Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 12

Capitulo 3: No Hay Chicas Magicas en Esta Vista de las Flores

Parte 2

Sanae se giró sobresaltada, preocupada por si la acusaban de mirar a la pareja y por si nunca se recuperaría de la vergüenza. Pero cuando miró para ver quién le acababa de hablar, esos temores se desvanecieron. Era una chica de escuela media o secundaria. Llevaba una camiseta con algún personaje que Sanae no reconocía y un gorro de punto azul básico. Su brillante manicura contribuyó a que Sanae tuviera la impresión de que la chica era ridículamente sencilla, no sólo en su aspecto, sino probablemente también en su mente.

“¿Preparando un lugar para ver los cerezos en flor?” Preguntó la chica. “Caramba, es duro trabajar para el hombre, ¿eh?”

Incluso su tono era frívolo. Sanae miró fijamente a la chica. “…

¿Qué pasa? ¿Necesitas algo?”

“Puedo guardarte el sitio. Trescientos yenes por una hora.” Ridículo. ¿Cómo iba a confiar en alguien que acababa de conocer?

Sanae podía imaginarse todo el escenario: Pagaría los trescientos yenes, y luego, mientras estaba en otro lugar, la chica desaparecería, y el lugar sería robado, y los compañeros de trabajo de Sanae no confiarían en ella.

Sanae intentó ahuyentar a la chica, pero ésta insistió. “Incluso te haré un descuento: doscientos cincuenta yenes. ¿Qué te parece?” Sanae siguió haciéndole señas hasta que la chica finalmente se dio por vencida y eligió otro objetivo: un hombre joven, quizá un trabajador de una empresa o un burócrata. Él parecía desconcertado mientras ella entablaba conversación con él.

Pero, en serio, todo el mundo estaba con sus teléfonos. Sanae no era de las que señalan con el dedo, pero se preguntaba si esto era realmente algo bueno. Honestamente, probablemente no lo era.

Luego estaba esa chica de allí, que parecía un poco ida; estaba enfrente de dos mujeres que parecían ser estudiantes universitarias; se parecían tanto por detrás que resultaba extraño. ¿Eran gemelas o algo así? Los trajes y peinados a juego eran de mal gusto, incluso para las gemelas. Las tres miraban sus teléfonos.

“Te lo acabo de decir. Eres una tonta, Sumi.”

“¿Por qué dices esas cosas, Yocchan?”

Las tres chicas de escuela media no tenían teléfonos en las manos; no parecían estar haciendo mucho más que charlar agradablemente mientras pasaban por el parque.

Sí, este lugar estaba lleno de idiotas. Incluso cuando estaban rodeados de cerezos en flor, todos estaban más entusiasmados con el juego.

Olvidando hipócritamente cómo ella misma había juzgado los cerezos en flor como algo grotesco, Sanae maldijo mentalmente y miró a todo el mundo, y entonces se dio cuenta de que alguien no miraba su teléfono.

Era una chica de unos veinte años, con el cabello castaño recogido en una trenza. En sus manos había una caja lacada. Vestida con una chaqueta universitaria y unos vaqueros desgastados, parecía una campesina un poco tosca, pero la caja que llevaba era bastante elegante. El choque entre el atuendo y la caja llamó la atención de Sanae. Observó a la chica durante un rato; la chica se giró hacia Sanae y sus ojos se encontraron.

Sanae sintió que apartar la mirada sería superficial. Estaba preparada para que la muchacha la regañara —“¿Qué estás mirando, mamarracha?”—, pero, en contra de sus expectativas, la muchacha sonrió. Sanae mantuvo una expresión hosca.

Pero la chica no pareció molestarse ni desanimarse por ello. Se acercó a Sanae y le tendió la caja. “¿Quiere un poco, señora? Está muy rico.”

Entonces abrió la caja para mostrar su contenido: tortillas enrolladas, arroz con brotes de bambú, brócoli rabe hervido y daikon y caballa guisados, cada plato colocado en su propia sección. Los huevos parecían esponjosos y suaves, el sésamo blanco y negro del plato de arroz le hizo la boca agua, y la caballa tenía un color dorado.

La vista y el aroma le dieron hambre. Todo tenía muy buena pinta, pero Sanae no podía guardarse un comentario desagradable.

“… Ugh, te estás esforzando demasiado en ser de temporada.” Tan pronto como lo dijo, Sanae se arrepintió: estaba descargando su frustración con esta chica.

Pero la chica no estaba molesta. Se reía, y ver eso hizo que Sanae se sintiera mezquina en comparación, lo que a su vez hizo que se enfadara de nuevo.

“Bueno, lo hizo la charcutería.” Dijo la chica. “Además, la comida de primavera sabe muy bien en primavera.”

Sanae sintió que comerlo ella misma sería una jugada barata por su parte, pero lo más importante es que se veía delicioso. Se tapó la boca y se aclaró suavemente la garganta. “Entonces sólo tomaré una.” Dijo, y se metió en la boca una tortilla enrollada. Se limpió los dedos con una toallita húmeda mientras masticaba la comida. Deliciosa.

“Sigue siendo un buen material, incluso con todos estos cerezos en flor alrededor.”

El comentario de la chica hizo que Sanae frunciera el ceño. “¿Hay algo especialmente destacable en estos cerezos en flor?”

“Sí, aparentemente hay algunas historias espeluznantes sobre ellos.

¿Sabes que hay gente que puede ver cosas que la mayoría de la gente no puede ver, ese tipo de cosas del sexto sentido? Estas flores de cerezo sólo atraen a la gente con un sexto sentido muy fuerte. Ese es el rumor.”

Sanae miró a su alrededor.

La pareja seguía coqueteando. La mujer de mediana edad estaba tumbada en el banco, con el smartphone en una mano y el sake en la otra. Las estudiantes universitarias charlaban en voz alta entre ellas, y la chica alta de secundaria estaba concentrada en silencio. La niña pequeña estaba en el banco, moviendo las piernas mientras hablaba por teléfono, y el chico del fútbol hacía lo mismo. La chica de aspecto aturdido estaba desconectada, mirando fijamente su pantalla. La chica de aspecto impreciso que se había ofrecido a guardar el sitio de Sanae estaba sentada de rodillas, con la cabeza colgando, frente al hombre de traje que parecía trabajar en alguna empresa u oficina gubernamental. Parecía que la estaban sermoneando.

Sanae observó todo el parque una vez más, y luego asintió. “Bueno, no creo que nadie en este parque, incluida yo misma, tenga ese tipo de… sexto sentido, o poderes mágicos, o alguna habilidad inusual.”

“¡Ah, vamos! Nunca se sabe.” La chica sonrió alegremente, lo que volvió a irritar a Sanae.

¿Por qué esta chica sigue actuando de forma tan amistosa conmigo cuando ni siquiera nos conocemos? Sanae dio un trago a su agua mineral, y luego alcanzó la caballa guisada.