Sokushi Cheat Ga Saikyou (NL)

Usando los cristales estelares, Lynel podría convocar a un nuevo compañero. Era algo que había intentado muchas veces antes, pero normalmente conseguía animales pequeños como ardillas y ratones. Los mejores resultados que había visto eran los perros o los lobos. En raras ocasiones se convocaría a una persona, pero sería un aldeano normal sin habilidades de combate en absoluto. Para Lynel, confiar en tal convocatoria era una apuesta final y desesperada.

Incluso si tenía una garantía de que era ultra rara, eso no cambiaba nada. Después de todo, la última garantía Ultra Rara le había conseguido un hermoso pero impotente clon de la diosa. Las posibilidades de que volviera a ocurrir lo mismo eran bastante altas. Así que el número de cristales estelares necesarios sólo llevaba el más mínimo rastro de esperanza para él. Cinco piedras se habían necesitado la última vez, pero esta vez eran diez. La mayor cantidad debería haber significado un efecto más fuerte, de lo contrario no habría tenido sentido la diferencia. Esta vez, tal vez su garantía de ultra rareza le daría un guerrero con verdadera habilidad, alguien que podría atravesar esta situación de otra manera desesperada. Si eso fuera posible, valdría la pena gastar el último de sus cristales estelares.

Pero también tenía otro pensamiento. Si quería sobrevivir, aunque fuera por un poco más de tiempo, debería aferrarse a ellos. Usarlos para revivirlo era la opción más efectiva. Con una sola piedra, podía recuperarse de cualquier lesión y superar su terrible suerte. Y para alguien con suerte como la de Lynel, eso era invaluable.

Lynel miró a Frederica que estaba acurrucada en el suelo. Su transformación se había producido desde el hombro hacia abajo, probablemente para que su brazo se desprendiera más fácilmente. Afortunadamente, eso significaba que su vida no estaba en peligro, pero aún así, difícilmente podía lograr mucho en ese estado.

Si esperaban allí indefensos, eventualmente morirían.

¡Este no es el momento de dudar! Lynel se regañó a sí mismo.

Sacó los últimos cristales de estrella de su bolsillo y los sostuvo con ambas manos mientras rezaba. Tratando de imaginar el ser más poderoso que pudiera, hizo rodar la gacha.

Las piedras se desvanecieron inmediatamente, una luz brillante apareció en el espacio delante de él. Estrellas brillantes llenaron el aire, bailando a su alrededor. Inmediatamente sintió que algo había salido mal, que era exactamente lo mismo que había pasado la última vez. Trató de convencerse de que era simplemente el proceso estándar de una invocación Ultra Rara. La luz se reunió en un punto, tomando la forma de una persona.

Lynel se quedó atónito. Era una mujer. Llevaba ropa preciosa y joyas llamativas, pero nada de eso alejaba el foco de su curvilínea figura. En su mano derecha había una enorme espada ornamentada, y en la izquierda una rueda de algún tipo, claramente imbuida de poder divino pero su función exacta no estaba clara.

Además de las armas en sus manos, hachas, lanzas, espadas y escudos flotaban en el aire a su alrededor como para protegerla. Flores y estrellas comenzaron a crecer y a brillar en el espacio circundante, y una suave brisa envolvió el área. El sonido de las alabanzas que se cantaban llenaba el aire, voces que desbordaban de alegría aunque no provenían de una fuente visible.

Era realmente una figura que parecía merecer el título de Ultra Raro, pero Lynel no podía ocultar su decepción. Porque esta mujer era, inequívocamente, la misma diosa que lo había traído a este mundo. En otras palabras, había obtenido exactamente el mismo resultado que la última vez.

“¡Oye! ¿Qué es esa mirada? ¡Parece que estás decepcionado de verme!” se quejó la diosa, notando la desesperación claramente escrita en la cara de Lynel.

“Quiero decir, sólo vas a decir algo como, ‘Lo siento, usé todo mi poder en los gráficos de nuevo’, ¡¿verdad?!”

“Ah, no te preocupes, esta vez es diferente. Esta vez vine con mi cuerpo real.”

