Hazure Skill Kage Ga Usui (NL)

Volumen 3

Capítulo 1: Viaje De Ida Y Vuelta, Parte I

Parte 1

—¡Oh, Señor Roland, mire esto! ¡Es el océano! El océano! — exclamó Milia sacando la cabeza por la ventanilla del vagón.

—Deja eso, Milia, es peligroso.

Después de que nuestra Directora , Iris, le diera una advertencia, Milia dejó escapar una risita avergonzada, y luego se sentó.

Éramos seis en el carruaje, Milia, Iris, otras tres mujeres y yo. Un segundo vehículo avanzaba junto al nuestro, lleno de hombres.

—Estoy muy emocionada. Hace tanto tiempo que no salgo de Lahti . — Los ojos de Milia brillaban mientras miraba por la ventana.

—Supongo que podríamos llamar a esto un resquicio de esperanza. Tuvimos la suerte de que los eventos se convocaran — comentó Iris.

Ayer, la sucursal de Lahti en la que trabajamos recibió una mención de la sede del gremio.

—Sin embargo, el señor Roland fue la verdadera razón por la que ocurrió — añadió Milia.

Habíamos sido reconocidos por nuestra tasa de procesamiento de misiones, el éxito de los aventureros de nuestra oficina, etc. Habíamos recibido una bonificación de quinientos mil rins, junto con una carta de elogio del maestro del gremio.

—Es un gran logro que una sucursal de una ciudad insignificante reciba el reconocimiento público de la sede — comentó Iris.

—Estoy seguro de que se lo debemos al esfuerzo de todos — respondí.

Aunque sonaba exasperada, Iris sonrió. —Realmente eres muy modesto.

Ese mismo día, una pareja de aventureros, más concretamente, un hombre y una mujer, se habían metido en una pelea de amantes y habían provocado una explosión mágica en el Gremio de Aventureros de Lahti. Por suerte, nadie había resultado herido y habíamos salvado todos nuestros documentos importantes.

—¿Así que las reparaciones tardarán una semana?

—Sí. Por eso está bien que nos tomemos estas vacaciones de dos noches y tres días. El bono también ayuda.

Durante nuestra ausencia, la oficina estuvo cerrada. El viaje no era obligatorio, pero la remesa de la sede del gremio cubría todos nuestros gastos.

—¡Te acompañaré…! A menos que desees pasar tu tiempo en el tedio en nuestra morada, bribón!

Cuando le había explicado la situación a Rila, se había emocionado mucho y había decidido acompañarme. Y tal como había dicho Rila, lo único que podría haber hecho si me hubiera quedado en casa era entrenar.

—Ya veo, la doncella se excita por algo tan chabacano como el océano — susurró Rila desde mi bolsa en su forma de gato negro mientras observaba a Milia gritando sobre el océano.

—Prácticamente te perdiste en la emoción de la costa de Somaleel no hace mucho tiempo — respondí en voz baja. Rila puso inmediatamente una cara.

—Era… simplemente una sorpresa que los mares del mundo mortal fueran tan justos.

Me encogí de hombros.

La costa de Somaleel contaba con un complejo turístico de lujo frecuentado a menudo por la realeza y, por tanto, era más elegante que otros lugares similares. Dicho esto, no habíamos ido allí por placer. El Rey Randolf me había llamado a través del Gremio de Aventureros. El príncipe vecino de Tierra Santa de Rubens y nuestra propia princesa, Almelia, habían quedado para casarse, y el Rey Randolf quería que yo estuviera allí para custodiarlos. Seguramente ya había sido cauteloso con el Rey Rubens, teniendo en cuenta que ya había tratado con él. Yo mismo había notado algunas cosas indeseables, y el compromiso había sido cancelado después de que descubriera un siniestro complot.

Sin duda, Rila tenía un aspecto sombrío porque el primer día de aquella excursión había estado tan emocionada con el océano que se había alejado y perdido.

El carruaje avanzó hacia nuestro destino.

—Sólo veo mujeres en este transporte — observó Rila. —Y todas tienen puestos altos también.

—Debe ser una coincidencia — respondí. —Además, yo mismo tengo un título como supervisor de los exámenes de los aventureros.

—¿Qué tan impresionante es eso, realmente? — preguntó Rila.

—Lo suficiente como para entrar en un seminario en la capital.

—Entonces, ¿pretendes que sea un puesto de alto nivel?

—Fui a la capital para asistir a un seminario de trabajo… Creo que eso lo hace bastante normal. Creo que entra en la categoría de trabajo normal.

