Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 7

Interludio 1: Promesa

Para 7753, su actual superior, la chica mágica Pfle, era bastante difícil de entender.

No cabía duda de que era una persona capaz. Desde que se había hecho con el puesto más alto del Departamento de Recursos de Chicas Mágicas, se habían revisado las formalidades inútiles y las costumbres sin sentido, se valoraba más la eficiencia y la capacidad, y el papeleo necesario para todo se había reducido en una quinta parte.

No sólo Pfle había logrado un rápido éxito en su carrera y promulgado reformas a continuación, que estaban dando buenos resultados, sino que fue bajo su dirección que 7753 había superado una situación de crisis, por lo que también le debía básicamente la vida a Pfle.

Sí, era competente. Pero era difícil de entender.

7753 era consciente de su propia ordinariez. Era consciente de la opinión común de que era difícil para los ordinarios entender a los genios, y podía estar convencida de que debía ser cierto. Por eso, si se le ordenaba una tarea, aunque se sintiera un poco insatisfecha por ella, la llevaría a cabo correctamente.

Ahora mismo, Recursos de Chicas Mágicas era un caos. Su jefa, Pfle, había sido atacada en su residencia. Aunque la propia Pfle se había mantenido fuera de peligro, su casa y su mobiliario habían sufrido algunos daños y, sobre todo, el culpable no había sido capturado. Actualmente, el Departamento de Inspección estaba investigando el asunto, por lo que no podían ver a Pfle, y todas las chicas mágicas que habían ocupado puestos de responsabilidad en Recursos de Chicas Mágicas estaban bajo investigación y no podían hacer nada. No había habido tanto alboroto ni siquiera cuando el incidente de Cranberry había salido a la luz.

Algo enorme estaba sucediendo. Y mientras todo esto ocurría, 7753 recibió una carta. El nombre del remitente no le era familiar, pero sabía de qué se trataba. Le habían indicado que cada vez que recibiera un correo de este remitente, esto era lo que debía hacer.

Debía dirigirse a un lugar determinado, y allí se encontraría con una persona determinada para discutir. Ni siquiera le habían dicho quién era esa persona. La chica mágica que siempre la acompañaba últimamente, Tepsekemei, había recibido órdenes estrictas de no acompañarla, por lo que podía estar segura de que se trataba de alguien bastante importante.

El comportamiento libre de Tepsekemei no era adecuado para hablar con gente de alto rango. Ahora mismo estaría leyendo un libro en casa de 7753.

Una vez, a 7753 le habían dicho que cuando una chica mágica se dirigía al campo de batalla, siempre debía asegurarse de estar transformada, y le habían dejado muy claro que ese era un muy buen consejo. El lugar al que se dirigía esta vez no era un campo de batalla, pero era un hecho inmutable que ahora mismo el Departamento de Recursos de Chicas Mágicas estaba en estado de emergencia. Así que no importaba a dónde fuera, no podía bajar la guardia.

7753 se transformó en una chica mágica, se puso un fino abrigo primaveral sobre su disfraz inspirado en el uniforme escolar de los chicos y, en lugar de su gorro de colegiala, se cubrió la cabeza con un gorro de punto.

En invierno, lo mejor era llevar un abrigo de invierno. En primavera, había abrigos de primavera. ¿Qué debía hacer en verano? La próxima vez le preguntaría a Mana. Con estos pensamientos, 7753 pasó del expreso limitado al tren bala, cruzando cuatro líneas fronterizas de la prefectura. Desde una estación principal, pasó por varias estaciones más pequeñas antes de subir a un autobús para continuar su viaje.

Aunque estaba dentro de un área municipal, seguía siendo un pueblo remoto. Sintiéndose algo sorprendida, como: “Oh, no sabía que hubiera lugares así”, 7753 fue a visitar una vieja posada. Las paredes exteriores estaban descoloridas de un marrón intenso, y se podían ver las marcas de reparación aquí y allá en las tejas del tejado. Su historia era palpable.

Mientras lanzaba una mirada un poco sospechosa a la joven — quizá demasiado joven— clienta que estaba de visita fuera de la temporada turística, dio las gracias a la anciana que la guio hasta su habitación, y cuando entró, se encontró con que el otro huésped había llegado antes que ella.

“Muchas gracias por tu asistencia. Ha pasado bastante tiempo.”

El tiempo se detuvo. O se sintió como si lo hubiera hecho: cuando el segundero del reloj sentado se movió con un tictac particularmente fuerte, 7753 se dio cuenta de que estaba en su mente.

La invitada que llegó primero era una chica mágica, a la que 7753 había conocido antes.

7753 sacó sus gafas del bolsillo y se las equipó mientras se ponía en posición de combate, pero cuando dio un paso atrás, se golpeó contra la mampara corredera, haciéndola caer de la puerta. “¡¿Qué… qué haces aquí?!”

