Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“Disculpe, Su Majestad. Keithwood solicita urgentemente una audiencia. ¿Le hago pasar?”, preguntó un guardia que entró en la sala.

Tras recibir el permiso del rey, señaló la puerta. Entraron Keithwood, Dion y un Connery extrañamente nervioso y con las cejas sudadas, todos ellos… guiados por Bel.

“Vaya, ¿Bel? ¿Dónde has estado todo este tiempo?”

“¡De hecho, Señorita Mia, me fui a hacer una aven — recorrido por el castillo!”

Esa es la corrección menos efectiva que he escuchado. También podría haber dicho “aventura”.

Mia sacudió la cabeza ante la atroz torpeza de su nieta con las palabras.

Tiene que tener más cuidado con lo que dice, o va a tener muchos problemas en el futuro. Al mismo tiempo, sin embargo, no parece haber impedido que se lleve bien con Dion, lo cual es algo que nunca entenderé…

Nunca ha dejado de sorprenderle cómo la chica se las arreglaba para relacionarse tan despreocupadamente con el hombre, que a los ojos de Mia siempre estaba a un paso de cortarle la cabeza.

Keithwood también le dedicó a Bel una sonrisa irónica antes de volverse hacia Abram y arrodillarse. “Es un gran alivio ver a Su Majestad bien.”

“Un alivio que todos debemos a la princesa Mia y a estas bellas jóvenes”, respondió el rey, que sonrió afablemente a Tiona y Citrina. “Pero no nos entretengamos. Habla, Keithwood. ¿Qué asunto urgente te trae por aquí?”

“Sí, Su Majestad. Recibí un soplo de la princesa Mia y, calibrando que los riesgos de la inacción eran importantes, realicé un registro no autorizado en la habitación del príncipe Echard. Lamento la incorrección, pero creo que era necesario dadas las circunstancias.”

Abram cerró los ojos, con expresión pensativa.

El silencio que se produjo hizo que Keithwood continuara. “Me disculpo por haber actuado de forma independiente. No pude encontrar la oportunidad de pedir sus instrucciones.”

“Y nadie puede esperar que lo hayas hecho. Es un golpe de pura y trágica desgracia que Echard haya elegido actuar en este día”, dijo finalmente Abram con un largo suspiro.

Mia miró del rey a su nieta. “¿Y por qué estabas con ellos, Bel?”

“Oh, sí, sobre eso…”

Así, Bel comenzó a contar su historia, en la que hizo un aven — recorrido por el castillo.

“Por aquí.”

Bel condujo a Connery a través de un pasillo del castillo tras otro. Normalmente, los guardias la habrían detenido hace tiempo, pero la presencia de Connery había funcionado como un permiso de paso libre. El trabajo del capitán le había familiarizado con gran parte de los centinelas del castillo.

Mientras lo seguía, Connery se preguntó si todo esto era un gran error. El comportamiento de Keithwood era, sin embargo, innegablemente peculiar. Era una débil justificación para que él se entretuviera en la búsqueda exploratoria de la muchacha por el castillo, pero tendría que servir por ahora.

“Por cierto, Sir Connery, ¿lleva mucho tiempo trabajando a las órdenes del Conde Lampron?”, preguntó Bel.

Suspiró ante su ansiosa curiosidad y dijo: “Sí, supongo que sí. He servido a milord desde que era un jovencito. Debo admitir, sin embargo, que el joven Connery no tenía idea de que acabaría conociendo a un príncipe.”

“Oh, entiendo. Eso significa que usted también conoce al príncipe Echard desde hace mucho tiempo, ¿verdad? El conde Lampron fue su mentor durante un tiempo, ¿no es así?”, dijo Bel, ladeando la cabeza con espontáneo asombro. “¿Puedo hacerle una pregunta, entonces?”

“Adelante.”

“¿Qué es un rey?”

Connery se congeló, su mente luchaba por comprender el significado de la pregunta.

“¿Un… rey?”, dijo, parpadeando desconcertado. “¿Te refieres a Su Majestad? ¿El rey Abram?”

“Mmmm, no, no me refiero a eso…” Ella frunció los labios durante un rato antes de reformular su pregunta. “Tengo curiosidad por los reyes y emperadores. La gente que gobierna a otra gente. También los príncipes y las princesas. Quiero saber cómo son.”

“Ah, entiendo.” Connery asintió. Esta chica, supuso, probablemente había desarrollado un interés por la realeza al conocer a la princesa Mia y al príncipe Sion. El contexto de su pregunta estaba ahora claro para él. Desgraciadamente, eso no cambiaba el hecho de que seguía siendo una pregunta infernal, y le costaba producir una respuesta. “Hmm… Bueno, no puedo hablar por otros, pero para mí, un rey es… algo así como un agente de Dios. Un apoderado, casi.”

“¿Un apoderado?”

Asintió con firmeza. “Los que vivimos en este continente creemos en Dios. Por lo tanto, todos nosotros basamos nuestra moral en las enseñanzas del Libro Sagrado. Sin embargo, no todos los problemas pueden encontrar una solución en el Libro Sagrado. A veces, nos enfrentamos a decisiones difíciles para las que no tiene ningún consejo. En esos casos, el rey es quien toma la decisión. En mi opinión, un rey es alguien que actúa en nombre de Dios, emitiendo juicios morales utilizando la autoridad divina que se le ha confiado. Por eso depositamos nuestra fe absoluta en Su Majestad.”

“Así que eso es un rey en Sunkland… Hmm…” Bel se cruzó de brazos y asintió pensativa. Pronto, sin embargo, dejó escapar un chillido. “¡Eeek!”

Connery se giró hacia ella para encontrarla apartada por el brazo.

“¡Alto! ¿Qué crees que estás haciendo?”

Se apresuró a ayudarla, pero inmediatamente se echó atrás cuando se dio cuenta de la identidad de su captor.

“Mi deber, estoy bastante seguro”, dijo el más afilado de los espadas de la princesa Mia, Dion Alaia. Levantó una ceja. “¿Y tú?”

A su lado estaba Keithwood, que también mostraba una expresión de desconcierto.

“¿Sir Connery? ¿Qué está haciendo aquí?”