Rila me miró fijamente, con aspecto muy serio.

—¿Tienes que actuar con tanta petulancia? — preguntó.

Ignorando la pregunta, seguí con la conversación. —La ciudad portuaria a la que nos dirigimos debe ser muy animada. Asegúrate de no perder tu bolso o que te roben esta vez.

—Lo sé. No dejaré que vuelva a ocurrir el mismo percance — aseguró Rila. Realmente lo esperaba. —¿Está Dey al tanto de nuestro viaje?

Dey -Candice Minelad- era un vampiro y un antiguo miembro del ejército del Señor Demonio. Había perdido la oportunidad de volver al infierno y se había presentado al examen de aventurera, que había aprobado. Como se especializaba en trabajos nocturnos y, además, era hermosa, aceptaba regularmente trabajos únicos. Sin embargo, permanecer al sol la debilitaba, y esa vulnerabilidad había hecho que se viera envuelta temporalmente en un horrible incidente. Después de esa experiencia, dijo que quería que bebiera su sangre. Para los vampiros, hacer una petición así significaba entregarse a esa persona. No había tenido ninguna razón para negarme, así que había accedido.

—Si me hubiera encontrado con ella, podría habérselo dicho. Puse un aviso, y estoy seguro de que más o menos se dará cuenta de lo que pasó después de ver la oficina — respondí.

Por muy buena que fuera en su trabajo, a menudo recibía todo tipo de misiones desafiantes. Pensé que estas serían unas buenas vacaciones para Dey también.

—¿Le has dicho a ese elfo algo cacofónico que vamos a estar fuera unos días? — pregunté.

—¿Un elfo algo cacofónico? Ah, te refieres a Roje. No lo he hecho. Bueno, estoy segur a de que se las arreglará — respondió Rila.

Roje era un elfo y antiguo miembro del ejército del Señor Demonio que adoraba a Rila. De vez en cuando se pasaba por nuestra casa para encontrar algo que criticar. Estaba claro que desaprobaba mi asociación con Rila, a quien una vez se le había llamado el Señor Demonio más fuerte de todos los tiempos.

Milia ladeó la cabeza hacia mí. —Señor Roland, ¿qué ha estado murmurando?

—Oh, lo siento, nada en absoluto.

Volví a meter a Rila en mi bolsa, ganándome un aullido del gato.

—¿Piensa comprar algo cuando lleguemos a Kohtoka, Señor Roland?

Nuestro destino, la ciudad portuaria de Kohtoka, estaba llena de productos marinos y mercancías exóticas importadas de provincias extranjeras.

—No, nada en particular — dije.

—¿De verdad? Ya que está tan cerca de la playa, ¡he traído un traje de baño! — Milia sacó el traje en cuestión de su bolsa para mostrármelo, provocando la respuesta de los demás en el vagón.

—Oh, no he traído ninguno — admitió una mujer.

—No pasa nada. Seguro que allí tendrán algo a la venta — le aseguró Milia.

—¿Un hollín para nadar…? — Después de volver a sacar la cara de la bolsa, Rila inclinó la cabeza de forma incrédula. Tal vez el infierno carecía de cuerpos de agua naturales para nadar.

Dirigiéndose a Iris, Milia preguntó: —¿Ha traído un o , Directora de Sucursal?.

—No necesito un traje de baño, en lo que a mí respecta…

Las otras mujeres sonreían a su superior.

◆

Finalmente, el carruaje llegó al puerto, y llegamos a una posada alejada del centro de la ciudad. El océano era visible desde la ventana de mi habitación, lo que daba al lugar un ambiente atractivo.

He devuelto a Rila a su forma original.

—¿Disculpe, Señor Rolaaand? ¿Le gustaría acompañarme mientras echo un vistazo a la ciudad? — Milia asomó la cabeza en la habitación mientras me llamaba. —¡Oh! Señorita Prima Donna… ¿qué está haciendo aquí…? Este es un viaje sólo para los empleados, ya sabes.

—No seas tan fastidios a . Bribón, acompañaré a Milia a comprar ese hollín de natación o lo que sea ese artilugio — Rila se agarró al brazo de Milia y tiró de ella.

—¿Qué…? Pero yo quería al Señor Roland.

—Lo siento, señorita Milia. ¿Podría vigilarla? — Le pedí.

—Oh… supongo que no tengo muchas opciones.

Me preocupaba que Rila se perdiera de nuevo, pero estaría bien con Milia cerca. Las dos partieron de la mano.

