Potion Danomi De Ikinobimasu (NL)

Volumen 6

Capitulo 43: Comienza La Batalla

Parte 2

 

 

Si entendían todo lo que estaba pasando y seguían empeñados en

matar al enemigo y apoderarse de sus riquezas para su propio país, sin

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ninguna intención de escuchar a la otra parte, no habría tenido más

remedio que darles un duro golpe de realidad. Pero si sabían quién era

yo y podían convencerse con una simple explicación, me parecía bien.

“Destino: Aras, la capital real del Reino de Brancott. ¡Vamos!”

“¡Sí!”

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“¡Breeehehehe!”

Miré detrás de mí y vi a los soldados de primera línea de Balmore

simplemente de pie, sin haber hecho absolutamente nada…

Sí, me alegré de no poder ver realmente sus expresiones porque

estaban algo lejos.

¡Lo siento!

“Lady Kaoru, ¿qué hacemos ahora?”

Ahora que estaba de vuelta en su país y yo actuaba como una diosa,

Francette volvía a dirigirse a mí como: “Lady Kaoru”. Oh, bueno.

“Deberíamos ser capaces de dirigirnos directamente a la capital con

el método que acabamos de utilizar. Estoy segura de que el ejército de

Balmore y el de Brancott también nos seguirán… Y si avanzamos con

normalidad sin apresurarnos demasiado, los caballos de posta deberían

entregar sus informes antes de que lleguemos.

»El primer príncipe, que debería estar escondido en algún lugar y

vigilando la situación, los hombres de su facción que no tuvieron más

remedio que seguir a regañadientes las órdenes del segundo príncipe,

y los sacerdotes originales del Templo de la Diosa en Brancott… todos

ellos deberían haberse enterado de lo que acaba de ocurrir para cuando

lleguemos allí…

»Así que entraremos por la puerta principal después de dar a las

otras fuerzas tiempo suficiente para reunirse, marchar y unirse a

nosotros.”

Francette sonrió, pero luego pareció un poco preocupada al plantear

una pregunta.

“Um, Lady Kaoru. Tendré la oportunidad de serle útil, ¿no?”

… ¡Ese no es mi problema!

“¿Qué? ¡¿Kaoru ha vuelto a Balmore?! ¿Y está dirigiendo al

ejército de Balmore y a nuestras propias tropas invasoras para acabar

con el blasfemo Ghislain? ¡Ah! ¡La bendición de la Diosa está con

nosotros! ¡Contacta a cualquier aristócrata y dignatario que responda a nuestra llamada de inmediato! Y sólo con aquellos que tenganunrango de confianza A. ¡No contactes con rangos B o inferiores hasta el último momento para evitar que se filtre la información!

»En cuanto al Templo de la Diosa, contacta sólo con el arzobispo.

Hazle hincapié en que los demás sacerdotes sólo deben ser contactados

después de que se produzca el levantamiento.”

“¡Sí, mi señor!” Los confidentes de Fernand salieron a sus órdenes.

“Así que, Kaoru está aquí. Hmhm… Jajaja…”

“No deberías ser demasiado optimista… El contraataque es una

cosa, pero después, ella no…” Fabio advirtió al sonriente primer

príncipe Fernand.

“Así es. Kaoru está trabajando para los Reinos de Balmore y

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Brancott, y para su gente. No lo hace en absoluto por amor a ti ni nada

parecido. Si te haces una idea equivocada y te adelantas, terminará en

un desastre. Lo entiendes, ¿verdad?”

“Urgh…” Después de haber sido incluso regañado por Allan, que

había fracasado en su búsqueda de Kaoru pero que de todas formas

disfrutó de su pequeño viaje,Fernand no pudo evitar agacharla cabeza.

“¡¿Qué?! ¡¿El Ángel está dirigiendo el ejército a la capital real?!

¡Ah! ¡Las fuerzas de la Diosa están con nosotros! ¡La Dama Celestine

ha enviado a su sirviente para salvar nuestro Reino de Brancott de los

herejes que la llevan a la ruina! Muy bien, mantendré esto en secreto por el momento. Una vez que llegue el momento, los del Templo de la Diosa daremos nuestras vidas por la Diosa, el Ángel y el pueblo…”

“¡Imposible! ¡Ustedes son los que me dijeron que la Diosa

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Celestine había abandonado Balmore! ¡Dijeron que Lady Kaoru, el

mismísimo Ángel, había abandonado el reino y que iba a aliarse

conmigo para oponerse a Fernand! ¿Y por qué…?” Acusó Ghislain a

los sacerdotes, que también habían sido tomados completamente por

sorpresa.