“Espera, uhh, eso significa…”

“¡Esta vez puedo usar toda mi autoridad divina! ¿el engendro del Dios Oscuro? Por favor. Algo así está tan por debajo de mí como para ser totalmente irrelevante. ¡Incluso llamarlos alevines les da demasiado crédito!”

“¡Oh! Entonces…”

“Sí. Adelante y mira. ¡Tendré todo esto limpio en un instante!”

Lynel sintió el alivio que le inundó. Parecía que todo iba a estar bien. Después de todo, era una diosa. No importaba lo fuertes que fueran los monstruos, sólo eran los sirvientes de un “dios” caído. No había nada que pudieran hacer excepto postrarse ante la gloria de una verdadera deidad.

La diosa caminaba tranquilamente hacia el engendro. Como si acabaran de darse cuenta de que había aparecido alguien diferente, las dos criaturas dejaron de luchar inmediatamente y se volvieron hacia ella.

“Lynel, esto es…” Sintiendo la pausa en el caos, Rick se dirigió al lado de su compañera.

“¡Yo lo hice! ¡Es la diosa! ¡Me las arreglé para convocar a la diosa! ¡Todo está bien ahora!”

“No la reconozco, pero ciertamente tiene una presencia abrumadora. Con ella de nuestro lado, tal vez…”

Lynel pudo ver que los hombros de Rick se relajaban. Él también podía ver lo poderosa que era la diosa.

Lynel sonrió. “¡Incluso podría ser capaz de curar a Frederica!”

La diosa se puso de pie ante Orgain, el engendro alado, que a su vez se arrodilló, bajando la cabeza.

“¡Oh! ¡Mira eso! ¡Ella terminará todo esto sin siquiera tener que luchar!”

Lynel se conmovió. Las cosas nunca le habían ido tan bien en su vida. Pensar que podría salir adelante en este momento, cuando la existencia de la propia humanidad estaba en juego, le hizo pensar que tal vez su suerte no era tan mala después de todo.

Pero su suerte era realmente la peor.

“Señora Vahanato, ¿qué la trae a un lugar como éste?”

Algo no estaba bien. La forma en que actuaba el engendro del Dios Oscuro estaba totalmente equivocada para un enfrentamiento con una diosa de la justicia. Al principio, parecía que Orgain había reconocido lo superado que estaba y estaba pidiendo misericordia. Pero ahora parecía más bien que la cosa estaba saludando felizmente a alguien cercano a su propio amo.

“¡Oh! ¡La Srta. Vahanato está aquí! ¿Qué pasa? La barrera debería caer muy pronto.” Actuando como un cachorro excitado, Lute saltó hacia la diosa, cuyo nombre Lynel ni siquiera había conocido hasta entonces.

“Ummm… ¿qué está pasando aquí?” preguntó con indecisión.

“Digamos que en el momento en que me viste, tu suerte fue la peor de las peores”.

“Entonces, cuando dijiste que limpiarías todo, querías decir…”

“Eliminar a la humanidad podría llamarse limpieza, ¿verdad?”

Ante la respuesta indiferente de Vahanato, Lynel pudo sentirse golpeando el fondo rocoso del pozo de la desesperación. Habría sido mucho mejor si simplemente no hubiera hecho nada en absoluto.

En cambio, había provocado un desastre aún mayor. Imagínese.

◇ ◇ ◇

Al llegar al final de las escaleras, el grupo de Tomochika entró en una habitación del sótano. Estaba en condiciones terribles. Aunque era de piedra, las paredes, el suelo y el techo estaban cubiertos de cicatrices. A Tomochika le pareció que había sido hecho intencionadamente, las profundas grietas daban la apariencia de que alguien había intentado abrirse camino. Casi parecía como si alguien hubiera irrumpido en una habitación vacía, talló las paredes sin razón aparente, y luego se fue. Lo único que sobresalía era una abertura a lo largo de una pared.

“Parece que sigue adelante”, observó Yogiri. La abertura era como una ventana, que ofrecía una vista del cañón y la barrera que aprisionaba al Dios Oscuro, pero no tenía sentido ir en esa dirección. Su mejor apuesta era la puerta del lado más alejado de la habitación. Estaba cerrada, pero Yogiri la abrió fácilmente. Probablemente había habido algún tipo de sello poderoso en ella, pero al final era sólo otra puerta, y desactivarla era un juego de niños para él.

