Sokushi Cheat Ga Saikyou (NL)

Ahora sólo quedaban cuatro personas vivas en la plaza. Yogiri Takatou se quedó de pie sin hacer nada mientras Tomochika Dannoura miraba vacilante a su alrededor. El joven del traje levantó las manos como si se rindiera, pero Masayuki seguía de pie en el montón de cuerpos, congelado en su lugar.

“Me llamo Ryouta Takahashi. Soy el señor de esta ciudad. Él hizo todo esto por su cuenta; ¡yo no tuve nada que ver!” El hombre del traje saltó para explicar su propio lugar en el esquema de las cosas, un rápido y astuto acto como se espera de un señor.

“¿Qué… qué pasó? ¡¿Qué está pasando aquí?!” Masayuki gritó enfadado, como para cubrir su confusión. “¡Jódete, hombre! ¿Cómo has matado a los no-muertos? ¡¿Cómo es que algo que ya estaba muerto ha vuelto a morir?!”

“¿No muerto? No sé realmente lo que significa, pero no estoy seguro de que puedas llamarlos muertos. Se estaban moviendo, así que eso significa que estaban vivos, ¿verdad?” Yogiri preguntó sin burlas en su voz. Aunque algo fuera un cadáver, el hecho de que se moviera significaba que estaba vivo de alguna manera. Los muertos no se movían. Eso era sentido común para él.

“¡Y ahora algo que he estado tratando de ignorar vuelve a entrar! ¡Creo que un cadáver en movimiento ya es una gran contradicción!” Aparentemente, Tomochika había estado tratando de evitar pensar demasiado en todo esto.

“Bueno, todos tus amigos están muertos. Entonces, ¿qué vas a hacer?”

“¡Maldita sea! ¡Lain! ¡¿Sabías de esto, verdad?! ¿Magia de muerte instantánea? ¡No hay forma de que sea eso!” Alzando su cara al cielo, Masayuki aulló una serie de maldiciones. Parecía estar gritando a alguien llamado Lain, pero no parecía haber nadie con ese nombre en la plaza.

“Este no parece ser el mejor momento para las quejas. Te pregunto qué planeas hacer a continuación. Puedes ver lo que ha pasado aquí. Intente usar la cabeza.”

“Esa línea te ha afectado, ¿eh?” Tomochika comentó.

Masayuki saltó desde la pila de cadáveres. “¡¿Qué has hecho?! Ese no es el Don de un Sabio. ¿Lo obtuviste de un Maestro Espadachín? ¿O tal vez de un dragón caído? ¡De cualquier manera, eso debería ser imposible! ¡¿Cómo matas algo que ya está muerto?!” Incapaz de aceptar lo que estaba viendo, Masayuki luchó por superar el hecho básico de que sus muertos vivientes habían sido destruidos.

“Yo soy el que decide qué es la muerte. Si se mueve, está viva. Si muere, se detiene. Tu opinión no importa.”

Confusión, desconcierto, agotamiento. Mientras un torrente de emociones bañaba el rostro de Masayuki, finalmente se conformó con la rabia. La intención de matar explotó desde su interior, llenando el espacio a su alrededor como un miasma de odio, imponiéndose lo suficiente como para congelar a una persona de voluntad débil en su lugar.

Las violentas emociones que corrían por su mente pronto se manifestaron en su forma física. Sus colmillos y garras comenzaron a crecer. Su abrigo se fusionó con su cuerpo para formar un par de alas, y el grueso pelo negro cubrió el resto de su cuerpo.

No le llevó casi nada de tiempo, pero había tomado la decisión equivocada. Su única oportunidad de ganar había sido un golpe rápido, uno que pudiera tomar la vida de Yogiri más rápido de lo que Yogiri podía procesar lo que estaba sucediendo. Al final, su decisión de luchar sin un plan real fue la que selló su destino.

Yogiri respondió a la intención de matar de forma refleja.

“¡¿No podías al menos dejar que terminara de transformarse?!” Tomochika dijo, mirando al caído Masayuki. Ahora estaba tendido en el suelo, en una forma a medio camino entre una persona y una bestia.

“¿Por qué tengo que esperar?”

“Es como una regla no escrita, ¿verdad? De todos modos, ¿qué pasó con la negociación? ¿Qué vamos a hacer con la barrera?”

“Ya no necesitamos a este tipo. ¿No es así, Ryouta Takahashi? ”

“Uh, claro!”

Con las manos todavía en el aire, el señor de la ciudad asintió con fuerza. Podrían negociar con Ryouta en su lugar. Parecía mucho más probable que ceder a ellos. Por eso se había presentado en primer lugar, en resumen, se había aislado completamente de Masayuki en ese momento.

