Koujo Denka (NL)

Volumen 7

Capitulo 4: ¡Oh, vaya!

Parte 3

Después de que el ejército imperial comenzara su marcha desde Ohwin, la antigua capital, los trenes comenzaron a transportar las fuerzas combinadas de las casas del norte desde las afueras de la capital del norte hasta Seesehr, en el extremo sur de Galois. Una vez allí, nuestras tropas partieron inmediatamente hacia Rostlay al amparo de la niebla. Una flota de autos había transportado unidades que de otro modo no podrían cubrir la distancia lo suficientemente rápido. Este experimento probablemente había sido el primer uso de automóviles en la guerra, y su éxito podría haberle valido a Tina un lugar en los anales de la historia militar.

“Hablando logísticamente” dije—, “el ejército imperial puede enviar como máximo cien mil soldados al sur de Galois, mientras que nosotros tenemos setenta mil. Aunque nos superan en número, espero que el enemigo acumule sus fuerzas e intente romper nuestras líneas aquí”. Señalé en el mapa a nuestra ala derecha, que había sido sólo cinco mil fuertes el día anterior. “No notarán nuestros refuerzos en toda esta niebla. Y no les resultará fácil invadir nuestra posición atrincherada”.

El panorama general se estaba enfocando. Vi el plan de mi padre.

Levantándome de mi silla, le sonreí a Mina y dije: “Voy al pie de la colina. Dile a mi padre que tengo la intención de lanzar mi nuevo hechizo supremo.

La batalla se inició antes de que llegara a mi destino. Como había predicho, los imperiales lanzaron un gran ataque contra nuestra derecha. Pero aunque la niebla se había disipado allí, la carga se estancó contra las meticulosas fortificaciones de campaña del Euni-ojisan, tripuladas por refuerzos de los dos marqueses. Los imperiales se impacientaron. Y entonces… el momento estaba maduro.

Los orbes de comunicación en todas nuestras fuerzas zumbaron con un informe de un grifo de exploración en lo alto: “¡Refuerzos enemigos inminentes! ¡Fuerza mayor descendiendo de la colina, rumbo a nuestra ala derecha! ¡Ningún movimiento desde el cuartel general imperial!”

Mi padre, el duque Walter Howard, había estado esperando esta noticia. Desmontó su caballo y vino a pararse a mi lado. Luego se cruzó de brazos y miró hacia la colina, todavía envuelta en niebla. Detrás de nosotros, la Orden Azure y otras tropas de élite elegidas de todo el norte esperaban con impaciencia que la orden cargara.

“Stella”, dijo mi padre, “ya has hecho más que suficiente para levantar la moral. ¡No es necesario que lances Frost-Gleam Hawks! Recuerda, ese hechizo que Allen elaboró para ti sigue siendo ultrasecreto.

“Cuanto más podamos impactar al enemigo, mejor. No dudaré en usar la fuerza que me dio Allen-sama”, repliqué. “Las potencias extranjeras se enterarán tarde o temprano de todos modos, y esto es una crisis. ¿No pueden esperar otras preocupaciones hasta después de que hayamos ganado?

En el tenso silencio que siguió, pude escuchar la música del campo de batalla a través de la niebla al sur.

Por fin, mi padre dejó escapar un largo suspiro. “Ciertamente eres un puñado”.

“Mi tutor ha sido una mala influencia”, respondí.

“Debo tener unas palabras con él. ¡Ahora, sigue mi ejemplo!” Mi padre apretó los puños y comenzó a tejer un hechizo. El inmenso maná que irradiaba estaba cubriendo el suelo con nieve y congelando los árboles cercanos.

Así que esto… ¡este es todo el poder de un duque de Howard! Mi viejo yo probablemente se habría desanimado tan pronto como lo viera. Pero ahora…

“¡Justo detrás de ti!” Rugí, desenvainando mi varita y estoque y apuntándolos hacia la colina.

Allen-sama estuvo allí para mí cuando me batí en duelo con Karen. Ahora, estoy por mi cuenta. Aún así… ¡Aún así, no puedo quedarme quieto para siempre!

Incontables copos de nieve giraron a mi alrededor, soplados por una ráfaga de luz purificadora, cuando activé el hechizo supremo que Allen-sama me había regalado: ¡Frost-Gleam Hawks! Dos aves rapaces, una pareja inseparable de hielo y luz, volaban protectoramente sobre mí.

“La máxima puntuación… no empieza a cubrirlo”, murmuró Mina, atónita. Sus compañeras sirvientas se unieron con un asombrado “Hermoso” y un asombrado “¡Oh, guau! ¡Simplemente guau!” Detrás de ellas, las tropas murmuraban, igualmente desconcertadas.

Había practicado miles, tal vez decenas de miles, de veces, y este era mi elenco más estable hasta ahora.

¿Podrían mis amuletos de buena suerte de Tina, Ellie y Allen-sama haber jugado un papel en eso? Tiernos sentimientos, inadecuados para el campo de batalla, se hincharon en mi pecho mientras gritaba: “¡Padre!”

“¡Lo sé!” vino su grito de respuesta. ¡En medio de una furiosa tormenta de nieve, el hechizo de hielo supremo Blizzard Wolf tomó forma!

