Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 11

Capítulo 7: Detengan Este Dedo

Parte 2

◇   CQ Angel Hamuel

Atravesaron las puertas y comenzaron a recorrer el camino por el estrecho fondo del barranco que conducía a las ruinas. Desde aquí, si corrían por este sinuoso camino durante diez kilómetros, llegarían a la entrada. Con las piernas de una chica mágica, era mucho más rápido que ir en vehículo.

Su marcha se aceleró de repente. El ambiente más bien relajado, ejemplificado por el intercambio de tarjetas de visita y pequeñas charlas, se había desvanecido, y ahora el aire que les rodeaba era cortante, diciendo: “Tenemos que seguir avanzando o moriremos, tenemos que luchar o moriremos, si perdemos moriremos, si dejamos que activen el dispositivo moriremos.” Esto ya iba más allá de cuestiones como “Si la Facción Puk activa el dispositivo, tomarán el control del liderazgo” o “Los intereses se irán a su lado.” La activación del dispositivo robaría a las chicas mágicas su propio ser. Les esperaba una vida más miserable que la muerte, una vida como ganado.

El hecho de que todos compartieran los mismos sentimientos y el mismo objetivo los hacía más rápidos. Por supuesto, no tenía sentido ser sólo rápido. Combinar esa velocidad con la precaución era precisamente lo que le daba sentido.

El radar de chicas mágicas de la mascota Fal agilizó enormemente este proceso. Realmente aumentó su resistencia a los ataques por sorpresa y aumentó su velocidad en la misma medida. Los surcos en el camino les indicaban que el enemigo había bajado en vehículos, pero sus fuerzas no podían tomar casualmente los vehículos para perseguirlos. Hamuel hizo que las Shufflin II tomaran la delantera, ordenándoles que pisotearan cualquier trampa que encontraran, mientras las otras chicas mágicas corrían a toda velocidad detrás del cuerpo suicida conformado por corazones.

Cuando casi habían llegado a las ruinas, encontraron la columna de camiones que la Facción Puk había llevado allí abandonada en el camino, bloqueando su paso por el estrecho barranco. Pasado éste, salían a una gran zona abierta rodeada de escarpados acantilados, y tenían que pasar por la entrada del extremo opuesto para entrar en las ruinas.

Balanceándose en su palanquín, Lethe dio órdenes. “Asegúrate de que esos camiones sean retirados sin demora.”

“Tenemos que investigarlos, por si acaso. Es posible que exploten al acercarse.” Señaló Hamuel.

“Entonces hazlo rápido.”

Se necesitó tiempo para asegurarse de que los camiones no eran nada más, y todo el tiempo, el estado de ánimo de Lethe empeoraba constantemente.

“Son sólo camiones.” Dijo.

“Sí, efectivamente, son sólo camiones.” Respondió Hamuel. “Entonces que pasen por encima de los techos. Para cubrir todas

nuestras bases, debería bastar con quitar sólo los neumáticos.” “Oh, es una buena idea. Bueno, entonces, vamos con eso.”

Las Shufflin II de diamante se unieron para levantar los camiones con gatos y quitarles las ruedas. Si el enemigo había dejado los camiones aquí para ganar tiempo, Hamuel se vio obligada a reconocer que habían cumplido su propósito. A pesar de su irritación, Hamuel dijo a las Shufflin II que pasaran por encima, por debajo o alrededor de los camiones.

Las Shufflin II utilizaron piedras para hacer escaleras improvisadas, usándolas para pasar por encima de los techos de los camiones antes de llegar finalmente a la entrada del espacio abierto frente a las ruinas.

Antes de que entraran en el vasto espacio circular que había delante de las ruinas, la mascota Fal hizo una pasada para comprobar si había enemigos y les dijo que sólo había una chica mágica sentada sola delante de las ruinas. Probablemente era Puk Puck.

Hamuel hizo que una Shufflin II de corazón se asomara sigilosamente desde detrás de una roca, y cuando comprobó la zona de la cuenca frente a las ruinas, se olvidó de sí misma y salió corriendo hacia las ruinas y no volvió. Esto básicamente confirmó que la chica mágica que estaba allí era Puk Puck. Desde antes de que sus fuerzas entraran en el barranco, las Shufflin II habían regresado de la exploración ya controlada, lo que provocó bajas, por lo que estaban tratando la magia de Puk Puck con la máxima precaución. No podían avanzar sin pensar.

