Kajiya De Hajimeru (NL)

Volumen 1

Capítulo 1: Mi vida Comienza En Otro Mundo

Parte 4

—Entonces está resuelto.

—Recibido.

Después del desayuno, preparé sándwiches para llevar. Ya había horneado algunos panes planos, utilizando una simple mezcla de masa con sólo harina, sal y agua. Para el relleno, utilicé chuletas de cerdo ahumadas que ya había guisado. Esto puede sonar muy elegante, pero en realidad se trataba de los restos de carne de la sopa que habíamos desayunado. El cerdo estaba ligeramente aromatizado con el caldo de verduras de raíz en el que se había guisado.

Como cualquier otra carne que habíamos comido, estaba principalmente sazonada con sal. En este punto, la sal se estaba convirtiendo en algo poco apetecible. Cuando viajé a la ciudad, definitivamente quería comprar otro tipo de condimentos. Es probable que al menos haya pimienta. Dado que la región nórdica era similar a Asia, tal vez incluso podría encontrar miso, salsa de soja y salsa de pescado. ¿Estos ingredientes estarían disponibles en los mercados de aquí? Bueno, no debería hacerme ilusiones.

Puse los sándwiches en una mochila, pero pensé que, si volvíamos antes, siempre podríamos comerlos aquí también.

Antes de salir, los dos nos pusimos cuchillos en la cintura. Consideré la posibilidad de llevar la espada corta, pero al final decidí no hacerlo—no parecía que fuera a ser útil si nos encontrábamos con el oso. En lugar de mantenerme firme y desenvainar mi espada contra esa bestia, sería mejor correr.

Cuando salimos, cerré y aseguré la puerta tras nosotros. Era poco probable que un ladrón de poca monta anduviera merodeando por una cabaña cualquiera en medio del bosque, pero más vale prevenir que lamentar. No había dejado la casa vacía desde el primer día, así que quería ser cuidadoso.

Nos adentramos en el bosque, en dirección contraria a donde había encontrado a Samya por primera vez, moviéndonos entre la densa y exuberante vegetación. Este bosque albergaba una gran variedad de animales. Además del animal parecido a la ardilla que había visto y del oso que había atacado a Samya, también había ciervos, jabalíes y lobos. Los ciervos eran dóciles, pero había que tener cuidado con los otros dos.

También advertí a Samya, pero sólo puso cara de confusión. Finalmente, dijo:

—¿Por qué tendríamos que preocuparnos por los lobos?

—Um, ¿Por qué no íbamos a hacerlo? —pregunté lo obvio.

—Eres fuerte, ¿verdad, Eizo? —ella todavía parecía perpleja.

—Lo suficientemente fuerte como para sobrevivir en este bosque… creo —dije.

Para ser honesto, no estaba exactamente seguro de si era un buen luchador o no. El Vigilante me habría hecho lo suficientemente fuerte como para que no me mataran inmediatamente, pero más allá de eso, no tenía ni idea.

—Ya que has decidido mudarte aquí, debes ser fuerte —declaro—. Los lobos de por aquí son despiadados y atacan a la primera señal de fragilidad. Los débiles hace tiempo que fueron devorados —lo dijo sin cuidado, como si estuviéramos hablando del tiempo.

Así que, si hubiera sido débil, ya me habrían matado cuando estuve dando vueltas por el bosque el primer día, o cuando bajé al lago a por agua.

¡Gracias, Vigilante, por asegurarte de que la muerte por lobos no estaba en mis cartas!

Seguimos charlando mientras nos adentramos en el bosque. Hoy era un día soleado y la luz que se filtraba a través de las copas de los árboles iluminaba el sotobosque musgoso. De vez en cuando oímos crujidos, pero enseguida dejan de oírse. Según Samya, eran los sonidos de pequeños animales que correteaban a nuestro alrededor.

