Kajiya De Hajimeru (NL)

Volumen 1

Capítulo 4: ¡Encargo! Dos Espadas Cortas, Por favor

Parte 4

 

 

—Nadie más puede forjar una espada tan rápido como el Jefe.

—¿Ni siquiera tú, Rike? —preguntó Helen con curiosidad. Ya se había aprendido los nombres de Samya y Rike.

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—No estoy segura de poder alcanzar su nivel en esta vida.

—¿Es tan bueno?

Rike asintió con firmeza y enderezó los hombros con orgullo.

Pero sabes…mis habilidades son sólo trampas, así que escuchar tus cumplidos sólo me hace sentir culpable…

Como era mi primer encargo, decidí ir con todo y añadir algunos adornos a ambas espadas cortas. Agarré la herramienta que suelo utilizar para limar la hoja y empecé a trabajarla en el centro de la espada. Si el metal no estaba perfectamente nivelado, podía desajustar fácilmente la distribución del peso de las espadas, así que me concentré en la tarea que tenía entre manos. Me detuve cuando las superficies parecían perfectas y probé algunos movimientos con las espadas; ambas cortaron limpiamente el aire.

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A continuación, utilicé un cincel para tallar un diseño en la superficie de la espada. Este era otro lugar en el que podía arruinar el equilibrio de la espada si no tenía cuidado, pero tomé prestado el poder de mis trampas para asegurarme de que eso no sucediera. Tenía un diseño en mente y, una vez que terminé de trazarlo en ambas espadas, lo repasé todo de nuevo para alisar y eliminar las rebabas que había dejado el cincelado. Todo este proceso me llevó las tres horas que habíamos ahorrado al principio del día.

¡Aaah, esto me recuerda a los modelos a escala que solía hacer en mi antiguo mundo! Como pensaba, realmente disfruto de este tipo de trabajo de detalle.

—¡Y ya están terminadas! —exclamé.

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—¡Genial! —Helen gritó, radiante de alegría.

Inmediatamente, ella echó mano de las espadas, pero yo la detuve y le dije:

—Se está haciendo tarde. Pruébalas mañana.

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—Pero por qué…refunfuñó. Su comportamiento había dado un giro completo y ahora tenía una expresión caprichosa.

Entendía cómo se sentía ella—yo también era de las que probaba un juguete nuevo y brillante en cuanto lo conseguía—pero decidí mantenerme firme en mi decisión.

Con una sincronización impecable, como siempre, Samya llegó a casa justo cuando terminamos. Había cazado unas cuantas aves y las había traído con ella.





Aderezaba las aves y hacía un sencillo plato de pechuga de “pollo” en rodajas. Por supuesto, en realidad eran aves salvajes, no pollos. Para compensar mi falta de creatividad en cuanto a la carne, acompañé el plato con una salsa de frambuesas que guisé con las bayas parecidas a las que Samya había recogido ayer. También añadí un poco del vino que teníamos en casa.

Kajiya De Hajimeru Volumen 1 Capítulo 4 Parte 4 Novela Ligera

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—¡Eizo! Esto. Es. ¡Impresionante! —gritó Samya, pareciendo que iba a empezar a saltar de alegría en cualquier momento.

A veces, tenía un entusiasmo casi infantil. Aunque parecía tener unos veinticinco años, por dentro parecía cualquier cosa menos eso. No me atrevería a decir que actuaba como si tuviera cinco años, pero…


—¡Oye! ¿Dónde están tus modales? —le reprendí.

—¡Pero si casi nunca había comido algo tan delicioso antes!

—Tengo que estar de acuerdo—rara vez comíamos tan bien en el taller de mi familia —dijo Rike.

—Eso va por mí también —admitió Helen—. Este tipo de comida es un placer poco común.

Al parecer, ambos también se habían sorprendido con el menú de esta noche.

Nunca le había preguntado a Rike su edad, pero suponía que no era joven en años humanos; no la había visto perder la compostura ni una sola vez, al menos en el tiempo que la conocía.

¿Y qué hay de Helen? Su cicatriz junto a su altura, seguramente adoptada por su experiencia como mercenaria, la hacían ver bastante madura. Sin embargo, no me sorprendería que fuera más joven de lo que su apariencia deja ver.

—Bueno, hoy es especial. Hoy he terminado de forjar mis primeras espadas por encargo.

—¡Cierto! Felicidades —dijo Samya.

—Gracias —respondí.

—Permíteme que te felicite yo también —intervino Rike.

—Bueno, tengo que agradecértelo a ti, ya que me has ayudado. Así que gracias.

