Koujo Denka (NL)

Volumen 7

Capitulo 2: No Conozco Los Detalles

Parte 7

Kume del clan de las ratas todavía no estaba en el grupo. Algo no parecía estar bien, así que conté a los caciques aturdidos y demacrados. Se contabilizaron los clanes de lobos, leopardos, osos, liebres, nutrias, gatos y ardillas de Old Town. Desde New Town, vi a los líderes de los clanes de zorros, comadrejas, cabras y bueyes. ¿Dónde estaban los jefes de los clanes de los monos y las ratas?

Dag y Deg parecían tan confundidos como yo, pero Richard-sama y Celenissa entraron en la cámara como si no les importara nada en el mundo, así que los tres corrimos tras ellos.

Richard-sama se detuvo ante la mesa del consejo, hizo una reverencia y dijo: “El vicecomandante Richard Leinster de la guardia real, a su servicio. Disculpen la intrusión, me cansé de esperar, así que vine a verificar su decisión en persona. Cacique Ogi,

¿invocarás el Antiguo Juramento con las Lebuferas?

Una vez que superaron su asombro, los rostros de los caciques comenzaron a enrojecerse. Respondieron con un coro de insultos.

“¡El título de tu padre no justifica esto!” “¡Absolutamente no!”

“La propuesta no tiene precedentes, ¡necesitamos tiempo para considerarla!”

“¿Cómo llegaríamos a la capital occidental?” “¡Tu casa se enterará de este ultraje!”

“Negociar con los Algren todavía está sobre la mesa”.

Mi mente se enfrió rápidamente mientras escuchaba.

¿Qué… qué están haciendo estas personas? ¿De qué diablos están hablando?

“¿Es eso así?” Richard-sama dijo, con un suspiro. Luego golpeó con sus manos la mesa del consejo y fulminó con la mirada a los jefes. Un torbellino furioso de penachos llameantes llenó el aire. “¡¿Qué has estado haciendo todo este tiempo?! ¡¿Jugando con los pulgares?!”

Los caciques palidecieron y se quedaron en silencio, evitando su mirada. Solo dos permanecieron impasibles: Ogi, que obviamente estaba exhausto, y Hatsuho, el jefe de mejillas hundidas del clan zorro. En el rincón al que se habían retirado, Toneri y sus lacayos temblaron y se taparon los oídos.

“Has permanecido encerrado en tu cámara del consejo, sin siquiera molestarte en visitar a los heridos en los niveles inferiores”, se enfureció Richard-sama. No has tomado el mando de la defensa y no puedes decidirte por nada. No nos has dado más que excusas. ¿Esperas que crea que así es como funciona el consejo del pueblo bestia, Ogi?

¡Suficiente es suficiente! ¡¿Te sentarás aquí a ‘debatir’ mientras el Gran Árbol se quema alrededor de tus oídos?!”

El rostro de Ogi era la viva imagen de la angustia, pero al fin se obligó a hablar. “Su Excelencia, por favor, cálmese”.

“¿Calma?” repitió Richard-sama, con una exagerada muestra de confusión. “Simplemente estoy haciendo una pregunta: la situación es desesperada; ¿Qué vas a hacer al respecto?”

“Los Algren rompieron su Antiguo Juramento,” contestó Ogi pesadamente. “¿Qué hay que demostrar que las Lebufera honrarán las suyas? Pero ese es un punto discutible si no podemos llegar a ellos, y es un largo camino hasta la capital occidental. Negociar con los Algren aún podría producir…

“¿Por qué no dejarlo así, joven maestro Richard?” preguntó una voz fría detrás de nosotros. “Creo que estás perdiendo el tiempo”.

Me volví y vi a Anna.

“Soy Anna, doncella principal de la Casa Ducal de Leinster”, dijo, con una elegante reverencia. “Me atrevo a decir que la historia se está repitiendo. Como recordarán, hace doscientos años, sus ancestros pasaron la noche anterior a la batalla final con el Señor Oscuro en una discusión sin sentido y retrasaron el envío de su fuerza principal a Blood River… hasta que dejaron que Shooting Star pereciera.

