Koujo Denka (NL)

Volumen 7

Capitulo 3: Gruñí

Parte 1

Gruñí. Los depósitos de sal que sobresalían en el suelo de la mazmorra no hicieron nada para facilitar mi lento gateo a través de ella. La serpiente de fuego que había matado a los caballeros del Espíritu Santo de un solo golpe no se veía por ninguna parte. Tampoco pude sentir su maná.

Estaba en mal estado. Los golpes que el hombre de túnica gris, el confidente de Gregory Algren, Lev, me había dado en la espalda con su bastón eran especialmente preocupantes. Necesitaba encontrar alguna forma de liberar mis brazos y quitarme los brazaletes que mantenían sellado mi maná. Dudaba que hubiera tenido tanto dolor…

“Desde esa pelea con el dragón negro”, murmuré débilmente para mí mismo.

Lydia me obligaría a descansar una semana en cama si me viera así. “Eres increíble”, decía ella. “Ridículo. Un completo idiota. ¿Cómo puedes lastimarte mientras no estoy cerca? ¡Tampoco te atrevas a lastimarte cuando estés conmigo!” Y con eso, la llorona de alta cuna lloraría hasta quedarse dormida.

No podía permitir que mis estudiantes, Tina, Ellie y Lynne, me vieran en un estado tan lamentable. Podía imaginarlos pegados a mi cama, conteniendo las lágrimas mientras murmuraban: “Sensei”, “Allen, sensei” y “Onii-sama”. Adorable, sin duda, pero ¿qué tipo de tutor sería si les causara tanta preocupación? Ya les había dado suficiente de qué preocuparse en los últimos días.

En cuanto a Stella… “Allen-sama, por favor no hagas nada más que descansar hasta que estés completamente recuperado. Te cuidaré todo el tiempo. He estado fuera de mí por la preocupación”. Ella agarraría mi manga y se negaría a soltarme.

Karen no pasaría por alto eso. “¿Por qué estás haciendo que Stella te cuide?” ella exigiría. “¡Ese es mi deber de hermana! ¡Es la forma del mundo!” Luego, a pesar de todos sus murmullos enojados y chispas violetas, me limpiaría la espalda con un paño húmedo.

Felicia probablemente tendría la reacción exagerada más grande, aunque trataría de no demostrarlo. “Allen-san, ¿por qué insistes en exagerar?” preguntaría ella, con un suspiro. Eres una causa perdida. Ahora, ordenaré medicinas de todos los rincones del continente. ¡Te necesito bien de nuevo pronto! Y hagas lo que hagas, no hagas ningún trabajo en tu cuarto de enfermo, ¡aunque ciertamente lo haré!

Podía imaginar mi cama junto a una pila de medicamentos costosos. ¡Qué flagrante abuso de autoridad!

Mientras mi imaginación se desbordaba, no pude evitar sonreír.

Está bien. Si puedo sonreír, no estoy tan mal todavía.

Tengo que volver con ellos, pase lo que pase. Ponerlos tristes es lo último que quiero hacer. No puedo morir, no hasta que encuentre una manera de liberar los grandes hechizos de Tina y Lydia y pagarle a mamá, papá y Karen por todo lo que han hecho por mí. Y necesito hablar con Gil; Estoy seguro de que se ha estado culpando a sí mismo todo este tiempo.

Poco a poco, me abrí paso a través de la oscuridad, hacia algo que poseía una asombrosa cantidad de maná. Extrañamente, no sentía malicia. Si quisiera matarme, ya lo habría hecho.

“Hay algo familiar en este maná. Me recuerda a Frigid Crane y Blazing Qilin”, murmuré para mí, apoyando la espalda contra una pared. Con un gruñido, me levanté y avancé tambaleándome, un paso a la vez. Ignoré el dolor punzante; estaba dentro de mi tolerancia.

De repente, las lámparas de maná se encendieron a cada lado de mí. Ante mí se paró…

“¿Una puerta?”

A mi espalda, percibí vagamente el maná bajo estricto control, la serpiente de fuego, supuse.

