Chitose Kun Wa Ramune (NL)

Volumen 4

Capítulo 4: La Sonrisa Del Sol

Parte 5

Aunque se viese tranquilo, era algo pretencioso y hacía muchas bromas tontas.

¿Qué clase de jugador de béisbol se depilaría en lugar de afeitarse la cabeza?

Por si fuera poco, incluso le dijo algo así a una chica pequeña como yo.

“Haru-chan, he oído que se te da muy bien el baloncesto. Es impresionante a pesar de tu altura. ¿Puedo verte jugar la próxima vez?”

¿Cómo se atreve a intentar acercarse a mí con esa desvergüenza?

Estaba muy irritada por dentro, pensando: “¿Qué demonios sabe él de baloncesto?”

Realmente era la clase de persona que más odiaba.

¿Por qué Kaito lo tenía como un amigo…? No pude evitar pensar eso.

—Eran las primeras preliminares del Campeonato Inter-Escolar después de entrar en la secundaria.

Entre los alumnos de primer año, Nana y yo fuimos elegidas para ser los titulares.

Ganamos muchos partidos y llegamos hasta las semifinales contra la Secundaria Ashi.

Ahí está, pensé.

Había jugado contra Tōdō Mai muchas veces durante la escuela media, pero nunca gané un solo partido contra ella.

Desde el día en que su lanzamiento atravesó el aro por primera vez, había estado trabajando muy duro para mejorar.

Aunque no sabía si funcionaría o no, bebí suficiente leche como para vomitar y probé todos los ejercicios de estiramiento que sabía que me ayudarían a crecer más alto.

Leía todos los mangas de baloncesto que encontraba con jugadores bajitos y me motivaba a mí misma para que yo también pudiera hacerlo.

Sin embargo, perdimos contra la Secundaria Ashi por tal margen que no dejó lugar a excusas.

Las armas que tanto me había esforzado en pulir, como aprovechar que soy bajita y veloz o driblar bajo, no funcionaron en absoluto.

Porque el rival no sólo era rápido y regateaba bien, sino que también era alto.

A pesar de nuestros esfuerzos, la distancia era cada vez mayor. Tōdō Mai era una jugadora que no olía igual que ese sórdido. Tenía un talento abrumador, capacidad física y, sobre todo, altura. Por primera vez, me pregunté si hasta aquí había llegado.

Se oyó un pequeño crack mientras mi corazón empezaba a romperse. La llama de mi corazón se apagó como una vela al viento.

Renunciar a algo puede ser sorprendentemente fácil.

Al fin y al cabo, los que tenían talento eran los únicos que salían adelante con facilidad.

—Antes de que se me pasara por completo el shock de la derrota, Kaito me invitó a un torneo de béisbol.

En la primera entrada, Chitose bateó un jonrón.

Ese tipo es bastante bueno.

… Aunque no me impresionó. ¡A fin de cuentas, Haru-chan es muy estricta!

Sólo él mostró una actuación especialmente destacada. El tipo de hombre irreflexivo, que olía a perfume en lugar de a sudor y polvo, pero que siempre conseguía parecer genial y obtenía resultados.

Me preguntaba si se trataba de eso.

Era fácil decir que el trabajo duro daría sus frutos, pero si eso fuera cierto, yo ya habría sido tan alta como Tōdō.

Con ese prejuicio plantado en mi mente, el partido llegó a la sexta entrada.

Fue sólo un momento después de pensar eso cuando la Secundaria Fuji empezó a agobiarse.

Se marcaron doce carreras y, aunque yo no sabía mucho de béisbol, supe que el partido estaba decidido.

De hecho, la Secundaria Fuji hizo un buen trabajo aguantando a pesar de una diferencia tan abrumadora en capacidad.

Todos los jugadores de la Secundaria Fuji, incluido el lanzador, destilaban esa atmósfera.

‘Estamos tan cerca’, ‘Todo el mundo trabaja duro’, había una sensación de haber renunciado a su juego.

