Youjo Senki (NL)

Volumen 9

Capítulo 2: El Frente Interno

Parte 6

Rudersdorf asiente con la cabeza y se lleva el puro a los labios, incómodo. “Cuando se mantiene el orden, se puede preservar la paz. Sin él, la paz es imposible. Es la diferencia entre tener una fina capa de hielo o no.”

Una victoria imperial sería maravillosa… o mejor dicho, sería un logro proporcional a los enormes sacrificios. En otras palabras, es igual en precio a la sangre que el Ejército Imperial ha derramado. Eso está bien si hablamos de declaraciones que no dicen nada en absoluto.

Lamentablemente, la inversión no viene acompañada de la garantía de recuperar el capital.

Se trata de un proyecto que ha perdido de vista su definición de victoria. Los únicos que pueden esperar algún éxito son los estafadores que engañan a los accionistas. Incluso los comunicados de prensa de las start-ups suenan más prometedores que esto.

El crédito conocido como victoria es ahora sólo deuda incobrable.

Es tan mediocre que no se puede calificar. Ni siquiera los especialistas que no temen el riesgo de invertir en deudas incobrables podrían encontrar un ápice de esperanza en esta empresa.

Y lo más gracioso de todo es que es imposible reírse de esta absurda situación. Vaya pesadilla se está convirtiendo esto.

Quizá los humanos seamos criaturas predestinadas a repetir ese ciclo. Para mi memoria subjetiva, parece que fue hace siglos, pero ¿cuándo fue que Estados Unidos metió la pata de la misma manera?

Aquellas hipotecas de alto riesgo—qué pánico.

Lo que lo dice todo es cómo los “estadounidenses medios” parecían haber decidido como grupo no interesarse por esa anormalidad. Verdaderamente increíble.

“… La ilusión de los planes. La fantasía de la armonía y el orden. La forma en que debería ser el futuro. General, esto es una estafa escandalosa.”

“Estafa o lo que sea, un plan es un plan.”

“La razón por la que es una estafa es que no va a funcionar.”

“Si nuestro fracaso sale a la luz, será imposible escapar del desastre. Por ello, nuestra única opción es seguir luchando. Después de todo, no hay nada que diga que no se desencadenará la detonación que hará saltar el Imperio por los aires.”

Una explosión, es decir, un alboroto sin precedentes.

Oh, debe referirse a lo que pasa cuando pierdes una guerra.

Al mismo tiempo que tengo ese pensamiento ocioso, el realista que hay en mí tiene algunas dudas. Un país que ha luchado hasta la extenuación, ¿tendría energía para una explosión así?

Queda abierta la cuestión de si los seres humanos seguirán aferrándose a algo que se ha roto completamente sin remedio.

“No quiero faltar al respeto, pero… me pregunto qué ocurrirá realmente después de que nos quememos. Dependiendo de la situación y del momento, ¿no es posible que acabemos dando la bienvenida a la paz en silencio?”

“¿Tú también te has unido a la manada de soñadores que se ahogan en fantasías diurnas?”

Tanya se siente desconcertada ante su mirada y su tono desdeñosos.

No es una derrotista sin principios ni una optimista.

Tanya habla con más fuerza para dejar claro su punto de vista. “No, General. Es simplemente mi teoría personal. Es muy simple, sólo estoy extrapolando lo que parece un posible resultado que podemos esperar tras una guerra total.”

La historia tiene ciertamente precedentes. No hay mayor prueba que la realidad. Y en realidad, en lo que respecta a Tanya, la verdad es más extraña que la ficción.

No nos equivoquemos, el mundo está realmente lleno de verdaderos misterios. Eso es lo que permite a Tanya discutir con su superior disparándole una pregunta.

“No puedo evitar ser escéptica. En un país que ha luchado hasta la médula en sus huesos, ¿tiene la población siquiera suficiente energía en reserva para un estallido?”

“¿Tienes alguna base para afirmar eso?” Por supuesto que sí.

El Imperio de Japón.

Cuando el pueblo se enteró de que había perdido, se llevó una sorpresa increíble. Puede que hubiera un puñado de excepciones en Atsugi, resistencias en el frente y una campaña interna contra los Comunistas, pero la mayoría aceptó la derrota.

El Tercer Reich.