“Verás, querida, me han invitado.” La chica mágica dejó su taza en la mesa de té que tenía delante, y sus adornos en forma de estrella emitieron ligeros sonidos metálicos al balancearse.

Su larga melena hasta el suelo se extendía por el tatami junto con su falda, y parecía increíblemente relajada mientras se arrodillaba formalmente en un cojín del asiento. Sobresalía tan notablemente de la decoración de estilo tradicional que arruinaba la estética.

Pythie Frederica, una criminal atroz que se había escapado de la prisión de chicas mágicas en la que había estado recluida. La violencia ejercida por ella y sus secuaces había dañado a toda una ciudad hasta un grado sin duda irreparable. Muchos habían resultado heridos o muertos, algunos incluso conocidos por 7753.

“Por favor, no parezcas tan en guardia. Si haces demasiado ruido, la gente pensará que ha pasado algo.” Con total desprecio por la tensión de 7753, Frederica se puso en pie, pasó junto a ella para volver a encajar la pantalla en su marco, luego se sentó de nuevo en su cojín del suelo y extendió la mano derecha, con la palma hacia arriba. “Por favor. Siéntate.”

7753 abrió la boca de par en par y dejó escapar un suspiro. Ahora entendía por qué le habían dicho que no trajera a Tepsekemei. Provocar una gran escena en esta pequeña posada habría sido un desastre.

“… ¿Te importa si me pongo las gafas?” “Ciertamente no tengo derecho a negarme.”

7753 tiró su bolsa en el tatami y se dejó caer en el cojín del suelo con las piernas cruzadas frente a la mesa de té baja de Frederica.

Sin dejar de sonreír, Frederica sirvió agua caliente de la tetera. “Aquí tienes.” Ofreció mientras servía el té en la taza de 7753.

Se trataba de alguien con quien 7753 no podía bajar la guardia. 7753 miró a la mujer a través de sus gafas y no tocó la taza de té. La última vez que había visto a Frederica había sido justo antes de que llevaran a cabo ese plan. La idea había sido que Weddin, Tepsekemei y Frederica, que habían sido obligadas a trabajar con ella, capturaran a la asesina Rain Pow.

Lo que había ocurrido en realidad no había sido nada tan pacífico como la captura de un criminal. Rain Pow murió junto con Weddin, y el tren en el que viajaban chocó con la barrera mágica, haciendo que descarrilara y volcara, una gran tragedia que había causado muchas víctimas.

Tepsekemei había estado allí, pero había quedado atrapada dentro de los arcoíris de Rain Pow, sin poder saber lo que ocurría fuera, así que incluso cuando le preguntaron después, no tenía ni idea de lo que había ocurrido. Como el cuerpo de Frederica no se había encontrado durante la investigación, pensaron que probablemente había escapado, pero al final, seguía siendo un misterio lo que había ocurrido después de que fueran a perseguir a Rain Pow.

Y ahora, la chica mágica en cuestión estaba sentada ante 7753, sorbiendo un té verde barato.

“Personalmente, ya sabes. Ser lanzada al mundo sin ningún tipo de apoyo ha sido difícil de manejar, más bien podría llamarlo un estilo de vida difícil.” Frederica dio un sorbo a su té. “El Departamento de Diplomacia me guarda tanto rencor que no me sorprendería que pusieran una recompensa por mi cabeza. Aunque pidieron que me dejaran ir, tu jefa de equipo, Mana, tomó esa decisión sin consultar a sus superiores. Dudo mucho que se pongan en contacto con un criminal fugado. Y originalmente, yo misma estaba en el Departamento de Recursos de Chicas Mágicas.”

“Así que Recursos de Chicas Mágicas te recogió, ¿verdad?”

“No fue tanto que me eligieran como que me promoviera ante ellos.”

“Sin embargo…” Al darse cuenta de que en algún momento había empezado a adoptar un tono más cortés con Frederica, una nerviosa 7753 dio un sorbo a su té. Sentía la garganta seca. El tic-tac del segundero del reloj era cada vez más ensordecedor.

Había venido aquí por orden de su jefa. La propia Frederica estaba diciendo que había sido convocada aquí, así que tenía que ser cierto. Frederica estaba siendo utilizada por Recursos de Chicas Mágicas. Ella no era personal oficial. No había manera de que pudieran utilizar abiertamente a una prisionera fugada. La hacían trabajar entre bastidores.

7753 pensaba que su jefa era una excelente chica mágica. Pero aun así, no pudo sentir más que resistencia a la idea de usar a Frederica. ‘Dependiendo de cómo lo uses, incluso el veneno podría bla, bla, bla’ no era una postura que las chicas mágicas debieran adoptar. ¿No era la forma correcta —la forma en que deberían ser las cosas— que el veneno era veneno, así que no lo usabas, sin importar la razón?

Mientras agonizaba, 7753 siguió examinando a Pythie Frederica a través de sus gafas. Los números que vio no eran diferentes de los que había visto antes. A continuación, comprobó que no había cambios en la magia de Frederica. La pantalla que siguió la hizo recuperar el aliento.

