Neechan Wa Chuunibyou (NL)

Volumen 7

Capitulo 4: Nigromante y Acosador Versus Asesina Serial Y El Hermano Menor Más Fuerte

Parte 1

Un intruso había roto la ventana para entrar en el café y todos los clientes habían huido.

Un grupo de cinco hombres y mujeres ahora se enfrentaron entre sí.

Sakiyama era el que había roto la ventana para entrar al café, pero ahora simplemente estaba parado. La mujer del traje de montar negro, que se había hecho llamar la hermana mayor de Natsuki, estaba de pie entre ellos y la salida. Yuichi, Natsuki y Ende estaban intercalados entre las dos presencias aparentemente hostiles que habían aparecido de la nada.

Ende estaba sonriendo como si encontrara todo esto muy emocionante, mientras que Natsuki ni siquiera estaba tratando de ocultar su disgusto.

Yuichi la miró con simpatía. “Um, no es que me quiera entrometer en tu situación familiar, pero supongo que ambos estamos teniendo problemas con nuestras hermanas mayores…”

Por supuesto, pensó, tal vez así eran las hermanas mayores en todo el mundo: farisaicas, arrogantes y rebosantes de confianza.

“Ella no es mi hermana mayor.” Respondió Natsuki con el ceño fruncido. “Ella es una de las catorce sirvientas de Nergal. Su nombre es Alberta.”

Eso significaba que Yuichi era definitivamente el objetivo. Pero también cambió las cosas.

“¿Qué deseas?” Demandó Yuichi. “Teníamos un trato con Nergal.

Dijo que nos dejaría en paz.”

Yuichi había ganado su juego con Nergal, y Nergal había dicho que mantendría su promesa.

“Mm, creo que podrías estar recordando mal.” Le dijo la mujer. “Las palabras precisas del amo Nergal fueron: ‘Si ganas, te dejaré ir. Permitiré que salgas ileso de este lugar y que Natsuki permanezca como está. Incluso haré la promesa de no volver a perseguir a Natsuki nunca más’. ¿Entonces? Estoy segura de que está bien para mí perseguir a personas que no son Natsuki.”

“Oh, por el amor de… Si lo hubiera sabido, habría pedido una promesa más completa.”

“Pero eso significa que tienes que dejarme en paz, ¿no? Así que creo que deberías irte.” Natsuki dio un paso adelante y la miró.

Era cierto que, si la promesa estaba en vigor, la mujer nunca más debería poder tocar a Natsuki.

“Bueno, es cierto que Nergal anuló tu orden de búsqueda.” Dijo la mujer. “Pero todavía tengo mis asuntos personales contigo, sin relación con los suyos.”

“Hablando de vacíos legales…” Si eso fuera posible, pensó Yuichi, podría discutir lo que quisiera. Se quejó para sí mismo sobre cómo los subordinados deberían ser más fieles al espíritu de un juramento. “De todos modos, ¿dijiste que tenías negocios conmigo?”

“Oh, sí, eso dije… pero si Natsuki está aquí, ya no te necesito.” Dijo la mujer descuidadamente. “Estaba planeando secuestrar a su novio para atraerla hacia mí. Pensé que sería divertido cortarte en pedazos y mostrárselos, ¿o quizás enviarle una foto de nosotros dos haciendo el amor?”

“Novio…” Murmuró Natsuki. “No me simpatizas, Alberta, pero a veces me gustan las cosas que dices.”

“Takeuchi… ¿no escuchaste las otras cosas que dijo?” Preguntó Yuichi con incredulidad. No sentía que pudiera dejar pasar un comentario inquietante como ese.

“Sakaki, ten cuidado.” Respondió Natsuki. “Creo que ambos están muertos. Sakiyama fue decapitado y Takizawa cortó en pedazos a Alberta.”

“No me parecen muertos…”

“Parece que Alberta es una nigromante. Ella debe estar moviendo su propio cadáver.”

“¿Cómo se supone que te muevas cuando estás muerto…?” Comenzó Yuichi. No tenía ningún sentido para él, pero decidió dejar de intentar comprenderlo. Lo que importaba era que tanto Alberta como Sakiyama eran sus enemigos y que lo perseguían. Eso hizo que las cosas se sintieran mucho más simples.

Natsuki adoptó una postura de combate. Yuichi se quedó inmóvil y abrió sus sentidos a todo lo que lo rodeaba. Alberta no fue su único enemigo; también estaba Sakiyama detrás de ellos.