Era como si me viera a mí misma perdiendo contra la Secundaria Ashi, era exasperante y patético a la vez. Incluso me sentía molesta.

—Sin embargo, había una persona que era diferente.

A mitad del juego, mis ojos siguieron los movimientos de Chitose.

Pensé que probablemente perdería las ganas de luchar. Era el único con un talento excelente, así que podría sentirse frustrado porque sus compañeros no pudieran seguir su nivel.

Sin embargo, las cosas eran diferentes de lo que había imaginado. “¡Muy bien, el juego está empezando ahora!”

“Oi, oi, aún no he tenido oportunidad de lucirme. Golpea la pelota al jardín derecho, ¿me oyes?”

“Hey lanzador, ya es hora de la bola curva, ¿verdad?”

“Quedaríamos muy bien si pudiéramos darle la vuelta a esto.” “¡El béisbol es un deporte en el que puedes conseguir cien carreras

en una entrada!”

Todo eso era la voz de Chitose.

Para ser honesta, estaba un poco avergonzada por él.

Porque lo mirara como lo mirara, su acción no tenía sentido.

De hecho, la gente que observaba a mi alrededor se mofaba de él como si fuera un niño travieso.

Pero el tipo sonreía como un niño pequeño, parecía creer de verdad que aún podían darle la vuelta al partido.

Persiguiendo con todas sus fuerzas un foul que sabía que nunca alcanzaría, siguió inspirando a sus compañeros con una voz que se había vuelto ronca de tanto gritar.

No parecía importarle si parecía genial o vergonzoso. Sólo se movía donde su alma le guiaba.

Y entonces me di cuenta.

En su mente, eso era lo natural.

No rendirse hasta el final, mantener el ánimo alto, centrarse en el partido y no considerar que tu esfuerzo ha sido suficiente.

Si tienes algo que te gusta, si quieres apuntar más alto, es lo normal, ¿no? Era como si me lo hubiera enseñado.

Chitose entró en la zona de bateo. Sus ojos brillaban intensamente y sonreía feliz.

Por su expresión, pude oírle decir que golpearía la pelota y daría la señal de contraataque.

En cuanto lo vi, el olor a sudor y polvo brotó del lado de Chitose, y el calor casi me hizo desmayarme.

Ya veo.

Yo no había estado en el mismo lugar que Chitose, así que no noté el olor porque él exudaba ese tipo de aire de forma muy natural.

Aquellas personas que parecían un genio, incluido Tōdō Mai, se limitaban a perseguir algo que amaban con todas sus fuerzas.

Así que todo el tiempo la respuesta estuvo delante de mí.

En ese momento, en mi corazón, que había estado vacilando débilmente, se encendió una llama roja brillante.

Entonces todo lo que tenía que hacer era seguir este camino y avanzar hasta alcanzarle.

Corría, corría y seguía corriendo.

Saltaba, saltaba y saltaba hasta que podía volar.

Porque el tipo desagradable que tenía delante me había demostrado que no había nada de malo en ser apasionado de esa manera, en trabajar duro en un esfuerzo temerario.

Ah, qué mundo tan sencillo, refrescante y hermoso.

Incapaz de reprimir los sentimientos que afloraban en mi interior, me levanté.

“¡Golpea la pelota, Chitose!”

—¡CLANG!

Como en respuesta a mis palabras, la pelota se elevó en el aire. Era tan hermosa como la luna del mediodía.

Mierda, creo que me voy a enamorar de él.

* * *

—¡Chitose, Chitose, Chitose, Chitose, Chitose!

Había estado gritando en mi corazón innumerables veces desde hace un tiempo.

“¿Con esta cuántas bolas van?” Le grité a Uemura a mi lado.

“¡Dios sabe, sólo he contado hasta diez! Mierda, ¿ese tipo está loco?”

Foul, foul y más fouls.

Tras ser impulsado con un doble strike, Chitose siguió balanceando su bate.

Aunque falló dos lanzamientos, acertó todos los demás.

Al principio fue capaz de adoptar la postura de bateo habitual, pero ahora estaba completamente fuera de forma.

