Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 8

Capítulo 5: Adiós, Amigo Mío

Parte 5

◇   Bluebell Candy

Bluebell Candy había oído que una chica mágica en silla de ruedas llamada Pfle era la jefa del Departamento de Recursos de Chicas Mágicas. Cuando alguien ascendía rápidamente en el escalafón, había muchas oportunidades para que la gente hablara de ella, incluso por pura envidia. Pfle era lo suficientemente importante como para que incluso Bluebell, que no tenía amigos para cotillear, supiera de ella. Era justo suponer que Pfle era bastante famosa.

Pfle examinó la cara de Bluebell de cerca, y Bluebell se escondió detrás de un cedro, mostrando sólo la mitad de su cara. Tal vez fue grosero, pero su miedo tuvo prioridad. “U-Um… ¿P-Puedo ayudarte en algo…?”

“Eres mala mintiendo… En realidad, dudo que siquiera seas capaz de mentir.”

Bluebell no entendía cómo Pfle podía decir esas cosas cuando se acababan de conocer. “Bueno, eso es cierto… Um, creo que soy una mala mentirosa, pero…”

“Eso es algo bueno. Los mentirosos no hacen nada bueno. El Departamento de Investigación y Desarrollo hizo una buena elección al contratarte.”

“¿Eh? ¿Sabes de mí?”

“Por supuesto. Trabajo en Recursos para Chicas Mágicas.” “Oh… Verdad.”

Pfle giró su silla de ruedas sobre la rueda derecha. Miraba al cielo. “Estamos en la naturaleza, pero con la ciudad tan cerca, no puedo decir que las estrellas brillen maravillosamente.”

“Cierto…”

Sólo hablar con Pfle dejaba a Bluebell mentalmente agotada. No se le daba bien hablar con gente importante. En la escuela primaria, cuando la habían puesto a cargo de las tareas de limpieza, había tenido más oportunidades de hablar con el director, le gustara o no, y eso había sido muy agotador. Incluso dejando de lado que Pfle era una persona importante, Bluebell sentía que la propia chica era agotadora.

Las cosas podrían haber sido diferentes si Deluge estuviera allí, pero se había marchado. Cuando Pfle había aparecido de repente, las dos habían tenido algún tipo de conversación, y luego Deluge había volado a algún lugar, llevándose las Alas Demoníacas con ella. Cuando Bluebell intentó seguirla, Deluge la había derribado de una patada y le había ordenado amablemente: “No vayas a ninguna parte. Por favor, espera ahí.” Ahora Bluebell se quedó esperando junto con Pfle.

Que le dijeran que no la siguiera la había entristecido mucho, pero también se alegró un poco al oír a Deluge decir que no fuera a ninguna parte. Le hizo pensar que tal vez Deluge sí la necesitaba. Dicho esto, también era posible que Deluge no quisiera que Bluebell se fuera a algún sitio soltando medias verdades.

No había nadie por la noche en medio de la nada: no había carreteras para los vehículos, ni siquiera senderos o caminos para animales. Las dos eran las únicas que estaban allí.

“¿Conociste a Deluge en el Departamento de I+D?” Le preguntó Pfle de repente.

A Bluebell casi le da un ataque al corazón; trató desesperadamente de calmarse mientras respondía: “Sí, um, ese es el caso.”

“¿Por qué estás con ella?” “Porque no podía dejarla sola.”

“Efectivamente, es alguien a quien no se podría dejar simplemente a su aire. ¿Pero no causaría muchos problemas tener a un extraño con ella cuando hay tantas cosas que no quiere que se sepan?”

Bluebell se estremeció al pensar en lo que significaba “silenciar a alguien”. La posición de Pfle como jefa del Departamento de Recursos de Chicas Mágicas daba un sentido de realidad a la frase que parecía de ficción y que sólo aparecía en dramas de época o en programas de detectives. Aunque fuera algo raro, a Bluebell no le hacía ninguna gracia.

“¡U-Um! N-No pienso d-decírselo a nadie.”

“Seguro que no. De todos modos, no mientes.”

Bluebell respiró aliviada.

Ese alivio hizo que sus pensamientos se dirigieran a la otra persona de la que tenía que preocuparse. “Um…”

“¿Sí?”

“¿A dónde fue Deluge? Volverá, ¿verdad?”

“Independientemente de sus intenciones originales, es probable que regrese. Ahora mismo Princess Deluge está en alerta máxima. Estoy segura de que hay varios enemigos a los que trataría de enfrentarse precisamente porque son peligrosos, pero dudo que estén en la dirección que ella toma. Si fuera un poco más densa, me habría gustado ponerle un transmisor para saber a dónde va, pero el uso descuidado de esos trucos baratos me expondría seguramente. Y eso dañaría inevitablemente la confianza, que no es lo que quiero.”

