Potion Danomi De Ikinobimasu (NL)

Volumen 7

Capitulo 53: Reiko

Kaoru no ha cambiado nada…

Habían pasado décadas desde la última vez que la vi, pero a ella

sólo le parecieron cinco años o así. Había envejecido y vivido toda una

vida como ser humano. Por supuesto, mi forma de pensar y mis

sensibilidades habían madurado con la edad… y luego se habían

erosionado y marchitado.

Pero todo ello se debía al deterioro de mi cuerpo envejecido, mi

posición social y el trato de los demás, y la inevitable erosión de mi

propia mente y alma. Como una máquina estropeada, degradada,

oxidada y ralentizada, lo que quedaba era un desorden que funcionaba

mal y estaba desfasado. Era la progresión natural de las cosas y una

verdad inevitable.

¿Pero qué pasaría si un genio de la ingeniería (diosa) cambiara mi

mente y mi alma (software) por un chasis completamente nuevo? ¿Y

si reponían la energía de esa alma desgastada y agotada al 120% de su

capacidad? Una entidad espiritual a la que se le había suministrado un

cuerpo fuerte y joven y un alma reenergizada, esa era yo. Por no

mencionar que la Diosa me había dado la capacidad de recordar todo,

desde mis días de estudiante hasta mis veinte años, como ventaja

adicional. Como resultado…

“Se siente como si volviera a los días en que todavía estaba con

Kaoru…”

Esto significaba que los recuerdos que se habían desvanecido de

forma natural en las últimas partes de mi vida se sentían vagos,

mientras que la yo actual se sentía como si estuviera de vuelta en aquellos días de mi juventud. Tal vez la Diosa había hecho esto por consideración a nosotras, para que yo pudiera llevarme bien con Kaoru sin problemas. Podría haber sido un ajuste que había hecho al revitalizar mi entidad desencarnada. E incluso fue lo suficientemente minuciosa como para aclarar mis recuerdos de mi marido, que había estado conmigo hasta el final, así como de mis hijos, nietos y bisnietos…

Un gesto bastante considerado, en realidad. Me hizo enfadar un poco menos con ella por lo acontecido con Kaoru…

Aun así, me dolía que Kyoko no estuviera con nosotros. Para ser

KKR teníamos que estar las tres juntas. El equilibrio se rompía con la

ausencia de una de nosotras. Kyoko había sido una joven normal y

corriente que siempre se metía en problemas. Sin embargo, la razón

por la que se metía en problemas era, en su mayor parte, porque

intentaba ayudar a los demás.

Cuando vio que una chica era víctima de abusos, acoso sexual y

hostigamiento en la universidad, se involucró de inmediato. Y, por

supuesto, enseguida se puso a discutir con el agresor. Se convirtió en

todo un calvario.

Una vez que Kyoko se ganó la simpatía de los espectadores como

una pobre e inocente chica que había sido arrastrada al drama contra

su voluntad, apareció Kaoru. Su papel era poner al oponente fuera de

combate destruyéndolo verbalmente. Si Kaoru hubiera sido la primera

en acercarse, existía la posibilidad de que fuera vista como la villana

debido a sus ojos. Por eso tenía que ser la persona que entrara después

para ayudar a Kyoko.

Mientras tanto, utilicé mis tres micrograbadoras ocultas y mi

cámara ultracompacta para adquirir las pruebas. Después, me dirigí a

la señora de la oficina de asuntos estudiantiles, de la que me había

hecho amiga. Le expliqué la situación y le dije: “Estoy pensando en

denunciar este incidente a la policía. También pensaba comentarlo con

mi prima, que trabaja en una empresa de revistas…” y, por alguna

razón, se resolvió en pocos días.

Mi prima trabajaba, efectivamente, en una empresa de revistas.

Como recepcionista, claro. En realidad no había mentido. En absoluto.

Sí “pensé” en discutirlo con ella. No es que hubiera hecho ninguna

diferencia…

Si sólo hubiera sido alguien como yo, que trabajaba principalmente

entre bastidores, o Kaoru, que era una buena chica pero a menudo era

incomprendida por sus ojos… bueno, era bastante temible como

enemiga, así que quizá no era tanto que fuera incomprendida… En cualquier caso, el ambiente se volvía demasiado oscuro cuando estábamos los dos solas.

Pero gracias a Kyoko, que era una persona alegre y sincera, suavizó

nuestra imagen para que no pareciéramos antihéroes… o mejor dicho,

antiheroínas. Era una persona adorable, que levantaba el ánimo en

clase, se llevaba bien con las chicas y con los chicos, y tenía un gran

sentido de la justicia… O eso parecía.

