Kenja no Deshi wo Nanoru Kenja (NL)

Volumen 6

Capitulo 1: Al suroeste de la estación de la ciudad de Silverside

Al suroeste de la estación de la ciudad de Silverside, una cadena montañosa aparentemente interminable se alzaba en el horizonte sobre una vasta extensión cubierta de hierba.

Aunque no tenía ni idea de cómo la habían localizado, Mira acababa de recibir una carta de alguien que afirmaba ser también alumno de un Sabio… aunque había sido entregada por su mayordomo. La esencia de la carta era que esta persona quería conocer a Mira, que también se declaraba alumna de un Sabio.

Con gran expectación, Mira se dirigió al jardín abandonado donde tendría lugar la reunión. No sabía quién podía ser ese alumno, pero si todo iba bien, podría conocer el paradero de uno o más de los otros Nueve Sabios.

Voló durante casi diez minutos, consultando el mapa por el camino. En medio de un campo, salpicado de árboles como el rastrojo de un día en la cara de un hombre, divisó una mansión que parecía estar en mal estado. En otro tiempo fue el hogar de algún señor feudal, pero ahora sólo conservaba vestigios de su gloria pasada. El jardín abandonado estaba detrás de la mansión.

Mira ordenó a Pegaso que descendiera lentamente hasta posarse en el claro que había detrás de la mansión. Tras dar una palmadita tranquilizadora a la ansiosa bestia, Mira observó su entorno.

Este enorme jardín podría haber sido uno de los más hermosos del continente. Ahora no era más que una sombra de lo que fue. Las malas hierbas eran las dueñas del lugar, incluso extendían sus raíces por los caminos pavimentados. En todos los sentidos, se trataba de un espacio abandonado.

“Y ahora, ¿dónde estás?” Murmuró Mira mientras sacaba la carta y volvía a leerla. Pero no ofrecía más detalles que “el jardín abandonado”. Por desgracia, los años no habían hecho nada por reducir el tamaño del jardín, y podría tardar veinte minutos en cruzar a pie hasta el otro lado.

La maleza y los árboles le impedían ver demasiado lejos. Pero un anfiteatro de piedra se alzaba como una colina en el centro del jardín, visible entre los huecos de los árboles.

“Pegaso, dirijámonos a esa colina.” Mira montó de nuevo mientras Pegaso relinchaba alegremente y cubría la distancia de un salto.

Aunque la piedra se estaba pudriendo en algunos lugares, la naturaleza aún no había reclamado el anfiteatro, construido con un material más resistente que la mayoría de las cosas del jardín. Tiempo atrás, éste podría haber sido el lugar perfecto para saborear una vista lujosa. Ahora se sentía muy fuera de lugar entre la naturaleza salvaje.

Si espero aquí, estoy segura de que me encontrarán. Me convocaron aquí, así que pueden hacer el trabajo de campo.

Mira despidió a Pegaso y se dejó caer sobre la base de un pilar de piedra caído. Estaba rodeada por las ruinas de un arco caído, pero ninguno de los escombros parecía ofrecer un lugar más cómodo para sentarse y esperar.

Bajo el cielo azul profundo, sorbió un au lait de bayas dulces, pensando para sí misma que era la primera vez en años que realmente se sentaba y no hacía nada. Observó el vuelo de los pajarillos y las ocasionales ondas del agua. La tranquilidad de su entorno la adormecía.

De repente, la luz envolvió el mundo a su alrededor en una aurora deslumbrante.

“¿Qué demonios? ¿Una especie de barrera?” Mira se levantó bruscamente y observó el fenómeno. Rodeaba el anfiteatro como una membrana. Mientras observaba con desconfianza a su alrededor, el pesado sonido de metal golpeando contra el suelo se acercó por detrás.

Mira se giró y vio una armadura completa blandiendo una espada y un escudo. Un rápido escáner biométrico confirmó que no se trataba de un espíritu de armadura. Pero si no era eso, entonces… ¿qué?

