Koujo Denka (NL)

Volumen 7

Capitulo 4: ¡Oh, vaya!

Parte 2

“Por supuesto. No ganaríamos nada con una matanza, y no buscamos provocar la próxima gran guerra”.

“¡Qué maestría!” se burló mi amigo, levantando su taza de té, de porcelana blanca con un diseño de un gato negro. “Puede que los tengamos huyendo, pero tienen los números para darnos un duro golpe si se desesperan. Todo el plan siempre fue una locura, por supuesto. Quiero decir, ¿utilizar la pura movilidad para aniquilar a un enemigo que nos supera en número más de dos a uno? Me preguntaba qué harías cuando la lluvia convirtiera los caminos en barro, ¡pero la forma en que tu magia los congeló en un campo de nieve me dejó sin aliento! Ni siquiera había considerado colocar tablas de madera en las botas de tus soldados para ganar velocidad. No es de extrañar que seas el único ‘dios de la guerra’ hereditario en el continente”.

“Un niño podría hacer tanto con la información correcta. Poner a Roland nuevamente bajo el mando de Graham fue el movimiento correcto, hemos tenido más y mejor inteligencia desde entonces”, dije, hundiéndome en una silla frente al profesor. “Aún así, he presionado mucho a las tropas. Se habrían ido sin comidas calientes, si no fuera por las raciones portátiles que inventó Tina. Profesor, sírvame una taza de ese té”.

“Permítame, señor”, intervino mi mayordomo principal, Graham Walker, mientras tomaba la tetera. No me había dado cuenta de su llegada.

“Es verdad. Moviste tus fuerzas aquí desde Rostlay, las posicionaste para un envolvimiento parcial y atacaste, todo en un solo día”, reflexionó el profesor, sonriendo. “La mayoría de los ejércitos habrían tardado al menos cinco días en hacer lo mismo. Y la mayoría de los comandantes no podrían haber organizado maniobras tan sencillas y bien escogidas. Walter, el exceso de modestia es un mal hábito tuyo. ¿No me ayudarás a corregirlo, Graham?”

Rara vez he visto a mi amo aceptar consejos de alguien que no sea su esposa y su hija. Su té, señor.

Gruñí: “Estás sobre hielo delgado”. Luego, mientras vaciaba mi taza, miré a los grifos que rodeaban el campo de batalla. “Los usamos principalmente para exploradores y mensajeros, pero Liam propuso aplicaciones ofensivas. Tendré que pedirle detalles una vez que termine esta guerra. Profesor, ¿cree que el enemigo se retirará?

“No, no lo harán. O mejor dicho, no pueden. Después de todo…” Una sonrisa sádica se extendió por el rostro de mi amigo. Graham también tenía una sonrisa fría.

No he visto esas miradas en sus rostros en mucho tiempo.

“En este momento, todos los periódicos del imperio estarán pregonando una gran victoria sobre el reino”, continuó el profesor, burlándose de todo el mundo como un villano jugando con sus adversarios atrapados. “Galois no tiene ferrocarriles, excepto en el extremo sur, y el imperio no ha invertido en redes de rieles, líneas telefónicas o comunicación mágica. La información viaja mucho más lentamente allí que en nuestro país”.

“Ya he empleado múltiples canales para diseminar informes falsos dentro del imperio, exagerando nuestras pérdidas y minimizando las de ellos”, agregó Graham. “Roland tiene una mano sorprendentemente hábil con estos asuntos”.

¿Cómo reaccionaría la gente del imperio, nobles y plebeyos por igual, ante esos informes de “victoria”?

Sin duda, exigirían una batalla decisiva de sus fuerzas del sur. El ejército nunca podría admitir que no había librado una batalla real ni obtenido ninguna victoria digna de mención: ese barco había zarpado. Después de todo, su comandante era el príncipe heredero imperial. No importaba que, en realidad, estuvieran cediendo ante su incapacidad para buscar alimento porque habían invadido antes de la cosecha de otoño.

“Y aunque sufrieron una derrota hoy, contarán pocas bajas una vez que se reagrupen”, dijo el profesor, con la mirada de un estafador. “Supongo que los próximos rumores que circularán por el campamento imperial podrían ser algo así como ‘El enemigo nos tenía rodeados, pero dejó que la oportunidad se les escapara de los dedos y acumuló grandes pérdidas en el trato’”.