“No tengo ninguna capacidad de combate. Aunque no estoy seguro de poder hablar mucho si estoy bajo la amenaza de morir sin avisar.”

“Sólo nos estamos protegiendo, así que si no planeas pelear, no tienes nada de qué preocuparte.”

“¡Para nada! ¡Ni siquiera un poco! Para empezar, ¿te importaría si me devuelven la llave de la barrera? Masayuki la tenía.”

Al asentir Yogiri, Ryouta se acercó a la criatura caída, agachándose y hurgando en su ropa. En poco tiempo había recuperado una única y pequeña llave.

“Um, creo que todavía hay zombis por toda la ciudad”, señaló Tomochika. “¿Qué vamos a hacer al respecto?”

“Ah, eso. Masayuki añadió su poder de Necromancia a la barrera. Así que la gente debería dejar de convertirse en zombies cuando mueren ahora que él se ha ido… en cualquier caso, encontraré una manera de lidiar con ello. Ya tenemos planes de contingencia para manejar zombis errantes”.

“Dejando eso en paz, entonces, ¿tienes alguna idea de lo que realmente está pasando aquí?”

Como el que había iniciado todo el incidente ya estaba muerto, Yogiri aún no sabía por qué había sucedido todo esto.

“Ah, bueno, no te enfades, ¿vale? El sabio Lain le dio a Masayuki órdenes de matarlos a ustedes dos. Masayuki estaba confundido, así que esta es la forma en que eligió hacerlo. No quería dejar que se saliera con la suya en mi ciudad, pero no podía contrarrestar las órdenes del Sabio”.

“¿Entonces eres capaz de no llevar a cabo esa orden?”

“Soy un asistente como lo era Masayuki, pero no recibí ninguna orden directa. Así que mi prioridad es mantener la ciudad segura.”

Tomochika ladeó la cabeza, recordando su encuentro con el Sabio en el autobús. “Espera, ¿el nombre del sabio no era Sion o algo así?”

“Lady Sion también es una sabia, pero su jurisdicción está en otra parte. Esta área está bajo el control de Lady Lain. Y esta región en particular me ha sido confiada a mí.”

“Pero Sion nos convocó aquí y nos dijo que trabajáramos para convertirnos en sabios, así que, ¿por qué intentan matarnos?”

Habían sido convocados como candidatos a sabios para aumentar el número de sabios, así que no tenía mucho sentido que los sabios los quisieran muertos. Aunque, desde el punto de vista opuesto, tenía sentido deshacerse de Yogiri ya que estaba reduciendo activamente el número de Sabios que había en el mundo.

“No he oído nada al respecto, así que no puedo decir. Pero no tengo ningún deseo de interponerme en su camino, y haré todo lo que pueda para ayudarle.” Después de verlos eliminar el Cuerpo de Inmortales, claramente no tenía intención de conspirar contra ellos. “Quieres ir a la capital, ¿verdad? En ese caso, abriré la barrera… ¿eh?” Al tocar la llave que había recuperado del cadáver de Masayuki, la expresión de Ryouta se volvió dudosa.

“¿Hay algo malo?”

“No va a volver a la normalidad … ¿qué está pasando?! ¿Es esto una falsificación?” Aturdido, Ryouta miró el cuerpo de Masayuki, pero su compañero de trabajo no era alguien que se molestara con tales artimañas, ni había tenido el tiempo ni la razón para hacerlo. “De ninguna manera … es Lady Lain controlando la barrera directamente?!”

La llave era un objeto para delegar el control de la barrera al señor local. En resumen, para Lain, no había necesidad de una llave física.

“Ese es el sabio del que hablabas antes, ¿verdad? ¿Va a venir aquí?”

“No lo sé. No creo que ella pueda controlar la barrera desde tan lejos, aunque… probablemente no quiere que ustedes dos escapen.”

“Eso parece, ¿no? ¿Pero con qué fin? El Cuerpo de Inmortales ya está terminado.” Yogiri miró a su alrededor. Los Inmortales estaban esparcidos por la plaza. Nunca se moverían de nuevo. Había algo más que no estaba bien y lo notó de inmediato.

Intención de matar. Líneas negras apuntaban ahora a Yogiri desde todas las direcciones. El sonido de innumerables pasos resonaba en las calles que llevaban a la plaza.

“¿Qué es? ¿Más zombis? No lo parece.”

Sus ojos estaban locos, pero no eran no-muertos. Todos se movían como los humanos ordinarios, y tampoco se lanzaban sin pensar hacia adelante, deteniéndose para dejar un radio de diez metros a su alrededor despejado. Más allá de ese radio, la plaza estaba ahora llena hasta el borde de gente.