Los jefes se pusieron rígidos en la consternación.

_¿La gente bestia se quedó al margen y dejó morir a Shooting Star?_Me volví hacia Dag y Deg, y encontré miradas agrias en los rostros de las viejas nutrias.

“Después de la batalla, hubo susurros entre muchos de los soldados. ‘La gente de las bestias pensó que Shooting Star se convertiría en una molestia si sobrevivía a la guerra, ya que no procedía de la capital del este, por lo que perdieron un día en el consejo. Eso retrasó a los mensajeros de los enanos y gigantes, que también llegaron tarde a la batalla.

¿Sabía usted eso? Pero sea como fuere…” La doncella principal inspeccionó la habitación, haciendo como si contara a los presentes. “Su consejo parece estar corto de personal. ¿Cómo se explican los jefes ausentes?

Una vez más, un pesado silencio cayó sobre el consejo.

¿Qué podrían ser?

Los residentes varados de New Town no habían evacuado a los canales debido a las órdenes del Gran Árbol.

No puede ser…N-No hay… ¡No hay manera!

“Supongo que hubo traidores entre los jefes de ambos distritos”, concluyó Anna. “Y que esos jóvenes caballeros estaban involucrados”.

La desesperación se extendió por los rostros de los caciques y la pandilla de Toneri se estremeció.

Espera.

“¡¿Es por eso que no has dejado el nivel superior desde que estalló la rebelión?!” Grité. “¡¿No se atrevieron a admitir que teníamos traidores, y que algunos de ellos eran jefes?! ¡¿Tienes idea de cuántas personas murieron o resultaron heridas mientras te escondías aquí?! Y Allen, mi hermano mayor… ¿Qué… para qué fue todo? Agarré la empuñadura de mi daga. “Te haré pagar”. Pero justo cuando me disponía a dibujarlo, sentí la fórmula de apoyo en la vaina.

Nii-san.

“¿Es esto cierto, Ogi?” Richard-sama exigió con frialdad.

“Los jefes Nishiki del clan de los simios y Yono del clan de las ratas estaban aliados con los rebeldes,” admitió lentamente Ogi. Ambos desaparecieron hace varios días, y con ellos se fueron varios textos antiguos guardados bajo llave. Como si eso no fuera lo suficientemente malo, mi hijo cabeza hueca y varios otros hijos de caciques parecen haber enviado información falsa a partes de New Town el primer día de la rebelión. Enterró su rostro entre sus manos.

La mayoría de los otros jefes estaban pálidos, mientras que Toneri y sus compinches se acurrucaron, abrazándose las rodillas.

Anna hizo un gesto con la mano. “No he venido aquí a condenarlos”, dijo mirando a Ogi, “pero después de repetir los errores del pasado, les sugiero que se resignen a la censura de la historia. ¿Han olvidado por qué sus antepasados llegaron tarde a Blood River? Quedaron paralizados por la sospecha después de que algunos de ellos desertaran y se pasaran al pueblo demonio.

Los jefes bajaron la cabeza, temblando.

¿Un clan de gente bestia del lado de los demonios?

Ana suspiró. “’¡Si solo Shooting Star hubiera vivido!’ No puedo decirles con qué frecuencia escuché esas palabras una vez que terminó la guerra. Mientras haya gente, muchos se distinguirán… pero las verdaderas leyendas, capaces de cambiar el mundo para mejor, escasean. Confío en que hayan oído que Allen-sama ha caído en manos enemigas. ¡Él es realmente una nueva estrella fugaz! Y sentarse y ver morir a Shooting Star dos veces seguramente sería una… mancha en la reputación de las bestias.

“Tu doncella habla como si hubiera visto lo que sucedió hace doscientos años por sí misma”, se quejó el jefe del clan de las comadrejas. Estaba agarrando pajitas.

“¿Y por qué no lo haría yo?” preguntó Anna, tocándose la barbilla con el dedo índice derecho e inclinando la cabeza con fingida confusión. “Serví en la Guerra del Señor Oscuro y luché en la Batalla de Blood River, aunque nunca tuve el honor de conversar con Shooting Star en persona”.