La amenazadora armadura resplandecía con un brillo metálico opaco. La identidad de la figura que tenía delante era desconocida: el yelmo ocultaba los ojos y el rostro. Fuera quien fuese, parecía preparado para la batalla, a pesar de la tranquilidad del entorno. La sensación de serenidad que la había envuelto un momento antes se había visto sustituida por una inquietante sensación de presentimiento.

Mira sólo podía pensar en una persona que viniera a un lugar tan remoto. Se enfrentó a la armadura y sacó la carta.

“¿Supongo que tú escribiste esto?”

La armadura se detuvo. Del casco salió la voz apagada de un hombre.

“Lo hice.”

La inexpresiva respuesta parecía contradecir el tono de la carta. Esperaba a alguien contento de conocer a un “alumno”. Algo olía mal.

Mira observó fijamente al hombre con armadura y le dijo: “Dices ser alumno de un Sabio, pero no vas vestido como un mago.”

Si lo único que quería era disfrazarse, habría muchas opciones más cómodas. Parecía más bien alguien vestido para una pelea…

“Esa fue una excusa para atraerte aquí.” El hombre confirmó mientras apuntaba a Mira con su espada. Aunque no podía verle la cara, por su voz se dio cuenta de que lucía una sonrisa triunfal.

Miró a su alrededor y suspiró irritada. A pesar del arma apuntando hacia ella, Mira no se inmutó. “Esto parece un plan bastante intrincado sólo para buscar pelea.”

“¡Haré lo que sea si eso significa hacerte pagar la deshonra que me hiciste pasar!” Su tono regañón parecía haber tocado un nervio, y su furia era evidente incluso desde detrás del muro de la armadura.

¿Hrmm? ¿Deshonra? ¿Dónde he conocido a este tipo?

Mira no llevaba mucho tiempo en este mundo. No recordaba haber causado ningún rencor personal que exigiera este tipo de respuesta.

“¿Quién eres?” Preguntó. “¿Y qué crees que te he hecho? No recuerdo haber hecho nada que merezca este tipo de trato.”

¿Había malinterpretado una buena acción y dirigido su ira hacia ella? Mira echó una mirada molesta a su espada antes de volver los ojos a su casco.

“Oh, cierto. No puedes verme la cara. Un segundo.” Abriendo su careta con la mano del escudo, gritó con rabia: “¡Recuerda lo que me hiciste y arrepiéntete!”

Detrás del casco, sus hundidos ojos azules estaban llenos de ira y carentes de razón. Sus labios se desdoblaron en una media sonrisa de drogadicto. Parecía que en verdad odiaba a Mira.

Se llevó un dedo a la barbilla y arrugó la frente, pensativa. Tenía que haber algún error. Mira miró fijamente su rostro teñido de locura y volvió a buscar en sus recuerdos. “Hrmm… ¿Seguro que tienes a la persona correcta? Sigo sin reconocerte.”

El hombre se estremeció de arriba abajo y rugió: “¡No juegues conmigo! ¿Acaso pretendes olvidar cómo me deshonraste en el simposio de la academia?” Con una furia desenfrenada, estampó su espada contra el suelo.

“¿El simposio…?” Un recuerdo comenzó a surgir a través de la niebla. El simposio—un evento celebrado en la Academia Alcait.

Como un festival de arte estudiantil, pero para la magia. Las piezas empezaron a encajar. “¡Ajá, me acuerdo! Tú eres ese joven hechicero,

¿verdad?”

Concretamente, Caerus, del Departamento de Hechicería. Mira lo había conocido, aunque no recordaba su cara. Nunca se molestaba en recordar a la gente que no le importaba. Y ciertamente Caerus no le importaba. Todo lo que recordaba era que la había desafiado, o alguna tontería.

De eso hacía casi dos semanas. Caerus estaba tan acostumbrado a que los hechiceros siempre salieran victoriosos mientras que los invocadores acababan los últimos. La repentina aparición de Mira había aplastado sus logros y su orgullo.

Y ahora, armado con el más minucioso de los planes, había venido a vengarse.