En las ruinas de sus sueños de imperio, completamente abrumados, se vieron obligados a afrontar la derrota.

O la guerra de Creta. O la guerra soviético-afgana. Luchar tan duro que te quedas sin opciones significa que literalmente no hay nada que hacer salvo aceptar la derrota.

“Por favor, echa un vistazo a la antigua Alianza Entente y al Principado de Dacia y cómo su voluntad de resistir difiere de la de la República. Los dos primeros fueron apaleados por completo, mientras que los segundos, aunque derrotados, conservaron la energía para resistir.”

No es élan vital, pero la moral a veces puede ser un monstruo.

Que la gente actúe de forma imprudente o no es una cuestión mental. La guerra psicológica merece ser reconocida al menos un poco.

“Si les queda algo de energía, se rebelarán de nuevo, quizá esta vez más seriamente.”

“No es como si no conocieras nuestro rampante problema partidista. Estos días incluso están apareciendo en Dacia. Dadas las circunstancias, ese tipo de opinión parece bastante atrevida.”

“El tiempo es una medicina que alivia el dolor y la pérdida de memoria; parece ser un tónico para la mente atribulada.”

El ser humano suele ser capaz de olvidar los inconvenientes.

Gracias a nuestros hábiles cerebros, los franceses mantienen su mito de la resistencia, los alemanes murmuran sobre los “buenos alemanes” y los británicos llaman “generoso” a su Imperio. Los japoneses se convirtieron en “víctimas del militarismo”, mientras que los estadounidenses no dudan de que su excepcionalísimo es real, reyes de la colina.

Pero, ¿cuál es la realidad?

“Bien. Puedo conceder que existe la posibilidad de que las cosas concluyan sin una gran agitación. Pero, Coronel, hay demasiados

problemas con ese escenario para que lo aceptemos como el resultado más probable.”

Cuando lo señala, lo entiendo tan bien que me pongo enferma.

La derrota significa, literalmente, verse obligado a aceptar la paz. Eso no es algo que el Imperio sea capaz de soportar en la actualidad.

Un declive gradual. Un atolladero.

Un camino que no está claro.

A pesar de que estas cosas son ciertas, el Imperio sigue presumiendo de su capacidad de lucha.

Teniendo en cuenta su posición en las negociaciones, el riesgo de no competir es demasiado grande. Si dejamos que alguien descubra nuestra debilidad, podríamos acabar en la misma posición en que se encontró Alemania durante la Primera Guerra Mundial.

Pero entonces, ¿cómo podemos resolver las cosas? ¿Hay alguna forma de arreglar satisfactoriamente las cosas en todos los ámbitos?

Por la historia que conozco, la paz parece… Bueno, esa es la vergonzosa verdad.

Incluso tras la victoria decisiva en la Guerra Ruso-Japonesa, se produjeron los disturbios de Hibiya.

Si nos fijamos en otros precedentes históricos, en lugar de consternarse y enmudecer, la gente se amotinó en gran oposición a los

términos de paz perfectamente aceptables. Sin una explicación adecuada que el público esté dispuesto a aceptar, eso es lo que ocurre.

Al final, si queremos evitar el caos en el frente interno, no podemos descartar a la opinión pública.

Por suerte… la situación política actual con respecto al sentimiento popular no es especialmente terrible. Y los órganos administrativos del Imperio son superiores a los de cualquiera de nuestros rivales Comunistas de toda la vida. Con lo que algunos llamarían una opresión decisiva y despiadada, las fuerzas policiales han logrado la virtual obliteración de la disidencia organizada, así que el hecho es que los descontentos de nuestra sociedad han sido golpeados y arrinconados desde hace tiempo.

Pero nuestros oponentes son Comunistas.

Definitivamente no hemos erradicado todas sus células. Son sorprendentemente tenaces y resistentes. No hay final a la vista para este juego de Golpea al Topo. Me recuerda al este—argh.

“Soy consciente de que será un reto difícil. Es una tarea a la altura de lograr la victoria en el este.”

Cuando estás buscando una estrategia de aterrizaje suave mientras un aterrizaje duro sigue parpadeando dentro y fuera de la vista, es bastante difícil mantener la calma y seguir adelante.