“Realmente duele, ya ves.” Dijo Alberta casualmente. “No esperaba morir en un lugar como ese. No sé cómo viviré el resto de mi vida.”

“En ese caso, ¿por qué no simplemente te mueres?” Espetó Natsuki.

“Oh, sí.” Dijo Alberta suavemente, desconcertada por la mordaz respuesta de Natsuki o simplemente ignorándola. “Me preguntaste qué quería, ¿no? Venganza, por supuesto.”

“La forma en que recuerdo la situación es que me tenías a tu merced.” Dijo Natsuki. “No hice nada para ganarme tu ira.”

“Pero si trato de vengarme de Aki, simplemente perderé.”

“En otras palabras, quieres desahogar tu frustración.” Dijo Natsuki.

“Mm, más o menos. El cuerpo que tengo ahora es uno que robé después de forzar mi camino a la casa de una familia… mi cuerpo original fue cortado demasiado para recuperarlo, ya ves… pero debe

ser una mala combinación, porque no puedo evitar que se descomponga.”

Yuichi se sintió vagamente enfermo al darse cuenta de lo que implicaban las palabras casuales de Alberta.

“Así que estaba pensando, como compañeras de servicio de Nergal, mi compatibilidad contigo podría ser un poco mejor. Entonces, Natsuki querida… dame tu cuerpo, ¿quieres?” Con eso, Alberta se subió la falda de su traje de montar y sacó un arma desde dentro.

Fue un látigo. A pesar de su atuendo, no era una fusta, sino un látigo, del tipo que podría usar un domador de animales.

“Oye, esto se está poniendo muy emocionante.” Comentó Ende. “Sin embargo, no creo que tenga nada que ver conmigo, así que podría sentarme y mirar… espera, ya sé. Dado que no es divertido ver una gran batalla como esta interrumpida, estableceré una barrera para mantener a la gente alejada. Incluso lo haré gratis.”

Como si viera que la batalla estaba a punto de comenzar, Ende se trasladó a la parte trasera del café y se sentó en una silla al azar. Luego sacó su teléfono inteligente y realizó una llamada. Yuichi no estaba seguro de qué estaba haciendo para mantener a la gente alejada, pero todo lo que podía hacer era dejar que ella se encargara de ello.

Alberta ni siquiera miró a Ende mientras balanceaba su látigo directamente hacia Natsuki.

Pero el látigo no la alcanzó. Yuichi había agarrado la punta.

“¿Eh?” Preguntó Alberta, boquiabierta. Parecía tener una gran confianza en su habilidad con el látigo, y probablemente no esperaba que fuese detenido en el primer ataque.

“Sakaki, ¿puedes atrapar látigos?” Preguntó Natsuki. “Sí, estoy acostumbrado.”

Había teorías de que los ataques de un látigo podían superar la velocidad del sonido. En realidad, era dudoso que cualquier látigo destinado a atacar pudiera exceder la velocidad del sonido, pero, naturalmente, el concepto fantástico atrajo mucho a Mutsuko. Debido a eso, Mutsuko había desarrollado un látigo que realmente excedía la velocidad del sonido, y lo había usado en Yuichi muchas veces antes. Gracias a eso, había aprendido a hacer frente incluso a los ataques de alta velocidad más impredecibles.

“Takeuchi, haz algo con Sakiyama.” Ordenó. “Yo me ocuparé de la mujer del látigo.”

“Lo haré.” Estuvo de acuerdo Natsuki. “Cuidado con los pinchos que pueda lanzar; si te golpean, serás maldecido.”

“Eso no es una gran advertencia…” Natsuki se volvió hacia Sakiyama.

Yuichi miró a Alberta de nuevo. Había algo extraño en su centro de equilibrio; debe haber tenido armas aún más pesadas debajo de su falda.

Calculó, a partir de ese golpe de látigo, que ella era un poco más fuerte que Natsuki. Era difícil para él decir si realmente estaba ‘muerta’ o no, pero definitivamente había algo extraño en sus movimientos.

En total, ella no era tan fuerte, determinó Yuichi.

“Parece que no eres un aficionado… Pero no puedo permitir que te pongas engreído solo porque anticipaste un pequeño ataque.” Alberta soltó el látigo y se subió la falda teatralmente.

Los muslos que vislumbró debajo de la falda estaban, como había pensado, equipados con una plétora de armas.

Alberta agarró algunos de ellas y se los arrojó con un movimiento suave. Una púa salió volando directamente hacia él desde su mano derecha. De su mano izquierda salió un arma en forma de disco, un chakram, que trazó una curva mientras volaba hacia él.