Levanté mis brazos con los brazaletes y dije: “Gracias por tu ayuda antes. Sin embargo, con mi magia sellada, dudo que seas de mucha utilidad para…

Un destello de luz escarlata partió en dos los brazaletes. Lo que quedó de ellos cayó al suelo, dejando mis muñecas ilesas. El hechizo había sido mucho más poderoso y mucho más preciso que el imbuido en la daga que Gerard había empuñado. Un escalofrío me recorrió, aunque eso no me impidió lanzar el hechizo elemental Sanación con Luz Divina. Mi dolor físico disminuyó a un nivel soportable.

Mientras estaba en eso, recogí los fragmentos del brazalete del suelo y los metí en el bolsillo. “La maldición inquisitorial grabada en él te matará en diez días”, dijo uno de los hombres vestidos de gris que me había traído aquí. Al revisar mis muñecas en la penumbra, las encontré marcadas con diseños ominosos y palpitantes.

“Quitar los brazaletes no levanta la maldición, entonces”, reflexioné. Si había que creer al hechicero, me quedaban diez días de vida.

¿Diez días?

Algo en eso me sonó. Sin embargo, me di la vuelta… para mirar a una enorme serpiente de fuego más alta que yo. “Gracias”, dije. “¿Puedo entrar?”

Los ojos de color carmesí profundo de la serpiente destellaron, y los hechizos de fuego que nunca antes había visto comenzaron a desarrollarse. El mensaje era claro: “Sigue o te ataco”.

Estaba atrapado entre una criatura de maná insondable y una serpiente armada con magia de fuego que helaba los huesos. De vuelta en la superficie, los Caballeros del Espíritu Santo me tenían rodeado, y Lev no era un aficionado. Yo, mientras tanto, tenía como mucho una décima parte de mi fuerza habitual. Intentar escapar sería un ejercicio inútil. Sin embargo, esconderme tampoco me haría ningún bien: moriría cuando se acabaran mis diez días. Mi único camino era hacia adelante.

Me armé de valor y lancé mi peso contra la vieja puerta.

Se abrió revelando una cámara asombrosamente vasta. Las lámparas de maná todavía brillaban a lo largo de las paredes, lo que significaba que la visibilidad no sería un problema. Dirigí mi atención al otro lado de la habitación y vi… un gigantesco zorro de color blanco puro, agachado con sus extremidades en grilletes de color gris oscuro.

El zorro levantó la cabeza. Nuestros ojos se encontraron. Aulló.

El tremendo sonido provocó una onda expansiva que hizo parpadear las lámparas de maná y envió chispas violetas a través de la cámara. Actuando por instinto, lancé el hechizo elemental Divine Earth Wall varias  veces.  Tan  pronto  como  me  agaché,  la explosión llenó el aire a mi alrededor con fragmentos de la pared rota.

“E-Eso podría haber ido mejor”, murmuré.

Doce de mis trece paredes habían sido demolidas por completo. Las grietas corrían hasta la mitad de la que quedaba en pie. ¡No podía comenzar a calcular cuánto maná se había gastado en eso!

El zorro blanco estaba tratando de ponerse de pie, luchando contra sus cadenas, pero las ataduras oscuras se defendieron con un estallido de maná siniestro. Conocía esa magia, y trajo mi odio a primer plano. Era el derivado de Radiant Shield y Resurrection empleado por Gerard y Gaucher, el caballero del Espíritu Santo a quien Karen y yo habíamos derrotado en la capital oriental. Lo que significa que el alcance de la iglesia se extendió incluso…

Con un rugido penetrante que sacudió las paredes de la cámara, el zorro se derrumbó. Me tapé los oídos. Y luego, me di cuenta: ¿Podría la bestia estar… gritando? Me di cuenta de por qué la serpiente me había llevado a esta habitación: quería que rompiera las cadenas.

Miré por encima de mi muro de piedra al zorro. Los grilletes parecían tenerlo demasiado sujeto para moverse mucho. Estaba gruñendo y temblando, tal vez de dolor.

Recordé una lección que mi papá me había enseñado cuando era niño. “Puedes olvidar las cosas que has hecho”, había dicho, “pero nunca olvides lo que otros hacen por ti”. Y como la serpiente me había quitado los brazaletes… me correspondía devolverle el favor.