Era casi como si tuviera el bate apoyado en el hombro y apenas golpeara la pelota.

Cada vez que bateaba, parecía que iba a desplomarse, pero se las arreglaba para mantenerse en pie utilizando el bate como bastón.

A pesar de quedarse sin aliento, insistió en no rendirse nunca.

En el banquillo de la Secundaria Fuji, ninguno de ellos se movió ni un milímetro, observando la situación en el campo con la respiración contenida.

Incluso el público empezó a notar que algo era extraño, y se oían voces atónitas por todas partes. Entre ellos se encontraban algunos jugadores del equipo que participaría en el siguiente partido.

“El bateador ya no puede batear.”

“¿Por qué su entrenador no ha enviado un sustituto?” “No hay nadie mejor que él en la Secundaria Fuji.” “Está tan desesperado que da risa.”

“Debería haberse retirado por su cuenta. ¿No se da cuenta de que está arrastrando a otros compañeros de equipo?”

“Es Chitose, ¿verdad? Ganó el campeonato de la prefectura en la escuela media.”

“¿De verdad? ¿Ese Chitose?”

“No me extraña que sea tan arrogante. No está tratando de cambiar todo por sí mismo, ¿verdad?”

—¡Esos ruidosos creídos!

“No lo hagas, no tiene sentido.” Cuando estaba a punto de levantarme, Uemura me agarró del hombro. “No malgastes tu energía en gente que lo ve así y no siente nada en absoluto.”

Pero—

Incapaz de mantenerse en pie, Chitose cayó de rodillas. Me preguntaba en qué estaría pensando cuando bateó… Entonces, mis pensamientos se detuvieron.

¿En qué pensaba?

¿Lo hizo por Yūsuke?

¿Por Hirano?

¿Por sus compañeros y el entrenador?

¿Tal vez un poco para mí? Espera, eso no está bien.

Su béisbol no era así.

Se   suponía   que   debía   ser   más   puro,  apasionado,  directo y divertido… ¡Uf, cuanto más lo pensaba, más me disgustaba!

Maldita sea, me levanté.

¿Por qué demonios llevo esta falda? Me estorba.

Me subí el dobladillo del vestido y bajé corriendo las escaleras. A mitad de camino, oí las voces de Yuuko, Uchi y las demás.

“¡Ya basta, Saku!”

¡No es suficiente!

“Saku-kun, para…”

¡Aún no, levántate!

“¡Chitose-kun, a este paso, vas a morir!”

No se va a morir. ¡Contrólate!

Grité esas palabras en mi corazón.

¡Corre, corre, corre!

Tenía algo que decirle, palabras que quería transmitirle…

En aquel momento hice una promesa.

Le prometí que siempre le haría sonreír, que le reprendería cuando fuera débil y le apoyaría cuando no pudiera levantarse.

De pie justo detrás de la zona de bateo, sujeté la red. “—¡¡SONRÍE———!!”

Grité como si fuera a darle un puñetazo en la cara. Chitose se sobresaltó y me miró.

“¿Por qué bateas con todos esos pesos de más? ¡El tú que yo quiero es el que juega al béisbol divirtiéndose! Te gusta el béisbol, ¿verdad? Te juegas la vida en ello, ¿verdad? ¿No te has propuesto no echarte atrás? Siempre has querido volver a ese lugar, ¿verdad?”

Por eso…

“—¡No pongas esa cara de disgusto en un momento tan emocionante!”

Entonces, sonreí desde el fondo de mi corazón.

Las comisuras de los labios de Chitose parecieron torcerse.

Pidió tiempo muerto, habló algo con el árbitro y se puso en la muñeca izquierda la muñequera que había sacado del bolsillo.

Respiró hondo, como si intentara exprimir las últimas fuerzas de su cuerpo. Luego entró en la zona de bateo, sujetando el bate con gracia y dignidad.

—Ah, ya está bien.

Su perfil era el mismo que había visto hacía un año, la misma sonrisa que me había atravesado el corazón entonces.

“¡GOLPÉALOS!”