El espacio circular tenía aproximadamente el mismo tamaño que las ruinas. En otras palabras, para atacar desde la entrada de la cuenca hasta la de las ruinas, habría que alcanzar una distancia de tres kilómetros. Además, se añadía la desventaja de no poder mirar a Puk Puck.

Hamuel ordenó al equipo de construcción de Shufflin II que ampliara el camino, creando un espacio de guarnición en un lugar que no estuviera en la línea de visión de las ruinas. Trajo la larga e interminable línea de las fuerzas hacia este espacio e hizo un pase de lista para organizar a todos. Pero no importaba cómo organizara esta unidad, el simple hecho de atacar de frente sólo disminuiría su número y aumentaría el del enemigo. Tenía que idear una estrategia para eliminar a Puk Puck.

Si cualquier ser vivo sintiente podía ser encantado por la magia de Puk Puck, entonces Hamuel debería utilizar una máquina que careciera de sensibilidad. Era una resolución simplista pero directa de la cuestión. Primero, Hamuel envió unos pequeños tanques que funcionaban en automático, pero fueron destruidos sin piedad por el más simple de los ataques: Puk Puck lanzando una piedra. Los informes decían que los tanques no habían conseguido ni un solo impacto, y que Puk Puck había evadido todos ellos. Según la mascota, que seguía vigilando con su radar, Puk Puck se había movido con una rapidez increíble. No hacía falta ni pensar en Grim Heart: Hamuel sabía que una encarnación de uno de los Tres Sabios sería excepcional en términos de pura capacidad física.

Hamuel canceló la salida de los drones de bombardeo. Era una mala idea utilizar explosivos demasiado cerca de las ruinas. Provocar un derrumbe que sepultara al enemigo también conllevaría la posibilidad de dañar las ruinas. Lo mismo ocurría con un ataque con fuego o agua.

Hamuel apretó la mandíbula. No había ni un segundo de margen. Ni siquiera sabía si tenían tiempo o no. Sería difícil si las máquinas no eran útiles, pero tenía que encontrar una solución de todos modos.

Hizo que las Shufflin II de pica se alinearan en una fila para lanzar todas sus lanzas a la vez. Aunque no pudieran ver al enemigo, podían confiar en los números y apostar a que uno o dos disparos darían en el blanco. Y si no lo hacían, lo intentarían una segunda o tercera vez. Pero ese plan se canceló cuando la situación se convirtió inmediatamente en un desastre: En el momento en que lanzaron sus lanzas, el enemigo corrió hacia las ruinas, por lo que ninguna acertó, mientras que por su parte, como intentaban evitar mirar al enemigo, las piedras de Puk Puck les golpeaban a un ritmo enloquecedor. El resultado fue el sacrificio inútil de las picas del equipo lanzador y de los corazones que jugaban de tanque.

Aparte de aquella vez que Puk Puck volvió a correr hacia las ruinas temporalmente, nunca se movió de su sitio. No caminaba, ni corría, ni saltaba, sino que se limitaba a mantener el fuerte. Volvió a entrar una sola vez antes de que llegara la fuerza principal liderada por Lethe, y volvió a salir inmediatamente, y siguió haciendo de centinela todo el tiempo después.

Lethe se sentó en una silla plegable, asumiendo la pose de mando. Sentada allí sola, con todo el mundo a su alrededor cargando piedras y con el sonido de los picos sonando, parecía una directora en una obra.

“Parece que no va bien, eh.” Dijo.

“Bueno, supongo que no.” Aceptó Hamuel. “¿Qué está haciendo Pfle?”

Aunque en privado se sorprendió de que Lethe estuviera pensando en Pfle, Hamuel no dejó que eso se notara al responder: “Está consolidando las fuerzas mercenarias que Recursos de Chicas Mágicas reunió. Parece que está trabajando muy duro. Eso es algo que hay que agradecer.”

“¿Qué clase de chica mágica crees que es esa, eh?”

“Una no muy buena. Se rumorea que la Facción Osk hizo atacar su finca para crear un pretexto para registrarla, pero al final no apareció nada. Sin embargo, los informes concluyen que debería haber aparecido algo, así que, teniendo en cuenta eso, debe haberse preparado para el registro de alguna manera. Y alguien que haría eso no es, sin duda, bueno.”

“Eso suena razonable.”

Pfle no dejaba que los demás la agarraran, y entonces sondeaba a los demás de una manera que no les permitía darse cuenta de lo que estaba haciendo. Pfle seguía siendo una incógnita para Hamuel, pero pensó que si se podía preguntar si permanecía fuera del alcance de Pfle, la respuesta era probablemente no.

