Potion Danomi De Ikinobimasu (NL)

Volumen 6

Extra 2: Mariel Y Los Tres Votos De La Casta De Plata

“Q-Qué…”

N-No puede ser… L-Lady Kaoru… ¿ha fallecido…?

¡No, eso es imposible! ¡La Diosa no puede haber muerto!

Debió cansarse de la locura de los humanos y regresó a su propio

mundo… Pero los que la llevaron a hacerlo fueron absolutamente

execrables. Esos pedazos de basura eliminaron cualquier posibilidad

de que volviera a reunirse con Lady Kaoru en este mundo…

Imperdonable.

… ¡¡¡Pagarán!!!

¡Muerte a esos tontos! Su sufrimiento será peor que el propio

infierno. Pasarán su vida revolcándose en el arrepentimiento.

… Hmhm.

Hmhmhm.

Jajajajaja…

“Nos dirigimos al Reino de Brancott. Prepárense para partir de

inmediato.”

“¡¿Quééééééééééééééé?!” Se escucharon una docena de voces a la vez.

Me sacudí de encima a Su Majestad y a los demás aristócratas

cuando intentaron detenerme desesperadamente, luego subí a Carlos y

cabalgué hacia Aras, la capital de Brancott. Los supervivientes de la

desaparición de Rueda podrían estar todavía por aquí, así que sería

peligroso que un mensajero de la Diosa fuera, eso decían… Qué

tontería, teniendo en cuenta que me dirigía allí para aplastarlos…

Además, Sir Ed, con quien estoy muy en deuda, podría no saber lo

que estaba pasando. No tenía intención de detenerme ante el capricho

de la mera realeza o de los nobles de alto rango cuando pudiera

necesitar mi ayuda. Tenía que hacer lo poco que pudiera para pagar mi

deuda. Por no hablar de que tenía que buscar a mi presa para desatar

sobre ella esa ira contenida. Me llevaría demasiado tiempo en carruaje.

Montaría a Carlos y me llevaría un puñado de criados y guardias para

este viaje de emergencia.

… Es peligroso para una joven noble ir de viaje con un grupo tan

pequeño, ¿dices? Me acompañaban varias docenas de perros grandes

que corrían a mi lado y otras tantas aves de rapiña que volaban por

encima. Ningún bandido era lo suficientemente valiente como para

atacar a un grupo rodeado de un séquito tan inusual. Además, los

rumores del “Aristócrata de los Pájaros”, un mensajero de la Diosa

protegido por perros y aves, se habían hecho bastante famosos. Los

bandidos de los países vecinos seguro que ya habían oído hablar de

mí… Así como de lo que les había sucedido a mis enemigos…

“¡Date prisa, Carlos!”

“¡Breeheeheehee! (¡Sí, mi señora!)”

“… Llegamos demasiado tarde…”

Cuando llegamos a la capital real de Aras, todo había terminado.

Los culpables ya habían sido eliminados, y los que habían huido ya

habían sido cazados… Ya no había salida para mi rabia…

“Brehehe, brehehee… (Mi señora, debemos llegar a Sir Ed…)”

¡Ah, eso es! ¡Debo llegar a él de inmediato, por si no ha sido

informado de la situación!

“¡A la capital de Balmore!”

“¡Sí, mi señora!” Dijeron enseguida mis asistentes.

“… Ya veo, la pequeña señorita se fue a casa, eh…”

“Veo que no estás muy sorprendido…”

“Bueno, es una Diosa…”

Aunque no parecía demasiado sorprendido, pude ver la tristeza en

los ojos de Sir Ed. Su mujer y su hija también estaban tristes.

“Estoy seguro de que no esperaba tener que irse tan

repentinamente. No hay mucho que se pueda hacer al respecto…

Supongo que haremos lo que podamos para prepararnos para el

futuro… En fin… ¡adiós, viejo Carlos! Ah, y señorita, ¿te importaría

volver a pasar por aquí dentro de unos años? Me gustaría que me

tradujeras y ayudaras a presionar un poco.”