Viendo cómo el mundo se vio obligado a enfrentarse a la amenaza Comunista después de la Segunda Guerra Mundial, bajar la guardia no sería diferente de contemplar el suicidio.

Seamos sinceros. Este es un reto realmente intimidante. Pero Tanya habla con fuerza, incorporando su determinación y voluntad en su respuesta. “Nada podría ser más difícil que lograr una conclusión pacífica y tranquila de esta guerra, pero… no debemos rendirnos.”

“Bien dicho.”

“Sí. Tenemos que hacerlo, por la paz.” Y por mí.

Tenemos que restablecer la paz.

En mis alrededores, si no en ningún otro sitio. No pido nada tan ambicioso como la paz mundial. Lograr un entorno en el que pueda buscar mi propio futuro con seguridad sería bastante satisfactorio.

Ese entorno requiere paz. “Por la paz, ¿eh?”

“Por la paz en el Reich. Por una Heimat tranquila. Es un deseo extremadamente simple.”

Los soldados son amantes de la paz por naturaleza. ¿Quién podría entender mejor el valor de la paz que los soldados en tiempos de guerra?

“No sabía que te gustara tanto la paz.”

“Sí, señor, soy una cobarde.”

Tanya dice la verdad como si fuera una broma.

La razón por la que lo encuentra fuera de lugar debe ser su historial de combate. Lleva tanto tiempo en el frente que es lógico que la gente asuma que disfruta del lugar.

Pero preferiría trabajar en la sede de la empresa.

Y hace poco, la declaración de humanidad del Teniente Coronel Uger me impresionó. A mí también me gustaría que me consideraran un comandante humano.

“¿Un receptor de las Alas de Plata que afirma ser un cobarde?

¿Usted? Estoy sorprendido, Coronel. Esto empieza a sonar como un libro para niños.”

“¿Lo publicará la Oficina del Estado Mayor? Espero las regalías correspondientes con las leyes de derechos de autor.”

Su respuesta parece haberle hecho gracia a su superior.

“¡Ja, ja, ja, ja! ¡Regalías! ¿Regalías?” Rudersdorf se ríe a carcajadas, agarrándose la barriga, y luego aplaude. “Muy buena, Coronel.”

“¿Eh?”

“Es una promesa.” “¿Qué es, señor?”

¿De qué estás hablando? Parece decir su sonrisa. “Por supuesto, primero tenemos que salir vivos de esta guerra, pero… una vez solucionado eso, convertiré tu confesionario en un cuento para niños. El Estado Mayor lo financiará todo—un libro ilustrado.”

Eso suena a malversación de fondos públicos, señor.”

Mezclar asuntos públicos y privados suele ser motivo de castigo en cualquier época, y los héroes de guerra no son una excepción. Incluso Escipión el Africano fue criticado por el uso indebido de dinero público por parte de un miembro de su familia. Puede que Catón el Viejo fuera grande, pero muchos otros habrían sido recordados simplemente como Catón el Bozo.

“Eso se pasará por alto. Lo sacaré del presupuesto de propaganda.

Y para el importantísimo título—¿qué tal El Héroe Cobarde?” “Sería un honor increíble, señor.”

La sonrisa de Rudersdorf dice que le parece estupendo. “Haz lo posible por sobrevivir hasta el día en que termine la guerra. Haré pública tu vergüenza secreta para que todos la vean. Ya no hay quien me pare, Coronel.”

“Por supuesto que no.” Ella le devuelve la sonrisa. Es más beneficioso en esta coyuntura que piensen en ti así que como una bola de coraje o un perro rabioso que no sabe cuándo rendirse. “Tengo que sobrevivir para poder cumplir mi sueño de vivir de las regalías.”

Siempre que el trabajo vaya acompañado de una compensación adecuada, es algo maravilloso. Pero, ¿quién soy yo para oponerme a recibir ingresos pasivos sin necesidad de trabajar?

El aleccionador rebote de una fantasía feliz es duro. Cuanto más seductoras son las perspectivas, mayor es la decepción.

Tras despedirse de Rudersdorf, Tanya emite un suspiro mientras camina sola por la capital.

La gris capital imperial, ciudad de los muertos, y este extraño estilo de vida aferrado a una normalidad rota… La situación aquí escapa a su comprensión.

“… Lo complicado es que aún no hemos perdido.” Hay una causa fundamental para ello.

