Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 9

Capitulo 2: Mercancía Caliente sobre La Musica

Parte 1

Esta historia esta ambientada mucho antes de que se iniciara el juego Proyecto de crianza de chicas magicas

***

De repente se oyeron dos sonidos lo suficientemente fuertes como para que cualquiera quisiera taparse los oídos. El primero fue el del impacto de una puerta que se abrió violentamente, y el segundo fue el rebote de la puerta contra la pared.

Sólo conocía a una persona que entraría aquí así.

“¡Heeeey! ¡Es tu amada, la lindísima Tot Pop! ¡No te he visto en mucho tiempo!”

Su excitación era irritante y enfermiza a partes iguales.

Esta chica estaba comprometida con la estética punk-rockera: vestida con una camiseta de manga larga a juego con una guitarra de aspecto rudo, un motivo de calavera y un brillante piercing en el labio. Incluso llevaba una gruesa capa de maquillaje en el rostro, especialmente para una chica mágica, como si presumiera: “Por supuesto que una estrella debe llevar maquillaje de escenario.”

“Lo sé, vale… No tienes que presentarte. Conozco tu nombre lo suficientemente bien como para que me moleste…”

“¿Qué pasa, Keeky? Pareces deprimida. Como la estudiante más veterana del lugar, escucharé tus problemas.”

“¿Qué quieres decir, estudiante de último año?”

“Ahhh, lo siento. Ese era un secreto de Tot Pop, ¿eh? Haz como si no lo hubieras oído.”

Maldita sea, es tan incomprensible como siempre… Y tan odiosa…

Keek giró su silla y suspiró abiertamente hacia Tot Pop, pero ésta no se inmutó; a ella le parecía natural sentirse como en casa. Sin pedir permiso, acercó la silla plegable que estaba a un lado y tomó asiento, apoyando su guitarra en la mesa de acero.

“Escucha.” Dijo Keek. “En este momento estoy ocupada.” “No te preocupes, ahora mismo estoy totalmente libre.” “No me importa. Vete y pasa ese tiempo libre tú sola.”

“No seas tan mala. Una vez que haya terminado con lo que vine, me iré súper rápido.”

Keek intentó subirse las gafas con la mano derecha, pero la manga de su bata blanca de laboratorio era demasiado larga, por lo que sus dedos nunca salieron de la manga. “Dame un respiro, en serio… Siempre que abres la boca divagas sobre una cosa u otra…”

“No puedo evitarlo. Es porque me divierto mucho cuando charlo contigo, Keeky.”

A Keek se le atragantó el silencio. Se aclaró la garganta varias veces para disimularlo. Esto no era bueno. No podía aceptar el encanto de Tot Pop. Así era como la chica siempre se salía con la suya.

“¡Ah, Keeky, tienes las mejillas rojas!”

“¿Eh? De ninguna manera… ¡¿Estás bromeando?!”

“¡Sí, estoy bromeando! Yaaay, ¡te tengo!”

“Tú… en serio… ¡aghhh!” Keek se puso en pie de un salto, tirando hacia atrás su silla, que rodó hasta la esquina, levantando algo de polvo a su paso.

Con los hombros temblando, y esta vez con la cara roja, Keek miró a Tot Pop. Por otro lado, Tot Pop manejó el hecho de que la miraran como si fuera agua de borrajas; estaba totalmente serena. De hecho, incluso sonreía.

Verla sonreír así hizo que Keek se debilitara. Intentó sentarse, pero no había ninguna silla.

“Dios mío, eres… eres, en serio…” “¿En serio qué?”

“Está bien, lo que sea. ¿Para qué estás aquí?”

“¿Conoces a alguna persona importante de la división de gestión?” “No.”

“Entonces, ¿conoces a gente que conoce a gente?”

“Supongo que conozco algunos, pero…”

“Preséntame.”

“¿Qué?”

“¡Ayúdame con esto, vamos lindura, por favor!”

Keek tenía algunos conocidos importantes. Después de todo, la propia Keek contaba como una persona bastante importante. Sin embargo, ya había renunciado a que Top Pop la tratara como tal.

Ella podría presentar a Tot Pop a alguien que conocía a alguien que conocía a alguien de alto nivel en la división de gestión. Y los altos mandos de la división odiaban a las chicas mágicas más infames, ¿no? En ese caso, Keek podría conseguir que uno de los altos cargos reprendiera a Tot Pop por ella. Tal vez entonces Tot Pop se sentiría un poco arrepentida de sus acciones.

“Bien, te presentaré a alguien. Será mejor que estés agradecida.” “¡Gracias! ¡Te quiero, Keeky! ¡Déjame besarte!”

“¡Eres tan molesta! ¡Deja de hacer eso! ¡No me manches de babas!”