Papá, nunca he ido en contra de tus enseñanzas todavía. ¿Qué clase de hijo sería si empezara ahora?

Mi mente estaba decidida. Sin embargo, el maná del zorro aún eclipsaba ampliamente el mío. Incluso en mi mejor momento, es posible que no hubiera podido llegar al otro lado de la cámara, y estaba lejos de estar en mi mejor momento. Después de dejar escapar un largo suspiro, salté detrás de mi pared.

El zorro no podía soportarlo, pero aulló, y las puntas de su pelaje blanco puro se volvieron violetas mientras lanzaba un hechizo de rayos como nunca había visto. Ocho pilares de electricidad se abalanzaron sobre mí, dominando la habitación. Intenté interferir, pero nunca lo logré a tiempo: me faltaba el maná y el cifrado del hechizo cambió como si estuviera vivo. Y ninguna magia a mi disposición sería suficiente para bloquear o desviar el ataque.

¡Eso dejaba solo una opción!

Vertí el poco maná que pude reunir en un hechizo de viento. Luego, lanzando una barrera resistente a los rayos, corrí a través del estrecho espacio entre los pilares crepitantes. Solo pasé rozando el relámpago por un momento, pero aun así me asestó un golpe insoportable. Se me escapó un gruñido agudo de dolor. ¡Sin embargo, logré llegar al zorro!

Las cadenas están conectadas a la pared. Si puedo tocarlas directamente, debería poder…

“Oh, bueno, supongo que era demasiado esperar”, murmuré mientras el zorro levantaba su cuerpo tembloroso y se preparaba para lanzar otro hechizo.

La fórmula flotante era el epítome de la precisión, y ardió con electricidad cuando me apuntó. La cantidad de maná que contenía superó fácilmente los rayos que Gaucher había disparado después de transformarse con Resurrection y Radiant Shield. No podría Lydiar con esta magia solo.

Lentamente, levanté mis manos y miré directamente a los ojos dorados del zorro blanco. “No quiero lastimarte”, dije. “Podría ser capaz de liberarte de esas cadenas. Por favor, confía en mí”.

De repente, todas las luces de la habitación se apagaron. No se habían quedado sin maná, ¡esto era una interferencia! Antes de que pudiera reaccionar, me encontré clavado al suelo con un fuerte sonido metálico. Se me escapó un grito, pero no pude moverme.

Cuando volvió la luz, el zorro me miraba fijamente, mostrando sus afilados colmillos. Vi una intensa cautela en sus ojos.

Cielos. Entre el dolor y la falta de maná, creo que podría desmayarme.

Con gran esfuerzo, logré rozar mis dedos contra una cadena e intenté adentrarme en su magia.

¡Puaj! ¿Qué es esta cosa? Está hecha para apretar cada vez que el zorro se mueve. ¿Qué estaban tratando de hacer, arrancarle las piernas? ¡Esta no es forma de tratar a un ser vivo!

Usando todo mi maná restante, me abrí paso en una sola cadena… y la corté. El grillete cayó con un estrépito resonante y oí cómo el suelo se partía debajo.

El zorro blanco retiró su pata delantera derecha de mí, aparentemente desconcertado. La extremidad ensangrentada era dolorosa de ver.

“¿Eso me hizo ganar… un poco de confianza?”, pregunté débilmente, obligándome a sonreír mientras mi visión se oscurecía.

No sirve de nada. Ya no puedo mover un dedo. Realmente… preferiría no morir todavía.

Lo primero que golpeó mis sentidos cuando desperté, gimiendo, fue la tenue luz de las lámparas de maná. Aparentemente, el zorro había optado por no comerme en el acto. Tampoco había señales de la serpiente.

Eso me recordó un comentario que cierta chica golosa me había hecho una vez: “Hm. No harías un sabroso manjar ahora. Deberías ser más dulce conmigo”.

Sabes, Alice, no salgo a tomar postre con chicas que dicen cosas así.

Aunque solo estaba medio despierto, logré hacer palanca para sentarme. En ese momento, con un tintineo de metal, una pequeña bestia de ojos llorosos vestida de blanco me abrazó.