Alguien que fuera difícil de entender sería, o bien increíblemente incompetente, o bien alguien con capacidades más allá de la medida de Hamuel, una de esas dos. Dado que una chica mágica que había ascendido a la posición de jefe de departamento nunca podría ser incompetente, ella sería lo último.

“Pero aunque no sea buena, debemos aprovecharla ahora.” Dijo Hamuel.

“¿Qué están haciendo sus tropas ahora?” Preguntó Lethe.

“Están a la espera detrás de los camiones.” En un intento de redactar las cosas de una manera que sonara bien, Hamuel continuó con: “Les estoy haciendo vigilar.” Pero en realidad no tenía derecho a usar las fuerzas de Pfle a su antojo. Ese era sólo el último lugar donde las había visto. Dado que tenía a las Shufflin II vigilándolas con el pretexto de estarlas supervisando, era poco probable que se produjera algo extremo, pero incluso como aliada, Pfle le daba a Hamuel una serie de ansiedades diferentes.

Lethe se golpeó la frente con su abanico. “Qué cantidad de problemas, eh.”

“En efecto.”

“Y se dice que ella no sólo perdona a Shadow Gale, sino también a Snow White.”

“Bueno, vamos a hacer que contribuya lo suficiente como para hacerle esa promesa.”

“Por supuesto, me esforzaré por cumplir esa promesa.” Dijo Lethe. “Sin embargo, por mucho esfuerzo que se haga, no se pueden eliminar del todo los accidentes. Esta persona Shadow Gale, en particular, parece ser importante para la activación del dispositivo. Si resulta que su eliminación significa que el dispositivo no funcionará, entonces algunos tipos exaltados podrían actuar sin permiso.” Lethe paseó su mirada por la zona y luego bajó la voz. “Forma un escuadrón de asesinos con un as de trébol a la cabeza.”

“… Sí.”

“Me han dicho que el teletransporte directo a las ruinas es inviable.”

“He sondeado a varios expertos en técnicas de teletransporte.” Añadió Hamuel. “Pero todos son reacios a hacerlo. Parece que el lugar es demasiado singular. Me dijeron que requeriría habilidades sobrenaturales de percepción espacial.”

“Entonces, de alguna manera debemos evitar a Puk.”

El hecho de tener que enfrentarse a la propia Puk Puck era lo que provocaba tanta lucha. Si no se tratara de Puk Puck, sino de otra chica mágica, podrían enfrentarse a ella más fácilmente. Otra chica mágica—si eliminaran a las chicas mágicas que Puk Puck había reunido para la ceremonia, sería imposible activar el dispositivo. Aunque Hamuel no estaba entusiasmada con este plan, si se trataba de eso, no podía llamar a tales medidas abominables o lo que sea. Si su bando fracasaba, todo había terminado.

“También hay que continuar el ataque frontal, por supuesto.” Dijo Lethe. “¿O te has quedado sin ideas?”

“Oh no, no te preocupes. El ensamblaje del arma auditiva mágicamente mejorada y el arma de energía direccional está completo.”

Incluso podría decirse que sus diversas tácticas hasta el momento habían consistido en ganar tiempo para utilizarlas. En primer lugar, localizarían la posición de Puk Puck utilizando el radar de enemigos de la mascota y, a continuación, atacarían con ondas sonoras, dañando sus oídos internos. A continuación, concentrarían la energía usando el arma de energía direccional para formar un campo de fuerza de alta temperatura para freírla. Lo bueno de estas dos armas era que sus ataques eran invisibles a los ojos. Incluso con las capacidades físicas de una encarnación de Sabio, ella no sería capaz de verlos para esquivarlos.

Los problemas con las armas eran que los experimentos no habían logrado producir versiones más compactas y que seguían necesitando mucho tiempo para equiparse y ensamblarse. Pero esos problemas estaban a punto de resolverse. Un total de tres unidades de Shufflin de diamante estaban trabajando como locas, montando las dos armas encima de los camiones.

Se había formado un cuerpo suicida de Shufflin de corazón con la estricta orden de proteger las armas con sus vidas si se les lanzaba alguna piedra, y se colocaron delante de ellas.

Basándose en sus anteriores fracasos, habían calculado la fuerza de los lanzamientos de Puk Puck. Lanzaba con tanta fuerza que apenas se podía creer que estuviera lanzando piedras, pero era posible resistirlas durante cinco minutos, si se alineaban suficientes Shufflin II de corazón. Y cinco minutos serían suficientes.