No nos encontraríamos con animales más grandes a menos que fuéramos a buscarlos nosotros mismos. “Los animales grandes suelen ser astutos e inteligentes”, había dicho. Al parecer, el proverbio “cabeza grande, ingenio pequeño” no se aplicaba en esta situación. Ella había despertado mi interés, y ahora quería encontrarme con un lobo o algo así, pero por supuesto, no quería ponernos en peligro. No había traído la espada y no estaba preparado para una pelea, así que contuve mi curiosidad.

Cuando le pregunté cómo podía saber que eran animales pequeños, dijo que podía detectarlos por sus olores. Su sentido del olfato de su mitad tigre era mucho mejor que el de los humanos y otras razas similares a la humana. Anteriormente había dicho que los Bestiales y Lupinos tenían un olfato aún mejor, pero desde mi punto de vista, su olfato era bastante poderoso, dado que podía identificar los cambios de humor sólo por el aroma de una persona.

Después de vagar un rato, mi estómago empezó a gruñir de lo desesperadamente vacío que estaba. Hay que amar ese reloj interno.

—¿Quieres comer?

—Sí.

Rápidamente encontró un pequeño claro para nosotros. Era del tamaño de dos mantas de picnic, pero ni de lejos tan grande como el claro donde estaba la cabaña. Nos sentamos en el suelo y saqué los bocadillos de la mochila. Le pasé uno a Samya y empecé a comer. No sabía exactamente como había imaginado, pero estaba delicioso.

—Bastante sabroso —dijo Samya.

—Probablemente sea porque no hemos comido desde la mañana. —el hambre es el mejor condimento después de todo, o eso dice el refrán. Entonces, aproveché para preguntarle a Samya algo que me rondaba por la cabeza desde hacía tiempo—. ¿Qué solías comer cuando estabas sola?

—La mayor parte era carne seca.

—Ah, eso tiene sentido —la carne seca no era complicada y era una buena fuente de sodio. También era fácil de comer sobre la marcha mientras ella estaba cazando—. ¿No estás acostumbrado a las comidas cocinadas entonces?

—De hecho, no estoy acostumbrada a ellas, pero este tipo de comida es agradable también.

—Bien.

Me preocupaba que la comida que había preparado no fuera de su agrado, o que el cambio de cocina fuera difícil para su digestión. Su respuesta me quitó un peso de encima. De hecho, me di cuenta de que debería haberle preguntado antes.

Después de vagar un poco más, llegamos a la conclusión de que la zona que rodeaba la cabaña era segura, casi de forma inusual. Samya dijo que no había visto ninguna huella ni ninguna otra evidencia de que hubiera bestias salvajes. Era una cazadora nata, así que confié en su instinto. Supuse que el Vigilante debía de haberme proporcionado un hogar seguro—habría sido una pérdida de tiempo y esfuerzo reencarnarme, sólo para que muriera inmediatamente.

Como Samya aún estaba recuperándose, no intentamos cazar ninguna de las criaturas que rondaban por el bosque. En su lugar, recogimos algunas hierbas anti fiebre y antisépticas y nos dirigimos a casa para pasar el día.

***

Al sexto día, cuando faltaba poco para que se cumpliera una semana desde que llegué, decidí que era hora de quitar los puntos que tenía Samya.

—Empezaré. Te va a doler —le advertí.

—De acuerdo, lo tengo —dijo ella. Cuando retiré el hilo, su expresión se volvió dolorosa, pero lo soportó en silencio.

—Ennntonces, ya está.

—Duele —dijo—. Pero gracias.

Envolví la herida con vendas frescas y Samya la acarició ligeramente, sintiendo las marcas que habían dejado los puntos.

—Una cosa más, Samya.

—¿Qué sucede?

—¿Los Bestiales son bienvenidos en las ciudades?

—¿Sí? Rara vez tengo negocios allí, así que no voy muy a menudo, pero no es un crimen. Los soldados no vienen a capturarme, y los comerciantes no suben los precios sólo porque soy parte tigre, ya sabes.

