Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 7

Prologo: Reino Mágico.

Parte 1

Era un poco más de la una de la madrugada cuando se dirigió un ataque a la mansión Hitokouji.

La hija menor, Kanoe, fue la que ordenó la construcción de esta mansión secundaria en una esquina de los vastos terrenos del bloque familiar. Su familia disponía de fondos para construir una mansión por capricho, tenían espacio suficiente para ello y fueron lo suficientemente generosos con su hija menor como para dejarla hacer lo que quisiera. Y no había nadie que la detuviera.

Conteniendo su desagrado, Mamori Totoyama observó junto a Kanoe la construcción de la mansión. Adentrarse en la naturaleza para talar unos espesos cerezos de montaña le parecía el tipo de destrucción de la naturaleza al que se dedicaban los ricos. Además, le repugnaba la opulencia de utilizar cuadrados pulidos de mármol blanco y negro para dibujar un tablero de ajedrez en el suelo. Hay mejores usos para ese dinero, pensó.

¿Qué tipo de uso sería bueno? No es que Mamori tuviera una opinión concreta. Pero la fortuna de la familia Hitokouji, la fortuna de Kanoe, resultaba muy irritante de ver. Además, el comentario de Kanoe de que “No es que la envidia de los trabajadores hacia el capitalista vaya a cambiar sus circunstancias” lo hacía todo increíblemente irritante.

Día tras día, muchos obreros entraban y salían, junto con otros visitantes: un comerciante de muebles que hablaba japonés con fluidez y decía ser alemán, pero era claramente asiático; un comerciante de arte vestido de negro cuyo ojo derecho estaba cubierto por un parche; un vehículo blindado que conducía por la finca como si fuera el dueño del lugar; y varios más. Un año después de comenzar la construcción, la mansión estaba terminada. Parecía acogedora en relación con la casa principal, pero por sí sola, no se podía confundir esta mansión con otra que no fuera la residencia de la realeza o la nobleza. Estaba amueblada con todos los lujos.

Pero Kanoe aún no estaba satisfecha y ordenó a Mamori que modificara las instalaciones defensivas de la estructura.

Mamori Totoyami podía transformarse en Shadow Gale, una chica mágica vestida con un uniforme negro de enfermera que llevaba una llave inglesa gigante y unas tijeras. Su magia podía modificar las máquinas, algo que Kanoe había aprovechado muchas veces.

Mamori había manipulado altavoces que doblaban su altura y también había modificado un par de misteriosas gafas. Estaba bien cuando sabía para qué servía lo que estaba modificando, pero la mayoría de las veces afinaba objetos con fines que desconocía y funciones que no entendía. No necesitaba necesariamente comprender lo que estaba haciendo para usar su magia, pero aun así, ¿era realmente prudente tal descuido?

Mamori no sabía para qué servirían estas cosas, pero desde luego no se utilizarían para nada bueno. En cuanto al “bien” y el “mal”, Kanoe se identificaba con este último. Situaba sus propios juicios por encima de la ley y las normas sociales, y Mamori se veía obligada a ser cómplice de ello. Su relación había permanecido inalterada desde su más tierna infancia hasta ahora, en su tercer año de secundaria.

A simple vista, Kanoe parecía encantadora. Su forma de chica mágica, Pfle, y el accesorio —la silla de ruedas que utilizaba— la hacían parecer enfermiza, o quizás de constitución delicada, o como una joven dama noble. Sus víctimas, que desconocían su verdadera naturaleza, se dejaban llevar por su tenue y amable sonrisa.

Mamori sabía más de la naturaleza de Kanoe de lo que realmente quería, y había estado en el extremo receptor muchas veces.

Pero no podía luchar contra ella. La familia Totoyama había servido a la familia Hitokouji durante generaciones, y los padres de Mamori, que daban prioridad a los Hitokouji, no tolerarían ningún desafío. Aunque saliera corriendo de la casa, la seguirían inmediatamente. Muchos intentos anteriores la habían hecho consciente de ello.

Así que, aunque en el fondo se opusiera, Mamori hizo un trabajo adecuado, tal y como le ordenó Kanoe. Preguntándose para qué servía este equipo de seguridad, mientras hacía alguna que otra broma y queja, terminó el trabajo y luego respiró aliviada, pensando: Lo he hecho. Pero dudo que sea útil.

Menos de seis meses después, la mansión secundaria fue atacada.

Ahora que estaban realmente bajo ataque, por primera vez, Mamori comprendió el valor de la seguridad.

El simple hecho de que pudiera temblar incluso en una habitación subterránea y segura era porque la protegía. Este refugio que Shadow Gale había construido permanecería indemne aunque recibiera el impacto directo de una bomba de antimateria, porque estaba situado en otra dimensión. Incluso era lo suficientemente resistente como para proteger a sus ocupantes de que varias chicas mágicas atacaran a la vez.

Mamori se había burlado una vez: ¿Para qué sirven tantas salvaguardias? ¿Planeas iniciar una guerra nuclear o qué? Pero ahora que se encontraba en una situación en la que resultaba útil, su postura había dado un giro de 180 grados, y estaba agradecida por el refugio.

Juntando mentalmente las manos en señal de agradecimiento, lanzó un suspiro y se hundió más en la silla.

Esta sencilla habitación tenía el suelo de linóleo, el techo blanco y el papel pintado de color gris claro. Estaba mínimamente amueblada, con ropa de cama, una mesa y monitores para ver el piso de arriba.

Miró hacia el asiento de al lado; Kanoe —la chica mágica Pfle— tenía los ojos fijos en los monitores que iban de pared a pared. La mirada de Shadow Gale también se dirigió hacia allí.

La mansión principal estaba en completo silencio. No había indicios de que hubieran reconocido la presencia de los invasores. Los matones deambulaban por la mansión secundaria, llevando tablones de madera y bates de clavos y demás, con cascos integrales para ocultar sus identidades. Arrancaban las alfombras y movían los relojes de las paredes como si buscaran algo.

¿Y si hubiéramos tardado demasiado en alejarnos? Se preguntó Shadow Gale, y un escalofrío le recorrió la espalda. Cuando pensó en cómo podrían haber atacado a la gente de la mansión principal, su cuerpo se congeló por completo.

Aquel espacio vital ordinario que Mamori normalmente daba por sentado estaba ahora repleto de ocupantes extraños e inusuales. El malestar y la incomodidad la hicieron desviar la mirada, y estuvo a punto de hablar con la chica mágica que tenía a su lado, pero cuando vio la expresión de regocijo de Pfle, Shadow Gale quiso golpearla.

“¿Conoce a esta gente, señorita?” “Por supuesto que no.”

“Entonces, ¿por qué pareces tan alegre?”

Pfle sonrió, pero no respondió. Los ojos de Shadow Gale volvieron a mirar los monitores. Lo único que sabían era que los intrusos armados estaban buscando algo. Era típico que Pfle no lo supiera, así que no valía la pena tener esa discusión cada vez. La prioridad sería simplemente resolver esta situación.

“Esas personas no son ningún tipo de chicas mágicas, ¿verdad?” Preguntó Shadow Gale.

“En efecto, no.”

“Así que si son humanos normales, entonces está bien que la compañía de seguridad venga, ¿verdad?”

“Sin embargo, dudo que lo hagan.” “… ¿Perdón?”

“He silenciado todos los sistemas de seguridad legítimos. La empresa de seguridad no ha sido alertada.”

“¿Eh…? Pero no son chicas mágicas, ¿verdad? Son humanos normales, ¿sí?”

“Mira.” El largo dedo blanco de Pfle indicó un monitor. “Están actuando de forma extraña.”