Aunque no hemos ganado, tampoco hemos perdido—un extraño estado de limbo.

En realidad, el frente oriental es una pesadilla. El Imperio ya está metido hasta la cintura en un atolladero. Fuerte desgaste, caos administrativo y ninguna estrategia de salida. Esa es la causa de este declive gradual pero evidente.

Mira en todos los lugares adecuados y podrás ver cómo la arena del reloj de arena fluye a un ritmo alarmante.

Pero los humanos son criaturas ciegas que sólo ven lo que quieren. Un hombre es menos a menudo un pensant roseau que un zombi que pretende ser pensant.

El Reich se rige por la emoción y el peso de los muertos.

Veo que si dices ¡No soy un zombi! a un montón de zombis, obviamente te morderán. Todo el mundo tiene que convertirse en zombi.

Deambulando sin rumbo por una esquina tras otra, Tanya vuelve a suspirar.

Ser despojada del uniforme de oficial que le da propósito y dirección es suficiente para provocar un torrente de suspiros melancólicos.

“Hay demasiadas razones para temer una pandemia.”

Pánico zombi—es un desarrollo estereotipado que podría verse en una superproducción de Hollywood.

Pero es imposible reírse de ello porque no se trata de ficción en pantalla. Sorprendentemente, es la realidad. Si no lo paramos en seco, el Imperio puede convertirse en una gran potencia que se pudre por dentro.

Después de pensar tanto, Tanya sacude la cabeza. “Es demasiado para una simple teniente coronel. Puedo darle tantas vueltas como quiera, pero ni siquiera he resuelto el rompecabezas en el que ya estoy trabajando.”

Una cosa es estar orgulloso de tus capacidades, pero te pondrás la zancadilla si te vuelves arrogante y sobrevaloras de lo que eres capaz.

Incluso con la carrera que ha construido, Tanya no es mucho más que una herramienta útil para el Estado Mayor. Como un equipo de campo capaz que recibe un trato preferencial en la oficina principal. Puedes ser una mano o un pie fiable, pero sigues siendo sólo una extremidad.

Las manos y los pies no pueden pensar por sí mismos. “Dicho esto, no puedo rendirme.”

Cuando el cerebro se equivoca, no hay razón para que las extremidades salgan indemnes.

Más bien al contrario. Algún idiota ha olvidado ponerse el pañal, y es tarea de las manos ponérselo. Las manos y los pies se ven obligados con frecuencia a limpiar lo que ensucian los cerebros estúpidos. Y no es raro que el cerebro sólo se dé cuenta de su situación porque las manos y los pies se están pudriendo.

“Haaah.” Tanya suspira y sacude la cabeza. “Supongo que tengo que seguir persuadiendo a los jefes.”

No debería enredarme demasiado en metáforas corporales. Incluso las manos y los pies de los que hablo están formados, en realidad, por individuos que pueden pensar y hablar por sí mismos.

No hay ninguna norma que diga que no podemos pensar por nosotros mismos.

¿Qué se puede hacer para mejorar la situación? Pensando seriamente en las posibilidades, la presencia de líderes sabios e influyentes como el Teniente General Rudersdorf y el Teniente General Zettour son como estrellas brillantes. La expansión de su influencia debería tener un efecto beneficioso sobre la situación de la guerra.

A primera vista, parecería que un primer paso útil hacia una solución sería servirles más allá de lo que dictan mis responsabilidades.

“Pero eso sería en gran medida el primer paso hacia la formación de una facción militar. ¿Un ejército que se convierte en partido y hace la guerra política? Se mire como se mire, es una receta para el desastre.”

Un instrumento de violencia.

Un ejército siempre tiene ese aspecto. Sin una supervisión adecuada, una herramienta diseñada para la violencia puede descontrolarse fácilmente.

Por muy justo que sea el objetivo, cualquier negligencia conduce inevitablemente a la tragedia.

Tanya no tiene ningún interés en mezclarse en un futuro así.

Si sabes que se avecina una tormenta, toma las precauciones adecuadas. Evacuación de emergencia. Huir es sin duda un derecho natural de cualquier ser humano.

“Aunque no es mi estilo…”

¿Y solicitar asilo?

Los pensamientos que Tanya no puede arriesgarse a decir en voz alta se entretienen en privado por un momento.