—Menos mal.

—¿Por qué?

—Estaba pensando en visitar la ciudad mañana —le expliqué—. No conozco el camino, así que me vendría bien un acompañante. Pensé que sería una buena oportunidad para que tú también te movieras un poco más. Dos pájaros de un tiro, y todo eso. Sería de gran ayuda que me acompañaras.

—Claro, no hay problema —ella aceptó.

—Eso fue fácil.

—Has estado cuidando de mí todo este tiempo, así que es mi turno de devolver el favor.

—Muchas gracias.

—No te preocupes —dijo—. Pasaré por mi última guarida hoy y tomaré mis cosas.

¿Podría interpretar eso como que planeaba quedarse en la cabaña a partir de ahora? Probablemente se opondría si se lo preguntara directamente.

—Está bien. Ten cuidado —respondí con toda la calma que pude. No quería que oliera mis emociones.

Samya regresó al anochecer con un puñado de pertenencias.

—¿Es todo lo que tienes? —pregunté.

—Sí. Me muevo mucho, así que llevo poco equipaje.

—Ohhh, está bien.

Sus hábitos eran similares a los de las tribus migratorias de cazadores y recolectores. Ahora que lo pienso, cuando antes intercambiamos historias sobre nuestras vidas, muchas de las suyas estaban relacionadas con la caza. Aun así, el hecho de que aceptara vivir aquí (creo) significaba que no se opondría a establecerse en un lugar. Le preguntaría al respecto, es decir, si alguna vez me dice que se va a mudar definitivamente.

Al día siguiente, rellene el suministro de agua, y luego nos preparamos para partir. Solo sería un viaje de un día, así que no necesitábamos equipar muchas cosas. Samya llevaba el cuchillo que había hecho para ella atado en su cadera y llevaba sus propias ropas. Como guardaespaldas, ella no llevaría nada de la mercancía.

Mi atuendo era el mismo de siempre—parecía un aldeano. Llevé las herramientas de agricultura y los cuchillos que había fabricado, con la esperanza de poder venderlos en la ciudad. Como las hachas y las azadas eran grandes y poco manejables, sólo llevé una de cada una, pero sí varias hoces. Las herramientas estaban atadas a mí y sobresalían de mi silueta en todos los sentidos. ¿Parecía sospechoso? Lo más seguro, pero la gente asumiría que era un mercader…eso esperaba. Justo antes de irnos, entré en la habitación y agarré algunas monedas de plata del escondite de la mesita de noche. Bueno, probablemente era mi dinero de todos modos.

—¿Estás lista? —le pregunte a Samya.

—Mmmhmm —respondió ella.

¡Así que nos pusimos en marcha!

Era mi primera salida en este mundo, y estaba lleno de emoción y ansiedad a la vez. Esta parte del bosque era densa por los árboles, por lo que el sol de la mañana apenas se filtraba a través de las hojas. A medida que nos adentrábamos en el bosque, la atmósfera se volvía cada vez más oscura. Menos mal que no estaba lloviendo, o de lo contrario habría sido imposible explorar por este lugar.

Según los datos instalados, nuestra caminata por el corazón del bosque duraría dos horas, y luego caminaríamos otra hora por la carretera antes de llegar a nuestro destino. El viaje de ida y vuelta duraría seis horas en total.

Esta ruta no era precisamente lo que se dice segura, y llevábamos mercancías valiosas. Dadas esas condiciones, no se podía ser demasiado descuidados. Por suerte, con Samya como compañera, no viajaría solo. De nuestras conversaciones mientras comíamos juntos, había deducido que los Bestiales eran más fuertes que un Humano promedio. La presencia combinada de Samya y yo debería disuadir a cualquier ladrón o bandido—era poco probable que alguien intentara meterse con nosotros. Sin embargo, como Samya había dicho antes, tardaría una semana más en curarse por completo. Mientras tanto, sería mejor que evitara las actividades extenuantes y que recuperara gradualmente sus fuerzas.