Ella salía conmigo y con Kaoru… Por supuesto que no era una

chica normal. Todo lo que pude decir fue esto: “¡No hagas enojar a

Kyoko Nishizono!” Bueno, sabía que la gente decía lo mismo de mí y

de Kaoru a nuestras espaldas. Pero esto era diferente.

Si haces enfadar a Kaoru o a mí, en el peor de los casos acabarás malherido… No es que nadie quiera pasar por eso. Sin embargo, si haces enfadar a Kyoko, no te librarás tan fácilmente. No es que ella sea maliciosa o algo así… Probablemente. Pero… el mundo se acabaría, aunque estarías bien mientras no la hicieras enojar. Algo así como lo que se dice: “No importa si no puedes pegarme.”

En cualquier caso, había un problema evidente cuando no teníamos

a Kyoko. No podíamos evitar desviarnos más y más hacia el lado

oscuro cuando solo estábamos Kaoru y yo. Por eso no había aportado mucho a lo que Kaoru estaba haciendo. Existía la posibilidad de que las cosas se descontrolaran rápidamente si lo hacía.

Además, aún ignoraba muchas cosas de este mundo. De momento

decidí concentrarme en asistir a Kaoru. Aunque tenía que admitir que

estaría bien que Kyoko se uniera ya a nosotras, no podía desear tal

cosa. Porque si se presentaba ante nosotros, significaría que había

muerto en la Tierra.

Estaba segura de que había vivido una vida plena y había sacado

provecho de su tiempo allí. A diferencia de Kaoru, que tenía su

poderosa capacidad de crear cosas, yo no podía usar mis poderes

delante de losdemás, a menos que se lesimpidiera contarlo que habían

visto. Podía usar magia de agua o de fuego para mejorar mi propio

estilo de vida y hacer cosas en privado, pero aun así.

De todos modos, mi principal objetivo era echar raíces aquí con

Kaoru y cuidar de los niños. Me recordaba a cuando cuidaba de mis

hijos, nietos y bisnietos. Estaba acostumbrada a ello. Criar a unos cuantos más no suponía ninguna diferencia. Kaoru tenía experiencia en el cuidado de huérfanos, así que también debía estar acostumbrada. Así que debería haber sido pan comido…

“… Entonces, ¿por qué has sido tan vaga?”

“Bueno, los niños se encargaban antes de cocinar, limpiar y lavar

la ropa… Y quiero que Mine y Aral aprendan a cuidarse solos, así que

pensé…”

“¡Cállate!”

Esto es malo. No estoy cuidando a dos niños, sino a tres…

“Hemos establecido nuestra base aquí en su mayor parte, así que

creo que los niños estarán relativamente seguros incluso si salen a la

ciudad por su cuenta. Ya no son huérfanos. Son trabajadores que han

sido contratados oficialmente por nuestra empresa. Eso los pone bajo

la protección de los funcionarios y los guardias, así que cualquiera que

intente hacerles daño o secuestrarlos será castigado duramente por la

ley.” Dijo Kaoru.

“Sí, y tienen esas herramientas de prevención del crimen que les

diste…”

“Aja ja…”

Kaoru tenía razón: La mayoría de la gente de esta ciudad ya sabía

que Mine y Aral no eran unos huérfanos solitarios sin nadie a sus

espaldas. E incluso si algún ignorante o recién llegado de otra tierra

intentaba meterse con ellos, alguien cercano los detendría.

Además, ya ni siquiera vestían como huérfanos. Cualquiera que los

viera supondría que eran niños de un hogar ordinario, o sirvientes de

bajo rango que trabajaban en una tienda. No serían tratados como si no

tuvieran derechos humanos niserían acosados pormatonessin ninguna

consecuencia.

Ahorapodríamoshacerque entregaran productos en la ciudad o que

los enviaran a hacer recados. En otras palabras, Kaoru y yo tendríamos

más tiempo para hacer cosas solas.

“… ¿Es hora de comenzar la segunda etapa?” Pregunté.

“Sí. Ya es hora.” Dijo Kaoru, sonriendo al responder a mi pregunta.

Decidí darle un consejo.

“No pongas esa cara delante de los niños. Seguro que lloran.”

“¡Cállate!”

Sí, ella siempre respondía de la misma manera cada vez que la advertía así. No había cambiado nada desde aquellos buenos tiempos…