—¡De mi parte también, bravo! —aclamó Helen.

—Tú…tú fuiste la que ordenó… —lo dije ingenuamente—. De hecho, n-no importa. Gracias.

Brindamos con vino y celebramos hasta la noche con mucha comida y bebida para todos.

***

 

 

A la mañana siguiente volví de mi viaje rutinario al lago y encontré a Helen esperándome delante de la casa.

—¡Alguien se ha levantado temprano otra vez! —llamé mientras me acercaba a la cabaña.

Me sonrió, mostrando sus perlados dientes y sus ojos brillantes, y luego dijo:

—Terminaste las espadas ayer, ¿verdad? Cuando pensé en que hoy podría probarlas, no pude quedarme quieta. Anoche apenas pude dormir.

Está muy animada para alguien que no ha dormido nada. ¿Cuánta energía tiene? ¿O es el efecto secundario maníaco de la privación del sueño?

—Entremos —sugerí.

—Claro.

Entró en la cabaña y se sentó en una de las sillas del comedor. Yo entré detrás de ella, guardé las jarras de agua en la cocina y comencé a preparar el desayuno. En cuanto a la comida en sí, sólo puedo decir que fue una de las más animadas que habíamos tenido en un par de días.

En cuanto terminamos de comer, Helen se levantó de un salto y se dirigió hacia el taller. Los tres nos unimos a ella.

—Como prometí, aquí están las dos espadas cortas que me encargaste —dije, entregándole a Helen las dos espadas envueltas en una tela.

Dada su habitual impaciencia, esperaba que arrancara inmediatamente los envoltorios, pero deshizo la tela con ternura, acunando las espadas como si fueran de cristal. Se fue extasiando cada vez más a medida que las dos espadas quedaban al descubierto.

Finalmente, ambas quedaron al descubierto ante sus ojos. El acero brillaba a la luz, y un diseño de rayo cincelado atravesaba el centro de cada hoja. Aparte del grabado, las hojas no tenían ornamentos y eran muy prácticas. Al fin y al cabo, las había diseñado para que fueran funcionales, no para que tuvieran forma. En los pomos, había cincelado el símbolo de mi taller: el Gato Regordete Sentado.

—Pruébalas y dime cómo se sienten —dije—. Creo que le encontrarás bien equilibras.

Helen rodeó con los dedos las empuñaduras de las espadas y les dio unos cuantos golpes rápidos, y las hojas cantaron al azotar el aire. Extrañamente, no sentí ningún miedo al ver su actuación, aunque sabía que me rebanarían en pedazos al instante si me metía accidentalmente en las brechas.

Continuó su secuencia durante un rato más, moviéndose con la gracia de una danza, antes de detenerse perfectamente. Sus hombros se agitaron mientras recuperaba el aliento.

—¿Cómo están? —pregunté.

Helen hizo un movimiento como si fuera a arrojar las espadas, pero en lugar de eso, las dejó cuidadosamente en el suelo de la forja. Inmediatamente después, se lanzó hacia mí y me dio un fuerte abrazo.

—¡Increíble! ¡Increíble! Son absolutamente perfectas —gritó—. Hice la decisión correcta al acudir a ti.

—Ya veo. Me alegro de que te guste—¡Ay…ay, ay, ay, ay! ¡Eso duele!

Helen me abrazaba tan fuerte que apenas podía respirar. Era doloroso, pero como herrero, también me sentía agradecido y bendecido al ver su entusiasmo por las hojas que había hecho. Aunque no me quejaría si me dejara ir ahora…

Al final, Rike y Samya tuvieron que quitármela de encima.

—Ya he comprobado su durabilidad, pero si tienes algún problema, dímelo y los arreglaré. Puedes visitar a Camilo o venir directamente aquí, pero en cualquier caso, preferiría que me lo dijeras antes de usarlos en una batalla realle dije una vez que me liberé de su abrazo de oso.

Como herrero, tenía el deber de reparar cualquier cosa que se rompiera, pero si las espadas fallaban en el campo de batalla, no era probable que ella tuviera la oportunidad de venir a decírmelo. A diferencia de las espadas que hacía para la producción en serie, había llegado a conocer a Helen y había hecho estas espadas a su medida, por lo que era muy consciente de la responsabilidad que tenía.

—Lo tengo. Entreno regularmente, así que si noto algo mientras practico, acudiré a ti de nuevo.

—Oh, también está el tema del pago —saqué a relucir.

—¿Cuánto será?

—Lo que quieras pagar está bien.

