Rebuild World (NL)

Akira, te están siguiendo otra vez, comentó Alpha, tan casualmente como si estuviera cambiando de tema. Ella y Akira habían estado charlando al volver de la tienda de Shizuka.

¿Otra vez? respondió, abiertamente molesto. Después de todo, sólo habían pasado unos días desde el ataque de Syberg. Pero entonces se quedó perplejo. Espera, no estarán planeando ir a por mí aquí, ¿verdad?

La seguridad pública en la ciudad variaba mucho según quién fuera el responsable de una zona determinada. Las empresas de seguridad privadas supervisaban los distritos intramuros, por supuesto, y la mayoría de las zonas extramuros también. Reprimían cualquier signo de desorden civil con fuerza bruta.

Akira se dirigía a su hotel, que estaba cerca de los barrios bajos, pero seguía pasando por barrios relativamente bien vigilados. Alterar la paz aquí haría que los que se beneficiaban de mantenerla se convirtieran en enemigos. La seguridad era un tesoro en el Este, y cualquiera que la amenazara podía contar con rápidas represalias.

Akira era del tipo “dispara primero y pregunta después”, especialmente a la luz de los últimos acontecimientos, pero incluso él dudaba que alguien fuera tan estúpido como para robarle aquí. Había un momento y un lugar para iniciar una pelea, y — a diferencia de lo que ocurría al caminar por los barrios bajos — éste no era uno de ellos. Normalmente, ser asaltado aquí sería impensable.

Alpha captó su incertidumbre. No te preocupes, no parece que vaya a atacarte — ni siquiera va armada. Yo diría que no te está siguiendo, sino que está tratando de animarse a hablar contigo. Compruébalo tú mismo.

Akira miró detrás de él. Rápidamente detectó a la persona que le seguía porque Alpha la destacó en su visión. La chica, más o menos de su edad, actuaba como si tuviera algo que ocultar, y su comportamiento sólo se hizo más sospechoso cuando se dio cuenta de que él se había girado para mirarla directamente.

Esa chica era Sheryl.

Akira se relajó: no parecía realmente una amenaza . No le pareció bien ignorarla o huir, así que en su lugar se acercó a ella. Sheryl, por su parte, se convirtió en un manojo de nervios cuando Akira avanzó hacia ella.

¡Cálmate! se dijo a sí misma, luchando por no huir. Míralo por el lado bueno: ¡me está ahorrando la molestia de entablar una conversación! Es demasiado tarde para echarse atrás.

Syberg y sus lugartenientes habían fracasado como cazadores, pero aún así habían dirigido un barco firme en su pequeña banda. Ahora, la persona que los había abatido con facilidad — que no había dudado en entablar una pelea incluso en un círculo de sus enemigos — se acercaba a ella. Si la reconocía, podría matarla fácilmente en cuanto la viera — poniendo fin a las negociaciones. No parecía el tipo de persona que dudaría una vez que decidiera acabar con su vida. Apretó las manos con fuerza, luchando contra el terror.

La primera apuesta de Sheryl había sido que Akira no se había fijado en ella en la emboscada o que no la recordaría. Y ahora estaba a su lado. Intentó sonreír, pero su boca se torció de miedo.

“¿Necesitas algo?”, preguntó él.

Ahora Sheryl podía ver su equipo de cerca, incluido el rifle de asalto AAH que había masacrado a su banda. Era un arma barata, pero seguía teniendo el poder de hacer caer a los monstruos en su camino, muy superior a las pistolas y otras armas diseñadas para luchar contra los humanos. Una ráfaga de ese arma podría no dejar su cadáver reconocible, pensó, recordando el tiroteo a pesar de sí misma. En su imaginación, añadió su propio cuerpo a la pila de cadáveres. Nada de esto ayudó a sus nervios.

“Q-Quiero hablar”, tartamudeó.

“¿Hablar?” Akira respondió. “¿De qué?”

Él esperó, con la pregunta escrita en su rostro, pero Sheryl estaba demasiado agitada para continuar. Aun así, se obligó a calmar su agitada respiración y trató de continuar, desesperada por evitar ofenderlo.

Por cierto, Akira , intervino Alpha, ella estaba en la multitud el otro día. Fue una de las que intentó robarte. Aunque huyó en cuanto empezó el tiroteo.

¿Ella fue? preguntó Akira . ¿Qué podría tener que decirme ahora?

No me preguntes, respondió Alfa.

Akira había bajado la guardia cuando vio a Sheryl temblar, pero ahora estaba de nuevo en alerta. La hostilidad se apoderó de su rostro y de su voz al preguntar,

“¿De qué tiene que hablar alguien que intentó matarme?”

La mente de Sheryl se quedó en blanco. Su cerebro se negaba a procesar lo que estaba sucediendo. Su visión nadaba, y se estremecía tan violentamente de pies a cabeza que era un milagro que no se desplomara en el acto. El miedo la invadió, llenando su cabeza con visiones de lo que Akira haría a continuación. Se imaginó que sacaba su pistola, le ponía la boca en la garganta y apretaba el gatillo, bañando la calle con los fragmentos de su cabeza, y sus temblores aumentaron. Se agitó por el miedo y el estrés, pero no tenía nada que vomitar, salvo el ácido gástrico — su estómago estaba vacío. Además, apenas tuvo tiempo de vomitar antes de sufrir un colapso total.