Pythie Frederica estaba bajo la influencia de la magia. Esa magia le dictaba que no debía emprender ninguna acción hostil contra 7753, Mana o Tepsekemei. Tampoco debía mentir ni convertir a ninguno de los tres en objetivo de su magia.

La promesa de Weddin sigue activa.

Para luchar contra las chicas mágicas Pukin y Rain Pow, 7753 y sus aliados habían necesitado la ayuda de Frederica. Dado que Frederica también había necesitado su bola de cristal para usar su magia, había ofrecido su cooperación al grupo de 7753 para que le devolvieran la bola de cristal robada.

Pero no tendría sentido cooperar con Frederica si eso las llevara a ser apuñalados por la espalda. Habría dependido de Frederica si las traicionaba o no. No tenían intención de contar con los caprichos de Frederica. Así que con estos pensamientos en mente, habían utilizado la magia de Weddin, que obligaba a la gente a cumplir sus promesas juradas, para advertir a Frederica de que no las traicionara, y a cambio, le prometieron que una vez resuelta la situación, no sería perseguida como criminal.

7753 dio un sorbo a su té. Recordar a Weddin le produjo una fuerte punzada en el pecho. Weddin había actuado por su deseo de proteger lo que era importante para ella y había muerto a consecuencia de ello. Tras el incidente, a 7753 le habían asaltado las ganas de golpear y maldecir a la desaparecida Frederica, pero había comprendido que ese deseo era irracional. Como Frederica había hecho esa promesa, no habría podido hacer daño a Weddin, o debería haberlo hecho. Por lo tanto, la muerte de Weddin no era culpa de Frederica.

7753 comprendía ahora por qué la habían enviado aquí. Pfle estaba tratando de utilizar la magia de Weddin para poner a Frederica en uso; supuso que era posible mientras tuviera a la chica mágica 7753, a quien Frederica nunca podría mentir, ni atacar, ni siquiera utilizar su magia.

Una vez más, 7753 pensó en el veneno.

Había pensado con tanta arrogancia que usar el sucio veneno que era Frederica era impropio de una chica mágica. Pero 7753 también había intentado utilizar a Frederica. Encadenándola con esa promesa a Weddin, la había hecho trabajar para ellas. En ese momento, habían pensado que tenían que conseguir la ayuda de Frederica, ya que habían estado en la posición crítica en la que una ciudad entera podía ser borrada del mapa.

Se había convencido de que no tenían otra opción, porque era una emergencia, y por eso había recurrido a Frederica. ¿Y ahora qué?

¿Ahora no era una emergencia? ¿No estaba Pfle, no estaba el Departamento de Recursos de Chicas Mágicas, en ese tipo de situación grave? La jefa había sido atacada en su propia casa, y ahora, tenía las manos atadas.

Cuando habían utilizado a Frederica antes, le habían permitido la libertad después del hecho. ¿Quién sabe cuánto daño se había hecho por todo ello porque ella era libre? Se habían visto obligadas a tomar esa decisión, a pesar de saber que podría causar una tragedia aún mayor que los acontecimientos de ese día.

En comparación con eso, la táctica de Pfle de intentar mantenerla a raya era la opción más decente.

7753 levantó la mirada de la mesa de té y miró a Frederica, que seguía sonriendo beatíficamente.

“¿Te has calmado ya?” Dijo Frederica. “… Sí.”

“Entonces, hora de hacer negocios.”

7753 inhaló y luego exhaló profundamente varias veces. Tras unas cuantas respiraciones, su corazón volvió a su ritmo habitual. Las chicas mágicas eran seres sencillos. 7753 había visto más chicas mágicas que nadie, y lo sabía bien.

Ellos conseguirían un asimiento en Frederica, ahora mismo. No podían dejarla en paz. No importaba lo malvada que fuera la chica mágica, era mejor mantenerla cerca que dejarla libre.

7753 desplegó las piernas y se puso de rodillas, luego sacó de su bolsa un sobre de papel manila. Tras exhalar un suspiro, deslizó el sobre sobre la mesa de té hacia Frederica. “Queremos que hagas exactamente lo que está escrito aquí.”

“Entonces, en su totalidad.”

7753 no sabía lo que había en ese sobre. Si no se lo habían dicho, era mejor que no lo supiera.

Dado que estaban utilizando a Frederica, probablemente era un trabajo sucio, incluso sólo pensar en eso la hacía sentir mal. El Departamento de Recursos de Chicas Mágicas estaba tan acorralado que tuvo que recurrir a esto.

“Por favor, prométeme algo.” “¿Prometer qué, exactamente?”

“Que bajo ninguna circunstancia nos traicionaras.” “Pero por supuesto.”

“Promete que no harás daño a ningún inocente.” “Haré lo posible por no hacerlo.”

7753 exhaló su más profundo suspiro y agachó la cabeza. “… Entonces contamos con sus esfuerzos.”