Chitose Kun Wa Ramune (NL)

Volumen 4

Capítulo 1: Piscina Extraescolar Y Coletas Descubierta

Parte 7

Asu-nee soltó una risita y finalmente se asomó. “He estado leyendo manga de béisbol desde que te conocí. Tienes que ser capaz de lidiar con los cambios repentinos de lanzamiento, jovencito.”

“Si de repente alguien lanza una bola de nudillo en el béisbol de secundaria, ni siquiera seré capaz de golpearla.”

Por cierto, una bola de nudillo se refería a la rotación de la bola a lo largo de una trayectoria irregular. No sólo el receptor, sino también el propio lanzador no sabían lo que iba a pasar.

“¿En serio?” Preguntó Asu-nee con curiosidad y se agachó un poco más.

Parecía que estaba bajando la guardia porque pude ver el interior de su falda pantalón que era como un short. La suave tela se abría suavemente hacia fuera, revelando las curvas redondeadas del interior de sus muslos.

La tersura de su piel, pálida en el crepúsculo nocturno, casi me recordaba a una noche en Tokio.

No es que estuviera evitando a Asu-nee, pero también es cierto que me avergonzaba nuestra relación, que había cambiado en muchos aspectos. Por eso no la buscaba activamente.

¿Qué cara debo mostrarle?, me preguntaba sobre este tipo de cosas.

No hace falta decir que me gusta esta persona. Me sentía atraído por ella, la admiraba. Sin embargo, si este sentimiento era romántico, todavía no lo sabía.

Me miró con las manos sobre las rodillas, ajena al hecho de que mis ojos se desviaban y no sabía adónde mirar.

“¿No quieres continuar?” Preguntó Asu-nee con una voz dulce que flotaba en el aire.

Incluso esas palabras sonaron extrañas a mis oídos, así que seguí sus palabras y volví a levantar el bate.

Woosh, woosh. Whoosh, whoosh.

Hmm, en este momento Chitose-kun no puede concentrarse.

Asu-nee me miraba algo contenta. Aquello me produjo una sensación de déjà vu.

La sensación de aleteo cuando veía a una chica que conocía caminando al otro lado de la red mientras yo practicaba en el campo después de clase, o cuando el club de la banda venía a nuestros partidos a animarnos.

Y aunque me daba vergüenza mostrar mi lado diferente a los demás, intentaba hablar más alto de lo normal y actuar con frialdad con gestos exagerados; en pocas palabras, era la sensación de estar emocionado.

Zoom, zoom.

Shoom, shoom.

Recuperé la concentración y seguí balanceándome. “—¡La bola mágica^[3] que desaparece!”

“¿Quién diablos puede golpear eso?”

De vez en cuando se oían ruidos extraños.

Cuando por fin llegué a cien en mi cabeza, Asu-nee habló con calma. “Realmente no puedes dejar el béisbol.”

“Eso es una exageración, esto para mí es como los ejercicios de radio.”

Nunca le había dicho a nadie que llevaba un tiempo practicando mi swing, así que antes cuando me vio, sinceramente me sentí avergonzado, como si alguien que me importaba se hubiera enterado de mi secreto.

Asu-nee se levantó rápidamente, caminó hacia mí y me tocó ligeramente la punta de los dedos.

A una distancia de quince centímetros, miré la lágrima ilusoria e inconscientemente contuve la respiración.

Sin embargo, el color azul claro se alejó revoloteando como una mariposa, y al mismo tiempo el peso del bate desapareció de mi mano.

“Pesa mucho.” Dijo Asu-nee mientras levantaba el bate. “Debes estar practicando tu swing día tras día, ¿verdad? En un lugar donde… donde nadie puede verte.”

Fingiendo que no me importaban las complicadas emociones de mi corazón, respondí con un comentario desenfadado.

“Por favor, ni se te ocurra intentar batear. Tu habilidad motora es tan mala que me imagino el bate resbalando de tu mano y volando hacia mí.”

