Koujo Denka (NL)

Volumen 7

Capitulo 4: ¡Oh, vaya!

Parte 1

“¡Oh, vaya! ¡Te ves tan galante, Stella!” “¡Súper apuesto, Stella-Ojou!”

Vacilante, dije: “Gracias, Tina, Ellie”. Mis hermanas me habían recibido en nuestro gran salón del consejo en las afueras de la capital del norte, y por lo tanto en nuestro cuartel general militar, con gritos de alabanza. Pero cuando miré alrededor, vi a las sirvientas con corazas que habían reemplazado a Roland como mis guardias cubriendo sus bocas con sus manos. Mina incluso estaba murmurando algo por lo bajo. (“No puedo creer que Roland haya perdido la oportunidad de ver esto. Es un caminante absolutamente perfecto, pero cuando se trata de ser mayordomo, es tan desafortunado como tonto”).

¿No me conviene?

Era la primera vez que vestía este uniforme militar blanco y azul. Nuestra doncella principal, Shelley, lo había confeccionado a partir de uno que dejó mi difunta madre, Rosa Howard. Y lo había hecho a su propia discreción: mi padre todavía no me había dado permiso para ponerme un uniforme o ir al campo de batalla. “¡Pelearé esta guerra contigo!” Yo había declarado en un mensaje mágico. Ni una palabra había llegado de él desde entonces. Debe haber estado furioso por todo esto, incluido el hecho de que yo había ido a pedir ayuda a los marqueses. Sin embargo, estaba decidido: no dudaría.

Me acerqué a los escritorios de mis hermanas y se pusieron de pie para mirarme fijamente.

“Yo… desearía que no lo hicieras”, dije. “Es un poco vergonzoso”.

“¡Stella, te ves increíble con ese atuendo!” Tina declaró, con los ojos brillantes. Ella estaba saltando arriba y abajo en el lugar. “¿No es así, Ellie?”

“¡S-sí soy!” Ellie estuvo de acuerdo, aunque parecía un poco nerviosa. “P-Pero, ¿realmente vas a ir a la guerra, Stella-Ojou?”

Asentí con firmeza. “Sí. Creo que aparecer en el campo de batalla para levantar la moral es lo mejor que puedo hacer en este momento”.

Me faltaba el conocimiento profundo de Tina sobre el clima y el terreno de Galois y la capacidad de Ellie para procesar documentos rápidamente. Aun así, mi nombre era Stella Howard. Nuestros oficiales y hombres no podían estar contentos de saber que su futura duquesa se estaba relajando lejos del frente. Y sería un excelente señuelo, aunque Tina y Ellie no necesitaban saber esa parte.

Shelley hizo una pausa en su trabajo y me miró. “Stella-Ojou”, dijo, con lágrimas en los ojos, “eres la imagen perfecta de la duquesa Rosa”.

“Shelley…” murmuré, secando los ojos de la doncella principal con un pañuelo blanco. Había estado  trabajando  con  montañas  de  papeleo  y manejando nuestras líneas de suministro a la perfección desde el comienzo de esta campaña.

Si me parezco a mi madre, entonces me alegro de haber usado este uniforme.

La mano derecha de Tina salió disparada por los aires, y con ella su mechón. “¡Estrella!” ella lloró. “Iré con…”

“No”, respondí, sin siquiera darle la oportunidad de terminar. Sus labios continuaron aleteando sin decir palabra.

Mientras tanto, Ellie agarró mi manga izquierda y me miró. “S-Stella-Ojou, me gustaría casarme contigo también. Oh…”

“Ellie”, dije, “¿qué haría Shelley sin ti y Tina?” “Oh, pe-pero… pero-”

“Walker-san, le doy su pedido, y esa mirada adorable en su rostro, como un animalito, ¡la máxima puntuación!” intervino la segunda al mando de nuestro cuerpo de sirvientas, acercándose con sus subordinadas. “¡Pero por favor, solo por esta vez, deja a Stella-Ojou en nuestras manos!”

“Mina”, murmuró Ellie, saludando a su prima.

“Tina-Ojou, Walker-san”, continuó la doncella principal, doblando ligeramente las rodillas y sonriendo a mis hermanas pequeñas, “no podría calificar más alto su preocupación por Stella-Ojou. Os han convertido en unas jovencitas tan amables que yo… yo… ¡Oh!” Mina arrojó sus brazos alrededor de las chicas, evidentemente demasiado abrumada para dejar pasar esta oportunidad.

Respondieron a sus caricias con gritos de sorpresa de “¡¿M-Mina?!” y “¡Oh, no puedo liberarme!”

“Shelley, ¿me darías las últimas noticias?” Le pregunté a la criada principal.

Para mi sorpresa, una voz profunda y sombría respondió: “Si son noticias lo que quieres, creo que puedo complacerte”, y un hombre imponente con un uniforme sucio entró en el salón. Su cabello era platino con un tinte azul y, excepto por el hecho de que estaba bien afeitado, su rostro se parecía mucho al de mi padre.

“¡Euni-ojisan!” exclamé.

Todos se levantaron y saludaron al subduque Euni Howard. Además de gobernar a Galois, era el hermano menor de mi padre, lo que lo convertía en tío para Tina y para mí.