***

La habitación era toda negra, excepto por los diversos sigilos mágicos multicolores en forma de mandala que brillaban en su interior. En esa habitación estaban sentados un anciano y una chica frente a frente.

El anciano estaba recostado en una silla tapizada de cuero, mirando a la chica con intenso desagrado. Entre su túnica hasta el suelo, su larga barba blanca y su bastón nudoso y exagerado, todos los símbolos indicaban que era un mago.

La chica tenía una guitarra de aspecto fornido sobre su regazo. Su estilo era agresivo, con una camisa y unos pantalones que hacían un uso profuso de tachuelas y cinturones y un adorno en el cabello con forma de trampa para osos. Parecía más apropiado llamarla músico o guitarrista que chica mágica. En contraste con las profundas arrugas de la frente del anciano , ella tenía una sonrisa excesivamente amplia en la cara que se extendía de oreja a oreja, como si algo de esto le divirtiera.

El anciano chasqueó la lengua como si quisiera que ella lo oyera. “Vine a esta reunión porque escuché que era una presentación del Amo Osk… No imaginé que sería con una chica mágica.”

Su voz era baja y muda. La forma en que murmuraba, casi parecía que estaba hablando consigo mismo. “No soporto a las chicas mágicas.”

“Hay que ver, ahí vas de nuevo.”

“Me han llevado a esta posición por culpa de ustedes y de los bárbaros que han creado. Diría incluso que desprecio a las suyas…” No reaccionó al comentario de la chica. Cada vez parecía más que hablaba consigo mismo. “Normalmente, ni siquiera se te permitiría el acceso a esta sala. Eres una simple chica mágica, arrogante, que se hace la idea equivocada de que te has convertido en mago. ¿Quién te crees que eres?”

El anciano señaló la entrada de la habitación con su bastón, cuya punta temblaba, no por miedo, sino por la ira y la vejez. La voz del anciano era cada vez más baja, cada vez más difícil de escuchar. “Vete. No tengo nada más que decirte.”

“Vamos, no seas así. Seguro que tenemos algo de lo que hablar.”

La chica levantó las manos, sonriendo todo el tiempo, sin un rastro de miedo o ira en su rostro.

Treinta minutos después…

“Así que les dije que, aunque pudiéramos beneficiarnos temporalmente de esos medios impropios, dañaría nuestra confianza. Y eso, creo, es lo que más debe temer el Reino Mágico.”

“¡Whoaaa! Eso debe haber requerido mucho valor, ¿eh?”

“Pero en el mundo en que vivimos, no siempre son los justos los que salen victoriosos. Utilizaron su posición para socavar gradualmente a mis aliados, y en nuestro último encuentro, sólo me rodearon enemigos.”

“¡¿De verdad?! ¡Eso es una mierda!”

“Como resultado, fui expulsado de mi posición de liderazgo, perseguido a los alrededores de la división de gestión de chicas mágicas, y ahora no tengo nada que ver con la investigación de la magia mejorada…”

“Pero también ha habido cosas buenas, ¿eh?” “¿Qué cosas buenas puede haber?”

“Pues que terminaste conociendo a la linda y bella Tot Pop, ¿no?”

“… Hmph, tonterías.” El anciano se inclinó, apoyándose en su bastón. Sabía perfectamente que no era tan hosco como parecía. “Lo que me recuerda: ¿por qué has venido aquí?”

“Para que me digas la dirección actual de Magical Daisy.”

El anciano lanzó un breve hechizo y agitó un poco su bastón. Un trozo de papel surgió de la nada y bajó revoloteando, y la chica alargó la mano para agarrarlo.

“Su dirección está escrita ahí. Espero estes feliz.”

“¡Genial!”

“Hmph. No te equivoques. Sólo te la dije porque pasaste por los procedimientos adecuados.”

“¡Gracias, amigo! Te debo una.”

La chica desapareció de la habitación, y el anciano estiró la espalda y las rodillas y se recostó en su silla.

Era cierto que había pasado por los procedimientos adecuados. Pero aun así, nunca había querido hablar con una chica mágica de todas las personas. El viejo no las soportaba. Las consideraba las criaturas más bajas.

Entonces, ¿por qué había seguido hablando con ella? Había sido una conversación ociosa completamente innecesaria. Y después de haber disfrutado de su primera charla intrascendente en mucho tiempo, misteriosamente, había llegado a pensar que estaba bien decirle la dirección. Su odio y actitud discriminatoria hacia las chicas mágicas se había desvanecido.

No creía que ella le hubiera hecho magia. Entonces, ¿por qué habían cambiado tanto sus sentimientos en tan poco tiempo? No lo entendía. El anciano se acarició la barba bajo la iluminación de los sigilos mágicos.