“……”

“¿Por qué dudaste y luego volviste al movimiento: bien, voy a matarte?”

Asu-nee bajó el bate con cara de fastidio. “Ves, siempre esquivas el tema de ese modo.”

Sonrió con tristeza, como si fuera una parte de la noche. “Al final, todavía no me has dicho por qué te fuiste del club.”

Me mordí los labios, sintiendo vergüenza de mí mismo y, al mismo tiempo, un sentimiento de culpa que se iba filtrando poco a poco.

Estuvo a mi lado cuando me daba por vencido, pero seguí sin decirle la verdad.

Mirando atrás, recordé cómo solía seguirme la corriente con mis bromas torpes y circunlocutorias sin tocar el meollo de la cuestión.

“Bueno, nunca me lo preguntas directamente, y no quería que vieras mi lado malo.”

“No quieres mostrarlo, ¿verdad?”

Eres como la canción “No Hit No Run^[4]”, dijo Asu-nee.

“No importa lo disgustado que estés, o el dolor que sientas, o lo angustiado que te sientas, o incluso las ganas que tengas de salir corriendo, simplemente sonreirás y actuarás como si nada.”

“Me estás sobreestimando demasiado. Además, aquella noche en Tokio yo era tan patético y débil.”

“Eso fue más que nada por mi bien, ¿no?” “Asu-nee…”

“Sólo estoy bromeando.”

Asu-nee levantó volvió a levantar el bate.

“Lo siento, no quería molestarte. Es la primera vez que te veo jugar al béisbol, así que estoy algo emocionada.”

“Si no te importa que practique mi swing, puedes venir cuando quieras.”

“¿También puedo traer algo? La próxima vez traeré mi pijama favorito.”

“¿Por qué traerías algo así?”

“Voy a practicar hacer comida deliciosa después de tu trabajo tan duro.”

“Vuelve cuando sepas hacer guiso de patatas.” “… ¡Home Run para Asuka!”

“¡Cuidado! ¿Cómo en serio puedes soltar el bate de ese modo cuando antes insististe en lo contrario?”

Después de eso, me concentré totalmente y practiqué unos doscientos swings.

El número de swings no tenía sentido. Había veces en las que me daba por satisfecho con cincuenta swings, y otras en las que sentía que algo no iba bien aunque hiciera mil.

Asu-nee sonreía y se reía como una hermana pequeña viendo la actuación de su hermano mayor, haciendo de vez en cuando comentarios graciosos mientras se divertía.

Tras mi mejor swing del día, volví a guardar el bate en su funda.

Con la excusa de que quería trotar un rato, acompañé a Asu-nee a casa, que se había negado repetidamente. Por el camino, parecía confirmar algo, y de vez en cuando me tocaba el hombro y el dedo meñique.

Jiji, las cigarras chirriaron brevemente.

“Espero que este año—” Dijo Asu-nee. “Tengamos un verano mejor que el del año pasado.”

Palmeo suavemente la funda del bate sobre mi hombro izquierdo, el lado opuesto a mi mano dominante, que era mi antigua costumbre.

“Igual que entonces.”

Miré a mi alrededor y vi a una pareja de ancianos alineados en el porche de su casa, mordisqueando tranquilamente una sandía.

El   viejo   ventilador   eléctrico   giraba   molesto   y    la   cortina   se balanceaba agradablemente.

Mañana volverá a hacer calor.

* * *

Mientras le hacía señas con la mano a la espalda a la vez que salía corriendo rápidamente, sin querer ser visto por mi padre, murmuré unas palabras para mis adentros.

“… Hey, ¿por qué ya no juegas al béisbol, Saku-nii?”

Con un suspiro, miré a las estrellas del cielo y sonreí amargamente, pensando que la competencia directa no era realmente mi especialidad.

