Hazure Skill Kage Ga Usui (NL)

D esperté con la luz de la mañana que entraba por la ventana , sal iendo de la cama, dej é atrás a Rila, que seguía durmiendo.

Su verdadero nombre era Rileyla Diakitep. Hasta hace poco, dirigía un ejército entero y se la consideraba el Señor Demonio más poderoso y aterrador de todos los tiempos, mientras arrastraba al mundo a la guerra.

Bueno, supongo que debería llamarla el ex Señor Demonio, teniendo en cuenta todo esto.

—…¿Ya está despiert o ?— Rila volvió sus ojos somnolientos hacia mí mientras acunaba las mantas contra sí misma. —Para ser una asesin o , te has adaptado bien a las mañanas .

—Es un ex-asesino. He renunciado.

—Supongo que es cierto.

Mi última misión en mis muchos años como asesino encubierto había sido eliminar al Señor Demonio. El cliente había sido el gobernante del Reino Felind, el Rey Randolf. También me había pedido que ayudara al grupo de héroes. El grupo había estado compuesto por cuatro mujeres, Almelia la heroína, Elvie la paladina, Lina la maga y Serafin la clérig o . Después de luchar en la gran Guerra Humano-Finlandesa, nos habíamos infiltrado en el castillo del Señor Demonio.

Ninguno de nosotros había sufrido heridas graves, pero el grupo de héroes quedó exhausto cuando entramos en la fortaleza. Así que, como el único que no estaba agotado, había decidido desafiar al Señor Demonio por mi cuenta.

—Apenas ha amanecido… Harías bien en descansar un poco más— dijo Rila mientras me hacía sitio para volver a la cama.

Una expresión de calma adornó el rostro de Rila, algo que habría sido inimaginable durante nuestro primer encuentro.

Mi último trabajo había ido extraordinariamente bien.

Rila estaba aquí porque había sellado sus poderes con un collar que le puse en el cuello. Además de transformarla, el accesorio único e inamovible que había adquirido específicamente para el Señor Demonio debilitaba al portador cuanto más maná poseía. Así fue como la había “matado”.

Las únicas personas que conocían este secreto éramos Rila y yo, junto con la elfo Roje, que había servido como guardia de Rila en el ejército disuelto.

—En algún punto del camino, te volviste indefens a . Puedo ver la debilidad en toda tu cara— dije.

—Yo podría decir lo mismo de ti— se burló Rila.

Era una hermosa mujer demonio que presumía de habilidades mágicas que superaban con creces las de cualquier otra persona, además de su excelente sensibilidad. Era tan poderosa que ni siquiera un reino entero habría sido suficiente para derrotarla en la cima de su poder.

Rila me instó a que fuera más rápido y me dio unas palmaditas en el colchón. A regañadientes, me volví a tumbar en la cama.

—Por aquel entonces, creía de verdad que eras la muerte — admitió Rila de repente.

—¿Quieres decir en tu cámara de audiencias?— pregunté.

—Mm-hmm.

—Me había engañado a mí mismo pensando que podía ir mano a mano contigo, pero eso no podría estar más lejos de la verdad.

Había conseguido que Rila admitiera la derrota en menos de diez minutos. No había sido capaz de golpearme ni una sola vez, así que supongo que podría decir que había sido una victoria aplastante.

—Cada uno de ustedes, los humanos, tiene un poder especial que llaman habilidad, ¿no es así?

—Sí. Pero algunas habilidades son ganadoras y otras son perdedoras.

La sociedad consideraba que mi habilidad de Discreción una de esas que no valen nada. Lo máximo que podía hacer mi habilidad era hacerme menos perceptible para los demás. No me hacía invisible ni ocultaba todo rastro de mi presencia. Simplemente me volvía considerablemente anodino. A pesar de que el Señor Demonio era un oponente imposible, incluso para el ejército de un rey, la había derrotado sin ayuda en poco tiempo.

—Aunque hubiera entendido tu habilidad, nunca habría podido ganar contra la forma en que la utilizas— comentó Rila.

—Por supuesto. En mi línea de trabajo, se trata de dar el último golpe. Si no pudiera matar a un blanco sólo porque desentrañara el funcionamiento de mi habilidad, sería un pobre asesino.

Mi habilidad era un fracaso. Del tipo que la mayoría de la gente ni siquiera se molestó en usar.

Durante mi batalla con Rila, ella no había sido capaz de percibir que yo estaba justo delante de sus ojos, lo que la había confundido rápidamente desde el principio del combate. Podría haber ideado un plan para contrarrestarme, pero para cuando pudo actuar, yo ya había clavado un cuchillo delante de sus ojos.

A partir de ahí, Rila, ahora capaz de transformarse en un gato negro, y comenzamos una vida normal juntos. Cuando el rey me preguntó qué quería como recompensa, eso fue lo que pedí.

