Kajiya De Hajimeru (NL)

Volumen 1

Capítulo 3: Las Maravillas De Las Vacaciones

Parte 1

Al día siguiente, nos preparamos para otro viaje a la ciudad y cargamos nuestras mercancías en el carro que nos había dado Camilo. Llevamos las armas habituales, pero con un extra: la mitad de las hoces que tenía en el inventario. Con todo, la mercancía no era demasiado pesada, así que pudimos avanzar a nuestro ritmo habitual de marcha.

El viaje transcurrió sin incidentes. Aparte de un par de conejitos bastante adorables, no encontramos nada en el bosque ni en el camino principal. Al llegar a la ciudad, nos dirigimos directamente a la tienda de Camilo y pedimos a los empleados que lo llamaran por nosotros.

Camilo salió a saludarnos con su habitual aire relajado.

—Eh.

—Buenas —respondí—. ¿Cómo va el negocio?

—Lentamente, pero con seguridad. No tenemos problemas de movimiento de provisiones ni de desabastecimiento.

—Entonces, lento pero seguro —coincidí.

—¿Verdad?

—Mmhmm.

Compartimos una risa antes de pasar al informe de inventario del día.

—Dejamos el carro junto al almacén —dije—. Hoy tenemos los artículos habituales, pero también hemos traído unas hoces. He intentado venderlas antes, pero sin suerte, así que ¿las quieres? Siéntete libre de decir que no.

—Cuanto más inventario haya, mejor. Los tomaré y añadiré su comisión al precio total —dijo. Llamó a un trabajador cercano con un breve—. ¡Ven aquí! —y le hizo llevar las mercancías a la tienda.

Una vez que terminó de dirigirse a su empleado, continué.

—Otra cosa… No podremos venir la semana que viene. ¿Será eso un problema para usted?

—No, no hay problema, pero… ¿pasó algo? —preguntó tímidamente, y su expresión parecía ansiosa.

Probablemente estaba recordando mis “circunstancias especiales”—quizás una metedura de pata inoportuna que había cometido, o algo por el estilo—que me habían llevado a vivir en un lugar como el Bosque Oscuro. Estoy seguro de que le preocupaba que en cualquier momento pudiera ocurrirme algo y que él no lo supiera, algo que pudiera impedirme volver aquí en el futuro.

—Nada en particular —aseguré—. Vamos a centrarnos en las mejoras del hogar la semana que viene, así que nos tomaremos un pequeño descanso de la herrería.

—Lo tengo. Entonces, ¿la próxima vez que nos encontremos será dentro de dos semanas?

—Sip. Oh, si es posible, ¿puedes conseguirnos dos juegos de cama para entonces?

—¿Dos juegos? De acuerdo, veré lo que puedo hacer —aceptó fácilmente.

Concluida la charla sobre la tienda, compramos sal, vino y verduras; él descontó el costo de nuestras ganancias.

Mientras emprendíamos el regreso a casa, pensé sobre el presente y el futuro. Este intercambio con Camilo se estaba convirtiendo en parte de mi nueva normalidad. No era como si hubiéramos acordado este escenario de antemano, pero de alguna manera, se había convertido en una cómoda rutina. Esperaba que continuara durante mucho tiempo.

Cuando salimos del mercado y de la muralla que lo rodea, miré a los guardias que estaban allí, pero Marius no estaba de servicio. Tampoco lo habíamos visto por la mañana. Decidí que, si no lo encontrábamos en el siguiente viaje, preguntaría por la zona.

Hacía tiempo que había comprado el cuchillo y la espada larga en mi puesto del Mercado Abierto. Supuse que, si tenía algún problema con las hojas, probablemente las llevaría a la tienda de Camilo. Pero, si era posible, prefería preguntárselo cara a cara.

Pronto dejamos atrás la ciudad y, antes de darme cuenta, habíamos llegado a casa. Después de traer las provisiones y guardarlas en sus respectivos lugares, nuestro trabajo del día estaba completo.

Durante la cena, discutimos nuestros planes de construcción para la semana siguiente.

—Mañana, empecemos con las puertas —sugerí—. Me encargaré de las bisagras. ¿Pueden hacer el cuerpo principal?

—Entendido —dijo Rike. Samya aceptó también con un simple: “De acuerdo”.

Así que el plan era terminar las puertas y luego pasar a las camas. Una vez construidas ambas, las habitaciones estarían listas para su uso y los tres tendríamos por fin nuestros propios dormitorios. Los detalles estaban listos cuando de repente me acordé de algo crucial.

—¡Oh, no! —no pude evitar mi exclamación de sorpresa. Sorprendida por mi arrebato, Samya preguntó:

—¿Qué pasa, Eizo? —a su lado, Rike parecía igualmente aturdida.

—No, no se preocupen, es sólo que…quería construir una habitación de invitados también, pero me olvidé completamente de ello.