Parecía que no estaban en contacto con el Obispo Bruce con

demasiada frecuencia, dado que no se habían alarmado cuando dejaron

de tener noticias suyas con él. También era evidente que aún no eran

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conscientes de que Bruce había intentado matar a Kaoru y fracasado,

y que había sido ejecutado tras revelar todo lo que sabía.

Pero como obispo, utilizar la elocuencia para salir airoso de las

situaciones era parte de su trabajo.

“No tengo ni idea de lo que estás hablando, mi señor… ¡El Ángel está guiando al ejército de Balmore para que venga a pedirte perdón!

Ahora que el propio ejército del Reino de Balmore ha desertado a

nosotros, junto con el Ángel, no hay necesidad de arruinar la tierra o

masacrar a la gente, que está a punto de pertenecer a nuestro reino.

Sólo tenemos que exigir su completa y total rendición.”

“¿Qué…?” Era obviamente una mentira, pero un hombre que se ahoga se aferra incluso a una paja. En medio del miedo y la desesperación, el segundo príncipe Ghislain quería —no, no tenía más remedio que— aferrarse a la respuesta que más deseaba.

“¡Ya veo! ¡Así que es eso! ¡Maldito sea ese mensajero por volver

con un informe falso! Jaja, jajaja… ¡Eh, que alguien decapite a ese

mensajero de antes!”

Cuando los crímenes de los obispos de la antigua Tierra Santa de

Rueda habían sido expuestosy sus bienesconfiscados,algunosde ellos

habían convertido rápidamente sus fondos en oro y joyas, y luego

habían escapado del país para vivir el resto de sus vidas con


comodidad, mientras que los otros obispos rechazaban sus métodos y,

en cambio, tramaban su regreso al poder.

De esos obispos, había un grupo que había jurado vengarse

abriéndose paso en el centro del Reino de Brancott, vecino del Reino

de Balmore, quienes habían absorbido la antigua Tierra Santa de

Rueda. Ocultaron el hecho de que habían escapado de Rueda y

afirmaron ser obispos en labores misioneras desde una tierra lejana,

para así ganarse el favor del segundo príncipe. Las enormes riquezas

que habían traído de la Tierra Santa de Rueda ciertamente no habían

perjudicado en absoluto.

Los obispos de Brancott consideraban que el primer príncipe era el

claro heredero al trono, lo que los convertía en enemigos a los ojos del

sin voz ni voto segundo príncipe que deseaba ser rey. Para él, los susurros de los obispos viajeros, diciéndole que era apto para ser rey y asegurándole que era la voluntad tanto de la Diosa como del Ángel, eran bastante cómodos de escuchar, así que ignoró el acuerdo tácito de mantener la iglesia y la política separadas. En cambio, los mantuvo cerca.

Una vez convencido, comenzó a difundir sus susurros, en total

acuerdo con lo que habían dicho los obispos. El segundo príncipe

afirmó que, por casualidad, era el único que estaba cerca del rey en el momento de su repentino fallecimiento, y que las últimas palabras del rey fueron para que Ghislain ocupara el trono en su lugar. Entonces tomó medidas inmediatas para detener al otro aspirante a rey.

Pero en lugar de ser capturado, el primer príncipe utilizó un

pasadizo secreto que se había transmitido a través de los reyes y los

príncipes herederos de cada generación, y así logró escapar con sus

confidentes de confianza. El segundo príncipe sabía que los que le

rodeaban sólo se preocupaban de su propio beneficio por encima del

de su país, y que no se sabía cómo actuarían sus actualmente obedientes criados si el primer príncipe aparecía, así que no tuvo más remedio que eliminar a su rivaly hacer que le aceptaran como heredero

legítimo.

Para lograrlo, puso en marcha un plan para invadir el reino vecino

de Balmore, matando así tres pájaros de un tiro al buscar al primer

príncipe, poner al ejército y a los mercaderes de su lado y distraer al pueblo de su descontento, todo al mismo tiempo. Pero, por supuesto, en esta decisión influyeron mucho los “obispos viajeros”, que tan buenos consejos le habían dado al transmitirle “la voluntad de la Diosa”. Y, por supuesto, la voluntad de ella era que él uniera el Reino de Balmore bajo su gobierno…

Los obispos viajeros tenían un deseo: apoderarse del Reino de

Balmore, y asíretomarRueda, ¡y almismo tiempo vengarse de quienes

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los habían traicionado y desterrado! Una vez hecho esto, ¡recuperarían toda su gloria de aquellos días ya pasados!