Samya se detuvo de repente, interrumpiendo mis pensamientos.

—¿Has visto algo? —pregunté.

—Puedo sentir una gran presencia, pero no creo que sea el oso negro. También hay un débil olor en el aire —se puso de puntillas. Fiel a su lado de tigresa, sus pasos eran sigilosos mientras se abría paso entre la maleza. Se detuvo detrás de un árbol y se asomó a su alrededor.

—Aaah, es sólo un ciervo árbol. No tienen mucho olor —dijo Samya—. Vamos a rodearlo. Son feroces cuando se agitan. Como no vamos a cazar hoy, no vale la pena la molestia.

No había animales parecidos a los ciervos en los alrededores de la cabaña, pero como ahora estábamos más lejos, era natural que nos encontráramos con algunas criaturas diferentes.

—De acuerdo —dije—. Nuestro objetivo es la ciudad de todos modos.

Bordeamos la zona. Mientras nos alejábamos, me giré para echar un vistazo a la criatura y vi un enorme ciervo pastando tranquilamente en la hierba. Enseguida se vio de dónde venía el nombre de “ciervo árbol”—su cornamenta era idéntica a las ramas que crecían a nuestro alrededor.

—¿Cómo evitan que su cornamenta se atasque en los árboles cuando son tan altos?

—Los cuernos más grandes se enganchan y se rompen de vez en cuando —respondió Samya.

—Oh, ¿Así es cómo funciona? —pregunte con duda.

Supongo que los ciervos árboles eran más torpes de lo que parecían. —pensé.

—Cuando vuelva a cazar de nuevo, atraparé uno y te lo enseñaré —dijo—. Los cuernos más grandes tendrán marcas de donde ya se han roto una o dos veces. A diferencia del ciervo con cuernos, la cornamenta del ciervo árbol es sólo para camuflarse, así que no importa si se rompe o no.

—La naturaleza es increíble —lo dije asombrado.

Sabía muy poco de biología en mi antiguo mundo, y la instalación de este nuevo mundo no había incluido ningún conocimiento científico. Ya había sido fascinante ver a los ciervos árboles con mis propios ojos, y la explicación de Samya lo había hecho aún mejor. Me sentí como si estuviera viendo un documental sobre la naturaleza.

—Los ciervos arboles suelen atacar dando patadas o cabezazos a sus enemigos. Es un rival feroz en el cuerpo a cuerpo —ella advirtió.

—Eh, ya me preocuparé de eso cuando me acerqué a uno —me encogí de hombros exageradamente.

Me miró con una sonrisa irónica.

Samya y yo avanzamos mucho después de nuestro encuentro con el ciervo árbol. Después de un rato, decidimos hacer un rápido descanso para comer. Mientras charlábamos, cada uno de nosotros confirmó que todavía podíamos desplazarnos de vuelta a la cabaña en caso de emergencia, aunque ahora estaba muy lejos de nosotros. En el caso de Samya, los Bestiales eran capaces de identificar su ubicación utilizando marcadores sutiles en su entorno, como diferentes olores. Después de todo, eran habitantes del bosque.

Por otro lado, me basé en los conocimientos y la memoria muscular que habían venido con el paquete de instalación. Por supuesto, no le diría a Samya ni a nadie más ese pequeño secreto. Después de todo, yo era un invitado en este mundo. El Vigilante había dicho que mi presencia no afectaría a nada, pero no quería correr ningún riesgo filtrando información innecesaria.

