Hazure Skill Kage Ga Usui (NL)

Volumen 2

Capítulo 6: Reunión De Chicas

Parte 2

De repente, Rila soltó: —…Te has olvidado de la amabilidad. Tiene una personalidad muy reflexiva…

Milia e Iris se volvieron para mirar a Rila, que de repente desvió la mirada.

—…Señorita Prima Donna, no sé cómo decirlo, pero es un poco injusto lo linda que puede ser.

—Estás tan llen a de ti mism a , pero de repente te vuelves tímid a — añadió Iris.

—Oh, deja de hacer eso.

Rila dio otro sorbo a su vaso.

Como no tenían nada que comer, los tres se dirigieron a la cocina.

—Él… está bastante retrasado…

—Rila, ¿estás preocupada por él?— preguntó Milia.

—Por supuesto que no. Sólo pensé que podría seguir trabajando mientras ustedes dos eluden sus responsabilidades aquí.

—Siempre dices cosas así, pero tus verdaderos sentimientos son evidentes— Milia se movió para acariciar la cabeza de Rila, pero ésta la apartó.

—Eso es una falta de respeto. ¿Acaso sabes quién soy?

—¿Importa?— Milia se pegó a Rila por detrás. —Tienes una cara tan perfecta… y tus pechos… son mucho más grandes que los míos…

—¿Yo? ¡¿Perfect a ?! ¡Lo soy ! ¡Arrodíllate ante mí, virgen!

—A diferencia de ti, yo tengo algo llamado integridad.

Se oyó un ruido en la puerta principal.

—Parece que ha vuelto— comentó Rila.

Las tres mujeres se animaron.

—Le daré la bienvenida a casa. No te interpongas en mi camino, niña— declaró Rila.

—Siempre lo consigues. Yo lo voy a hacer hoy— replicó Milia.

—¡Por qué, pequeñ a …!

—¿Qué te pasa?

Mientras la pareja estaba ocupada, Iris se deslizó junto a ell a s y se dirigió a la puerta principal. —Bienvenido a casa. Llegas tarde— le dijo a Roland.

—…¿Eh? ¿Qué pasa hoy?— preguntó.

—Teníamos algunas cosas que necesitábamos desahogar, de mujer a mujer.

—¿Es eso cierto?— respondió Roland en voz baja mientras se asomaba a la cocina. —Y hasta la señorita Milia está aquí. Buen trabajo hoy.

—¡Lo mismo digo! ¿Quieres que te prepare algo? Milia se ofreció con entusiasmo.

—Gracias. Pero estoy bien— respondió Roland con una sonrisa, y a Milia le dio un vuelco el corazón.

—Bribón.

—¿Qué pasa ?

—Tienes a la doncella en un aprieto.

—¡¿Qué crees que estás diciendo?!

A pesar de las protestas de Milia, Rila tenía razón. El empleado del gremio realmente no tenía idea de qué hacer.

Las tres mujeres comieron los bocadillos que Milia había preparado y hablaron de esto y aquello mientras bebían. Roland incluso se unió. Iris se comportó como siempre, pero Rila le sonrió más de lo habitual.

En algún momento de la noche, Milia acabó planteando la pregunta a Rila. —¿No sientes nunca celos? ¿Nunca quieres que se acabe? Como cuando Iris y yo estamos conociendo al Señor Roland.

—No es que no lo sienta así, pero como sabes, es un buen hombre. Nadie puede evitar que las mujeres acudan a él. Incluso si te alejara de él, otras vendrían por él de todos modos— Tal fue la explicación que dio Rila.

Milia se dio cuenta de lo mezquina que había sido al escuchar eso. —Creo que me iré pronto. Gracias por recibirme— dijo amablemente.

—Es tarde, así que te llevaré de vuelta. Rila, no te pases con la bebida— dijo Roland.

—Lo sé. Asegúrate de llevarla hasta casa, bribón.

Rila se despidió con la mano y Milia le devolvió el gesto.

—No vivo tan lejos. Puedo volver por mis propios medios— afirmó Milia.

—No. Aquí es relativamente seguro, pero es peligroso que una chica camine sola de noche. Vamos— respondió Roland, guiando el camino.

Milia sintió que era la primera vez que estaban a solas en mucho tiempo, desde que lo había invitado a cenar a su casa. La joven no tenía ni idea de qué hablar y acabó guardando silencio todo el tiempo. Roland también era siempre un hombre de pocas palabras, por lo que ambos estaban callados.

A la luz de la luna, su camino no era especialmente oscuro. Si hubiera sido un poco más oscuro, Milia había planeado tomar su mano en silencio, pero cuando consideró la posibilidad de que alguien la viera, no encontró el valor para hacerlo.

Por desgracia, su casa no tardó en aparecer.

Quería desnudar todos los sentimientos de su corazón, pero se había quedado sin palabras. Después de que Roland la acompañara hasta la puerta principal, hizo una pequeña reverencia, le dio las buenas noches y se volvió para entrar.

Desde algún lugar de la mente de Milia, Rila parecía burlarse de ella por su cobardía.

—Así que… Señor Roland.

—…¿Si?

Milia había logrado detenerlo, pero no tenía idea de qué decir.

Tenía los labios secos. Tragó. Le temblaban las rodillas. Los latidos de su corazón, que parecían mucho más fuertes de lo habitual, retumbaban en sus oídos.

De repente, le vino a la mente una escena de una novela romántica que había leído recientemente. Escogió una frase en particular que la heroína había dicho a su amado cuando se separaban.

—Mañana estará despejado, ¿no?

Roland miró al cielo y asintió. —Estaría bien que así fuera.

—¡Buenas noches! Nos vemos mañana. ¿En el gremio?

Después de inclinarse, Roland se fue.

Milia entró, dio la espalda a la puerta y se hundió en el suelo. —Ahhh…

En el libro, la frase había sido una confesión de los sentimientos de la heroína. Sin embargo, era un método de admisión increíblemente indirecto, por lo que no había conseguido que se entendiera en absoluto.

Milia aún estaba lejos de tener el valor de articular su afecto de forma clara