… Pero en cambio, todo estaba terminando aquí. Nunca habían

esperado que el Ángel regresara al Reino de Balmore y lanzara un

contraataque total. Teniendo en cuenta que habían levantado la moral

de sus soldados ante una invasión en una nación amiga de muchos años

utilizando los nombres de la Diosa y el Ángel, este giro de los

acontecimientos había anulado efectivamente su poder militar.

Consideraron sus opciones, y…

“¡Debemos escapar! Ya lo logramos una vez, sólo tenemos que

hacerlo de nuevo. La mayor parte de la fortuna sacada de Rueda sigue

allí. Sólo tenemos que cargarla todo en el carruaje y huir al centro del

continente, y luego volver a empezar… Sólo que…”

“Sí, debemos aplastar a ese demonio y obtener nuestra venganza.

Una vez que se haya ido, la Diosa Celestine volverá a mantenerse al

margen de los asuntos humanos en su mayor parte, aparte de advertirnos ocasionalmente del peligro…”

Los autodenominados “obispos viajeros”, que en realidad eran los

antiguos obispos de Rueda, eran bastante optimistas en sus opiniones.

Era cierto que la Diosa Celestine no había castigado directamente a los

obispos de Tierra Santa de Rueda, sino que se limitó a hablar de los

acontecimientos pasados. En realidad, se había marchado sin hacer

realmente nada, aparte de regañar un poco al Papa por el mal uso del

tesoro sagrado. Dependiendo de cómo se mire, podría interpretarse como que se abstenía de interferir innecesariamente y, por tanto, se mantenía al margen de los asuntos humanos.

Todo fue por culpa de esa maldita chica, la que resultó tener el favor

de la Diosa Celestine. Ella fue la que impuso su interpretación a todo

el mundo después de que la Diosa se fuera. En sus mentes, la caída de

Rueda se debió a los falsos rumores de esa chica.

Los futuros gobernantes de la Tierra Santa de Rueda tenían un

aspecto bastante apagado incluso al regresar a su país después de

aquellosacontecimientos, y no estaban en condiciones de hacer ningún

informe durante algún tiempo. Por ello, hubo varios días de retraso

antes de que empezara a llegar la información. Por no hablar de que

los informes eran tremendamente inexactos y tenían muchas


omisiones, exageraciones y declaraciones contradictorias.

En medio de la confusión, algunos de ellos con un agudo sentido

del peligro pudieron aprovechar la oportunidad para huir. Sin

embargo…

El resto de los obispos eran aquellos que no estaban presentes

cuando la Diosa descendió, y por lo tanto sólo tenían información

sesgada e inexacta. No sólo eso, sino que tomaron esa información

errónea y la interpretaron para que se ajustara a sus propios prejuicios.

Y así, su conspiración final se puso en marcha…

“¡Tenía ganas de verte, Lady Ángel!”

“¡Ugh!”

Cuando llegamos a una ciudad justo antes de la capital real, nos

esperaba una visión poco grata…

¡Sí, él!

“Príncipe Fulano…”

“¡Es Fernand!”

Bueno, pensándolo bien, supongo que su nombre no era tan

genérico. De todos modos…

“Sólo estoy aquí para eliminar a los que se pelearon conmigo. ¡Ni

más ni menos!”

Mi mensaje fue alto y claro, pero Fernand no pareció afectado.

Seguía siendo Su Alteza Real el Príncipe, así que tenía que tratarlo con

cierto respeto, pero no tenía que darle esa cortesía en mi monólogo

interno.

Había separado los ejércitos de ambos países; una vez hecho esto,

los seis, incluyendo a Francette, a mí y a los cuatro caballeros que

Roland envió desde la retaguardia, avanzamos, para encontrar a

Fernand esperando en la primera ciudad justo antes de la capital.

Fernand, Allan, y otro hombre llamado Fula —no, Fabio— a quienes

había conocido en la tienda y Grua, la capital real de Balmore, junto

con sus muchos seguidores, estaban todos allí. Según ellos, sus fuerzas

esperaban en un lugar a cierta distancia de la ciudad.

Tal y como pensaba, parecía que la mayoría de los que cooperaban

con el segundo príncipe lo hacían por necesidad. No podían oponerse

públicamente a él cuando el palacio real y los puestos de los

aristócratas influyentes habían sido ocupados y el primer príncipe

estaba desaparecido.