Seguimos adelante. El plan era avanzar hasta la carretera sin descanso. Mientras caminábamos, nos encontramos con varios animales más, pero todos eran inofensivos. No nos topamos con ningún carnívoro. Samya me explicó que se mantenían alejados porque se daban cuenta de que yo era fuerte, pero mi teoría era que tenía que ver con Samya y por su olor. Por supuesto, no era tan ignorante como para dirigirme a una mujer y decirle: “Tu olor mantiene alejadas a las bestias“. Si quería vivir hasta la vejez, mantendría la boca cerrada.

Los árboles empezaron a escasear y, al poco tiempo, llegamos a la carretera principal. Llegaríamos a la ciudad en poco tiempo.

—¿Hay bandidos por aquí? —pregunté.

—No muchos. Los soldados patrullan este camino, ya que conduce a la ciudad.

—¿Cómo lo sabes?

—Oye, ¡Yo también tengo derecho a ir a comprar cosas a la ciudad! —se quejó.

—Por supuesto, por supuesto —retrocedí rápidamente.

Samya había dicho que rara vez salía del bosque, y yo había confundido “rara vez” con “nunca”. Ahora que lo pienso, incluso los Bestiales que vivían principalmente en el bosque seguían necesitando varias cosas como sal, así como tela, agujas y cosas similares para hacer la ropa que llevaban. Según Samya, los Bestiales intercambiaban los animales que cazaban por suministros.

—Es una apuesta arriesgada que los bandidos ataquen a alguien en este camino — continuó Samya, retomando nuestra conversación anterior—. Los soldados no son idiotas. Patrullan la zona de forma aleatoria y su horario no es fijo.

Estos soldados parecían apasionados por sus deberes. Yo respetaba eso.

—Además de eso —continuó diciendo—. Hay bestias y criaturas del bosque de las que preocuparse, al menos si eres un humano normal.

Si una tropa de bandidos estuviera saqueando una carretera y un lobo saliera del bosque, las cosas cambiarían en un santiamén. Los bandidos pasarían rápidamente de cazadores a presas. Los ataques de animales salvajes son raros, pero las probabilidades seguían siendo lo suficientemente altas como para disuadir a cualquier tipo.

Mientras hablábamos, la distancia restante desaparecía bajo nuestros pies. Antes de darme cuenta, pude ver las murallas de la ciudad en la distancia. Tanto Samya como yo nos sentimos revitalizados por la vista y seguimos adelante con nuevas energías. No quedaba mucha distancia por recorrer—sólo un último esfuerzo.

En realidad, las murallas sólo se denominaban “exteriores” por razones históricas. Cuando la ciudad se construyó por primera vez, las murallas de maderas constituían la frontera y las defensas del poblado, pero con el tiempo se había construido otra muralla alrededor de todo. Nuestro objetivo, el Mercado Abierto de la ciudad, estaba justo al otro lado de esa muralla.

El mercado no era nada del otro mundo. Fue creado por un grupo de comerciantes itinerantes que decidieron establecerse y ganarse la vida en la ciudad—todos viajaban regularmente para vender sus productos, pero algunos decidieron quedarse en la ciudad y abrir tiendas a lo largo de la carretera, dando así origen a un nuevo distrito mercante. Este distrito no estaba oficialmente reconocido por la ciudad, ya que los comerciantes se habían trasladado allí por voluntad propia, pero los comerciantes seguían pagando impuestos, ya que vivían y hacían negocios en el terreno.

En nuestro caso, siempre que viniéramos como viajeros y no pasáramos por las murallas propiamente dichas, podríamos mantener el coste de nuestra visita bajo y evitar el pago de peajes.

Una de las desventajas de no pagar impuestos era que técnicamente estábamos fuera de la protección del Lord de la ciudad. Por supuesto, al señor le interesaba mantener la ley y el orden, independientemente de que la desafortunada víctima de un delincuente fuera, por ejemplo, un contribuyente o no. Los contribuyentes serían los más perjudicados por un barrio inseguro, y el señor recaudaría menos impuestos si el pueblo estuviera descontento, por lo que los guardias de la ciudad tomarían medidas contra todos los delitos que vieran. Dicho esto, si tuviéramos una disputa con un ciudadano, sin duda, los soldados se desharían de nosotros primero.