Yogiri lideró al grupo dentro. Estaba oscuro; la habitación no tenía ventanas.

“Déjenmelo a mí. Al menos puedo usar suficiente magia para hacer algo de luz.” Después de que ella murmurara algún tipo de conjuro, una bola de luz apareció sobre la palma de Teodisia.

“Dices que no eres buena con la magia, pero eso me parece bastante impresionante”, dijo Tomochika.

La bola de luz, del tamaño de un puño, se levantó y se detuvo en el techo. Cuando Teodisia entró en la habitación, el orbe se movió para seguirla, permaneciendo directamente sobre su cabeza. Dentro de la cámara había varios grandes cilindros de vidrio, todos destruidos de la misma manera que las paredes de la habitación anterior. Era como si todo dentro de la habitación hubiera sido cortado en pedazos.

Yogiri detuvo a Tomochika mientras intentaba entrar. “Espera ahí un segundo, Dannoura.”

“¿Qué sucede?”

“No querrás ver esto.”

Si sólo hubiera sido un montón de cuerpos mutilados, no la habría detenido.

Le recomiendo que haga lo que él dice, añadió Mokomoko.

Con ambos aconsejándole que se quedara fuera, Tomochika decidió cumplir.

“¿Puedes saber si tus amigos están aquí?”

“Probablemente, aquí…” Teodisia señaló uno de los tubos de cristal. El vidrio se había roto, pero los fragmentos rotos habían conservado al menos parte del fluido. La gente flotaba dentro, su piel oscura y su pelo plateado los traicionaba como semidemonios. Pero estaban muy mutados, ya casi no tenían forma de personas. Todos los cilindros de la habitación contenían el mismo contenido macabro.

Teodisia inspeccionó cuidadosamente todos los tubos, y luego se volvió hacia los otros. “Sé que es terrible para mí sentir alivio a pesar de ver a mi gente así, pero…”

“¿Tu hermana no está aquí, entonces?”

Tan deformes como estaban, los cuerpos eran todavía identificables, así que ella habría sabido si uno era su hermana.

“No. ¿Pero qué puedo hacer? ¿Podría tu poder acabar con su miseria?”

Algunos de los suyos parecían muertos, asesinados por algún tipo de monstruo, pero muchos de ellos todavía se retorcían de dolor.

“No creo que sea una buena idea. No si crees en algún tipo de vida después de la muerte para ellos.”

“Supongo que tienes razón. Dejárselos a un extraño sería inaceptable”. Teodisia sacó su espada, incitando a Yogiri a salir de la habitación. Un poco más tarde, se reunió con ellos en el pasillo.

“Entonces, ¿qué hacemos ahora?” Tomochika preguntó mansamente, su comportamiento indica que había adivinado lo que había pasado dentro.

“Primero, volvamos a la superficie y veamos qué está pasando”, sugirió Yogiri.

“¡Eso es! ¡Esa cosa parecía un jefe final! Sin embargo, tal vez el Maestro de la Espada ya lo ha vencido.”

“¿Qué deberíamos hacer con ese Maestro de la Espada, de todos modos?” preguntó Yogiri, algo molesto por la escena que había presenciado. No tenía ni idea de las circunstancias que habían llevado a las atroces acciones del Maestro de Espadas. Tal vez era realmente un sacrificio necesario para mantener el mundo a salvo. Pero no importaba la razón, pisar la dignidad de otros de esa manera era algo que no podía aceptar.

“Me enseñaron a asegurarme siempre de que un rencor nunca sobreviva para perdurar. Pero esto no es una venganza que pueda confiar a otros, y no podría esperar derrotar a un Maestro de la Espada por mi cuenta, así que en este caso dejaré de lado mi deseo de venganza.”

“Muy bien”, Yogiri asintió. En su estado mental actual, si ella le hubiera pedido que la ayudara, probablemente habría aceptado. Pero si mataba a alguien sólo porque no estaba de acuerdo con sus acciones, estaría sobrepasando sus límites. Y una vez que cruzara esa línea una vez, no habría vuelta atrás.