Es como cambiar de trabajo. Tiene la sensación de que los habitantes de la capital que pasan por allí la observan.

El Imperio es un barco que se hunde.

Para usar una metáfora de avión, es como si hubiera un aficionado intoxicado en la cabina. A simple vista, parece que el avión vuela estable gracias al piloto automático, pero no hay garantías de un aterrizaje seguro.

Si se dispone de un paracaídas, el salto es una opción real que se debe considerar.

Pero lanzarse precipitadamente por el pánico sólo sería retorcerse el pescuezo.

Cuando buscas trabajo, lo normal es quedarte en tu puesto actual hasta que sepas adónde vas. Si te trasladan de una empresa de renombre, es probable que tus puntos débiles no sean visibles, pero si buscas un empleo sin trabajo, notarás que te tratan de forma diferente.

Puede que no lo parezca, pero solía trabajar en Recursos Humanos.

Sé exactamente cómo van estas cosas.

Alguien que está acostumbrado a obtener las mejores condiciones probablemente seguirá recibiendo una compensación excelente, si es cazado furtivamente, mientras que alguien que fue tratado bien antes de ser despedido con frecuencia encuentra su valor de mercado más bajo que antes.

Las cosas pueden ser diferentes para la gente con una ocupación especializada, como médicos o ingenieros, pero… la carrera militar de Tanya no es una de esas altamente especializadas. La educación más alta que ha alcanzado fue en la Academia de Guerra del Imperio. Es muy dudoso que el diploma sea reconocido en el extranjero.

Sus perspectivas de encontrar trabajo tras solicitar asilo son pésimas. Ni siquiera tiene contactos en los que pueda confiar si tiene que cambiar de profesión.

“Tal vez debería haber tomado prisionero a un oficial de alto rango.”

Si Tanya hubiera capturado a un VIP que mereciera un intercambio de prisioneros, podría haber forjado algunas conexiones. Prácticamente todos los que conoce están dentro del Imperio.

El soldado extranjero con el que está más unida sería probablemente el Coronel Calandro de Ildoa. Pero son meros conocidos de trabajo.

“Aunque parece buena persona.” Pero eso fue todo.

Siendo franca, por lo que Tanya puede decir, es sólo una cuestión de rutina que un oficial adscrito a un Kampfgruppe de primera línea — y, por cierto, a menudo involucrado en asuntos delicados— sea altamente calificado.

Calandro parece una especie de Teniente Coronel Uger, un hombre con sentido común, pero…

Tanya sacude la cabeza. A diferencia de Uger, el hombre con el que estudió en la Academia de Guerra y cuya vida familiar conoce hasta cierto punto, no puede afirmar que conozca personalmente a Calandro.

Lo mejor que puede decir es que es un cliente con el que está familiarizada. Sí, definitivamente no es el tipo de conexión que puede consultar tranquilamente sobre un cambio de carrera. Dejando a un lado la idea de aferrarse a él después de perder su trabajo, su conexión con él es demasiado tenue como para intentar algo abierto mientras sigue empleada.

Es importante tener cierta estabilidad en los momentos cruciales de la vida. Es porque la niebla es espesa que necesitamos estar bien asegurados.

“¿Mantengo las apariencias en un barco que se hunde? ¿O me aferro a la vida mientras exploro un cambio de carrera?”

Ambas opciones son horribles.

Me toca a mi ser el reestructurador. Nunca soñé con preocuparme por si me despedían o cambiaba de profesión. Prefiero estar en el bando que puede elegir.

Puedo declarar sinceramente, con todo mi corazón, que este sistema de empleo vitalicio del ejército hace que incluso la práctica de emplear a recién licenciados mientras se restringe la libertad de movimiento de la mano de obra parezca decente en comparación. El sistema militar puede comer mierda.

Además, en el ejército, “de por vida” significa realmente desde el momento en que te alistas hasta el día en que mueres en combate.

Ese demonio que es el Ser X realmente tuvo el descaro de meterme en esta situación. Desde el principio nunca me gustó nada de él, pero… esto es demasiado.

Si los dioses existen, entonces dejaron a un espíritu villano a su suerte.

Deberíamos habernos tomado más en serio a los filósofos que gritaban que Dios había muerto. Nietzsche, tenías razón