“¿Peligroso? ¿Deluge fue a algún lugar peligroso?”

“He hablado expresamente de forma extensa para ti, pero sólo saltas a las partes que quieres saber.”

“Oh, um, lo siento.”

Pfle miró al cielo una vez más. Bluebell tuvo el pensamiento aleatorio de que su mandíbula era muy bonita.

“Está llegando.” Dijo Pfle. “¿Llegando?”

Al oír el sonido de un pájaro, Bluebell se asustó y se acercó a Pfle.

¿Era un búho u otro tipo de ave? Al haber nacido y crecido en la ciudad, Bluebell no sabía nada de distinguir los cantos de los pájaros.

“No estoy hablando de un pájaro.” “¿No es así?”

Hubo un crujido en la espesura. Bluebell soltó un pequeño grito y se aferró a Pfle.

“Es una pena lo de Micchan.” Dijo Pfle.

“… Sí.” Coincidió una de las recién llegadas.

“¿Verdad?” Dijo la otra recién llegada. “Me imaginé que era la única persona que nunca estiraría la pata. Ni siquiera los dioses podrían haber esperado que la Líder y yo fuéramos las únicos que sobreviviéramos. Pero supongo que en este caso se trata menos de dioses y más de parcas, ¿no?”

La chica mágica que parecía fundirse en la sombra era Dark Cutie, mientras que la de gafas era Glassianne, que parecía de algún modo aliviada. Dark Cutie estaba de un humor más agrio. Había sido una dama de pocas palabras desde el momento en que se habían conocido, pero ahora Bluebell tenía la sensación de que era menos taciturna y más huraña.

La chica mágica con gorro de erudita que había estado con ellas, Micchan el Diccionario, había desaparecido. Bluebell pudo suponer lo que le había ocurrido por el comentario de Pfle: “Es una pena lo de Micchan.” Si la pelea había sido tan intensa, eso tenía que ser lo que quería decir. Bluebell sintió un escalofrío fuera de época y de lugar. Un paso en falso y tal vez Deluge hubiera acabado así. O tal vez no era que un paso en falso hubiera acabado con ella, sino que había tenido suerte de sobrevivir.

“Parece que la Srta. Deluge no está aquí.” Dijo Glassianne. “¿A dónde se fue?”

“Ha ido a comprobar la seguridad de un individuo importante.”

“¿Individuo importante? Realmente estás tratando de insinuar algo,

¿eh? ¿Puedo asumir que es alguien más importante que Premium Sachiko?”

Pfle sonrió.

Dark Cutie frunció el ceño, y la expresión de Glassianne pasó de una sonrisa a algo más serio. Bluebell se rodeó el cuerpo con los brazos para intentar no temblar. Su cuerpo y sus brazos estaban muy fríos. La sonrisa de Pfle estaba llena de irritación y enfado, pero no dejaba de ser una sonrisa.

“Probablemente ya es demasiado tarde.” Dijo Pfle. “Nos hemos quedado atrás… ¿O nos han adelantado? Si queremos recuperarnos a estas alturas, necesitaremos tanto esfuerzo en bruto como un ingenio deslumbrante. Oh, Glassianne—no necesitas considerar perseguir a Deluge con tus gafas. Necesitamos una cooperación aún más fuerte.”

***

◇   Snow White

Cuando salieron del almacén, el sol ya se había puesto por completo, hora ideal para las chicas mágicas que se escondían al amparo de la oscuridad.

Pero esta hora del día no haría feliz a Dark Cutie. Si iba a usar su sabueso para cazarlas, tendría que preparar su propia luz. Con una luz como la que se había usado en el parque de atracciones iluminándola para recorrer las calles de noche, destacaría sin remedio.

El plan era el siguiente:

Snow White se des transformaría sola y se dirigiría a la finca de Puk Puck a pie y en transporte público todo el tiempo con Sachiko y Uluru en su bolsa. “Uluru confía en ti.” Dijo Uluru mientras saltaba dentro de la bolsa, y añadió: “Basta de tonterías.” A Sachiko, que se había mostrado reticente al ser arrastrada.

El enemigo sabía cómo era Snow White, pero no sabía cómo era Koyuki Himekawa. Podía pasearse con desparpajo por toda la ciudad de esta manera y nadie la cuestionaría. Fal estaría dentro del bolsillo de Koyuki, comprobando si había chicas mágicas en la zona, y cuando llegara el momento, podría hacer que se transformara al instante. Fal estaba sincronizado con el mecanismo de transformación de Snow White. Con los reflejos humanos, para cuando ella percibiera el ataque de una chica mágica, ya sería demasiado tarde. Por eso se decía que ninguna chica mágica volvía a su forma humana en el campo de batalla. Pero para eso, Fal podía responder en cuestión de segundos.