“¡Estoy listo en cualquier momento!” Llamé, encontrando la mirada de mi padre.

“Tienes que esperar aquí, no permitiré que te metas en el meollo de las cosas”, dijo. “Stella”.

“¿Sí?”

“¡Has llegado lejos y estoy orgulloso de ti! ¡Ahora, fuego!”

“¡Sí, señor!” Respondí, sobresaltado. Luego, más fuerte, “¡Sí, señor!” ¡Mientras mi corazón se hinchaba con el elogio inesperado, balanceé mi varita y mi estoque, soltando mis halcones en la niebla que cubría la colina! Al mismo tiempo, Blizzard Wolf aulló y comenzó su carga.

Nuestros hechizos supremos despejaron la niebla en un instante.

Mi padre saltó a horcajadas sobre su caballo y ladró:

“¡Todas las unidades, avancen! ¡Desalojen a los imperiales!”

Respondió un poderoso grito de guerra, y la Orden Azure comenzó a subir la colina con un dios de la guerra viviente a la cabeza. La luz del sol, fragmentos de hielo y vestigios de maná hacían brillar a los soldados mientras ascendían. Incluso desde donde estaba, podía escuchar a todo nuestro ejército vitoreando y podía sentir su moral elevada en mis huesos.

“¡Avancen!” Grité en mi orbe de comunicación. “¡Es ahora o nunca!”

Los gritos de batalla de respuesta resonaron en todo Rostlay. Luego, en poco tiempo, los estandartes de batalla imperiales cayeron. Habíamos retomado la colina.

“¡Ahora entrando en el campo enemigo!” llegó el informe de mi orbe de comunicación.

La victoria era nuestra.

Mi padre había comenzado por permitir que nuestros enemigos reclamaran la colina y los había seducido con nuestra escasa ala derecha. Sin embargo, una vez reforzada, nuestra ala se mantuvo firme, lo que hizo que los imperiales comprometieran sus reservas en la carga. Nuestras fuerzas aprovecharon esa oportunidad para atravesar el centro de la línea enemiga. Eso dejó a nuestros enemigos acorralados contra nuestra ala derecha sin esperanza de retirada. Solo teníamos que rodearlos y aniquilarlos. Y todavía…

Silenciosamente lancé un hechizo de hielo a mi alrededor. “Aún no ha terminado”, le dije al segundo al mando de nuestras sirvientas, con los ojos llorosos. Vigila nuestro perímetro para… ¡Mina!

“¡Stella-Ojou!” Mina lloró. Nos dimos cuenta casi al mismo tiempo.

Una lluvia de proyectiles de piedra y rayos de luz brotó de un tramo de bosque supuestamente desierto… solo para rebotar en los espejos de hielo que acababa de conjurar o desintegrarse al contacto con los puñetazos y patadas de Mina. Las otras sirvientas se pusieron en una formación defensiva a mi alrededor mientras su segundo al mando miraba hacia adelante, asumiendo una posición de combate.

Mina dejó escapar un grito agudo y empujó su puño derecho hacia adelante. Para mi consternación, su golpe generó un tornado. El hechizo que había estado bloqueando nuestras percepciones colapsó con un estruendo ensordecedor, revelando a una docena de soldados enemigos agrupados alrededor de una extraña caja, ¿tal vez algún tipo de dispositivo mágico?

“¡¿Cómo funcionó eso?!” exigió la sorprendida caballera, empuñando su arco hacia la fuerza enemiga.

“Sabía que era una mala idea, Su Excelencia”, intervino nerviosamente un joven caballero. “Deberíamos retirarnos”.

“Soy la hija mayor del duque Howard, Stella Howard”, anuncié, tejiendo con cautela más hechizos. “Pensé que alguien intentaría rodear el campo de batalla para atacar nuestro cuartel general directamente. Pero si ese era tu plan, estás en el lugar equivocado”.

“¿Un Howard?” Los ojos de la chica se abrieron. “Soy Yana Yustin. Y él es Huss Saxe.

Yustin y Saxe, ¿verdad?

Levanté mi varita y mi estoque. “La batalla aquí ha terminado. Si te retiras… ¡Corre! ¡Yo los detendré!”

“¿Qué vas a-”

“¡Su Excelencia!” —gritó Huss, empujando a la desconcertada Yana al suelo. Un momento después, cadenas mágicas pasaron justo por encima de sus cabezas.

Lancé el hechizo avanzado Swift Ice Lances. Mi grupo de lanzas heladas pasó rápidamente junto a la unidad de Yana, hacia el enemigo oculto que acechaba detrás… solo para romperse inofensivamente contra los escudos gris oscuro.

El príncipe Gerard usó ese hechizo.

“Estoy impresionado de que me hayas visto”, dijo una voz aguda cuando el hechizo de bloqueo de percepción se desvaneció. Detrás de él emergió una mujer que vestía una túnica blanca pura con capucha y ribeteada en carmesí. Puede que no fuera más alta que Tina. Su mano agarraba un pequeño frasco de vidrio de…

“Sangre y… ¿Qué es eso?” murmuré. Pero la mujer ignoró mi pregunta.