Nuestro alojamiento no proporcionaba comidas, así que podíamos comer donde quisiéramos, según Iris. Pensaba vagar por ahí para encontrar un lugar pronto.

De repente, una voz displicente anunció: —Voy a entrar — Dey entró entonces en mi habitación.

—…¿Qué estás haciendo aquí? — Pregunté.

—Como la oficina de Lahti estaba cerrada, y ya he venido antes a la sucursal de Kohtoka por trabajos, decidí que hoy trabajaría aquí. Entonces os vi a ti y a los demás.

Así que eso fue todo.

—…¿Averiguaste algo de lo que pasó? — Pregunté. Dey estaba investigando un asunto en mi nombre.

Cuando habíamos viajado a la costa de Somaleel para la reunión de compromiso de Almelia, me había reunido con una antigua compañera del grupo de héroes, Elvie. Después de eso, ella había empezado a enviar cartas para mí al gremio aproximadamente una vez al mes. La mayoría de ellas preguntaban por mi vida privada o relataban los últimos acontecimientos de la suya. Una cosa en particular que había mencionado me llamó la atención, así que le pedí a Dey que lo investigara.

—Vaya, un humano empujando a un vampiro — dijo Dey. —Usted es algo especial, Maestro Roland.

—Eres mía, ¿verdad? — Le contesté.

—Sólo estaba bromeando — Se deslizó como una serpiente y me rodeó con sus brazos por detrás. —Fue muy fácil reunir información de Kohtoka. Parece que ha habido un aumento de humanos que usan la sustancia de la que hablas en el barrio del placer.

—Ya veo.

En una de sus cartas, Elvie había escrito sobre el aumento del uso de una extraña droga que tenía efectos nocivos para los usuarios humanos. Aunque proporcionaba un subidón temporal, destruía el cuerpo.

—Dado que Kohtoka ve tanto turismo, probablemente sea fácil traerlo a Kohtoka — explicó Dey. —Disipar podría purificarlos de su condición, pero no puede hacer nada en absoluto sobre la adicción.

—Qué problemático.

—Estuve vigilando los burdeles durante unos días. Había uno que parecía especialmente sospechoso.

—¿Podrías llevarme allí? — Le pedí.

Había mucha gente que usaba la droga sin conocer sus efectos secundarios. Al ritmo que se extendía, podría incluso llegar a Lahti. No podía ignorarlo.

◆

Salí de la posada con Dey, y nos dirigimos a una sección del distrito del placer.

—Este establecimiento apareció hace poco — me dijo Dey. —Al parecer, las mujeres de allí son de mayor calidad y han estado robando clientes a los establecimientos más antiguos.

Las mujeres vestidas llamativamente frente a los burdeles del distrito del placer atraían a los hombres que caminaban por las calles al anochecer. Los escarlatas, morados, amarillos y rosas de los edificios y de la ropa de las mujeres asaltaban la vista. Todos los colores eran indicativos de veneno en la naturaleza.

Nuestro destino era por un camino trasero, y al entrar en uno de los callejones, oí una voz.

—¿Es cierto? ¿Que podría ganar cien mil rines trabajando sólo un día?

—Sí, señorita, y estoy seguro de que podría conseguir una suma aún mayor. Sería el dinero perfecto para su viaje.

Un joven guiaba a Milia.

—Vaya, ¿no es del gremio? — preguntó Dey.

—Se suponía que estaba con Rila… ¿Se separaron?

Evidentemente, Milia se había dejado seducir por la zalamería del hombre.

—Veo que es una chica de campo muy protegida — comentó Dey.

—Milia no ha visto mucho más allá de su ciudad natal. Probablemente nunca ha conocido a un estafador y no sabe cómo enfrentarse a él.

—Oh, Maestro Roland, es ese hombre. Mucha gente ha dicho que ha obtenido la droga de él.

—Ya veo. Le haré algunas preguntas. Dey, ¿podrías encontrar a Rila? Estoy seguro de que se ha perdido.

—Okaaay — respondió Dey. —Sin embargo, asegúrate de tener cuidado.

—¿Con quién crees que estás hablando?

—Ja, ja… Tu confianza en ti mismo está a la altura de tu fuerza… Qué bonito.

Dey me besó en la frente, luego se tapó los ojos con la capucha y se fue.

—¿Señorita… Milia, no? ¿Tiene alguna experiencia con algo obsceno?

—¡¿Qué?! ¿Por qué me preguntas eso? Yo no…

—¡En ese caso, alcanzarás un precio aún mayor!