Koyuki Himekawa se acercaría a la finca todo lo que pudiera, y dependiendo de cómo fueran las cosas, se transformaría allí y ganaría algo de tiempo. Uluru también saldría de la bolsa y lucharían juntas, y cuando el enemigo flaqueara, dejarían salir a Sachiko y la harían entrar en la casa por su cuenta. Si alguien que hasta hace un momento se suponía que era una simple chica de secundaria se transformaba de repente en una chica mágica, sus oponentes no estarían preparados. Se aprovecharían de ello.

Que los sabuesos de sombras de Dark Cutie la siguieran era motivo de preocupación, pero ahora que era de noche, no podía seguir el rastro de Snow White y Fal tan fácilmente. No las había alcanzado cuando habían estado en el almacén, así que eso significaba que utilizando el transporte público, podrían alejarse aún más de ella.

Al pasar del tren al autobús, Koyuki se dirigió al centro de la ciudad. Incluso a esta hora del día, había más gente que en Ciudad N, la ciudad natal de Koyuki. Eso facilitaba que las chicas mágicas se escondieran entre la multitud. Fal amplió su radio de búsqueda de enemigos hasta el límite, manteniendo una vigilancia cautelosa, pero hasta el momento no había habido nada.

La aglomeración de gente significaba que había más trenes en funcionamiento equipados con un mayor número de vagones. No tendrían que esperar hasta una hora para que llegara el tren. Avanzaron sin problemas, y hasta ese momento, no se cruzaron con ninguna chica mágica.

“¿No has detectado a ninguna chica mágica?” Preguntó Snow White a Fal.

“Sólo estás tú, pon.” “¿De verdad?”

“¿Por qué iba a mentir, pon?”

“¿No se ha acercado hasta ahora ni una sola carta soldado ni una sombra negra?”

“¿Tal vez están concentrando sus fuerzas en la zona de la finca, pon?”

“No me gusta esto.”

“Snow White. Si crees que esto no va a funcionar, finge ser un espectador inocente y pasa de largo, pon. No puedes arriesgar tu vida tratando de hacer esto, pon. No vale la pena ir tan lejos, pon.”

Había habido muchos enemigos, pero ahora no había ninguno. Aunque se estaban acercando a la finca, hasta ahora no había aparecido ninguno. La “voz” había dicho a Snow White que las fuerzas enemigas se habían retirado. ¿Era eso cierto? Uluru y Sachiko también le habían dicho felizmente que no habían visto ni un solo enemigo hasta que se encontraron con Snow White.

Snow White mantuvo un ritmo completamente natural mientras caminaba por la acera. Se estaban acercando a la finca. No se habían detectado nuevas chicas mágicas. Podía ver el techo de tejas de la finca de Puk Puck.

“… No hay nada, pon.” “¿Nadie rodea la finca?”

“Quiero decir, no hay reacciones.”

Ya fueran Shufflin o demonios, si se acercaban, Fal los detectaría. Y las chicas mágicas, por supuesto, también harían sonar su radar. Su expectativa de que hubiera una vigilancia cerca de la finca que hiciera imposible entrar o salir había quedado en nada, pero Snow White no podía alegrarse de ello. No podía evitar sentir que tenía que haber algo.

“No puedes bajar la guardia, pon. No corras todavía, sólo camina, pon.”

“Entendido.”

No se detectaron nuevas chicas mágicas. Se acercó a la mansión impaciente, pero no podía precipitarse. Fue con cautela. Le había pedido a Fal que enviara un mensaje a la mansión desde su teléfono mágico, uno sencillo diciendo que llevaba a Sachiko y que llegaría pronto. No habían llegado refuerzos, pero al menos podían abrir las puertas y enviar a alguien a recibirlas.

“Nuevas detecciones: ninguna. Detecciones: ninguna. Detecciones:

¡sí! Una chica mágica ha entrado en el rango y viene directamente a hacer contacto, ¡pon!”

Fal hizo que Snow White se transformara, diciendo: “¡Una chica mágica detectada además de ti, Snow White!”

Snow White corrió. Uluru saltó de la bolsa y la persiguió.

Las paredes blancas de la finca ya estaban frente a ellas. Estaban lo suficientemente cerca como para que un pequeño estiramiento de su brazo las alcanzara. Si nadie más se interponía en su camino ahora, sólo un paso, y serían capaces de volver con Premium Sachiko.

