Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 21

Capítulo 8: El Traidor Se Escapa

Parte 1

GEESE NUKADIA. El último de la tribu Nuka. Punto débil: el combate. Punto fuerte: todo lo demás. A pesar de ser un inútil con la espada y un zopenco con la magia, perseveró y consiguió convertirse en un aventurero de rango S.

Ese era el Geese que Orsted conocía.

“Geese siempre había sido constante, independientemente de mis movimientos, y por eso decidí que no podía ser un discípulo… hasta ahora”.

Así operaba Orsted. Actuaba, observaba cómo reaccionaban ante él el mundo y la gente que lo habitaba, y luego lo utilizaba para identificar a los discípulos del Hombre-Dios o cualquier otra cosa que estuviera buscando. Orsted fue testigo de cómo avanzaba la historia cuando intervenía y cuando no, pero en todos los bucles las acciones de Geese seguían siendo las mismas. Geese vivió su vida como un aventurero y murió como un aventurero. Independientemente de lo que ocurriera a su alrededor, nunca había hecho nada que despertara las sospechas de Orsted.

Orsted era bueno olfateando a los discípulos del Hombre-Dios. No había muchos discípulos como Geese -no muy buenos en una pelea, especializados en recopilar información y fabricar desinformación-, pero existían. Se mantenían en la sombra, llevando a cabo sus planes en la oscuridad, echando una mano a otros discípulos en momentos cruciales. Estos discípulos siempre se cuidaban de no revelar su verdadera naturaleza. Orsted los mató a todos. Tenía los bucles temporales. Con suficientes repeticiones, no era difícil averiguar quién era un discípulo y quién no.

Geese solo era diferente. Sólo Geese no levantó sospechas; Orsted dijo que nunca había sido un discípulo. No importa lo que Orsted hiciera, nunca actuó como tal. Ni siquiera cuando estuvo a punto de ser asesinado.

“Pero lo que eso significa”, me dijo Orsted, “es que era un discípulo en toda la extensión de la palabra, pero lo ocultaba perfectamente”.

Geese nunca había admitido ser un discípulo en ningún bucle anterior. Orsted había sospechado de él y lo había matado antes, pero incluso a punto de morir, incluso con un cuchillo en la garganta, Geese nunca se quebró.

“Me engañé a mí mismo pensando que éste era el curso normal de la historia… De ahí estas derrotas”.

Cuando nos comunicábamos a través de mensajes siempre podía saber cuando Orsted se compadecía de sí mismo.

Orsted nunca sospechó siquiera que Geese era un discípulo hasta mi mensaje. El Hombre- Dios tenía que estar meándose de risa: ¡Todavía no le ha hecho clic! ¡Pfeh heh heh!

Creo que Orsted no consideraba a Geese tan importante al principio, eso era todo.

“Aun así. Lo hiciste bien, Rudeus”, me dijo. “Era la carta de triunfo del Hombre-Dios… pero ya no”.

Sin embargo, no podía haber otros discípulos como Geese. Al fin y al cabo, Orsted tenía los bucles y el Hombre-Dios no. Los discípulos actuaban de forma más independiente de lo que se podría pensar, de todos modos. Incluso si el Hombre-Dios quisiera más discípulos como Geese, adquirirlos sería más fácil decirlo que hacerlo.

Lo que significaba que Geese era más que probablemente la última línea de defensa del Hombre-Dios. El último discípulo que había mantenido oculto era Geese… Todavía me costaba hacerme a la idea.

Orsted pensó que estaba a pocos turnos de una victoria fácil, ahora. Lo cual… sí. Tenía los bucles de tiempo. Aunque lo arruináramos en este turno, podría matar a Geese en su Nuevo Juego+. Entonces estaría un paso más cerca de la victoria.

El único problema era que si Orsted perdía y pasaba al siguiente bucle temporal, yo sólo tenía éste. Game over.

“Quiero ganar en este bucle”, le respondí, con la ansiedad agolpándose en mi pecho. Orsted respondió: “Sólo quería decir que ya ha jugado su carta de triunfo”.

Resoplé. Buena recuperación, Orsted.

***

Había pasado un mes desde que Geese se reveló como discípulo del Hombre-Dios.