“Un toque demasiado extravagante, tal vez” objetó Graham.

“¿Puedo sugerir algo más en este sentido: ‘Los Howard ganaron el día, pero les costó muy caro, lo suficiente como para quebrantar su confianza en la guerra. La capital real está en manos rebeldes y los señores del norte, incluidos los marqueses Ector y Brauner, se niegan a actuar. El duque se lamenta todos los días de sus temerarias palabras en la mesa de negociaciones. El comandante enemigo parece haberse valido de un estratega de fuera de las filas imperiales, un individuo enigmático, aunque los rumores lo convierten en un Lalannoyan astuto, por lo que un toque de realismo no vendría mal. Los informes también ubican a la Princesa Imperial Yana Yustin y al Maestro Huss Saxe en el campamento principal del enemigo. Se dice que ambos son brillantes a pesar de su tierna edad’”.

“¡Maravilloso! Y para colmo, Walter, ¿no nos llorarías un poco? ‘Oh, estoy a punto de perder a mis dos queridas hijas por el mismo hombre’ sería un comienzo”.

Después de un silencio tenso, le dije: “Profesor, si lleva sus bromas demasiado lejos, puedo jugar algunas de las mías”.

“¿Oh? ¿T-Tal como?” preguntó mi amigo, acobardado.

“¡Tonto! ¿No te das cuenta de que no soy tu único enemigo aquí? ¡Mira los ojos de Graham! Dicen: ‘¿No te estás olvidando de Ellie?’”

Gravemente, dije: “Podría presionar a los Leinster para que continúen buscándote una novia”.

El profesor se rió a carcajadas. “Walter, piensa en nuestra larga amistad. Graham, te juro que no quise decir nada al dejar fuera a Ellie. Su voz se elevó hasta convertirse en un chillido. ‘¡Así que por favor, cualquier cosa menos hablar de matrimonio!’”

Había ganado, y fácilmente. Pero qué victoria hueca.

La batalla en la llanura de abajo también estaba terminando. Bebí lo último de mi té mientras mis tropas empujaban constantemente a los imperiales hacia el río.

“Los Leinster deben estar en pie de guerra en el sur”

—dije—, “pero ¿qué harán los Lebufera? Y lo que escucho de las heridas de Su Excelencia me preocupa”

“Yo mismo estoy bastante inquieto por eso”, respondió el profesor. “Pero Occidente no actuará. En el mejor de los casos, pueden enviar algunas tropas al este, recurriendo a las reservas estratégicas de la Orden de los Caballeros Reales. Al menos, en circunstancias ordinarias”.

Me giré para mirarlo. “¿A qué estás llegando?”

“No tengo nada definitivo para continuar, excepto que Anko se niega obstinadamente a regresar de la capital occidental, aunque envía gatitos mensajeros. Dicho esto, estoy seguro de que esta debacle será grave. Allen está hasta los topes en esto, y el destino nunca arroja tonterías en el camino de ese chico”.

“Si la guerra termina bien, su ascenso no será negociable”.

“La pregunta es qué tan alto. Pero recuerda, Walter… habrá una batalla campal a continuación.

¿Qué harás cuando Stella y Tina te pidan compromiso a la vez?

Siguió una larga pausa. Luego espeté: “¡No trataré con hipótesis! Si vuelves a sacar esto de nuevo…

“Nuevas noticias, señor”, interrumpió Graham en el momento perfecto. Stella-Ojou ha partido hacia Rostlay con el subduque Euni, en uniforme militar. Mina actúa como su guardaespaldas. Su señoría también le envía un mensaje personal: ‘Según el pronóstico de Tina, no lloverá en la próxima semana, pero podemos esperar niebla’. No tengo nada más que informar”.

Humph. Entonces, Stella, ¡Stella!, vio mi plan. Sea como fuere, ¡debería avergonzarse de burlarse tan descaradamente de las órdenes de su padre! Primero fue la Royal Academy, luego el uniforme, luego buscó la ayuda de Ector y Brauner, y…

Su tutor está en el fondo de esto. Debo sentarme a beber con ese joven, una vez que lo hayamos rescatado.

“Podemos verte sonriendo, Walter”, bromeó el profesor.

