Magdala de Nemure (NL)

Volumen 5

Capitulo 3: ¿Investigador?

Parte 2

Sus contribuciones fueron realmente valiosas.

El pergamino firmado con el nombre Korad tenía escrito lo siguiente:

—En esta Tierra, el conocimiento dejado por Dios permanece en el sueño.

—Dios envió al Espíritu Santo a este lugar.

—En el pasado, los Espíritus del Santuario dejaron este conocimiento.

La letra de Korad parecía realmente ansiosa, ya sea por su frialdad o por su personalidad.

El breve pasaje estaba lleno de una fuerte voluntad. En la última línea estaba escrito:

—Espero que quienes tengan el mismo objetivo que yo vengan a trazar mi camino después de leer esto.

Claramente era un mensaje dejado atrás, en el lomo de un libro muy aburrido, los anales de la ciudad. En los últimos 20 años, sólo Kusla y Fenesis descubrieron este mensaje oculto.

Pero, en última instancia, llegó a las manos de quienes debían recibirlas.

Realmente era un inquisidor extraordinario.

Comía con los paganos, se preocupaba por sus culturas y, aunque mostraba elementos de alquimista, tenía habilidades para realizar milagros de forma improvisada.

En la frontera, ignoró las palabras de los demás y se adentró en las tierras paganas.

Dijo que podría haber algo que quería antes que él. Dejó sus palabras en los Anales de la ciudad.

“Este hombre… es realmente…” Fenesis tartamudeó, aparentemente temerosa de reconocer este hecho.

Kusla recogió el pergamino, se puso de pie y revisó los lados.

De acuerdo con el viejo comandante que Alzen presentó, su impresión de Korad fue la misma.

Kusla asintió, y pensó en silencio, no hay duda. “Korad realmente creía que los Antiguos existían.” Así, por esa razón, ocultó la pista en esa página.

Después de sacar el pergamino, Kusla examinó detenidamente esa página y descubrió que las faltas de ortografía habían sido añadidas deliberadamente con posterioridad. Parecía haber varios trazos añadidos a palabras de aspecto similar, y las que no lo eran habían sido cuidadosamente borradas y reescritas.

“Apasionado por las culturas paganas, convirtiéndose en un indagador. ¿Todo por encontrar los rastros de los Antiguos?”

“¿Simplemente… te has dado cuenta?”

“El pasado era mucho más caótico que ahora. El viejo comandante dijo que Korad era un hijo de la nobleza, así que probablemente tocó algunos libros que podrían considerarse tabú, o más bien…” Tras algunas dudas, Kusla continuó. “Vio a los traídos del Lejano Oriente, habló con ellos y confirmó la existencia de los Antiguos.”

Fenesis, que fue tratada de manera similar y terminó con este destino, se sorprendió un poco, antes de asentir ligeramente.

“Si es cierto, el sabio sin nombre registrado en esa página de los Anales también era un Antiguo”

Así estaba escrito en el reverso de esa parte de los Anales.

El antiguo Sabio lo sabía todo. El primer día, aprendió los caminos de la Tierra; la segunda noche, aprendió los caminos de las Estrellas.

Al tercer día, refinó su conocimiento, y en la cuarta noche, lo cumplió todo.

“Esto incluye los secretos de varios mitos, la capacidad de manipular la piedra del sabio, el elixir omnipotente, el Libro de la Vida que Dios utilizó al crear la humanidad, la Adamantita que formó los cuerpos celestes, y…” Kusla lanzó una mirada sarcástica. “El metal de Dios hecho de fundición, Oricalco.”

El Sabio lo sabía todo.

Sin embargo, los humanos no podían comprenderlo todo. Sólo se guiaron por el Conocimiento y la Ley que el Sabio les proporcionó, reunieron y luego prosperaron durante generaciones…

“Pero si un Sabio realmente lo sabe todo, ¿no es Dios para empezar?”

“Pero…” Fenesis sonó inesperadamente escueta. “Pero… sabemos algo, ¿verdad?”

Kusla entrecerró los ojos ante Fenesis, tragó saliva y sonrió.

A menudo amortiguaba su propio entusiasmo, siempre advirtiéndose en silencio que todo era una vida.

Era una forma de vida, que le aseguraba no caer en las trampas. Sin embargo, Fenesis no podía hacerlo tan bien como él.

La pasión que exhibió dejó a Kusla nostálgico.

“Sí sabemos algo.” Kusla repitió las palabras de Fenesis y continuó. “La Tierra de Magdala es donde Korad se dirigía.”

El mapa que marcaba la ruta de Korad seguía en la habitación de Alzen, y Kusla lo había recordado discretamente.

Korad podría haber dejado algunas cosas en las ciudades en las que se quedó.

Kusla abrió las ventanas de madera y miró hacia afuera.

La habitación estaba bastante oscura, y mirando hacia fuera, ya había un tono rojo en el cielo.

El atardecer de invierno llegó mucho antes.

Mirando al cielo, Kusla dijo: “La leyenda dice que está durmiendo en algún lugar bajo el cielo.”

A Kusla le parecía increíble. El mundo era ilimitado, pero sin embargo su vida cotidiana se detenía a menudo de forma abrupta. Lo que debería entender, no lo podía entender, y estaba ansioso, pues esto le parecía demasiado grande para su boca.

“Probablemente esté muy lejos.” Murmuró Kusla. No tenía intención de mostrar tal debilidad, pero le parecía tan surrealista.

Al escuchar eso, Fenesis sonó un poco alegre. “Nunca olvides el verdadero significado de tu viaje.” “¿Eh?”

Kusla se dio la vuelta y se encontró con que Fenesis le dedicaba una suave sonrisa.

“Sigue avanzando, sobre tus pies. Mientras sigas caminando, habrá paisajes asombrosos ante ti, y…”

Ella hizo una pausa.

De repente Kusla se acercó a ella, y la observó fijamente.

“Estaba a punto de decirte que no te pusieras engreída.” Al decir esto, movió la cabeza de lado a lado y sonrió. “Pero estoy de buen humor.” Luego, apartó la mirada de ella, sonriendo. “Además, tú eres el que ha contribuido. Eres adecuado para ser un Alquimista.”

“¿Eh?”

Kusla miró a un lado a Fenesis, cuya expresión era la de una chica inocente engañada por un hombre malo. Pensó que seguía siendo la misma de antes.

“Por la suerte.”

“…”

Una vez más, se burló de ella, provocando que se indignara. Sin embargo, Kusla la ignoró y continuó.

“Esto es muy importante. Hay demasiadas cosas irracionales en este mundo. Para evitarlas, para llegar a la Tierra de Magdala, se necesita astucia, y suerte.”

Fenesis miró a Kusla con malestar y puso mala cara. “Eres, mezquino…”

“Lo que tú digas. Esto se requiere de un alquimista.” “… Eso es definitivamente una mentira.”

Kusla se limitó a encogerse de hombros ante esas palabras, y Fenesis, con cara de asombro, suspiró ante él.

Miró hacia el pergamino que tenía Kusla en la mano, y su rostro se descompuso en una sonrisa de orgullo al empezar a maravillarse con él.

Parecía estar insinuando que era un logro suyo.

“De todos modos, tenemos que seguir investigando.” Dijo Kusla, cerrando las ventanas de madera.

“Primero, tenemos que comer. ¿O también piensas que esto es una mentira?”

“… Realmente eres un niño.”

“He dicho que estoy de buen humor.”