Después, intenté encontrarlo. Con la ayuda de las órdenes de caballeros, lo buscamos por todo el continente de Millis. La Iglesia de Millis y los Latrias se desvivieron por echarnos una mano y la búsqueda seguía en marcha. Sin embargo, parecía probable que se hubiera escapado limpiamente.

Ni que decir tiene que no sólo me centré en Millis. Enseguida me puse en contacto con la tribu Doldia y les pedí que publicaran un aviso de búsqueda en el Gran Bosque. También avisé a Ariel y le pedí que hiciera lo mismo en el reino Asura, y a Roxy que hiciera lo propio en el reino Ranoan.

Aun así, estaba bastante seguro de que no lo atraparíamos. Desde el sur y el noreste del Continente Central, hasta el Continente Begaritt, pasando por el Continente Demoníaco y el Continente Divino, era un mundo enorme. Había muchos lugares a los que mi influencia no llegaba. Ni siquiera sabía por dónde había huido. ¿Hacia el Norte? ¿Oeste? Si tenía contactos en el Reino del Rey Dragón, entonces eso significaría que había ido al Continente Demoníaco con seguridad. Pero después de la muerte del rey, ese lugar era un poco desordenado. El Continente Demoníaco era amplio, y Geese podía mezclarse allí. Tal vez había usado un círculo de teletransportación que yo no conocía, y entonces podía estar literalmente en cualquier parte.

Geese, completamente en el suelo. Me sentí mal. Honestamente, esperaba que pudiéramos atraparlo de inmediato. Al final, sin embargo, tuve que aceptar que eso no iba a suceder y empezar a pensar en cómo protegerme. En su carta, Geese decía que la próxima vez, iba a pelear conmigo limpiamente. Ridículo. Así era Geese; mentía tan fácilmente como respiraba.

¿Qué soy, un tonto?

Pero bueno.

Cuando miré atrás, me di cuenta de que Geese podría haberme matado fácilmente en cualquier momento en Millis. Bajé la guardia con él. Había confiado en él. Pero él no lo había hecho. Todo lo que había hecho era tratar de engañarme para que cayera en su trampa, e incluso después de que la trampa se desmoronara, seguía sin moverse sobre mí. Diablos, podría haber tomado a Aisha como rehén. Aisha podía defenderse con una espada y magia, así que podría haber pensado que era morder más de lo que podía masticar, pero había tenido la oportunidad. Sin embargo, no lo hizo.

Tal vez podía confiar en la carta. Tal vez, a pesar del hecho de que estaba trabajando bajo las órdenes del Hombre-Dios, el propio Geese quería luchar limpiamente.

Cuando tienes que matar a alguien, más te vale jugar limpio o la liarás. Eso parecía uno de los maleficios de Geese, ¿verdad?

Pero podría estar equivocado. Podría querer que pensara eso mientras en realidad tramaba lo contrario. Por lo que yo sabía, en realidad estaba escondido en un armario en la casa de Cliff, esperando para cortarme la garganta con un cuchillo envenenado cuando me durmiera.

Imaginar tipos en las paredes no ayuda.

Aún no me habían atacado, lo que significaba que Geese no había reunido sus fuerzas con antelación. Probablemente estaba en algún lugar ahora mismo, reuniendo aliados. Venía a por mí, pero todavía no.

Eso era lo que intentaba decirme a mí mismo. En realidad, no podía evitar la sensación de que me atacarían en cualquier momento.

Tenía miedo.

***

Ahora, mientras yo estaba ocupado cazando Geese, Aisha tenía todo el trabajo de creación de la oficina de la banda mercenaria bajo control. Eligió a un director de sucursal, reclutó a miembros e ideó un plan de negocios para el futuro. Normalmente todo necesitaba mi aprobación, pero Aisha se encargaba de todo. Los Latria ayudaban a cuidar de Zenith, así que eso le quitaba mucha presión, pero incluso teniendo eso en cuenta, su eficiencia era fuera de serie.

Incluso pensó en mí en medio de todo esto. Un mes después de la desaparición de Geese, Eris llegó al País Sagrado de Millis. Ella vino a través del círculo de teletransportación. Ella vino a protegerme.