“Stella, Tina, ha pasado demasiado tiempo”, dijo, esbozando una amplia sonrisa y levantando un brazo fornido. “Tranquilos, todos. No podríamos luchar en el frente si no fuera por sus valientes luchas aquí. Espera con ansias el final de esta guerra. ¡Te prometo que serás recompensado! Del bolso de mi hermano, por supuesto”.

Las risas llenaron el salón. Podía ver por qué mi padre depositaba tanta confianza en mi tío. En sus palabras, “Nadie más que Euni podría manejar a Galois”.

“Supongo que conoces la situación general”, dijo, sonriendo mientras examinaba un mapa de toda la región norte. Las fuerzas imperiales ya ocupaban dos tercios de Galois. “Estamos a la defensiva, y el enemigo avanza después de separar su vanguardia de su fuerza principal. Nos superan en número. No tenemos ninguna posibilidad en una batalla campal tradicional”.

“O al menos, eso es lo que queremos que piensen los imperiales”, corregí, encontrándome con la mirada de mi tío. “Así es como los hemos atraído tan adentro de nuestro territorio. Graham y nuestros otros espías incluso han difundido rumores de que nuestra casa está loca y desesperada por evitar una batalla decisiva”. Señalé el sur de Galois. “Nuestros ejércitos se están concentrando actualmente en Rostlay y construyendo fortificaciones de campo allí. Mi padre no ha vacilado en su propósito: tiene la intención de acabar con el núcleo del ejército del sur del imperio de un solo golpe. ¿Tengo ese derecho?”

“Si tú puedes. Dime, Stella: ¿Cuál sería tu próximo movimiento?

Me incliné sobre el mapa, tomando una vista de pájaro. La vanguardia enemiga obviamente estaba más adelante de su fuerza principal de lo que había estado unos días antes.

¡Por supuesto!

Puse mi dedo en las fuerzas de Howard… y las deslicé detrás de la vanguardia imperial.

“¡Espléndido!” exclamó mi tío. “Stella, si no tienes tu corazón puesto en nadie, ¿qué dirías de casarte con mi hijo? ¡Es agradable a la vista!”

“¿Qué? B-Bueno, yo, um…” Vacilé, incapaz de evadir este disparo inesperado. Mi prima todavía era un bebé en brazos.

Mi tío sonrió. “Entonces, te has encontrado un amor.

¡Ah, pero se me olvidaba! ¿Quién podría ser sino ese…?”

“¡O-Ojisan! ¡A-Ahora no es el momento! Y además, Allen-sama es…” Dejé caer la cabeza mientras mis palabras se apagaban. Tina y Ellie se mordían los labios.

“Perdóname”, dijo mi tío, colocando su gran mano sobre cada uno de nuestros hombros por turno. No era mi intención angustiarte. Walter, Graham y el profesor me han hablado del joven Allen. Pero tengo algo que espero les levante el ánimo. Escuchar”.

Todos los ojos se volvieron hacia el subduque Euni Howard cuando, con una sonrisa intrépida, anunció: “Uno de los pájaros mágicos del profesor acaba de llegar con un mensaje urgente: ‘Emboscada de las fuerzas de Howard, derrotar a la vanguardia enemiga  en  Meer  Plain.  Pérdidas  amistosas mínimas. El anuncio público está estrictamente prohibido: el engaño es necesario para atraer al enemigo a su posición’”.

***

La Meer Plain estaba ubicada en el centro de Galois. Y desde lo alto del “Napping Cat”, como se conocía a la colina en su lado sureste, la batalla aún parecía unilateral. Después de lanzar una emboscada desde tres posiciones del sur al amanecer, mi ejército de quince mil estaba derrotando a cincuenta mil tropas imperiales.

“Dios mío, cómo entran en pánico”, comentó el profesor. ¿Tal vez dejaron que se les subieran a la cabeza las primeras provisiones decentes que encontraron en Galois? Lo juro, Su Excelencia tiene la mente más perversa del reino”. Mi buen amigo, que durante mucho tiempo había sido temido como el hechicero más viciosamente astuto de nuestro reino, habló como de costumbre. Ya había colocado una mesa redonda y sillas a mi lado y comenzó a tomar té.

“A menos que mi memoria me engañe, la sugerencia de cebar nuestra trampa con las provisiones de comida de Meer provino de cierto profesor universitario que vive con miedo del castigo que sus estudiantes le impondrán una vez que termine la guerra”, respondí, examinando la batalla. abajo. El tiempo estaba casi maduro.

“No me recuerdes mi terrible destino, Walter. La palabra ‘restricción’ desaparece de los diccionarios de mis alumnos cuando Allen está involucrado. Oh, yo diría que ya es hora”.

Resoplé y levanté mi mano izquierda. Inmediatamente, los soldados listos y esperando detrás de nosotros lanzaron una serie de bengalas azules y, con la misma rapidez, una fuerza toda vestida de azul salió del bosque delante de los imperiales que huían. Esta fue la fuerza más poderosa que las casas del norte del reino pudieron reunir, la Orden Azure, bajo el mando del valiente Conde Ozias Fischer, y su repentina llegada supuso otro golpe para la moral de nuestros desordenados enemigos.

“¿Has dejado una abertura en un lado del cerco?” preguntó el profesor.