Chitose Kun Wa Ramune (NL)

Volumen 4

Capítulo 4: La Sonrisa Del Sol

Parte 8

“Antes de que digas eso—” Mai saltó con ligereza, y yo la seguí. “Espera a poder bloquear primero uno de mis disparos.”

No pude alcanzarlo en absoluto.

El marcador era ahora de cincuenta y cuatro contra cuarenta.

Seguía sin servir, si no intentaba bloquear a Mai antes de que saltara, no era rival para ella.

Sen finalmente volvió en sí y me pasó el balón.

Thump. Fue un pase débil.

Mai apareció de repente por detrás y extendió rápidamente la mano. “¡Ugh!”

Intenté desesperadamente defender la pelota, pero por desgracia mi mano no era lo bastante larga, y el rival pudo hacer un tiro en salto.

Cincuenta y seis a cuarenta.

Mai suspiró deliberadamente antes de hablar en voz alta. “¡Aaaaah! Si supiera que esto iba a ser así, bien podría estar jugando 1 contra 1 con Haru.”

“¡Mai!”

Tominaga-sensei le advirtió severamente.

“Bieeeeen~.” Mai estiró su cuerpo con expresión aburrida.

Probablemente pretendía encendernos a su manera, pero, por desgracia, ahora esas palabras sólo tendrían el efecto contrario.

Sen agachó la cabeza, perdiendo cada vez más confianza.

“Entonces juguemos solas.” Murmuró Mai mientras recibía de nuevo la pelota de Sen.

Comprendí su intención: “De acuerdo.” Mai sonrió. “¡Adelante!”

Las dos nos adelantamos al mismo tiempo.

Ella era rápida, pero en términos de velocidad, yo no perdería. Mai me siguió de cerca tal y como esperaba.

En un santiamén cruzamos la línea central. Cuando estaba a punto de precipitarme por debajo del bloqueo—

“¡No tan rápido!”

Una hermosa cabellera negra pasó por mi lado en un instante.

El balón ya no estaba en mi mano. Mai se dio cuenta y se giró.

“No me subestimes.”

—¡Swoosh!

El resultado fue de cincuenta y seis a cuarenta y tres.

Nana me robó el balón e hizo un magnífico tiro de tres puntos. “Ya veo, una jugadora como tú también existe. ¿Cómo te llamas?”

Mai sonrió irónicamente.

“Yuzuki. Pero no tienes que acordarte, porque esa pequeña de ahí te aplastará.”

“¿Incluso si está sola y derrotada como esta?”

“No voy a seguir dejándola luchar sola, además…” Nana levantó las comisuras de los labios provocativamente. “Ya casi está.”

“Oh, parece que no estás tramando nada bueno.”

Mai recibió el balón de sus compañeras y echó a correr. Esta vez, las dos fuimos tras ella.

Nana estaba en el lado derecho de su mano dominante, con el objetivo de arrebatar el balón en el momento justo.

La velocidad de Mai disminuyó.

Comprendiendo al instante su intención, aceleré y me adelanté a ella en la dirección que llevaba antes de detenerme. Relajé deliberadamente todo el cuerpo.

—¡SWISH!

Esa acción me hizo chocar con Mai, que corría tan rápido como podía y apartó mi pequeño cuerpo del camino.

“¡Ugh!”

Sentí un dolor ardiente cuando mis brazos y pies rozaron el suelo. Pero le hice hacer una carga ofensiva^[47].

“Así que eso es lo que hiciste.”

“Puedo salir volando fácilmente porque soy pequeña, así que por favor se más suaves conmigo.”

Como era débil en defensa, ése era mi último recurso, usar mi velocidad e instintos para desbaratar el rumbo.

Una vez que el adversario cayera en la trampa, se consideraría falta.

Por otra parte, había una delgada línea entre eso y una falta defensiva, por lo que no siempre funcionaba.

Sólo porque Nana distrajo a Mai mi estrategia salió bien.

De hecho, si tan sólo Sen hubiera jugado así—al pensar eso, me quedé boquiabierta.

No voy a seguir dejando que luche sola.

Ahora que lo pienso, hoy había algo extraño con Nana.

No me pasaba el balón cuando yo quería, o no estaba cerca cuando se necesitaba ayuda.

Al principio pensé que era por el mal ambiente que había en el equipo… pero parece que ha intentado comunicarse con todas a través de su juego.

Mostrándoles a propósito las piezas que faltaban del rompecabezas, podía ver si Sen vendría a ayudarme, o si Yō pasaría la pelota.

Sin embargo, ese tipo de actuación no era suficiente, por lo que ella misma intentaba dar ejemplo, haciéndoles saber que mientras las dos personas trabajasen juntas, podrían ayudarse mutuamente.

Esa chica era realmente muy considerada.

Volvimos a la ofensiva mientras enlazaba pases con Nana.

Ni que decir tiene que Mai ya estaba totalmente preparada y esperándonos.

Seguí regateando el balón para ganar tiempo. “¡Allí!”