Akira estaba aturdido. Sheryl estaba aterrorizada — con lágrimas saliendo de sus ojos, mocos goteando de su nariz, y el aspecto de una prisionera en la guillotina — y obviamente no estaba en condiciones de hablar. Ante su colapso, su furia dio paso a la confusión.

Vaya, qué desastre, comentó Alpha, burlándose de la consternación de Akira.

¿E-Es culpa mía? tartamudeó.

¿Quién sabe? respondió ella. Entiendo lo que está pasando, y no me importa lo que le pase a alguien que tuvo que ver con el intento de matarte. Pero no me preguntes qué le parecerá esto a nadie más.

Era cierto, se dio cuenta Akira con un sobresalto. Cualquier observador habría pensado que Akira estaba amenazando a Sheryl. Algún ignorante bienintencionado podría fácilmente tomar la decisión de acudir en su ayuda. Si la policía de la zona se hacía una idea equivocada, se encontraría con un mundo de problemas. Intentó ansiosamente hacer entrar en razón a Sheryl.

“Escucha, cálmate, ¿está bien?”, dijo. “No voy a hacerte nada. Tampoco estás buscando una pelea, ¿verdad? Así que vamos a tranquilizarnos y a hablar de esto. Querías decirme algo, ¿recuerdas? Vamos, respira. Intenta relajarte.”

Fue inútil. Sheryl seguía sollozando sin parar.

¿Por qué tenía que pasarme esto a mí? Akira maldijo en silencio al mundo.

De un modo u otro, Akira consiguió volver a su hotel con Sheryl a cuestas. No quería abandonarla ni apartarla de su camino, ya que lo que tuviera que decirle debía ser importante si había intentado acercarse a él a pesar de su terror. Ella no se había resistido cuando él la había llevado de la mano, y aunque todavía estaba bastante agitada, cuando llegaron a su habitación había recuperado un poco la compostura. Sus lágrimas también habían cesado, aunque sus rastros brillaban en sus mejillas.

Mirando a Sheryl, Akira no podía pensar en ella como una enemiga. De lo contrario, no la habría ayudado; la habría matado a tiros a la primera de cambio, aunque ella sollozara y suplicara con la cara torcida por el miedo. Pero cómo lidiar con una chica temblorosa que no era su enemiga y que estaba visiblemente aterrorizada — de él — estaba más allá de él.

“¿P-Por qué no intentas darte un baño, para empezar?”, tartamudeó, rezando para que la sugerencia sirviera de algo. “Apuesto a que te ayudaría a calmarte.”

Sheryl asintió casi imperceptiblemente y se dirigió al baño de su último alojamiento. En cualquier otro momento, podría haber sospechado de los motivos de Akira para hacer semejante propuesta, pero en ese momento estaba demasiado abrumada para pensar en esas cosas. Además, no habría tenido la voluntad de resistirse aunque lo hubiera pensado.

Una vez que desapareció en la zona de baño, Akira lanzó un profundo suspiro, agotado.

¿A qué crees que se debió eso, Alpha? preguntó.

Puedo especular sobre varias posibilidades, pero sería más rápido preguntarle a ella, respondió Alpha. De todos modos, yo diría que el entrenamiento se ha cancelado por hoy, así que tendremos mucho tiempo para escucharla una vez que haya terminado en el baño.

Supongo que tienes razón.

Akira se acomodó para esperar a Sheryl, tratando de calmarse mientras tanto.

***

Sheryl se quedó distraída en la bañera. Había perdido su primera apuesta y había asumido que estaba acabada, pero ahora se sentía un poco más tranquila. El miedo, la ansiedad y el pánico se desvanecieron con el cansancio mientras se sumergía en el agua caliente. Hacía mucho tiempo que no se bañaba, y hacerlo ahora le ayudaba a mejorar su estado de ánimo.

He salido a trompicones, pero sigo viva, pensó. Con buena o mala suerte, intentaré ver el lado bueno: como me he derrumbado así, probablemente no me matará en el acto. Y supongo que no me sorprende demasiado que me haya llevado a su habitación. No estoy precisamente emocionada, pero haré lo que pueda y espero que sirva de algo.

Había pensado que estaba preparada para acercarse a Akira, pero claramente no había estado a la altura, como demostró ampliamente su crisis. Pero ahora que podía volver a pensar, apreciaba cómo su colapso había bajado la guardia de Akira y le había salvado la vida. Fue pura suerte. Si hubiera intentado fingir ese tipo de exhibición, su actuación podría haber sido desastrosa.

En cuanto saliera de la bañera, tendría que hacer su propuesta a Akira. Que él aceptara era otra cuestión, pero ella haría todo lo posible para que así fuera.

Sheryl miró su reflejo en el agua de la bañera. Vio a una muchacha cuyo aspecto le proporcionaba el favor de los hombres. Su busto era algo escaso, pero sabía que era bonita. Su cuerpo podía ser una valiosa ficha para añadir a su apuesta. No es que Akira pareciera estar interesado en ella en ese sentido, por lo que pudo ver cuando le recomendó el baño — pero podía cambiar de opinión fácilmente.

Ofrecer su cuerpo no era su primera preferencia, pero en realidad no podía negarse si eso era lo que él pedía — no tenía mucho más que ofrecer que la ropa que llevaba puesta. Así que, por si acaso, decidió hacerse ver lo más atractiva posible, frotando cuidadosamente su piel y su pelo. Su cuerpo era una valiosa moneda de cambio.