Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 10

Capitulo 5: La Angustia de la Gran Lider

Parte 2

Comer, hablar, comer, hablar, comer, hablar, comer, hablar. La boca de Yuka no paraba de moverse. Tanto si comía como si hablaba, estaba bien mientras estuviera absorta en ello. Sanae tenía que acabar rápido con esto para poder ir a regañar a algunas idiotas.

“No puedo llenar el agujero que dejaste, de todos modos. No hay manera de que pueda hacerlo. El jefe de departamento también lo lamentaba, diciendo que la empresa ha perdido el tipo de trabajador que no se encuentra todos los días.”

Sanae había imaginado que la dejaría hablar, pero sentía un poco de curiosidad por este tema. “… ¿En serio?”

“¡De verdad! Cada vez que tiene la oportunidad, dice que lamenta que te hayas ido.”

No estaba tan mal que el jefe lamentara que un empleado con talento renunciara por su trato frío. “Hmm…”

“Ya sabes, como ese talento que mostraste en la fiesta de los cerezos en flor, ¿no?”

“¿Hmm? Oh, ¿pasó algo así?”

“A ti y a mí nos pusieron de pareja y nos dijeron que hiciéramos un pequeño espectáculo de talentos. Casi se me caen las lágrimas, pensando: ¿Qué hago, qué hago? Pero realmente tenías algo preparado. Me sorprendió mucho, de verdad, verte hacer tantas imitaciones increíbles.”

“Ahh, sí, supongo que lo hice. ¿Y qué pasa con eso?”

“Fue tan increíble, ya sabes, se te ocurrieron tantas, pero las hiciste de calidad, ideando algo divertido para cada una de ellas. Me eché a reír mientras te ayudaba a cambiarte de vestuario. Y entonces empezaron a juntarse otros que habían venido por las flores, y la gente pensaba que eras una animadora profesional y se reía a carcajadas mientras nos tiraban dinero. El jefe de sección dijo que nadie más tenía ese talento, que habíamos perdido a un trabajador valioso.”

Había sido una pérdida de tiempo preguntar en serio. Sanae apoyó la cara en la mano, se volvió hacia la ventana y frunció el ceño. La chica del bañador blanco estaba repartiendo paquetes de merienda a los ángeles gemelos y a la chica con orejas de perro.

“¿Estas mirando algo, Mokuou?” “¡No! ¡Nada!”

“Sigues gritando de repente.”

“Como dije, tengo problemas para ajustar el volumen.” “¿Es eso lo que es?”

“Eso es exactamente lo que es.”

“¿No te duele la garganta de tanto gritar?”

“Sí, bastante.”

Sanae se humedeció la garganta con su café, que hacía tiempo que se había enfriado, y cuando echó un vistazo al exterior, las chicas mágicas habían colocado una manta de picnic y estaban sentadas en círculo sobre ella y comiendo bocadillos.

“Gerf, gagh, koffkoffkoff—”

“¡H-Hey, Mokuou! ¡Aguanta! ¡Toma, bebe un poco de agua!” “Ahh, gracias… koff.”

¿Qué estaban haciendo? ¿De dónde venían, a dónde intentaban ir?

¿Cómo demonios habían acabado merendando en la calle, exponiéndose a la gente normal? Mientras Sanae bebía agua, tosió un par de veces más, y Yuka dio un rodeo para acercarse a ella, frotándole la espalda y limpiando con una servilleta de papel el café que Sanae había escupido sobre la mesa.

“¿Te sientes mal?” Preguntó Yuka.

“Sí… puede que me esté enfermando de algo.” “¿Debo llamar a una ambulancia?”

“No, no es nada tan dramático; está bien.”

“Si tú lo dices, está bien… Mokuou, sólo avísame si llega a ser demasiado.”

“Ya te he dicho que estoy bien.”

“Sabes, me has ayudado con tantas cosas en el trabajo, que siento que te lo debo. Así que espero poder pagarte, aunque sea un poco. Puedes confiar en mí.”

Si tanto quieres devolverme el favor, termina ya esas tortitas, pensó Sanae, pero no pudo decirlo en voz alta.

“Manejaste el trabajo regular tan rápidamente, y me ayudaste aquella vez con tu talento oculto, y cuando hicimos los carteles emergentes para el mostrador, dibujaste las ilustraciones, ¿verdad? Eran de nivel profesional.”

“El trabajo de un profesional habría sido mejor.”

“No, en absoluto. Los hiciste tan rápido, pero eran muy buenos. No puedo hacer nada así… ni con el trabajo, ni entreteniendo a los invitados, ni con una ilustración. Y luego hubo aquella vez en el torneo de bolos de la empresa en la que tu sola casi obtuviste doscientos puntos, y dijeron que el equipo de las chicas ni siquiera necesitaba un hándicap, y luego, y en el evento deportivo, quedaste primera en todas las pruebas en las que participaste, y en la competición de comer pan, batiste un récord.”