La mayor conmoción del día se apoderó de la cámara.

¿Q-Qué edad tiene Anna?—

La doncella principal se volvió y cortó mi especulación con una sonriente “Karen-san, no debe entrometerse en los secretos de una doncella”.

Bien.

Richard-sama estaba a punto de hablar cuando una chica del clan zorro con cabello gris oscuro entró en la cámara, agarrando un libro viejo.

“Me gustaría hablar con el jefe del consejo, por favor”, dijo Lotta entrecortadamente.

Hatsuho, del clan de los zorros, estaba en la entrada, junto con sus hijas pequeñas, Ine y Chiho. Ella inclinó la cabeza hacia Anna.

La chica se acercó a la mesa y miró a Ogi a los ojos. “Mi nombre es Lotta del clan zorro, y vivo en el orfanato Great Tree”, continuó. “Estas chicas realmente quieren decirle algo, señor. ¿Podría escucharlas? ‘El jefe del consejo de jefes debe prestar atención a todas las bestias’. ¿No es así?”

¿Has estado buscando eso todo este tiempo? Ogi asintió gravemente. “Los escucharé”. “Muchas gracias. Vamos, ustedes dos. Díselo”.

“¡Bueno!” Las chicas asintieron. Después de mirar a su madre, se apartaron de ella y se unieron a Lotta, tomadas de la mano. Luego, le hicieron su pedido a Ogi.

“¡Por favor, ayuda al buen hombre que me puso en el bote!”

“Por favor, ayuda al buen hombre que trajo de vuelta a mi hermana mayor”.

Un silencio total cayó sobre la cámara del consejo. Finalmente, Ogi se puso de pie en silencio, abrió una caja fuerte detrás de él y sacó una cajita que colocó sobre la mesa. Los otros jefes tomaron aliento. “Nos hemos equivocado”, dijo lentamente. “No podemos dejar que los niños pequeños carguen con nuestras cargas. ¡Esto no puede continuar! ¡Llamo al consejo a invocar el Antiguo Juramento con la Casa Ducal de Lebufera!”

Los caciques gritaron de acuerdo, como si acabaran de ser liberados de un encantamiento.

“¡Sí!”

“Sí”.

Estoy con Ogi.

“No saldremos de esto sin arriesgar el cuello”.

Ogi abrió la caja. Dentro había un trozo de tela negra, supuestamente un recuerdo de Shooting Star a su lugarteniente de confianza. Las historias eran ciertas.

“La pregunta es cómo llevar esto a la capital occidental”, continuó Ogi. “Su Excelencia, Sra. Anna,

¿a quién le confiaría esta misión?”

“Karen tiene mi voto”, respondió Richard-sama.

“Karen-san es la única opción”, agregó Anna sin dudarlo un momento.

Vacilé, sorprendido por la repentina nominación. Tenía la intención de quedarme y luchar.

En un rincón de la habitación, Toneri se puso en pie tambaleándose. “Papá”, dijo vacilante, “déjame ir. De lo contrario, yo… yo…”

“Toneri”. Ogi hizo una mueca. Su hijo nunca había sido una buena persona ni mucho menos, pero tampoco había sido del todo malvado. ¿Qué lo había impulsado?

Richard-sama se acercó a Toneri y, sin previo aviso, desenvainó su espada. El chico colapsó en un montón aterrorizado cuando algunos mechones cayeron de su flequillo.

“Fracasas”, pronunció el caballero. “Toma y Sui me hablaron un poco de ti: ‘Él era prometedor, más que Allen cuando era un niño, pero dejó de intentar mejorar.’ Parece que tenían razón.”

“T-Tú… ¡¿Crees que me conoces?!” Toneri gritó, picado.

“No, no lo hago. Y no quiero conocer a nadie que ofrezca a su propia gente al enemigo”.

Lotta, Chiho e Ine se aferraron a mí, asustadas por la réplica mordaz.

