Sokushi Cheat Ga Saikyou (NL)

No tenía ni idea de dónde estaba, o de dónde había venido. Pero cuando Ein volvió en sí, estaba andando por un camino familiar. Lejos de la aldea, era un camino un poco desordenado. Este era el camino a su propia casa.

Aunque apenas había podido arrastrar su cuerpo arruinado, en algún momento había empezado a curarse. El raro poder curativo que poseía ya había cerrado la mayoría de las heridas infligidas por el sabio. Era un poder maravilloso. A pesar de caer de tal altura, no sólo no había muerto, sino que había empezado a curarse automáticamente.

Sin embargo, Ein no tenía nada más que burla para sí mismo. ¿Y qué si podía curarse? No podía vencer a ningún sabio en combate.

Se suponía que era la oportunidad perfecta. Los sabios eran escurridizos, impredecibles en cuanto a cuándo y dónde aparecerían. Normalmente no había forma de saber dónde estarían en un momento dado, pero su agente se había infiltrado en la Guardia de la Ciudad y se las arregló para asegurar esa información. Él sabía tanto el lugar como la hora en que aparecería un sabio.

Ein había confiado en sus habilidades como héroe. Si podía enfrentarse a un sabio, sabía que podía vencerlo. Había creído eso desde el fondo de su corazón. Pero aquí estaba el resultado. El sabio había tomado cada uno de sus ataques sin resistirse o incluso sin pestañear.

Había matado a los Señores Demonios. Había salvado reinos enteros. Incluso los asistentes del Sabio eran presas fáciles. Pero no podía vencer a un verdadero Sabio. Había agotado todas las opciones y todavía no había encontrado ni una pista de cómo podía luchar contra ellos.

Entonces, ¿qué podía hacer ahora? Era el Héroe de la Resistencia, que llevaba todas sus esperanzas sobre sus hombros. Tenía toda la intención de honrar esas esperanzas, pero ahora se sentía aplastado bajo el peso de ellas.

Cuando se recuperó completamente, estaba frente a su casa… una ruina destartalada al borde del colapso total, completamente abandonada. No sabía qué lo había traído aquí, pero algo estaba mal.

Había alguien dentro. Había alguien en la casa que debería haber sido abandonada hace mucho tiempo. Tampoco era sólo su imaginación, los sentidos de un héroe eran demasiado confiables.

Ein se quedó paralizado. No podía ser. Pero incluso mientras pensaba eso, la puerta se abrió de par en par.

Ariel.

La hermana que había estado buscando, que había desaparecido hace tanto tiempo, estaba parada justo frente a él. Expresión llena de esperanza, ella inmediatamente miró hacia Ein.

“¡Señor Mitsuki! ¡Viniste a buscarme!” El nombre le era totalmente desconocido. Mientras Ein se preguntaba de quién estaba hablando, el rostro de la chica perdió inmediatamente su brillo esperanzador. “Oh, lo siento. Pensé que eras el Gran Sabio. ¡Oh! ¿Eres uno de los mensajeros del Señor Mitsuki? ¡Algo está mal aquí! Cuando me desperté, estaba de repente en esta sucia casa. ¡No tengo ni idea de lo que está pasando!” Y sus ojos inmediatamente comenzaron a brillar de nuevo. La forma en que sus expresiones cambiaron en un abrir y cerrar de ojos fue tal como él la recordaba de hace tanto tiempo.

“Ariel…” Ein la abrazó inmediatamente. Su comportamiento era bastante extraño pero no le importó. El hecho de que estuviera viva, de que hubiera vuelto, era todo lo que importaba.

Pero Ariel comenzó a luchar. “¡Por favor, deténgase! ¡Suélteme! ¡Alguien! ¡Ayuda!” Con una fuerza increíble, trató desesperadamente de liberarse de los brazos del Héroe. A este ritmo, se lastimaría a sí misma, así que Ein la dejó ir.

“¡No! ¡No, no, no! ¡Mi cuerpo pertenece al Señor Mitsuki! ¡Nadie más puede tocarlo!” Ariel se abrazó a sí misma, agachándose.

Mientras Ein la miraba, aturdida, otra persona salió de la casa. Una mujer, con gafas y una mirada fría.

“Hola. Soy la secretaria del Gran Sabio. Por favor, llámeme Alexia.”

El Gran Sabio. En el momento en que Ein escuchó ese nombre, inmediatamente cayó en una posición de lucha. A pesar de que había perdido su espada sagrada, eso era sólo una parte del poder de un héroe. Incluso con las manos desnudas, le quedaba mucha fuerza de combate.

“Como el Gran Sabio se ha cansado de ella, la he traído de vuelta.”

“¿Qué…?”

“El Gran Sabio es una persona terriblemente amable, así que nunca diría algo tan hiriente. Pero al observarlo todos los días, sus sentimientos eran claros. Como tal, la he devuelto. Por supuesto, no seríamos tan insensibles como para quitarle la vida simplemente porque nuestro uso para ella se acabó. Eso haría al Gran Sabio infeliz. Como tal, ha sido devuelta a casa. He venido a explicarte esto. Desafortunadamente, aquellos que son alejados del Gran Sabio inevitablemente sienten la pérdida ya que se han obsesionado, pero no hay nada que hacer al respecto. Tal es la magnificencia del Gran Sabio”.

Mientras el Secretario parloteaba, Ein no podía hacer otra cosa que escuchar en un silencio sobrecogedor. Su conmoción se convirtió rápidamente en rabia, y terminó reflexivamente lanzando un puñetazo a la secretaria, pero sus manos pasaron a través de ella como si no fuera más que aire.

En ese momento se dio cuenta de la verdad: no había nadie más que su hermana.

“Desafortunadamente, no estoy físicamente aquí. Sólo he aparecido para explicar la situación de Ariel, para que no sea un obstáculo para ella en el futuro”.

Como si eso fuera todo lo que había venido a decir, la mujer que se hacía llamar secretaria del Gran Sabio desapareció de repente.

“¡Lord Mitsuki! ¡¿Dónde estáis?! ¡Usted! ¡¿Lo escondiste de mí?!” Ariel se levantó y golpeó a Ein. Aún en estado de shock, recibió el golpe en la cara y fue instantáneamente golpeado.

Se puso de pie de un salto, mirando a Ariel con incredulidad. Aunque le hubieran cogido desprevenido, no había forma de que Ariel tuviera la fuerza para enviar a volar a un héroe como él. Pero al mirar más de cerca, vio que su brazo estaba extrañamente hinchado. Era casi como si el brazo de algún monstruo hubiera sido injertado en ella. Ariel blandió ese brazo, mirando a Ein con el aliento andrajoso y los ojos inyectados en sangre.

Una punzada de miedo lo impulsó hacia adelante. Rápidamente cerrando la brecha entre ellos, la golpeó en el estómago. La extraña sensación de ese contacto envió otro escalofrío a través de él, impulsándolo a lanzar otro golpe. Y con cada golpe, Ariel se transformaba aún más.

¿Cuánto tiempo pasó golpeando a su propia hermana? Cuando volvió en sí, Ariel estaba inmóvil a sus pies. La fuerza dejó sus rodillas y se desplomó sobre ella.

Ella todavía respiraba, aunque apenas.

Pero, ¿y qué? ¿Qué podía hacer ahora?

Ein estaba completamente perdido.