Literalmente no lo había recordado hasta hace un segundo. La cabaña tal y como estaba no tenía espacio extra para los invitados. Empezaba a recapacitar cuando Rike me hizo su propia sugerencia.

—¿Y si renovamos el estudio? El dormitorio del jefe…bueno, Samya y yo lo estamos usando ahora, pero tu dormitorio es amplio y espacioso. Si cambias el escritorio y la silla actuales por los del estudio, y añades una estantería, creo que tu dormitorio podría servir de espacio de trabajo. Y quitando esos muebles, el estudio tendría suficiente espacio libre para añadir una cama.

—Veo lo que dices.

Parecía que eso iba a funcionar. No tendríamos suficientes sábanas para una tercera cama, pero no es como si estuviéramos esperando visitas pronto. Siempre podría despojarme de mis propias sábanas y ofrecerla a los huéspedes en caso de emergencia.

Después de un momento de consideración, estaba a favor.

—Muy bien, vamos con ese plan. Pero tendremos que añadir una cama más a la lista de cosas por hacer.

—Podemos hacer nuestras camas primero como práctica y dejar la cama de invitados para el final. Para entonces, todos seremos expertos —dijo Rike.

—Me gusta cómo suena ese plan.

Y así, nuestro itinerario para los próximos días quedó fijado. ¡No íbamos a ganar dinero por el trabajo, pero también era importante reservar tiempo para nosotros!

Empecé la mañana siguiente en la forja con un objetivo: hacer las bisagras de las puertas.

Para empezar, calenté parte de la placa metálica que Rike y yo habíamos hecho. Golpeé el metal con mi martillo para aplanarlo y convertirlo en una pieza más fina y con mayor superficie. A continuación, corté la lámina en pequeñas secciones. Para cada pieza, recorté un pequeño cuadrado de dos de las esquinas, y luego otro cuadrado en el borde entre las dos esquinas. La forma resultante parecía un rectángulo con dos lengüetas que sobresalían.

He doblado las dos lengüetas en forma de cilindros huecos y he esperado a que las piezas se enfriaran. Luego, deslicé dos de las piezas para que sus lengüetas cilíndricas se entrelazaran como las piezas de un puzzle. Pasé un pasador por todos los cilindros alineados, lo que creó un punto de giro sólido para cada bisagra. Ya había calentado el pasador lo suficiente como para que fuera ligeramente maleable, así que todo lo que tuve que hacer fue martillar los extremos del pasador para crear una tapa plana en cada lado. De este modo, las dos piezas quedaron permanentemente unidas y el metal se mantenga unido.

Con eso, la bisagra estaba completa.

Me mantuve ocupado mientras esperaba que el producto terminado se enfriara. Todavía no había tenido ningún contratiempo en el proceso, así que decidí que no sería mala idea hacer bisagras en gran cantidad. Los extras serían útiles si los originales se rompían, o cuando tuviéramos que construir más habitaciones. Al poco tiempo, ya tenía una pila considerable de bisagras para puertas.

Cuando salí del taller para ver cómo estaban Rike y Samya, las encontré todavía luchando con la puerta. Sin embargo, habían avanzado mucho y tenían más de la mitad del trabajo hecho.

—¡He terminado las bisagras y he venido a ayudar! —declaré.

—¡Jefe! gracias —dijo Rike.

Les dije a las dos que siguieran trabajando en la puerta que ya habían empezado, y me puse a trabajar en una nueva puerta.

Para empezar, agarre cuatro de los tablones que habíamos cortado y los coloqué en forma de rectángulo, que formaba el marco exterior de la puerta. Para la puerta propiamente dicha, junté tablones horizontales que coincidían con el tamaño del marco de la puerta, la reforcé con vigas diagonales y luego fijé un asa en el centro. El asa sólo servía para abrir la puerta, ya que no incluía una cerradura. Sin embargo, añadí un simple cerrojo para mayor seguridad. Mientras yo trabajaba, Samya y Rike terminaron de hacer su puerta.

—Pueden agarrar algunas bisagras del taller —les dije—. Adelante, instalen la puerta en el marco.

—Lo tengo —dijo Samya con una brillante sonrisa.

Últimamente se había aficionado a la herrería y a la carpintería. Algún día, incluso podría trabajar sola, y se convertiría en una importante fuerza tanto como herrera como en carpintera.

A Samya le bastaba con cazar un animal grande durante sus cacerías para que tuviéramos suficiente para comer; además, siempre acabábamos con muchas sobras en el almacén. A partir de ahora, podría hacer que me ayudara más a menudo con la herrería. Sería muy útil que pudiera ayudar a Rike cuando yo estuviera ocupado, o si, por alguna razón, no pudiera seguir mi rutina normal de herrería.

Esa puerta me llevó el resto del día para hacerla. Una vez que terminé, me dirigí al lado recién ampliado de la casa para poder fijarla. Rike y Samya habían terminado su trabajo y ahora estaban jugando con la puerta, abriéndola y cerrándola repetidamente.

—¿Cómo se siente? —pregunté.