Pero entonces, Snow White aflojó el paso. Uluru, que corría detrás de ella, estuvo a punto de caerse. Sus pies se enredaron y protestó: “¡Hey, ¿qué estás haciendo?!”

Sin prestar atención a los lamentos de Uluru, Snow White pasó de correr a caminar antes de detenerse por completo.

A diez metros de distancia había una chica mágica, a la que conocía bien. Getas de dientes altos, una pinza para el cabello en forma de shuriken, un disfraz de ninja, un ojo y un brazo, su manga oscilando en el viento. Snow White había creído que había desaparecido tras verse envuelta en aquel incidente. Por más que Snow White había buscado, nunca había podido encontrarla. Iluminada bajo la luz de la farola, el lado derecho de la parte superior de su cuerpo estaba coloreado de un amarillo pálido.

“… Ripple.”

“Ha pasado mucho tiempo, Snow White.” Esa cara tan familiar estaba sonriendo.

Snow White dio un paso adelante. Le temblaban las manos. “¿Snow White? ¿En verdad es Ripple, pon?”

“Es Ripple… Es Ripple; es ella. Esos pensamientos…” Son de ella. Snow White podía oírlos. Era la mente de Ripple. Snow White se precipitó hacia delante y se aferró a Ripple, que la abrazó con fuerza y le acarició suavemente la espalda. La mano de esta chica ninja también se sentía como la de Ripple.

“¡Ripple! ¡¿Por qué—?! ¡¿Cómo?! ¡¿Dónde has estado todo este tiempo?!”

“Lo siento, Snow White. Simplemente no pude…”

Un poco confundida, Uluru corrió hacia ellas y gritó: “¡¿Quién es esa?! ¡¿Alguien que conoces?!”

“Es una amiga suya que ha desaparecido, pon.” Respondió Fal. La mano que acariciaba a Snow White se congeló.

Snow White no pudo detenerla. Con el brazo todavía alrededor de Snow White, Ripple metió la mano en la bolsa que colgaba de la cintura de Snow White. Cuando Ripple sacó la mano, tenía a una Sachiko Premium de aspecto dolorido por el cuello, y antes de que Snow White pudiera sobresaltarse, hubo una lluvia de sangre.

Agarrándose el cuello, Premium Sachiko cayó al suelo. Uluru gritó. Snow White miró a Ripple aturdida; Ripple se quedó mirando su mano derecha manchada de sangre, con una expresión retorcida de total conmoción.

Snow White podía oír el trabajo de la mente de Ripple, que estaba confundida. El corazón de Ripple, su mente…

“¿Por qué…? ¿Por qué hiciste eso…?” Con un gemido, Uluru levantó su arma y golpeó a Ripple.

Ripple dejó que la golpeara; la culata del arma la golpeó en la cara y la hizo caer al suelo. Uluru se adelantó para golpearla de nuevo, pero Snow White se interpuso entre ella y Ripple.

“¡Fuera de mi camino!” Gritó Uluru, golpeando a Snow White. Pero antes de que pudiera bajar su arma, Snow White la bloqueó y se volvió hacia Ripple.

“¡Ripple!” Gritó.

La expresión de Ripple, retorcida por la conmoción, pasó a la tristeza y luego a la ira. Se dio la vuelta.

“¡Ripple!”

Ripple no respondió. Salió corriendo, sólo sus pensamientos llegaron a Snow White: lo que Ripple había hecho, lo que Ripple había sido obligada a hacer. El corazón de Ripple gritaba—gritaba que ya no podía estar con Snow White.

“¡Sachiko! ¡Sachiko!”

Los gritos de Uluru devolvieron a Snow White a la realidad. La transformación de Premium Sachiko se había deshecho, y estaba en forma humana, boca abajo en un mar de sangre.

“¡Atención médica! ¡Necesita atención médica, pon! ¡Todavía podemos lograrlo, pon!” Gritó Fal.

Snow White y Uluru se miraron, luego levantaron a Sachiko y corrieron hacia la finca.

El calor se filtraba del cuerpo de Sachiko. Los latidos de su corazón y su respiración se detuvieron.

¿Por qué Ripple había estado esperando frente a la finca? ¿Por qué no había otras chicas mágicas además de ella? ¿Por qué había hecho algo así? ¿Por qué había mirado a Snow White después de hacerlo con tanta incredulidad?

Por mucho que lo meditara, nada le cuadraba. Las puertas de la finca se abrieron con fuerza y las dos chicas mágicas entraron de un salto como si estuvieran corriendo para entrar.