Al acercarnos a la muralla, vi que varios guardias estaban en posición de firmes a lo largo del camino. Sólo estaban allí para detener a los alborotadores, así que mientras los viajeros vinieran con buenas intenciones, la ciudad los recibiría con los brazos abiertos.

Estábamos a punto de entrar en el distrito del mercado cuando un joven soldado nos llamó.

—¿Tienen un minuto? —dijo el joven soldado.

Llevaba una armadura de acero, pero el metal se había opacado y estaba lleno de abolladuras y arañazos acumulados durante años de uso. A pesar de su edad y su aspecto desaliñado, parecía capaz. La forma en que llevaba su lanza sugería que me ensartaría sin piedad si intentaba saltar sobre él.

—¡Por supuesto! ¿Qué puedo hacer por usted? —puse una cara alegre y respondí alegremente. En mi periferia, pude ver a Samya ahogando la risa. Ya hablaré de eso más tarde.

—No los he visto por aquí antes —dijo—. ¿Cuál es el propósito de su visita?

—Para vender mis productos en el mercado abierto —expliqué—. Llevo conmigo algunas hoces y cuchillos, así como un hacha y una azada.

—¿Eso es todo?

—De momento. ¿Necesita comprobarlo?

—Sí, se lo agradecería —dijo—. Lo entiendes rápido.

En la Tierra, me habían parado más de una o dos veces sólo por mi aspecto. Y en mi experiencia, lo mejor era cooperar con las autoridades.

Al fin y al cabo, no quería arriesgarme a ser sospechoso de llevar mercancía ilegal.

—Muy bien. Pueden seguir —dijo el guardia después de buscar en nuestras bolsas.

Parecía satisfecho, aunque se había desconcertado momentáneamente cuando encontró el cuchillo de Samya. Lo dejó pasar sin mencionarlo, así que probablemente pensó que era igual que los cuchillos que había traído para vender. Tampoco había dicho nada sobre la propia Samya, así que aparentemente era cierto que los Bestiales y los Humanos eran tratados igual en la ciudad. Había asumido que la discriminación sería frecuente en un mundo feudal como éste… pero ya sabes lo que dicen sobre las suposiciones.

—Asegúrense de no causar problemas —dijo el guardia antes de dejarnos ir.

—No lo haremos.

Finalmente, pisamos las calles soleadas de la ciudad y volví a sentirme emocionado.

Esperaba poder instalarme en una zona llamada Mercado Abierto. Como su nombre indicaba, estaba abierto a todos los vendedores por una pequeña cuota y era el único lugar donde la gente como yo podía hacer negocios. Me había asegurado de conocer todas las reglas del lugar. Para vivir una vida lenta, sería vital para mí vender en este mercado.

El mercado abierto estaba cerca de la entrada. Cuando llegamos, pagamos la cuota y, a cambio, recibimos una etiqueta de madera que significaba el permiso para vender. También nos dieron una mesa para usarla como mostrador y poder exponer nuestros productos.

Luego, teníamos que encontrar un lugar para instalar el puesto. Los mercaderes que habían llegado antes, o que ya tenían talleres en la ciudad, ya se habían hecho con los mejores lugares, así que nos conformamos con los segundos. Montamos la mesa y acomodamos los cuchillos y las hoces sobre la superficie. Coloqué la azada y el hacha en posición vertical en el suelo y luego las apoyé en el lateral del mostrador.

Ahora, nuestros preparativos estaban completos.

Me volví hacia Samya, mi tan importante guardaespaldas del día.

—Gracias por venir y ayudar hoy —dije

—No hay problema —dijo ella, encogiéndose de hombros—. Me quedaré cerca.

Sin embargo, sabía que podía pasar cualquier cosa.