Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 7

Interludio 2: Un Buen Té

✰  Pythie Frederica

“¿Se ha ido el otro invitado?”

“Sí, lo ha hecho.”

“¿Estaba satisfecha?”

“Creo que sí.”

“Oh, bien, bien.” La anciana sonrió, mostrando sus dientes delanteros. Le faltaban varios de esos grandes dientes. “Es bueno ser amable con la gente de Recursos de Chicas Mágicas. Ya lo decían cuando estaba en activo. Son algo más que cabezotas arrogantes, ya sabes.”

“¿No estás todavía en servicio activo?”

“No vas a conseguir nada por untarme con mantequilla, querida.” La anciana se rió un rato y luego, al reírse demasiado, se atragantó y tosió, y Frederica le acarició la espalda. Secándose las lágrimas con el delantal, la anciana dijo inocentemente: “Nunca quieres envejecer.” Pero no sonaba tan triste como las palabras daban a entender, lo que tenía que significar que, después de todo, seguía activa como chica mágica.

Llevando una bandeja con sus tazas de té y cuencos, la anciana desapareció más allá de un biombo, dejando a Frederica sola en la habitación.

Al otro lado de la ventana había dos cuervos que parecían ser compañeros descansando sobre un cable de teléfono. Aunque este lugar no era famoso por su belleza escénica ni nada por el estilo, no habría estado de más que hubieran cuidado un poco más la vista.

Frederica no había visto a 7753 en mucho tiempo, y al encontrarla ahora, seguía siendo exactamente la misma de siempre. Nunca se había marchitado, caído, cortado o reventado, era la misma 7753 de siempre. Frederica había oído que vivía con Tepsekemei. Tal vez se estaban influenciando mutuamente de manera positiva. Frederica pensó que esto era bastante agradable, aunque también sabía que no les gustaría. Dudaba que alguna de ellas la escuchara, si intentaba atraerlas hacia ella.

Pfle, al menos, fingía escuchar. Era superior a Frederica, como intrigante. A Frederica le parecía impresionante, a su edad, pero también sabía que probablemente nunca se gustarían.

Podía entender lo que quería Pfle. En parte, incluso asentía con la cabeza. Pero Pfle no debería estar a la cabeza, porque no era una chica mágica justa.

Frederica había conseguido establecer relaciones favorables con sus alumnas, aparte de Snow White. Y con esa chica mágica llamada Keek, a la que Snow White había eliminado; aunque rememoraba o enterraba los recuerdos a su antojo, se habían llevado bien.

Frederica tenía derecho a acceder al antiguo territorio digital de Keek, por lo que podía cargar los registros del juego de matar a las chicas mágicas que Keek había celebrado.

Frederica sabía lo que Pfle había hecho, y lo que había hecho hacer a otros, para escapar de esa crisis. Pfle rara vez se equivocaba con alguien. Más allá de lo que su magia única le otorgaba —una silla de ruedas de alta potencia que corría a gran velocidad—, el arma central que Pfle tenía a su disposición era su capacidad para adquirir y gestionar información.

Y esto sólo se hizo más cierto una vez que tuvo a la experta en recopilación de información, 7753, en su bolsillo. Ella hacía predicciones precisas sobre quién haría qué, y luego se inmiscuía personalmente para crear el resultado deseado. Incluso un comodín como Frederica, que haría fruncir el ceño a la mayoría de los que ocupan puestos de poder, también lo controlaría. Con la magia de Weddin como seguridad, Frederica no podría hacer nada que la perjudicara, y el cebo del respaldo que Frederica más necesitaba en su situación actual haría que, al menos, Frederica fingiera mover la cola con gusto.

¿Qué pasaría si Pfle se enfrentara a Snow White? Sólo de pensarlo, las mejillas de Frederica se relajaron en una sonrisa. Pfle se convertiría en una prueba para Snow White, una experiencia, una piedra fundacional en su camino como chica mágica justa.

Si Pfle llegara a juzgar mal a alguien, ¿qué clase de persona sería?

Una máquina sin sentimientos. Un santo desinteresado. Un fanático religioso con una lógica difícil de entender. Un loco que no escondía nada.