“Señor”, agregó Graham, “aunque no podría estar más encantado con el crecimiento de Stella-Ojou…”

“¡Suficiente!” ladré. “Graham, transmite este mensaje a Shelley y a todos los señores del norte: ‘no hay cambios en el campo de batalla ni en las tácticas’”.

“Ciertamente. Pero si me lo permite, señor, hay otro punto que me preocupa.

“¿Sí?” pregunté con cautela.

“Estoy incluso menos seguro de esto que del táctico imperial, pero…” Graham vaciló. ¿Qué noticia podría hacer que “el Abismo”

Esperé en silencio.

Finalmente, en voz baja, dijo: “El héroe, la gran duquesa Alice Alvern, no ha sido visto en la capital imperial”.

“Ya veo”, dije lentamente.

Esa leyenda viviente podría estar en cualquier parte. Dudo que intervenga en una guerra entre humanos… pero la tendré en cuenta.

Graham se inclinó tan profundamente que su cintura formó un ángulo recto. Partiré para difundir rumores en el norte de Galois. Rezo para que la suerte de la guerra le favorezca, señor. Con eso, el mayordomo principal desapareció.

El profesor se levantó, devolviendo la mesa y las sillas a la oscuridad para su custodia. “Bueno, entonces, Walter”, dijo, “me voy a la capital imperial. Debo tener algunas palabras con el anciano emperador, quien estoy seguro no tiene más deseos de una guerra prolongada que nosotros.

“Está en tus manos”, respondí bruscamente. Las guerras eran fáciles de comenzar y difíciles de terminar. Tuve suerte de que el profesor hubiera estado en el norte cuando estalló esto, ¡aunque nunca lo admitiría!

“Walter, creo que una vez le dijiste a Allen que, como familia militar, la línea Howard terminaría contigo”, continuó mi amigo, sonriéndome. “Parece que te equivocaste. ¿Crees que Stella tomará tu manto? Personalmente, prefiero no quedar atrapado en una pelea entre una ‘diosa de la guerra’ y la Dama de la Espada.”

“¡¿Eso de nuevo?! ¡No puedo ver el futuro!” Rompí. Luego, en un tono más tranquilo, agregué: “Como planeamos, nuestra guerra con el imperio terminará en el mismo campo que hace cien años: Rostlay. Los derrotaremos allí, eso es evidente. La pregunta es cómo”.

***

Una colina razonablemente grande ocupaba el centro del área de Rostlay en el sur de Galois. Los lugareños lo llamaron “El Indomable” por una vieja leyenda. Una vez, un guerrero de renombre se defendió solo contra una horda de monstruos, o eso decía la historia. Estaba seguro de que Allen-sama me habría contado más, con un risueño “Tienes tantas ganas de aprender, Stella”.

Toqué la pluma de grifo verde mar escondida en el bolsillo interior de mi pecho, luego la pinza para el cabello y la cinta que Tina y Ellie habían insistido en prenderme en el hombro izquierdo.

En cualquier caso, la colina era una posición estratégica clave. Y todavía…

“¿Es cierto ese informe?” Le pregunté a Mina, no por primera vez. “¿Mi padre realmente ha abandonado el terreno elevado?”

“Sí, milady, estoy seguro de ello. El ejército imperial ha ocupado la colina y ha construido su campamento principal allí.”

Nuestras fuerzas habían ocupado sus posiciones en Rostlay ante los imperiales. Entonces, naturalmente, The Indomitable había sido nuestro para tomarlo. Sin embargo… Miré el mapa sobre la mesa. Habíamos elegido deliberadamente establecer nuestro cuartel general más atrás del centro del campo y colocar nuestras tropas a poca distancia.

Recordé algo que Allen-sama había escrito en mi cuaderno: “Nada sucede sin una razón. Incluso si no puedes ver una conexión al principio, es posible que aún exista en alguna parte. Es por eso que mirar el panorama general es tan importante, no es que necesites que te lo diga”.

Cerré los ojos y dije: “Mina, ¿qué pasa con nuestros movimientos de tropas?”

“¡El transporte está completo!” la criada respondió alegremente. “Todas las tropas del norte están aquí y en posición. Me dijeron que algunas unidades llegaron en automóvil, pero ninguna se quedó en el camino. ¡Tina-Ojou merece la máxima puntuación!