Es decir, si el rey y el primer príncipe estuvieran fuera de escena,

el segundo príncipe sería naturalmente el heredero oficial. Cualquiera

que se opusiera sería tratado como un rebelde que busca usurpar el

trono y un traidor al país. Toda su línea familiar podría acabar siendo

masacrada. Esto era especialmente cierto cuando el gobernante era un

tonto cruel y cobarde que era consciente de lo precario de su posición.

Por eso todos hacían lo que se les decía… Claro está, hasta que se

presentaba el momento adecuado.

Si el primer príncipe hubiera muerto de acuerdo con el plan, las

cosas podrían haber sido diferentes. El pueblo no habría tenido más

remedio que renunciar a todo y obedecer al segundo príncipe, o de lo

contrario montar una revolución, plenamente consciente de la

deshonra que conllevaría…

Pero como Fernand estaba vivo, sólo tenían que esperar. La justicia

estaba de su lado. Podían acabar con el usurpador, que había cometido

el grave pecado de asesinar a su propio padre, junto con sus parásitos

y traidores.

Y ese momento ha llegado finalmente. Era improbable que estallara

un conflicto civil a gran escala. Todo el mundo se había abstenido de

actuar contra el usurpador por temor a sus vidas y por no tener una

justificación clara. En cierto sentido, demostró ser muy capaz al

eliminar al rey y a los que estaban por encima de él en el orden de sucesión, y luego dividir efectivamente a sus influyentes oponentes antes de que tuvieran tiempo de discutir cómo responder, pero esto se debió probablemente a la aportación de sus asesores más que a su

propia astucia.

En el momento en que fracasó en su intento de matar al primer


príncipe y dejarlo escapar, su castillo de arena ya había empezado a

desmoronarse. Así que, en un intento de hacerse con los militares, los comerciantes y los aristócratas combativos, al tiempo que distraía al pueblo de sus agravios, dio un paso temerario al invadir un país amigo. O tal vez temía que el primer príncipe desertara al Reino de Balmore e intentara recuperar el trono por la fuerza utilizando el ejército de Balmore.

Esa posibilidad no habría estado fuera de lugar. Habría

proporcionado a Balmore una causa justa para ayudar al primer

príncipe y legítimo heredero en su petición de castigar al usurpador. En otras palabras, sería una oportunidad para salvar al pueblo, actuar en nombre de la justicia y defender a su aliado, el Reino de Brancott. Era una razón de sobra para invadir su país vecino, y dejaría al primer príncipe y al Reino de Brancott muy en deuda.

En ese escenario, ¿con qué príncipe se pondrían los aristócratas y

el ejército nacional? No era de extrañar que el segundo príncipe se

sintiera amenazado. Y efectivamente, lo que había temido se estaba

convirtiendo rápidamente en una realidad…

“Kaoru, deberías descansar en esta ciudad y esperar a que los

ejércitos de ambos bandos se pongan al día. Una vez que las fuerzas se

reagrupen, podremos atacar la capital real…”

“No voy a atacar la capital real.”

“¿Qué…?”

¿Por qué querrías atacar la capital de tu propio reino? ¡¿Qué te

pasa por la cabeza?!

… Sí, habla en serio. Y a juzgar por su actitud excesivamente

familiar, Fernand parecía pensar que yo era “esa Kaoru”. En otras

palabras, la Kaoru que había conocido aquí en Brancott.

En su mente, ya había decidido que Alfa Kaoru Nagase, a la que

conoció en la capital real de Balmore, y Mifa Kaoru Nagase, que

trabajaba en el comedor de Brancott, eran la misma persona, a pesar

de que le decía que son dos personas distintas…

Hmm…

“Por cierto, ¿por qué sigues hablándome como si fuéramos

íntimos? Sólo te he visto unos minutos en Grua, ¿correcto? ¿Siempre

actúas con tanta familiaridad con las mujeres de otros países? Primero

me llamas Lady Ángel, y al segundo siguiente, ¿soy Kaoru? Ya veo

por qué el segundo príncipe te consideró indigno de ser rey.”

“¡¿Qué?! ¡¿Q-Q-Qué estás…?!” Los ojos de Fernand se abrieron

de paren par en una expresión de asombro. Todos los que nos rodeaban

también parecían atónitos.

Sí, se lo merecía. Tenía que mantenerlo bajo control, o se dejaría

llevar.

“Francamente, es bastante ofensivo. No quiero estar cerca de ti, así

que por favor aléjate. Siento que me voy a quedar embarazada si me

tocas.”