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—¿Estás seguro? —preguntó Helen—. Aunque no sé nada de las tarifas del mercado.

—No me importa. Decidí que utilizaría un sistema de pago por encargo, así que págame lo que valgan las espadas para ti.


En los dos días que había tardado en hacer el encargo de Helen, podría haber forjado bastantes espadas de nivel básico. Si tuviera que fijar los precios desde un punto de vista estrictamente lógico, no debería recibir menos que el beneficio total que podría haber hecho con las de nivel básico. Por otro lado, estoy seguro de que algunas personas se conformarían con aprovecharse de mi generosidad y pagarme una sola moneda de plata, pero esperaba que ese tipo de tacaños fueran pocos y distantes. Sobre todo, teniendo en cuenta que, para empezar, tendrían que estar dispuestos a viajar hasta aquí.

Además de mi tiempo, también estaba el precio del mineral y el carbón que había utilizado. Si me compensaban al menos por las materias primas, podría continuar con mi oficio de herrero, aunque trabajara con pérdidas.

—Hmmm…

Tal vez fuera porque no estaba familiarizada con el mercado, como había dicho, pero Helen se tomó su tiempo para pensar qué hacer. Sería feliz si me diera al menos una moneda de oro.

—Lo he decidido —declaró Helen, abriendo su bolso y sacando su monedero—. Aquí tienes —Dejó caer dos monedas de oro y varias de plata en mi mano.

—Perfecto.

—Supongo que debería haber preguntado antes de entregar el dinero, pero ¿estás seguro de que es suficiente? Es un poco más que el precio de mis espadas originales.

Esas dos espadas habían sido bastantes caras entonces. Eran de alto calibre, así que el precio era correcto.

—Sí, esto es suficiente. Tus otras espadas eran de alta calidad, así que estoy satisfecho con esta cantidad —dije—. De hecho, puede que incluso sea ligeramente demasiado.

—D-De acuerdo —todavía parecía estar un poco insegura sobre el precio, pero me estrechó la mano vigorosamente y dijo, en voz alta como siempre—. ¡Gracias!

Vimos cómo se daba la vuelta y se adentraba en el bosque. Con su energía y entusiasmo, aunque tropezara con el oso negro, parecía probable que se enfrentara a él sin pensarlo dos veces. Probablemente incluso lo aprovecharía para probar su nuevo equipo.

Una vez que ya no pudimos ver a Helen, los tres nos dimos la vuelta y volvimos al interior en total sincronía.

—Hombre, sus habilidades no eran ninguna bromamurmuré. Estaba seguro de que su fuerza estaba a la altura de la de los osos negros.

—Hizo falta la fuerza de ambas para despegarla de ti, y aun así no fue fácilcomentó Samya.

—Era una persona muy ruidosa y rebosanteañadió Rike.

Helen también había dejado una profunda impresión en ambas. Era raro conocer a alguien con una personalidad tan grande. Por supuesto, sería un problema si se pudiera encontrar gente como Helen en cualquier lugar y en todas partes, es decir, el tipo de persona que puede sacar toda la fuerza de un miembro de los Bestiales y de un Enano.

—De todos modos, por hoy, volvamos a forjar espadas cortas y largas. Mañana, iremos a entregarlas a la ciudad.

—‘Ta bien.

—Entendido, Jefe.

Con ambas mujeres de acuerdo, comenzamos el trabajo del día. Sólo habíamos acogido a un invitado y nos habíamos desviado de nuestra rutina durante dos breves días, pero, no obstante, me llenaba la tranquilidad de poder volver por fin a la normalidad. Preparé las materias primas como de costumbre, forjé con la ayuda de Samya y Rike como de costumbre, y pulí las espadas, de nuevo, como de costumbre.

Para ser honestos, no había pasado mucho tiempo desde que comencé mi vida en este mundo, pero antes de darme cuenta, había llegado a esperar esta particular forma de normalidad. La calidez y la alegría se agitaron en mi corazón, pero esta vez logré ocultar mis sentimientos a Samya y a sus perceptivos sentidos.

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***

 

 

Disfrutamos dos días de paz antes de que ocurriera el incidente.

Samya había salido a cazar como de costumbre cuando tuvo un inoportuno encuentro con un oso negro. Probablemente había sido el mismo que había visto Helen, y el que estaba detrás de la reciente agitación de los lobos. Mientras escuchaba el tenso informe de Samya, las escenas del día en que nos conocimos pasaron una a una por mi cabeza. Finalmente, no pude seguir controlando mis emociones.

—¡¿Estás bien?! No estás herida, ¿verdad? —estallé.

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