“Creo que la oficina tenía demasiados eventos recreativos.”

“Al director le gustaban… Pero de todos modos, Mokuou, había un rumor sobre ti: que eras una empleada salvaje y superelegante de Tokio que había dado un puñetazo a su jefe y fue trasladada aquí como castigo.”

“Sin embargo, no le di un puñetazo.”

“Y luego, cuando llegaste, fuiste aún más increíble de lo que decían los rumores.”

Dicho de otro modo, no había tenido ninguna oportunidad de demostrar sus habilidades más que en eventos recreativos. Recordar los tiempos antes de convertirse en una chica mágica era muy deprimente, y nada en ellos había sido agradable. No importaba que Yuka hablara de ello como si hubiera sido divertido, los recuerdos no tenían ningún brillo para Sanae.

Prestando sólo un poco de atención a Yuka, Sanae pensó en su época en la empresa y soltó un pequeño suspiro. Si la salvación que representó haberse convertido en chica mágica no hubiese ocurrido, se habría podrido. O no —quizás habría acabado salada en su propia salinidad, sin poder siquiera pudrirse, siendo una empleada medianamente popular en una oficina rural que sólo conseguía brillar durante los eventos recreativos— Sanae dio un sorbo al resto de su café y miró al exterior. Los ángeles gemelos intentaban agarrarse la una a la otra, mientras Tama y Swim Swim sujetaban sus brazos a la espalda para detenerlas.

“Esas tontas…” Sanae se levantó de repente.

Yuka la miró con confusión. “¿Qué pasa, Mokuou?”

“Uh, esos… tontos… uhh, tontos dolores en mi estómago… Sí, realmente duele.”

“¿Eh? ¿Estás bien?”

“Sí, estaré bien una vez que vaya a casa y caliente mi estómago… creo… creo que estará bien. Uh, lo siento. Dejaré el dinero para el café aquí. Tengo que irme ya.”

“Oh, espera un segundo. Dime tu número.”

“Ah, um, lo siento, no tengo mi teléfono en este momento.” “Entonces anotaré mi número en una servilleta para ti.” “No, no tienes que…”

“Espera, sólo será un segundo. ¿Por favor?”

Cuando Yuka suplicaba con esos ojos llorosos, era difícil abandonarla.

Pero si Ruler no se ponía en contacto con su equipo de inmediato y detenía a los ángeles, esto iba a ser un desastre. Hasta donde Ruler sabía, las dos nunca habían tenido una sola pelea, así que entonces,

¿por qué hoy, de todos los días, aquí, de todos los lugares, estaban comenzando una pelea y agarrándose la una a la otra?

Sanae echó un vistazo al exterior para comprobarlo. Los ángeles gemelos estaban agarrados, batiendo las alas mientras ascendían en espiral hasta desaparecer de la vista. Tama levantó la vista aturdida, mientras Swim Swim daba un gran bostezo.

Esto ya estaba fuera de control, ¿no? Sanae quería llorar, pero no podía. Para ocuparse de ese problema, primero debía resolver éste. Al mirar a Yuka para ver si había terminado de anotar su número, vio que Yuka también estaba mirando por la ventana. Sanae tuvo la sensación de Ahh, se acabó, como si el suelo se desmoronara bajo sus pies, y se hundió en el sofá.

Yuka asintió un par de veces. “Eso es del Proyecto Crianza de Chicas Mágicas… he oído que ahora mismo es muy popular.”

“Oh… sí.”

“El cosplay hoy en día es increíble, ¿eh?” “Sí, el cosplay es… ¿Eh?”

“Hey, mira esto.” Yuka sacó de su bolso lo mismo que la chica de escuela secundaria había sostenido antes: la delgada revista local. “¡Un Éxito Rotundo! ¿Qué es el Proyecto Crianza de Chicas Mágicas?” decoraba la portada con un tipo de letra dramático y, al hojearla, Sanae vio que las páginas mostraban capturas de pantalla en blanco y negro del juego junto con subtítulos en negrita como “Las Chicas en Cosplay Aparecen por Toda Ciudad N”, y “A los Expertos les Preocupa que se Convierta en un Problema Social”, y “Entrevista Urgente con la Señorita A, Hospitalizada tras Caer en una Zanja Mientras Jugaba al Juego de Celulares.”

Los ángeles gemelos descendieron hasta rozar el suelo y, enredadas, se elevaron de nuevo.

“Los llaman drones, ¿verdad? Me gustan ese tipo de cosas. Yo también quiero uno.” Dijo Yuka con envidia. Los transeúntes apuntaron con sus teléfonos a las gemelas que luchaban, y luego siguieron pasando por delante de ellas como si nada. Ni siquiera se detuvieron.

Sanae parpadeó un par de veces y luego se hundió en el sofá. “Henmi.”

“¿Qué?”

“La gente de este pueblo está loca.”

“¿Oh? ¿Tú crees? Yo nunca me he sentido así.”