“¿Q-Q-Qué…?”

¡Cosechas lo que siembras! Para empezar, no había planeado hacer

que los ejércitos se enfrentaran o sitiaran la capital real. No había

necesidad   de    que    la    gente    muriera    en    batallas  inútiles,

independientemente del país por el que lucharan.

Puede que los oficiales militares y los aristócratas estuvieran

contentos de derrotar a sus enemigos en un combate glorioso, salvando

la capital y ganando la aclamación en el proceso, pero ¿qué pasa con

los que murieron innecesariamente como resultado? Tal vez los que

habían estado en el bando correcto estarían bien con ello, pero los

soldados del llamado bando de los malos también tenían esposas, hijos

y familiares, y ya no tendrían un futuro.

No, no iba a hacer que esta gente marchara al castillo como aliados

de la justicia o “los ejércitos de la Diosa”. Ya había tomado medidas

para evitarlo.

Habíamos estado avanzando lentamente para ganar más tiempo,

pero todavía estábamos a cierta distancia por delante debido a que las

tropas de apoyo se movían a un ritmo más lento. Aun así, enviar

caballería ligera entre nosotros y el grueso de nuestras fuerzas no era

un problema demasiado grande.

Y así, enviamos a los cuatro caballeros de Roland —también

conocidos como los Cuatro Muros, los que habían recibido las espadas

divinas— detrás de las tropas de vanguardia y del ejército real de

Brancott para cumplir mis órdenes. Las órdenes que di a las fuerzas

armadas de Brancott fueron las siguientes:

“Elige a un oficial de caballería de aspecto impresionante que sea

un hábil conversador y envíalo por delante a la capital real. Que haga

correr el rumor entre los aristócratas, los militares, los civiles, todos

los que quieran escuchar; que diga que la Diosa no perdonará a nadie

que ayude al usurpador, al que mató a su propio padre, y que enviará a

su mensajera para llevar a cabo su castigo.”

El mensaje era alto y claro: cualquiera que se opusiera a mí era un

enemigo de la Diosa y sería castigado en consecuencia. Todo el mundo conocía el incidente que había ocurrido en Balmore hacía unos cuatro años. ¿Cuántas personas intentarían ahora impedirme entrar en el castillo? Sólo un hereje que no temiera a la propia Diosa se atrevería a intentarlo. En otras palabras, un miembro del grupo que atacó a Layette, y por tanto mi enemigo. Sería muy fácil reconocerlos.

Así que no necesitaba soldados que quisieran alcanzar la gloria y la

fama a través de la matanza. La gente que tenía ganas de matar era

demasiado peligrosa para tenerla cerca. Mi objetivo era resolver esto

pacíficamente, y no quería que eso se arruinara por su ambición. ¡No, gracias!

¿Tengo pruebas de que el segundo príncipe asesinó al rey? Bueno,

todo lo que dije fue que cualquiera que ayudara al usurpador parricida

no sería perdonado, y no había especificado a nadie en particular. Era

más bien una afirmación general. Es decir, creo que la mayoría de la

gente estaría de acuerdo en que matar a los padres de uno y usurpar el

trono eran ambas cosas bastante imperdonables.

No había dicho nada inexacto. No.

“Tengo miedo de quedarme embarazada si me quedo aquí.

Avanzaremos un poco más y acamparemos en lugar de quedarnos en

esta ciudad esta noche.”

“¡Sí, mi Lady!” “¿Qué…?” Francette y los Cuatro Muros

respondieron al unísono.

Y así, movimos nuestroscaballos. Fernand y los demás se quedaron

allí mientras los dejábamos atrás, los trabajadores de la posada y la

gente de la ciudad los miraban con odio.

La verdad no podía culparlos. Habían perdido la oportunidad de ser

conocidos como la última posada donde el Ángel descansaba antes de

entrar en la capital real, o la ciudad que el Ángel utilizaba como cuartel

general para su contraataque, así que por supuesto estarían molestos.

Bueno, no era como si esto les hiciera pensar que el segundo

príncipe era mejor que Fernand, así que no me importó. Quería darme

un largo baño antes de acostarme, pero bueno. Puede que pasáramos

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la noche acampando, pero no me importaba porque aún tenía una cama

donde dormir. Mañana era el gran día.

Me vengaría de lo que le hicieron a Layette y los huérfanos, así

como del incidente en el que habían intentado matarme. Lo pagarían.

Nadie volverá a pensar en meterse conmigo o con mis amigos nunca más…

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