Bueno, no será un problema si el Maestro de la Espada trata de matarme a continuación, pensó Yogiri para sí mismo.

◇ ◇ ◇

Con la llegada de la diosa, la batalla había caído en una pausa. Por supuesto, todavía había quienes eran lo suficientemente temerarios como para atacar sin saber quién era su enemigo, pero frente a la majestad de la diosa, incluso ellos se habían calmado.

“Arrodíllense”.

Con esa única palabra, investida de la autoridad de una poderosa deidad, todos en el área se arrodillaron. Los únicos que pudieron resistir fueron Rick, Lynel y el Maestro Espada. En resumen, eran los únicos que aún podían luchar, lo que significaba que cualquier oportunidad de una defensa coordinada había sido efectivamente eliminada. Afortunadamente, el intercambio de la diosa con el engendro había continuado por un tiempo, y aún no había vuelto su atención a ellos.

Mientras Lynel se quedaba estupefacto por el desastre que había provocado, el Maestro Espada se acercó.

“U-Umm…”

“No voy a culparte. Y tampoco espero que hagas nada al respecto.”

Lynel se esforzó en encontrar una excusa en respuesta, pero el Maestro de la Espada ya había seguido adelante, recurriendo a su otro compañero.

“Esta es la peor situación imaginable, pero todavía hay algo que podemos hacer. Primero, déjame darte las calificaciones para ser un Maestro de la Espada.”

“¡¿Yo?!” Rick jadeó, sorprendido por la sugerencia.

“Después de mí, eres el único que queda aquí que tiene una oportunidad. Y para que quede claro, sólo puede haber un Maestro de la Espada a la vez. En resumen, si yo muero, tú te convertirás inmediatamente en el próximo Maestro de Espadas. No es sólo un título, pero te darás cuenta cuando llegue el momento. Y no planeo morir tan fácilmente yo mismo.”

“Entonces, ¿qué deberíamos hacer?”

“Existe la posibilidad de que podamos cogerlos mientras están sentados charlando. En este momento, estoy absorbiendo todo el poder que tiene la torre. Si puedo absorber suficiente de ese poder, seré capaz de enfrentarme incluso a una diosa. Esta fue una de las muchas medidas que tomamos cuando planeamos la lucha contra el Dios Oscuro, después de todo.”

Rick se armó de valor. “En otras palabras, quiere que le ganemos tiempo. Está bien, parece que no tenemos otra opción”.

En ese momento, Lynel se dio cuenta de que esperaban que no contribuyera en nada. Era cierto que era poco lo que podía hacer. Pero él era el que había hecho que la situación fuera catastrófica. No podía quedarse sentado y esperar a que otros actuaran. Si se suicidaba…

La habilidad de Lynel para caminar al azar le permitiría rehacer todo. Pero su punto de salvación estaba en la cima de la torre. El engendro del Dios Oscuro aún vendría, e incluso sin convocar a la diosa, seguiría muriendo. Así que Lynel pensó en lo que podía hacer aquí y ahora.

“U-Umm! Diosa! ¿Puedo hablar contigo un momento?”

La diosa era la que lo había traído a este mundo en primer lugar. No era un extraño al azar para ella. Si necesitaban ganar tiempo, él podría ser capaz de hacerla hablar.

“¿En qué puedo ayudarle?”, respondió Vahanato, claramente de un humor agradable.

“Yo, uhh, realmente no sé lo que está pasando aquí. ¿Podría explicármelo, por favor? Te he convocado, ¿verdad? Entonces, ¿por qué te llevas tan bien con la gente que intenta matarme?”

“¡Ah, supongo que tiene sentido que tengas curiosidad! Pero no lo sé, ¿debería decírtelo?”

“¡Por favor, hágalo! ¡Necesito entenderlo!”

“Por supuesto que lo entiendes. Debe ser terriblemente confuso para ti. Bueno, hemos estado juntos por un tiempo, así que morir sin saber lo que está pasando sería algo triste, ¿no? Está bien, te lo explicaré.”

Con sorprendente facilidad, la diosa había accedido.