Intenté romper la defensa por el lado izquierdo.

Naturalmente, Mai reaccionó. Pero su camino fue bloqueado por Nana que se acercaba por detrás.

“¡Maldita sea!”

Mai fue un paso más lenta.

“¡Nana!” Inmediatamente pasé el balón a mi compañera desmarcada que estaba de pie fuera de la línea de tres puntos. “¡Pick- and roll^[48]!”

Los otros defensores fueron a vigilar a Nana.

El aro estaba un poco lejos. Normalmente, los jugadores no lanzarían el balón a esa distancia.

Pero…

—¡Swish!

La pelota dibujó una hermosa parábola. Entró.

Mai sonrió con desgana.

“¿Oh? Pensé que sólo disparabas cuando estabas segura de que entraría.”

Nana respondió con calma. “Yo tampoco puedo perder.” Cincuenta y seis a cuarenta y seis.

Bien, estamos en rango.

A pesar de que Nana y yo ya estábamos sin aliento, fingí no darme cuenta mientras apretaba los puños.

* * *

Quedaban unos cinco minutos más o menos. El resultado fue de sesenta a cincuenta.

La diferencia de diez puntos no se cerraba de ninguna manera. “¡Tsk!”

Una vez más, el polvo y la fricción rasparon mi piel.

Me pregunté cuántas veces mi oponente me había superado.

Nana y yo habíamos anotado la mayoría de los puntos juntas, pero las dos estábamos llegando a nuestros límites.

Pensé en Chitose y miré hacia el segundo piso.

Su expresión era seria, pero cuando nuestros ojos se encontraron, sonrió.

Sí, sí, lo sé.

Este tipo de escena debería ser más agradable, ¿verdad? Es un príncipe tan severo.

Cuando terminó el partido de ayer, me dio la pelota de su jonrón, que le dio un funcionario del torneo.

Dijo que era un reemplazo para mi muñequera.

Ese gran idiota, este tipo de cosas no me daría ningún coraje durante el partido.

Gracias a él, anoche dormí con la pelota debajo de la almohada, lo que me hizo sentir emocionada por no poder dormir bien, ya que varias veces no dejaba de acariciarla.

De momento no tuve más remedio que aceptar esa sonrisa tan simple.

Me di una palmada en la cara para recuperar el ánimo.

Mai, que tenía la pelota en la mano, me preguntó sorprendida. “¿No te vas a rendir?”

“Desgraciadamente…” Pateé el suelo y grité. “—¡Llevo mucho tiempo lidiando con un complejo de inferioridad!”

Maldita sea, aunque mis pies se tambaleaban y no podía respirar, tenía que seguir corriendo.

Aunque me dolían los músculos y me crujían los huesos, tenía que seguir saltando.

Siempre había sido así, no había nada que pudiera hacer bien.

No había nadie en la cancha de baloncesto a quien pudiera vencer fácilmente.

El enemigo siempre era más alto que yo.

Durante mucho tiempo, siempre miré al cielo desde el lugar más bajo. Y, sin embargo, me las arreglé para apretar los dientes hasta este punto, ¿no?

En este mundo, también había jugadores de la NBA que medían 160 cm.

¿Era yo una de esas personas cuyos esfuerzos nunca darían fruto? No pararía hasta ver el resultado final.

Cerca de la línea central, Mai comprobó por un segundo la posición de sus compañeras. Al ver que había un hueco, aparté el balón de un manotazo.

La pelota rebotó hacia—Sen. Esto está mal, no corre.

En ese caso, tenía que ser yo quien lo hiciera.

“¡¡¡Aaaaaa!!!” Salté hacia el balón que estaba a punto de pasar la línea. “¡Nana!”

La pelota volvió a la cancha.

Intenté caer de pie, pero no pude reunir fuerzas. Me lancé directamente contra la silla plegable.

Se oyó un fuerte ruido y el dolor me recorrió todo el cuerpo.

¿Dónde está la pelota?

Como era de esperar de Nana, marcó tranquilamente un triple sin mirarme siquiera.

No esperaría menos de mi compañera. “¡Uh!”

Cuando intenté levantarme, me recorrió todo el cuerpo una descarga eléctrica que me hizo estremecerme.

¿Esto es lo que sintió ese tipo ayer?

“¡Umi!”

Sen y Yō, que estaban cerca, corrieron hacia mí. Sonreí a las dos, que parecían preocupadas.

“Jeje, ¿pueden dejar que me tumbe un minuto?” Al oír mis palabras, Sen parecía a punto de llorar.

“¿Por qué, por qué tienes que trabajar tan duro? ¿Cómo puedes enfrentarte una y otra vez a un rival al que no tenemos ninguna posibilidad de ganar?”

Las lágrimas brotaron de las comisuras de los ojos de Sen, como si no pudiera contenerse más.

Le tendí la mano y le sequé suavemente las lágrimas. “Porque me gusta mucho el baloncesto y jugar con ustedes.”