No. Cuanto más diferente fuera alguien de Pfle, cuanto más incompatibles fueran los dos, más precaución pondría Pfle en su observación de esa persona. Si Pfle tuviera que juzgar a alguien que se rige por un comportamiento imprevisible, se las arreglaría según la ocasión. No los juzgaría mal.

Si Pfle juzgara mal a alguien, sería a alguien a quien viera bien juzgar, ¿no?

Al otro lado de la ventana, los cuervos se acicalaban unos a otros. Dejando a un lado el paisaje, tal vez fuera un espectáculo bastante agradable. Sintiendo que su corazón se calentaba ligeramente, Frederica sacó el sobre de manila de su manga.

Las órdenes contenidas eran concisas y fáciles de entender.

Este “plan de chicas mágicas artificiales”, basado en una nueva tecnología que podía convertir a los humanos en chicas mágicas, independientemente de que tuvieran el potencial o no, era profundamente intrigante. Se basaba en los métodos utilizados por Toko, la mascota de Ciudad S, y luego se había desarrollado más. El plan se había perfeccionado asegurando sus perspectivas a largo plazo en lugar de hacerlo como un medio temporal para ganar tiempo, aprovechando el tiempo y el dinero disponibles. Tal vez esto podría crear la chica mágica ideal que Frederica siempre había buscado.

Pero dudaba que el Reino Mágico se quedara de brazos cruzados y lo permitiera. Nunca harían la vista gorda ante el aumento del número de chicas mágicas sin pasar por los exámenes del Reino Mágico en un intento de crear un ejército privado. Aparte del Reino Mágico en su conjunto, algunos líderes se jugarían su reputación para ponerle fin.

“Hmm.”

La residencia de Pfle había sido atacada. Actualmente, las principales chicas mágicas de Recursos de Chicas Mágicas, así como la propia Pfle, tenían las manos atadas. Por eso tenía que intentar utilizar a Frederica. Ella era adecuada para este tipo de maniobras. Pfle no se equivocó en su elección de personal.

¿Por qué intentaba hacer algo así? ¿Qué la había obligado a hacer algo así? ¿Quién fue el que atacó la casa de Pfle y con qué fin?

Alguna fuerza estaba tratando de aplastar el proyecto de las chicas mágicas artificiales. Pfle no era tan descuidada ni tan amable como para sentarse y dejar que la destruyeran. Ella no dejaría obedientemente que se aplastara este plan ni opondría una burda resistencia. El camino de chica mágica Pfle era lanzar un ataque furtivo por una vía que su oponente no esperara.

Su objetivo era probablemente difundir el hecho de las chicas mágicas artificiales como una tecnología abierta, como un hecho consumado. Si las cosas llegaban a ese punto, ni siquiera las facciones conservadoras y de línea dura dentro del Reino Mágico podrían silenciar las cosas. Tanto si prohibieran la tecnología como si la permitieran, habría una discusión al respecto. Y una vez que lo hubiera, la decisión se tomaría de forma parlamentaria entre las más altas autoridades, los Tres Sabios. Frederica no sabía qué tipo de presión ejercía Pfle, pero debería tener bastantes posibilidades de ganar.

¿Había sido esa su intención desde el principio, o se había visto arrinconada, obligada a ello? Pfle no intentaba monopolizar esta tecnología para sí misma. Su objetivo era dispersarla, difundirla y compartirla. ¿Para qué? Para obtener el poder de oponerse al Reino Mágico.

En realidad la joven se dedica a una actividad bastante vulgar.

Frederica tampoco podía quedarse sentada sin hacer nada más que pensar. La magia de Weddin todavía la ataba con su compulsión. No podía oponerse a 7753, lo que significaba que tampoco podía desafiar a Pfle. Por eso, en parte, había buscado el patrocinio del Departamento de Recursos de Chicas Mágicas. Tenían un patrón encomiable que se encargaría de Frederica y también un medio para controlar a Frederica. Para Pfle, eso era 7753.

Frederica abrió la pantalla y miró al otro lado.

Una chica mágica estaba allí de pie. No tenía nada por debajo del codo de su brazo izquierdo, y una cicatriz provocaba por una cuchilla recorría el lado izquierdo de su cara, cerrando su ojo izquierdo. Su traje era de temática ninja, en general. “He vuelto.” Dijo.

“Gracias por tus esfuerzos. Por ahora, por favor, descansa. Te serviré un buen té.”