Kajiya De Hajimeru (NL)

Volumen 2

Capítulo 7: Un Nuevo Encargo

Parte 1

El estoque ya estaba completo, así que al día siguiente decidí hacer una funda. Camilo no me había pedido nada específico para la vaina, así que iba a confiar en mi instinto. Si al cliente no le gustaba el resultado final, siempre podría rehacerlo según sus especificaciones. Una vez más, hoy iba a trabajar solo; Rike y las demás seguían forjando modelos de nivel básico.

Antes de ponerme a trabajar, fui a nuestro almacén de tablones de madera, seleccioné dos del tamaño adecuado y los llevé de nuevo a la forja. El proceso fundamental de fabricación de una vaina para un estoque no era diferente al de cualquier otra espada.

Cada tabla formaría la mitad de la vaina. Tallé un hueco donde descansaría el estoque y luego pegué los dos lados. También tallé el exterior para que coincidiera con la forma de la hoja.

Recordé que la abertura de la vaina de una espada japonesa se llamaba literalmente la boca del pez koi por su forma abierta. Para esta vaina, decidí utilizar acero para reforzar tanto la punta como la abertura. Con estos añadidos de acero, la vaina parecía más sólida que cuando era sólo de madera. Si hubiera querido hacer la vaina aún más elaborada, podría haber cincelado un diseño en su superficie, o haberla cubierto con el cuero de la piel de un ciervo. Sin embargo, decidí dejarla como estaba.

Las vainas nunca tardan mucho en hacerse, pero terminé la del estoque más rápido de lo habitual, ya que sólo era provisional. Con el tiempo que me quedaba en el día, seleccioné una parte de las espadas cortas y largas que estaban haciendo las demás, eligiendo las que acababan de ser desmoldadas. Las convertiría en modelos de élite.

Las espadas—tanto las que había fundido Samya como las que había fundido Diana—estaban claramente mejor hechas que en el pasado. Gracias a los esfuerzos de ellas, las espadas serían más fáciles de terminar. Eran buenas, no sólo para los modelos básicos, sino también para los de élite.

Quizá fuera porque me había acostumbrado a mantener un nivel de concentración tan elevado para forjar el estoque, pero me encontraba más concentrado sin darme cuenta. Las imperfecciones del metal parecían derretirse bajo mi martillo y, a este ritmo, convertiría todo en modelos personalizados por accidente.

Ya no me atormentaba la cuestión de si era consciente de hacer las armas que quería y cederlas a un tercero. Pero, eso era diferente a hacer exclusivamente modelos personalizados. Para empezar, convertir todo en un modelo personalizado no tenía ningún sentido práctico—se vendían por una moneda de oro como mínimo (aunque el precio estaba sujeto a mis caprichos), un precio que resultaba exorbitante para la mayoría. Los modelos de élite eran, con diferencia, el mejor candidato para el producto estrella de nuestra forja, ya que conseguían el equilibrio perfecto entre calidad y accesibilidad.

Y así, me contuve mientras trabajaba. Tal y como había previsto, como había empezado con un molde de alta calidad, pude completar rápidamente la espada de élite. Tal vez era el momento de dejar que Diana probara sus habilidades con el martillo.

Al final del día, habíamos producido un número satisfactorio de espadas. Mañana podríamos pasar a los cuchillos. Al ritmo que llevábamos, mañana tendríamos suficientes reservas para Camilo, e incluso podríamos tomarnos un tiempo libre pasado mañana.

Había pasado un tiempo desde nuestras anteriores vacaciones. El desastre en la capital había ocurrido justo después de nuestro último descanso, y no habíamos tenido un día de descanso desde entonces. Además, el estoque de mithril había sido todo un reto de hacer, así que estaba listo para un descanso.

Durante la cena, propuse a los demás que nos tomáramos un día libre. El plan fue recibido con entusiasmo y aprobado por unanimidad.

Se hizo oficial—¡Pasado mañana sería un día de vacaciones!

◇ ◇ ◇

Al día siguiente (el anterior a nuestro día libre), Samya y Diana salieron juntas a cazar. Diana ya no volvía agotada de estas salidas, a diferencia de cuando empezó a vivir con nosotros. Su resistencia debe haber aumentado al correr por el bosque y seguir el ritmo de Samya. También noté la diferencia en nuestras sesiones diarias de sparring; nuestros combates duraban un poco más cada día, y Diana se esforzaba por contrarrestar cada vez más mis ataques.

Estaba bastante seguro, aunque no de forma concreta, de que con el nivel actual de resistencia de Diana, podría ganar a un soldado promedio superándolo y desgastándolo poco a poco. Estaba bien encaminada para convertirse en la luchadora más fuerte de la región.

Mientras ellas salían a cazar, Rike y yo pasábamos el día en la forja trabajando en cuchillos. Rike hacía los de nivel básico y yo los de élite. A estas alturas, el trabajo era tan rutinario que podíamos hacerlo mientras dormíamos. Trabajábamos rápida y eficazmente, produciendo cuchillos uno tras otro.

¿Se ha vuelto Rike más rápida o me lo estoy imaginando? Creo que sigo con el liderazgo, pero ella podría vencerme si tuviéramos que competir. Todo el mundo está aumentando de nivel de forma lenta pero segura.

Trabajamos en silencio. Al final del día, habíamos superado nuestra cuota semanal de cuchillos, así que pudimos cerrar el taller antes del anochecer. Mientras limpiábamos, los golpes en la puerta nos alertaron de que Samya y Diana habían vuelto.