* * *

Al día siguiente, después de clase, Haru y yo caminamos desganados hacia la oficina del personal.

Kura-sensei nos dio cepillos de cubierta de madera, un cubo de polietileno, algún tipo de productos químicos que no entendí y nos dijo cómo usarlos.

En medio de esto, Misaki-sensei vino a vernos.

“Umi, Chitose, he oído que van a limpiar la piscina juntos.”

Un escalofrío recorrió la columna de Haru a mi lado. “Terminaré esto lo antes posible e iré al entrenamiento del club.”

“No hace falta.” Misaki-sensei sonrió, levantando las comisuras de los labios de forma significativa. “Está bien, hoy no tienes que asistir. En caso de que termines temprano, aprovecha y ve a una cita con Chitose.”

“¿Por qué debería tener una cita con este tipo? No, la capitana no puede tomarse un día libre por ese motivo.”

“Sí, eres la capitana. Por eso debes dar ejemplo a los demás.” “¡——!”

Kura-sensei intervino desde un lado. “Es bueno tomarse un descanso para que no vuelvas a dormitar o coquetear durante la clase.”

Como si sintiera la boca demasiado vacía, se lleva un cigarrillo apagado a los labios.

Misaki-sensei le miró con desagrado. “No olvides ser también un modelo para tus alumnos, Iwanami-sensei.”

“Sí, sí.”

¡Ja, me alegro que te regañen así, te lo mereces!

Kura-sensei volvió a guardarse el cigarrillo en el bolsillo con cara amarga. Misaki-sensei lo observó hacer eso y abrió la boca de nuevo.

“De todas formas Umi, hoy tienes el día libre en el club. Si no puedes aceptar este acuerdo, tómatelo como una sesión de entrenamiento y limpia cada rincón de la piscina.”

“… Entendido.”

Haru seguía insatisfecha, pero debió darse cuenta de que la decisión era definitiva. Asintió a regañadientes.

“Entonces, Chitose.” Misaki-sensei habló con picardía: “No hagas nada que te haga quedar mal con Nana, ¿vale?”

“…… Recuerda que también tiene que ser un modelo para los alumnos, ¿verdad?”

* * *

Después de salir de la oficina del personal, nos cambiamos los zapatos en la entrada del edificio de la escuela y fuimos al exterior.

Nuestra piscina estaba situada en la calle opuesta al edificio del club, junto al segundo gimnasio. En otras palabras, estaba fuera del recinto escolar, por lo que teníamos que salir por la puerta este, situada justo enfrente de la entrada principal.

Mientras Haru y yo caminábamos hacia el patio de la escuela con los utensilios de limpieza en las manos…

“¡Saku!”

Yūsuke vino corriendo hacia nosotros desde la sala del club de béisbol que estaba situada detrás de la red de vallas, justo al lado de la entrada principal.

Llevaba su uniforme de entrenamiento y zapatillas de clavos. Era natural, ya que estaba a punto de comenzar sus actividades en el club.

Conciliando mis diversas emociones, respondí con un comentario desenfadado.

“Hey capitán, ¿cómo puedes correr con los clavos puestos? No tardaran en desgastarse rápido.”

Yūsuke ignoro mis palabras y continuo. “Te he estado buscando. Después de clase, fui a tu clase pero no estabas, así que pensé que te habías ido a casa.”

“Lo siento. Ahora tengo que limpiar la piscina como castigo por quedarme dormido durante la clase.” Respondí, levantando el cepillo y el cubo.

Yūsuke miró a Haru por un segundo y luego de nuevo a mí. “Tengo algo de lo que hablar, ¿me permites un momento?”

Sabía que no era el tipo de hombre que se echaría atrás sólo porque yo dijera que no.

Sin decir una palabra, me limité a encogerme de hombros a modo de afirmación reticente.

“Lo siento Haru, puedes seguir adelante.” “—No.”

A diferencia de su actitud frívola, ella dijo que no con un tono convincente.