufera…

“Occidente no cederá. No me hagas perder el tiempo con trivialidades inútiles”.

“Le ruego me disculpe.” Asentí con la cabeza en una sincera disculpa. Como él dijo, la Casa Ducal de Lebufera y sus vasallos occidentales nunca se levantarían en armas contra una mera rebelión.

“Lev arrojó el Cerebro de la Dama de la Espada en el ojo de la cerradura del Demonio del Fuego. Pero me pregunto si se abrirá”, reflexionó mi señor. “Una vez que regrese la Orden Violeta, podemos tomar el Gran Árbol. Los animales que buscan riqueza y estatus son maravillosamente fáciles de manejar. La iglesia tiene el Gran Árbol de la capital real y el archivo real, y si obtuvieron lo que buscaban, no tiene sentido quedarse aquí. Gil será un espécimen divertido. Grant puede tener Deep Violet; ese juguete le queda bien a un idiota como él. Y luego está ese hombre que Lev recuperó para jugar, debo ponerlo a prueba en combate. Ahora, si tan solo pudiera tener en mis manos los papeles del Demonio del Fuego, podría convertirme en el hechicero más grande del mundo. Cuando Lev regrese, debo…

Una vez que el Maestro Gregory llegó a este estado, necesitaba algo de tiempo para encontrar el camino de regreso.

Lev estaba en el noreste del reino, visitando una pequeña isla en el Mar de los Cuatro Héroes, el lago salino más grande del continente. Mi señor había conocido al autoproclamado “apóstol” hace varios años en una visita a los dominios del pontífice. Y aunque el hombre vanidoso y astuto se presentaba como nuestro aliado, quién podía decir qué tramaba a nuestras espaldas. Sin embargo, mi señor había dicho de él: “¡La Iglesia del Espíritu Santo y su santo repugnante son todas piezas en mi tablero de juego! Pero no Lev, es un alma gemela.

Eres inteligente, mi querido amo Gregory. Puedes ver a través de la mayoría de las cosas. Pero,

¿sabías tú, mi señor? Aunque Occidente nunca se movería contra una mera rebelión…

“Las Lebuferas, sus vasallos y los demonios de mi querida patria no han olvidado a Shooting Star o su Viejo Juramento con él”, susurré, justo al borde de la audición.

Mi señor no respondió. Permaneció perdido en sus pensamientos, como cuando era un niño pequeño. Y nunca me cansé de verlo.