—Es el momento perfecto —le dije a Rike.

—Realmente lo es. Voy a limpiar esta área, Jefe.

—Gracias.

Entre los dos, la habitación quedó ordenada en un instante. Luego volvimos a la sala de estar, donde Samya y Diana estaban dejando sus arcos y otras pertenencias.

—Bienvenidos a casa —dije—. ¿Cómo ha ido?

—Estamos en casa —respondió Samya por las dos—. Hoy hemos cazado un ciervo enorme.

—No puedo esperar a verlo mañana cuando vayamos a traerlo a casa.

Samya hinchó el pecho y su cara brilló de orgullo.

—¡Te espera una sorpresa! Estoy deseando que llegue.

En contraste con la emoción de Samya, Diana parecía aturdida, casi como si hubiera una suave luz que le iluminara directamente la cara.

—Oye, Samya… ¿Qué pasa con Diana? —pregunté.

—Oh, verás —empezó Samya, moviendo la cabeza con desaprobación—, una madre lobo y su cachorro se acercaron a nosotros mientras destripábamos el ciervo. Diana echó un vistazo al cachorro y se enamoró de lo lindo que era. Desde entonces está así.

—Lo entiendo perfectamente —me imaginé a un bebé lobo moviendo la cola como un cachorro. Era fácil ver cómo Diana había caído bajo el hechizo del cachorro sin oponer resistencia—. ¿Qué pasó con los dos lobos?

—Tomaron los intestinos del ciervo y huyeron a alguna parte. Probablemente sabían que estábamos cazando y habían estado esperando todo el tiempo su oportunidad para hurgar —explicó Samya—. Pero no te preocupes. Enterramos bien el corazón del ciervo.

Los lobos del bosque eran extraordinariamente inteligentes. Si Diana se enteraba de que podíamos entrenar a uno para que viviera con nosotros alimentándolo con regularidad, tal vez se sintiera tentada a intentarlo. Pero ese era un frente en el que no me comprometería—una cosa era si encontrábamos un cachorro huérfano para criar, pero no podíamos separar a uno de sus padres. Cuando me encontré con los ojos de Samya, pude ver que habíamos llegado a la misma conclusión. Ambos asentimos firmemente al mismo tiempo.

◇ ◇ ◇

Durante toda la cena, Diana no paró de hablar de lo adorable que había sido el cachorro lobo.

Por desgracia, al día siguiente también estaba preocupada.

Empezamos la mañana completando nuestras tareas. Luego, nos dirigimos juntos al lago para poder recuperar el cadáver del ciervo. Diana estuvo inquieta durante todo el trayecto hasta el lago. Seguro que estaba comprobando si el cachorro estaba cerca.

No me malinterpreten, simpatizaba con sus sentimientos. En mi mundo anterior, de vez en cuando me encontraba con gatos con sus gatitos. Cuando volvía a pasar por la zona en los días posteriores al encuentro, siempre estaba muy alerta, con la esperanza de volver a ver a los gatos. Sin embargo, los reencuentros habían sido escasos. Nunca parecía encontrar a los gatos de nuevo, por mucho que buscara.

Y así, al final, llegamos a la orilla del lago sin ver ni un pelo de los lobos. Al mirar los ojos de Diana me di cuenta de que estaba decepcionada, pero lo que no te mata te hace más fuerte.

En cuanto al ciervo… Era tan grande como el enorme jabalí que Samya y Diana habían matado.

¡Debe medir al menos dos metros!

—Cazar este ciervo debe haber sido todo un reto —dije.

—Gracias a las puntas de flecha que hiciste, junto con un poco de suerte, pudimos derribarlo rápidamente, y murió casi instantáneamente después de que le disparara —dijo Samya—. Debo haber dado en un lugar vulnerable.

—Increíble.

—Nunca hubiera podido derribarlo tan rápido con una flecha normal. Habríamos estado persiguiéndolo hasta bien tarde por la noche.

En respuesta al cumplido indirecto de Samya, simplemente dije: “Gracias”.

Le pedí a Rike que cortara un árbol más grande mientras los demás arrastrábamos el cuerpo del ciervo hasta la orilla. Al principio, fue fácil; nos ayudó la flotabilidad del agua. Pero a medida que el cuerpo se acercaba a tierra firme, se hacía cada vez más pesado.

Samya, Diana y yo éramos mucho más fuertes que los humanos promedios, así que el peso no era inmanejable. Tirar de un ciervo de este tamaño seguramente habría llevado a más de dos personas, suponiendo la fuerza de una persona promedia.

Entre la carne de jabalí sobrante y este nuevo venado, tendríamos más carne de la que sabríamos qué hacer.

Con la madera que Rike había cortado, hicimos un traspaso y cargamos el ciervo en él, y luego partimos hacia casa. El transporte era más grande de lo habitual para acomodar el tamaño del animal, y lo arrastramos todos juntos. Entre el peso del transporte y el del ciervo, el viaje fue más agotador y más largo de lo habitual.

De vuelta a la cabaña, colgamos el cuerpo, lo que no fue fácil. Pero después, el descuartizamiento fue sencillo. Como siempre, nuestros cuchillos de modelo personalizado fueron de gran ayuda a la hora de trinchar, pero sobre todo, simplemente nos habíamos acostumbrado al trabajo. Al fin y al cabo, teníamos que descuartizar un animal casi cada semana. Reservé una parte del venado fresco para nuestras comidas diarias. Esta vez, Samya también guardó algunos de los tendones del ciervo para poder usarlos para ajustar su arco más tarde.