Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 9

Capitulo 7: El Reinicio Del Proyecto Crianza De Las Tres Hermanas

Parte 4

La magia de Sorami consistía en saber lo que contenía un regalo sin necesidad de arrancar la cinta. Cualquier espacio cerrado —ya sea una caja, un disco, una cabaña o un apartamento— podía determinar todo lo que contenía. Incluso si estaban atrapadas dentro de este juego, precisamente porque estaban atrapadas, ella podía saber todo sobre él.

Sachiko puso sus manos sobre los hombros de Sorami y la sacudió. El color había vuelto a su expresión, antes medio muerta. Sus ojos brillaban de esperanza. Uluru seguramente tenía una mirada similar. “¡Entonces eso significa que ahora entiendes este juego perfectamente!”

“Hey, hermana, deja de sacudirme.”

“¡Sí! ¡Sí, sí, síííííí!” Gritó Sachiko. “Esto no es sólo tener una guía de estrategia, es como jugar al juego con un código de trucos. Así que básicamente ya hemos ganado, ¿no? Vayamos a casa ahora mismo.”

“Pero no va a funcionar así…” Sorami estaba sombría, con una expresión lúgubre. “Por mucho que lo explique supongo que será más rápido que lo vean. Está muy cerca si corremos. Bien, síganme.” Con eso, Sorami echó a correr inmediatamente.

Uluru y Sachiko intercambiaron una mirada y luego la persiguieron. Sorami era inherentemente perezosa por naturaleza y odiaba hacer cualquier trabajo. Eso también significaba que nunca gastaba energía sin sentido. Así que si estaba corriendo, había una buena razón para ello.

Las piernas de las chicas mágicas son rápidas. Y con su entrenamiento de combate, las tres hermanas eran mucho más rápidas que la media de su especie. Con sus piernas y las indicaciones de Sorami, tardaron unos diez minutos, esquivando dos veces a los dragones, y más allá les esperaba, con la boca abierta, lo que Sorami describió como “la clásica cueva que se ve en muchos juegos y demás”.

“Sigan mis pasos. Hay trampas, así que tengan cuidado.”

Caminando tras Sorami, que entró directamente, atravesaron cruces, intersecciones de tres vías y más ramificaciones diminutas, y luego una puerta oculta a un pasillo escondido. Averiguaron el código del cofre del tesoro de un tirón, y luego, usando la llave que obtuvieron de él, abrieron una puerta, y más allá había algo increíble.

“¿Qué… es eso…?”

“Ese es el Gran Dragón. La cosa que tenemos que vencer.”

El interior era más grande que el castillo de Puk Puck. La sala cuadrada tenía entre cinco y ocho kilómetros cuadrados, quizá incluso más. El techo de cincuenta metros de altura estaba lleno de niebla hasta el punto de que no se podía ver la parte superior. La gigantesca criatura que se extendía en el centro de la sala era igual que los dragones que se ven en los libros ilustrados, en los mangas o en los videojuegos. Medido de la nariz a la cola, probablemente mediría cerca de tres kilómetros de largo. Y si desplegara sus alas, seguramente sería aún más grande.

“Oh, ten cuidado de no entrar en la habitación.” Advirtió Sorami. “Porque si das un solo paso dentro, echará fuego. Tiene un efecto de muerte instantánea, así que si te alcanza, date por muerta.”

“Um… ¿usas algún tipo de objeto especial para derrotarlo?” Preguntó Uluru.

“No, tienes que luchar directamente con tus propias habilidades.” “¿Y si equipas armas y armaduras fuertes?”

“El juego está en modo tutorial, así que las modificaciones sólo llegan a +3. Contra esa cosa, es como si en lugar de darle un golpe le lanzaras una piedra.”

Arrastrando a Sachiko (que se había desmayado en el acto) fuera de la cueva, las chicas se dirigieron al pueblo al que Sorami las guio, pagaron caramelos mágicos en la taberna para pedir tres vinos y tomaron asiento. Uluru dio un puñetazo en la mesa tan fuerte como pudo. El vino se agitó con tanta fuerza que casi se derramó. “¡Esto es una mierda!”

“Sí…” Convino Sorami. “Vaya mierda. Esta vez tienes toda la razón, hermana. Como, al cien por cien.”

Sachiko se bebió el vino sin decir nada, vaciando su vaso de una sola vez, y luego se plantó de cara en la mesa. Los demás clientes y el personal lanzaron brevemente miradas extrañas al trío antes de desviar la mirada.

“¿No hay algún tipo de trampa? ¿Como un truco secreto?”

“Se ha simplificado porque está en modo tutorial. Si intentamos trastear con él desde dentro, es totalmente posible que el juego se rompa, nosotras incluidas. Yo no lo intentaría.”