Cuando llegó, estaba en modo de batalla completa. En lugar de vestir de civil, llevaba la capa de un Rey de la Espada y portaba dos espadas: un anuncio audaz para cualquiera que la viera desde lejos de que se trataba de una guerrera a la que debían conocer.

“¡Ahora que estoy aquí, todo irá bien! Los partiré a todos por la mitad”. Eris se jactó. “¡Tonto movimiento por parte de Geese, volverse en tu contra! Wormy tenía razón cuando decía: “¡No, no soy rival para el jefe, de ninguna manera!”.

Oírla charlar, tan alegre como todo lo demás, calmó un poco mis nervios. No me iba a ver envuelto en una batalla y asesinado esta semana, me consolé. En algún nivel, probablemente incluso lo creía.

“Eris…” Le dije, y luego la envolví en mis brazos. Eso se convirtió en acariciar sus pechos, momento en el que me golpeó hasta la muerte. Como mi conciencia se desvaneció, todo se aclaró:

Esto.

Este había sido el plan de Geese todo el tiempo.

– FIN –

…En fin, bromas aparte.

Ahora que las cosas se habían calmado un poco, era hora de organizarse.

Lo primero, tomar a Geese al pie de la letra. Suponiendo que realmente estaba reuniendo sus fuerzas para atacarme de frente, había tres cosas que tenía que hacer.

Uno: Encontrar a Geese.

Dos: Fortalecer la Armadura Mágica (y a mí mismo).

Tres: Elaborar una contraestrategia.

***

Cuando lo vi así, me di cuenta de que era lo que había estado haciendo todo el tiempo. La única diferencia era que ahora, en lugar de ochenta años, tenía un plazo mucho más corto. Sólo un par de años para ser bueno. Y Geese no era un tipo común. ¿Quién sabía cómo sería un ataque justo y directo viniendo de él? ¿Me atacaría con números o con habilidad?

Según Orsted, no había muchos que pudieran vencerme con la armadura mágica puesta. Aun así, el otro día había aprendido de primera mano cómo los números podían inclinar una batalla. ¿Si pudiera conseguir unos quince guerreros de clase mundial que pudieran coordinarse como los Caballeros del Templo en una pelea? Estaría frito.

Sin embargo, necesitaría tiempo para encontrar gente así. No había muchos por ahí. ¿Un año, tal vez dos? Me sentía bastante seguro de que tomaría ese tiempo como mínimo.

¿Atrapado en una trampa cuidadosamente construida durante años, y con los números de su lado? Ni siquiera yo podría salir de ella. Los Caballeros del Templo tuvieron una oportunidad de ganar por un segundo, y un discípulo del Hombre-Dios sería mucho peor.

Sólo tenía que detenerlo antes de que llegara a eso. Viajaría por todo el mundo y me aliaría con sus objetivos antes de que pudiera llegar a ellos. Si ya había convertido a algunos de ellos, los eliminaría antes de que pudieran unirse a mí. En cada trabajo en adelante, por pequeño que fuera, tenía que buscar enemigos. Podía reducir la ubicación probable de Geese al Continente Demoníaco en su conjunto, y potencialmente al Reino del Rey Dragón si realmente tenía que adivinar. Sí, el Continente Demoníaco parecía particularmente probable. Rufianes como Atofe probablemente aprovecharían la oportunidad de luchar cuando se enteraran de que Geese intentaba acabar conmigo.

Había planeado dejar el Continente Demoníaco para el final, pero parecía que lo íbamos a adelantar en la lista. Aunque probablemente podría dar prioridad a pasar por el Reino del Rey Dragón. Allí estaba Randolph, el Dios de la Muerte, y me había derrotado en la versión dos mejorada. Sería un aliado sólido. Quería llegar a él primero.

Con eso, mi rumbo estaba fijado.

La banda mercenaria aún estaba en sus etapas iniciales, pero los Latrias y la iglesia estaban aquí para respaldarla. Mientras los dos peces gordos de la Iglesia de Millis nos trajeran trabajo, la oficina podría mantenerse a flote por el momento. Había conseguido lo mínimo para lo que había venido a Millis. Era hora de volver a la oficina principal en Sharia. Entonces Orsted y yo podríamos concretar el resto de nuestro plan.

Pero primero, hora de decir adiós.