Colocaron las dos armas en las plataformas de los camiones: Una parecía unos altavoces gigantes, la otra una antena parabólica gigante. Hamuel situó las filas superiores de los corazones en primera línea. Haciendo rodar los camiones a la velocidad de los corazones que marchaban con los escudos levantados, llevaron las armas a la entrada de la zona de la cuenca.

Ahora, finalmente, Puk Puck dejaría de ser un problema. Cuando Hamuel hizo la llamada, se pulsaron los interruptores, y en ese instante, todas las Shufflin II de corazón salieron disparadas, y ambas armas fueron destruidas sucesivamente. Hamuel recibió el informe de que un cuerpo aéreo de alta velocidad había sido disparado desde las ruinas y que Puk Puck ya no era la única chica mágica en la entrada de las ruinas, pero antes de que pudiera decirle a las tropas cómo responder, hubo un segundo bombardeo. Los camiones se hicieron añicos, la tierra se abrió paso, las cosas se destruyeron una tras otra. Todas las chicas mágicas retrocedieron aterrorizadas desde la entrada de la cuenca.

***

◇   Pfle

Al verse impotentes ante el bombardeo en la entrada de la cuenca, las fuerzas aliadas retiraron su línea de frente. Esto les dificultó aún más el ataque. Para disparar o lanzar cualquier cosa, tenían que llegar primero a la entrada para hacerlo. Pero si se quedaban allí, entonces caían bajo el fuego.

El ambiente no hacía más que empeorar. Hamuel y Lethe se sentían sin duda irritadas. Estaban nerviosas porque tenían que atacar ya, pero las cosas no iban bien. Ahora que los objetivos de la Facción Puk estaban claros, no era el momento de hablar con complacencia ni de quedarse de brazos cruzados. El plan del enemigo de proteger la entrada de las ruinas utilizando principalmente a Puk Puck y haciendo que otras chicas mágicas proporcionaran fuego de apoyo estaba funcionando favorablemente. En cuanto a la Facción Osk, las cosas eran mucho menos favorables.

Lo más probable es que los Osk pasaran a métodos más salvajes y extremos. No sabían cuánto tiempo les quedaba, así que su lado era todo impaciencia. Pero la cuestión era qué forma tomaría ese cambio de táctica. Era imposible que Lethe no considerara que ignorar el objetivo duro que era Puk Puck para ir a por los objetivos blandos — Shadow Gale y las demás que trabajaban para activar el dispositivo— era la mejor idea. Pfle tendría que actuar para evitar que eso sucediera.

El momento adecuado para que Pfle entrara en acción estaba cerca: el tipo de momento en el que su bando estaba al límite y listo para huir, uno en el que podía aprovechar la confusión para tomar medidas drásticas.

Pfle dio instrucciones. Ordenó a una chica mágica que podía crear objetos metálicos, Metallie, que hiciera un “caparazón” para una bomba gigante. Metallie sólo podía hacer objetos simples, así que no podía construir un explosivo complejo. Todo lo que podía hacer era llenarlo con pólvora negra básica.

“¿Qué debo hacer con esto?” Preguntó Metallie.

“Hazlo rodar hasta una posición que se pueda ver desde las ruinas.” Le dijo Pfle.

“¿No se enfadarán conmigo?”

“Luego sólo tienes que recogerla inmediatamente.”

Metallie presentaría a Puk Puck una bomba gigante que era puramente para el espectáculo: no parecería otra cosa que un enorme explosivo. Podría parecer que la Facción Osk estaba intentando utilizar esa bomba para hacer volar todas las ruinas y el dispositivo junto con ellas. La destrucción del dispositivo era un tabú absoluto para la Facción Osk, por lo que no habían intentado ir directamente a destruirlo, aun sabiendo que podrían ser absorbidos por él. Sin embargo, Puk Puck no lo sabía. Podía interpretar la situación de la bomba como quisiera: como el resultado de un elemento extraño que actuaba por su cuenta o de que Lethe se viera finalmente empujada a tomar medidas desesperadas.

Si Puk Puck fuese la primera en actuar como consecuencia de ello, eso era justo lo que Pfle quería.

***

◇   Uluru

Habían ideado varias ofensivas, pero ninguna parecía ir bien. Habían atacado una y otra vez, sólo para ser rechazados. Así que Uluru pensó tanto como pudo. Pero no se le ocurría ningún plan bueno. Por más que pensara y pensara, nunca se le ocurría nada.