Sachiko recogió en silencio el vino de Uluru, se lo bebió de un trago y se tumbó de nuevo boca abajo. Uluru la miró, pero no se molestó en intentar consolarla. En su lugar, decidió dejarla sola. “¿No hay nada como subir de nivel?”

“Este juego no tiene niveles de personaje.”

“¿No podemos conseguir un golpe crítico y conseguir un KO de un solo golpe?”

“Hay una posibilidad entre un millón de que hagamos algún daño, y otra entre un millón de que resulte en una muerte instantánea. No quiero intentar eso. Probablemente nos freiríamos y moriríamos antes de poder tocarlo.”

“¿Y si hay algún NPC de apoyo súper fuerte por ahí?”

“Ni hablar. Un simulador de entrenamiento no necesitaría ese tipo de respaldo en primer lugar, ¿verdad?”

“¡Pero Uluru tiene que volver!”

“¡Bueno, yo también tengo que volver!” La mesa se sacudió con un golpe. Al mirar, Uluru vio que el vaso de Sorami también estaba vacío. Además, Sachiko tenía la botella de vino vacía en su mano derecha y estaba golpeando la culata de la misma contra la mesa. Tenía la cara roja y los ojos vidriosos.

“Sachiko… ¡Hey, déjanos esta botella!” Dijo Uluru. “… Espera, ¿este vino también funciona con las chicas mágicas?”

“Hermana, esto es un simulador de entrenamiento para chicas mágicas, por supuesto que el alcohol va a funcionar con nosotras.”

Se oyó un crujido cuando Sachiko extendió unos papeles sobre la mesa. Eran los contratos necesarios para activar su magia. Cualquiera que firmara uno obtendría temporalmente una suerte increíble, pero inmediatamente se encontraría con una desgracia increíble y acabaría muerto.

“Usemos esto.” No sólo parecía borracha; también sonaba borracha.

“¿Hablas en serio? Vamos, si los usamos, moriremos.”

“Hmph.” Sachiko resopló, mirando a su alrededor. “Deberíamos usarlos con los monstruos.”

“No hay manera de que los monstruos decidan firmar los contratos por nosotras.”

Sachiko señaló con su dedo índice a Uluru. “Se te da bien mentir,

¿verdad? Así que los engatusas con tu magia, sueltas algún farol, como que si vences al dragón, puedes conseguir mucho dinero, o que si vences al dragón, el mundo se salvará, y luego reúnes a los oni para luchar contra el Gran Dragón.”

Sorami levantó las manos e intentó calmar cuidadosamente a Sachiko. “Pero, hermana. No importa cómo Uluru trate de mentirles, si no entienden lo que dice…”

“¡¿Para qué crees que es la aplicación de traducción?! ¡Ya deberías haberte dado cuenta!”

Sachiko golpeó la mesa con la botella de vino, y Uluru y Sorami se miraron con un “¡Oh!” colectivo.

***

Uluru utilizó la aplicación de traducción para engañar a los oni: “Derroten al dragón y obtendrán el cien por cien de los beneficios. Sólo tienen que firmar estos contratos primero.” Una vez que los oni lo hicieron, el trío los guio a la zona de las cuevas. Las hordas de oni fueron acribilladas por la cola del dragón y calcinadas por las llamas, pero uno de ellos consiguió sobrevivir. La magia de Sachiko concedió al ataque del oni restante una suerte excepcional, y el dragón fue derrotado.

Una vez que las hermanas regresaron sanas y salvas del juego, tres chicas mágicas les dieron la bienvenida. Puk Puck y Tot Pop charlaban agradablemente entre ellas: “Ahora todas somos amigas, ¿verdad?” “¡Sí!” Keek, mientras tanto, estaba a un lado, desplomada en su silla y negando con la cabeza. “El plazo…” Murmuró. “El plazo se acerca…” A las tres hermanas ya no les importaba lo que había ocurrido aquí.

“Ustedes tres han superado el juego, ¿verdad? Entonces Keeky quiere que por favor hagan esta encuesta.” Les pidió Puk Puck.

El trío escribió furiosamente sus quejas del juego, dándole unas críticas contundentes. Sus palabras fueron mordaces: ¡Hay que aumentar la tasa de éxito de R! ¡Bajar el nivel de dificultad! ¡Los NPC son molestos! ¡Que se joda esta mierda de juego! Lo siento por cualquiera que se vea obligado a jugar a esta cosa. Quienquiera que haya hecho esto es malvado. ¡El creador debería sentirse mal por sí mismo! Una vez que terminaron, las tres suspiraron.

Se dice que desde ese día, ninguna de las hermanas volvió a jugar a un videojuego.