Realmente es un Leinster.

Richard-sama miró a Toneri. “Karen no solo podría haber bloqueado ese golpe, sino que también podría haber estado lista con un hechizo avanzado después. Allen se habría quedado allí, sin siquiera inmutarse, y señalaría que no estaba tratando de golpearlo. Ni siquiera has puesto un pie en la arena. Creo que sé exactamente lo que mi comandante le diría: ‘Empieza de cero’”.

Toneri apretó los dientes, bajó la cabeza y comenzó a sollozar.

El caballero pelirrojo se volvió hacia Ogi. “Si no recuerdo mal, las Lebufera se comprometieron a conceder a quien venga con esa tela negra cualquier deseo que esté en su poder. Ogi, ¿qué vas a pedir?”

Todos los ojos se volvieron hacia el jefe del consejo, quien juntó las manos y proclamó solemnemente su respuesta. Cuando terminó, me quedé atónito. Las lágrimas rodaron por mis mejillas.

Yo nunca… nunca pensé que viviría para ver el día.

Dag y Deg soltaron carcajadas y gritaron: “¡Corran la voz abajo!”. y “¡Es hora de compensar la vergüenza de nuestros antepasados!”

Richard-sama también estaba radiante. “Parece que no tendré que renunciar a mi admiración por la gente bestia después de todo. ¡Karen, nuestro mensaje al oeste está en tus manos! Ogi, infórmale de los detalles.”

***

Tomé la tela negra de Ogi, la doblé y la sellé dentro del reloj de bolsillo de Allen con la magia más segura que conocía. Luego, regresé a los niveles inferiores. Ya se había corrido la voz, y el Gran Árbol estaba alborotado.

“No lo creo”.

“Realmente existe, entonces”. “¿Estará bien? Ella es tan joven.”

“Escuché que el Cacique Ogi explicará todo más tarde”.

Pasé a través de la multitud que murmuraba hasta la entrada, guiado por Anna y Celenissa. La gente se abrió como un mar ante nosotros.

Afuera, todos los que habían luchado por el Gran Árbol estaban reunidos: los caballeros de la guardia real, la milicia, los voluntarios e incluso Jean y Nico, nuestros refuerzos de la capital del sur. Grifos verde mar volaban sobre nuestras cabezas y no tuve problemas para distinguir el plumaje nevado de Luce entre la bandada.

De repente, dos voces gritaron: “¡Karen!” y mis viejos amigos vestidos de blanco me abrazaron. Vi lágrimas en sus ojos, aunque normalmente estaban tan optimistas.

“Kaya, Koko,” dije, obligándome a sonreír. “¡No te preocupes! ¡Regresaré en poco tiempo!”

Me abrazaron más fuerte sin decir una palabra, luego dieron un paso atrás y asintieron el uno al otro.

Unas pisadas me alertaron de la llegada de dos grifos verde mar. La madre tenía una silla de montar en la espalda y su polluelo estaba montado en ella. El padre lo siguió detrás, junto con los artífices, que debían haber arreglado el arnés. La pareja se detuvo frente a mí. Luego, el padre grifo recogió al polluelo con su pico amarillo y lo depositó sobre su propia espalda antes de entrelazar su largo cuello con el de la madre como diciendo: “Cuídate”.

Alguien colocó un abrigo violeta pálido sobre mis hombros. Me giré para mirar y vi…

“Karen”.

Mi mamá, sosteniendo una bolsa de tela. Me abrazó fuerte y me miró a los ojos.

“Nii-san está vivo”, dije. “¡Solo sé que lo esta! ¡Así que esta vez, yo—nosotros—necesitamos ayudarlo! Por eso… ¡Me voy a la capital occidental!”

“Cuídate, ahora. Y llévate esto contigo”. Con una mirada de angustia, mi mamá me entregó la bolsa y su propio amuleto. Los tomé sin protestar. Luego enterró su rostro en mi pecho y comenzó a sollozar.

¿Qué podía hacer sino abrazarla de vuelta?