Pasó algún tiempo después de que volviera a la cama, pero no tardé en levantarme de nuevo. Rila me siguió. Preparó un sencillo desayuno en la cocina, que comí antes de ir a trabajar.

Aunque se suponía que llevábamos una vida normal , no tenía un dominio fantástico de lo que la mayoría de la gente consideraba normal.

Después de pensarlo, llegué a la conclusión de que la mayoría de la gente tenía trabajos diarios. Casualmente, el Gremio de Aventureros local estaba buscando empleados, así que me entrevisté allí y me contrataron.

Desde mi casa, me dirigí a la ciudad, donde se encontraba esa misma oficina del gremio. Tras entrar por la puerta trasera del edificio, me dirigí a un grupo de escritorios detrás del mostrador de recepción.

—Buenos días— saludé a varios compañeros de trabajo que ya estaban allí.

Una de las empleadas del gremio me dedicó una brillante sonrisa. —Buenos días, Señor Roland. Vamos a hacer otro buen día de trabajo.

Se trata ba de Milia, una de mis compañeras de trabajo y la persona que a menudo me guiaba en mi trabajo.

—Sí, me hace ilusión— respondí.

Gracias a Milia pude acostumbrarme rápidamente a este trabajo, a pesar de las numerosas y desconcertantes diferencias que encontré en comparación con mi anterior ocupación.

Una vez reunidos todos los empleados del gremio, la Directora de Sucursal, Iris, salió del fondo. Rápidamente nos puso al corriente de algunos asuntos, nos hizo algunas advertencias y dio por terminada la reunión de la mañana.

Abrí la puerta de entrada y llamé a los aventureros que me esperaban para que entraran. Era un día normal en mi vida como empleado del gremio.

Hoy no estaba trabajando en la ventanilla, así que estaba archivando papeles en mi propio escritorio.

—Me gustaría solicitar al Señor Argan— dijo alguien, lo que me hizo mirar hacia la recepción. Vi a un aventurero al que a menudo le organizaba misiones.

—Roland, ya que el aventurero preguntó específicamente por ti, ¿podrías sustituirme?— preguntó un compañero.

—Claro.

Ocupé el asiento del empleado que había estado de guardia en la recepción. Como siempre hice, aconsejé al aventurero utilizando mis conocimientos sobre monstruos, combate y habilidades que había cultivado durante la guerra.

—Usted siempre es una gran ayuda. Gracias a usted, Señor Argan, he dejado de lesionarme. Casi parece que estoy mejorando.

—Probablemente porque lo e stá s. La confianza en uno mismo que se detiene tímidamente en la arrogancia es lo que la gente llama verdadera fuerza. No tienes nada más que tus propias habilidades para agradecer tu reciente éxito.

—Gracias. Estoy deseando trabajar con usted en el futuro— El aventurero se inclinó y se fue.

—Todos los clientes te admiran mucho— dijo Milia.

—¿Tú crees?

Sólo sabía cómo actuaban los aventureros a mi alrededor, así que no tenía nada más con lo que comparar su comportamiento.

—¡Señor Rolaaand! Tenemos un aspirante a aventurero. ¿Podría ayudarles, por favor?— llegó otra llamada.

—Por supuesto.

Para convertirse en aventurero, había que pasar una prueba, y a mí me habían nombrado recientemente supervisor de este oficio. Se decía que los que superaban mis pruebas pasaban a servir en regiones remotas.

Como es lógico, la persona que quería hacer el examen hoy, lo ha aprobado.

—Parece que os lleváis bien…— murmuró para sí misma la Directora de Sucursal, Iris, cuando volví para darle un informe. Miró los papeles y luego a mí.

—¿Crees que sí?— pregunté.

—Lo sé. Parece que ha pasado mucho tiempo desde el día en que te entrevisté.

—Sí, parece que ha pasado mucho tiempo desde que usé mi habilidad para quitarte la ropa interior y ponértela de nuevo.

—¡No tienes que decir esa parte en voz alta!— gritó Iris, sonrojada. Después de aclararse la garganta, continuó. —Los habituales confían en ti, y todos los aventureros que has pasado el examen han seguido activo s … ¿Te parece gratificante este trabajo?

—¿ G ratificante?— Repetí sin comprender.

Iris asintió.

La verdad es que era agradable oír hablar de los éxitos de los que habían pasado mi examen y habían hecho las misiones que yo había recomendado. Algunos aventureros incluso se desvivieron por darme las gracias.

—Siento que en realidad podría serlo— respondí.

—Espero grandes cosas de ti, así que sigue trabajando bien— m e indicó Iris con una sonrisa.

Aquí no tenía que matar ni engañar a nadie. Trabajar como empleado del gremio era un trabajo normal . La única preocupación que tenía era cómo continuar con esta existencia relativa que había encontrado.

En ese momento, no tenía la menor idea de que pronto me vería arrastrado al matrimonio concertado de Almelia la héroe, una antigua alumna mía , que resultaba ser la princesa del reino.