“¡Sí, por supuesto! Nunca podría esperar pagar la deuda que tengo

contigo. Si alguna vez me necesitas, ¡estaré allí de inmediato!”

“Lo aprecio…”

Unos años después…

Volví a la capital de Balmore, como Sir Ed había pedido, y entré en

el rancho donde se había alojado, que luego supe que era también

donde había nacido su esposa. Me interpuse entre él y el dueño del

rancho y concerté varias promesas entre ellos.

Entre ellos, había varios puntos en los que Sir Ed había hecho

especial hincapié, que más tarde se conocerían como los “Tres Votos

del Caballo de Plata”, que finalmente se pensó que eran una mera

leyenda o cuento popular…

1: Los descendientes de Sir Ed serán conocidos como caballos de

plata.

2: Los caballos de plata tendrán derecho a elegir a sus propios

dueños. Por lo general, podrán venderse o comprarse de forma normal,

pero si muestran una falta de voluntad de irse con un propietario

concreto, no deben venderse, sin importar el precio ofrecido. A la

inversa, si mostraban una voluntad de servir a un propietario en

particular, su voluntad debe ser respetada, y deben ser entregados al

precio de mercado apropiado.

3: Si se rompen estas estipulaciones, el rancho perderá todos los

derechos de administración sobre los caballos de plata, y todos los

miembros de los caballos de plata se levantarán en oposición contra el rancho.Si esto llega asuceder, la Casa Raphael los acogerá en su lugar.

El dueño del rancho se quedó mirando con los ojos muy abiertos,

pero Sir Ed se había decidido y dijo: “Si no está de acuerdo, me iré

inmediatamente. Aunque intente detenerme, no engendraré más crías

ni obedeceré sus órdenes. También ordenaré a todos mis descendientes

que no escuchen ninguna orden de ningún humano.”

El dueño del rancho aceptó a regañadientes. Eso sí, Sir Ed le

aseguró que no haría uso de esos derechos a menos que ocurriera algo

drástico…

En cualquier caso, los tres votos de los caballos de plata habían sido

acordados oficialmente, por los nombres del propietario del rancho, Sir

Ed, y nuestra propia Casa Raphael…

Estas condiciones también se anunciaron al público en general. Así

se evitaba que cualquier persona influyente intentara poseer por la

fuerza un caballo de plata que le gustara. Al final, las estipulaciones

del acuerdo nunca se pusieron en práctica y se pensó que eran una

historia inventada para mantener a los poderosos bajo control o para

aumentar el valor percibido de los caballos de plata.

… Pero aún recuerdo la sonrisa de felicidad de Sir Ed cuando se

llegó al acuerdo. Era una cara de alegría, una cara de alguien que sabía

que había logrado algo importante. Estoy segura de que lo sabía. Sabía

que, algún día, este acuerdo sería útil.

Y sólo podía pensar en un momento en el que los Caballos de Plata —los descendientes de Sir Ed— tuvieran que actuar en esas condiciones. El día en que la gloria volvería de nuevo a su estirpe. El día en que los descendientes de Sir Ed se alzarían como caballos divinos… Realmente creía desde el fondo de su corazón que ese día llegaría, al igual que no dudaba de que ella elegiría a sus descendientes como sus preciadas monturas cuando llegara el momento.

Parecía que Emile y los demás estaban haciendo todo tipo de

preparativos para ese día. En ese caso, yo también debería hacerlo. Plantaría las semillas para ese día, haciendo los preparativos necesarios. Aunque mi vida no durara hasta ese día, mis hijos, nietos, bisnietos, tataranietos o incluso sus descendientes estarían allí para servirla.

Creo en ello…

Pero antes de que eso ocurra, tal vez pueda verla directamente. No

en este mundo, sino en el reino celestial donde residen Lady Celestine

y Lady Kaoru…

-FIN DEL VOLUMEN 6-