Mi papá se unió a nosotros y me entregó una baratija mágica del tamaño de la palma de la mano.

“¿Qué es esto?” Pregunté, desconcertada.

“Lo armé a toda prisa. Señalará el camino a la capital occidental”, respondió. “Supongo que debería detenerte. Después de lo que le pasó a Allen…”

“Papá, mamá”. Me alejé de mi madre, miré bien a mis amados padres e hice una profunda reverencia.

“Siento haberte preocupado. ¡Pero quiero salvar a Allen, rescatar a mi hermano mayor! Así que por favor… ten fe en mí”.

Ambos me estrecharon en un suave abrazo.

“Eras tan pequeña no hace mucho tiempo,” murmuró mi papá. “Pero creo en ti, Karen”

“¿Cuándo te hiciste tan grande?” agregó mi mamá. “Yo también creo en ti. Después de todo, siempre seré tu madre.”

“Muchas gracias”. Las lágrimas nublaron mi visión. Mis padres me acariciaron la cabeza con ternura y luego me soltaron.

Richard-sama salió del Gran Árbol con Shima, Mizuho, Lotta, Ine y Chiho.

“Cuidaremos de las cosas aquí, Karen,” prometió Shima. “Lo hiciste mucho más fácil cuando derribaste el Gran Puente”. Su amplio pecho se hinchaba de orgullo. Supuse que Sui y Toma estaban en la enfermería.

“Creo que podemos resistir un poco más”, agregó Richard-sama. “Y ahora que Anna está aquí, puedo tomarme un merecido descanso de…”

“¡Pobre de mí! ¿Su Excelencia pretende sobrecargarnos a nosotras, simples y débiles doncellas? ¡Oh, cómo me duelen las heridas de guerra! Anna fingió desmayarse y Richard-sama levantó las manos en señal de rendición. Todos se rieron.

“¿Tienes la ruta hacia abajo, Karen?” él continuó. “Primero, dirígete a la casa del margrave Solnhofen en la capital occidental. Hay un enorme árbol muerto en los terrenos, no te lo puedes perder. Después-”

“Solicita una audiencia con la ex duquesa Leticia Lebufera, quien fue ayudante de Shooting Star,

¿verdad?”

“Solo la he visto una vez, pero es una buena persona”, confirmó. “Las noticias de la rebelión ya deben haber llegado a la capital occidental, y seguramente la habrán convocado”.

Asentí. Después de saludar levemente a Lotta, Ine y Chiho, acaricié el cuello de la madre grifo y miré sus ojos dorados. “Será un viaje largo, pero no puedo hacerlo sin ti”.

Cerró los ojos con fuerza y se frotó contra mí, felizmente instándome a darme prisa.

¡Está bien! ¡Hora de ponerse en marcha!

Me ajusté la boina del colegio, me puse el abrigo y guardé el reloj de Allen en un bolsillo interior. Entonces, bolsa de tela en mano, salté a horcajadas sobre la mamá grifo.

“¡Te juro que volveré con ayuda!” grité a todos los presentes. “¡Esperen hasta que lo haga!”

“¡Dale a Karen una despedida adecuada!” Richard- sama ladró, y la guardia real me saludó. Le devolví el gesto. La milicia, los voluntarios y otros también me saludaron.

La madre grifo extendió sus alas y tomó vuelo. El padre se elevó a nuestro lado con su polluelo en la espalda. Seguimos subiendo hasta que salimos por encima del Gran Árbol, donde Luce y varios cientos de grifos verde mar nos esperaban. El rebaño se formó detrás de nosotros… y comenzó a cantar.

¡Magia de amplificación!

Las alas de la madre grifo comenzaron a emitir un brillo pálido. Luego golpeó el aire con fuerza y salió disparada hacia adelante, arrastrando un resplandor mágico  mientras  ganaba  velocidad  rápidamente.

¡Íbamos de camino a la capital occidental y sus gobernantes, la Casa Ducal de Lebufera!

Un poderoso viento de cola nos empujó hacia adelante mientras agarraba con fuerza el reloj de bolsillo de Allen.