Yuichi cerró el espacio entre él y Alberta y tomó el chakram del aire. También esquivó la púa, solo para estar seguro.

“Lo siento, también estoy acostumbrado a los chakrams.” Le dijo. Su hermana mayor Mutsuko había desarrollado un arma llamada disparador de chakrams; naturalmente, lo había probado en Yuichi, así que él también sabía cómo funcionaban.

“¡Sabía que las armas de largo alcance no funcionarían desde el momento en que agarraste el látigo!” Ella chasqueó.

Aparentemente, Alberta acababa de usar los proyectiles para limitar su rango de movimiento, ya que rápidamente levantó un hacha de mano en un agarre a dos manos y la balanceó hacia Yuichi mientras se acercaba. Pero Yuichi ya estaba en su espacio personal antes de que pudiera terminar el golpe.

Detuvo el descenso de sus brazos desde abajo y luego los cruzó. Cuando su centro de equilibrio se desplazó hacia arriba, golpeó con la palma su vulnerable pecho.

Pero había algo dudoso en la forma en que el golpe le rompió las costillas y le aplastó los pulmones; estaba seguro de que no la había golpeado lo suficientemente fuerte como para hacer eso.

Entonces Yuichi se retiró velozmente, consiguiendo espacio entre ellos mientras Alberta se doblaba.

“Parece que realmente estás muerta.” Dijo.

El cuerpo de Alberta era frágil y no contenía la fuerza vital que sustentaba el cuerpo de un ser humano vivo.

Ver un cadáver moviéndose inspiraba un cierto grado de terror primario, pero parecía ser, en sí mismo, algo bastante fácil de combatir.

Aunque normalmente, aplastar los pulmones de una persona terminaría la batalla…

La gente no podía moverse si no podía respirar, pero eso no parecía importar cuando el cuerpo ya estaba muerto.

Alberta levantó la vista del lugar donde estaba agachada y sonrió.

Yuichi levantó una mano casualmente para agarrar la cosa que le zumbaba desde atrás.

El rostro de Alberta se contrajo de sorpresa.

“Te lo dije, estoy acostumbrado a los chakrams.” Dijo Yuichi. Sostenía un chakram hecho de material transparente. Cuando inicialmente había lanzado el primero, probablemente había lanzado otro en un arco más amplio.

Aunque es un problema…

Ciertamente podía vencerla, pero parecía que necesitaría mucho trabajo para noquearla. Tendría que empujarla a la inmovilidad, pero dudaba en ir tan lejos contra una mujer.

Miró detrás de él para ver cómo estaba Natsuki. Ella estaba cortando a Sakiyama, convirtiéndolo en un montón de piezas inmóviles. Ella no parecía mostrar un momento de vacilación.

Quizás porque el cuerpo ya estaba muerto, casi no había sangre. “He terminado.” Dijo Natsuki. “¿Que pasa contigo?”

“Me siento un poco mal por Sakiyama, pero…” Dijo Yuichi. El hombre podría haber sido un acosador, pero todavía pensaba que el hombre merecía un poco más de sentimiento que eso.

Natsuki se acercó a él; ahora eran dos contra uno. Alberta hizo una mueca, al darse cuenta de que estaba en desventaja.

“¿Que está pasando aquí? ¡No puedo perder con gente como tú!

¡No, ya sé! ¡Es este cuerpo el problema! ¡Nunca debí haber elegido este cuerpecito débil!” Gritó Alberta.

Yuichi pensó que Alberta podría estar preparándose para una fuga; sus gritos agudos eran probablemente un engaño. Ella solo quería distraerlos lo suficiente como para escapar.

“Takeuchi, ¿qué debemos hacer con ella?” Preguntó. La barrera de Ende parecía estar funcionando, pero también tenían que actuar pronto. Normalmente, no le importaría si un enemigo quisiera huir. Pero por la forma en que estaba actuando, Alberta podría volver con un cuerpo más fuerte.

“Creo que tendremos que matarla.” Dijo Natsuki. “No te preocupes, incluso si la policía la encuentra, ya es un cadáver, así que la hora de la muerte no nos detendrá. En el peor de los casos, nos libraremos con la profanación de un cadáver.”

“No estaba   preguntando   sobre   las   ramificaciones   legales…

¿deberíamos contactar a Nergal? Quizás él pueda recogerla…”

Todo esto fue culpa de Nergal por no cumplir con su promesa.

Yuichi sintió que tenía la responsabilidad de venir aquí y recogerla.