Estaba irritada. Entendía por qué, porque se había enterado de lo que Puk Puck intentaba hacer. Magical Pongee había dicho que Puk Puck estaba tratando de absorber a todas las chicas mágicas en el dispositivo y convertirlas en energía. En un principio, Uluru habría asentido con la cabeza, diciendo: “Si Lady Puk lo está haciendo, tiene que estar bien”, pero ahora no podía hacerlo. Se encontró pensando que no quería ser absorbida sólo para convertirse en energía. Pero si hacía algo al respecto, eso significaría traicionar a la Facción Puk.

Si no quería ser absorbida por el dispositivo, la traición era su única opción. Saber eso la irritaba, y se desquitaba con Mana.

“¡Por qué estos tipos no han hecho más que estropear las cosas!

¿Acaso lo intentan?” Uluru se quejó.

“Bueno, pero…” Los párpados de Mana temblaron ligeramente. A mitad de ese comentario, levantó la vista, alzando la palma de la mano derecha hacia Uluru mientras seguía enfurecida, mientras con la mano izquierda, levantaba un dedo y se lo llevaba a los labios. “Silencio. ¿No oyes algo?”

Uluru escuchó con atención. Lo único que oía era el clamor que les rodeaba: picos que golpeaban las rocas, gente que hablaba, máquinas que funcionaban, el sonido del plástico que chocaba con el plástico, y aparte de eso, Uluru levantó la barbilla. Creía que era el sonido del viento, pero no lo era.

“¿Están cantando…? Eso es…” Estaba amortiguado y venía de una buena distancia, por lo que sonaba intermitente y entrecortado, pero a medida que escuchaba más, era una melodía. Varias voces unidas en una canción. Estaban cantando a coro. Uluru se llevó una mano al oído. Lo había oído antes. “… Es el Coro de Puk.”

Mana le dirigió una mirada interrogativa. “¿El Coro de Puk? ¿Qué es eso?”

“Son un grupo que siempre está practicando el canto. Siempre que Puk canta, como para el cumpleaños de alguien, o cuando hacen un vídeo para subirlo a Internet, hacen el estribillo.”

Otra voz se unió al coro intermitente. Ésta era más cercana que las voces chasqueantes del fondo. Tenía un sonido hermoso y sonoro. Uluru lo había oído antes —dulce y ligero—, sólo con oírlo se sentía como si subiera al cielo y se derritiera fascinada, el susurro de un ángel…

“¡Los camiones!” Gritó alguien. Cuando Uluru miró, vio que los camiones vibraban ligeramente. Sus motores estaban encendidos.

¿Qué había pasado? Una carta soldado miraba aturdida por la ventanilla de un camión. Había algo que brillaba, iluminando su cara.

“¡No miren en los camiones hacia donde pueden escuchar el canto!

¡Hay vídeos de Puk sonando en el navegador del vehículo!” Exclamó Uluru.

La carta soldado giró lentamente su rostro hacia Uluru y Mana. Su expresión era de absoluta felicidad. Apartó lentamente las manos de sus orejas y, con su arma en forma de garrote en una mano, la levantó…

“¡Agáchate ahora, o Lady Puk morirá!” Gritó Uluru.

Como Mana no veía que la muerte de Puk Puck fuera un problema, aunque creyera la mentira de Uluru, no se agacharía. Sólo la carta soldado lo hizo, y las otras cartas soldado la mantuvieron inmovilizada en el suelo.

Los disturbios aumentaban también en otros lugares. Las cartas soldado que habían visto el vídeo estaban atacando a otras cartas soldado, y el resto de estas intentaban contener a las cartas soldado que se desbocaban, cuando —bam— Uluru escuchó un fuerte sonido.

Automáticamente giró la cabeza hacia él, pero Mana saltó sobre ella y la bloqueó, y no pudo mirar.

“¡No mires! ¡Ese sonido vino de una pantalla!” Gritó Mana.

El enemigo había tratado de llamar la atención con ese fuerte ruido para conseguir que más gente lo viera. La conmoción creció aún más, y por todo el lugar, todos empezaban a pelearse entre sí. Al escuchar una voz en su cabeza que le decía que destruyera las pantallas, Uluru mantuvo la mirada perdida mientras golpeaba con la culata de su rifle una pantalla.

“¡Puk Puck está aprovechando la confusión para venir hacia aquí!” Gritó alguien. Era una voz que había escuchado antes.

“¡Todos, diríjanse a las ruinas!”

Sabía que esa voz le resultaba familiar: era Pfle. Al oír su grito, las chicas mágicas que habían estado a la espera detrás de los camiones salieron corriendo todas a la vez. A su cabeza había una silla de ruedas que corría a gran velocidad.