Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“¡Su Majestad!”

La primera en llegar al lado de Abram fue Tiona. Su oportuna respuesta no fue el resultado de ninguna conciencia anticipada, sino una simple coincidencia. Siguiendo las instrucciones de Mia, se había mantenido lo más cerca posible de Sion, pero una vez que él había empezado a bailar con Mia, se había quedado sin nada que hacer.

¿Qué debería hacer ahora…? Me pregunto dónde estarán los otros miembros del consejo estudiantil.

Justo cuando empezó a mirar a su alrededor, escuchó una voz por detrás.

“¿Oh? Tú debes ser…”

Sorprendida con la guardia baja, se apresuró a girar.

“¿S-Su Majestad?”

Ante ella estaba el padre de Sion, el rey Abram. La miró por un momento y luego negó con la cabeza.

“Oh, que deje a su amiga sola de esta manera… Está claro que a mi hijo le queda mucho camino por recorrer” Se dirigió a su séquito. “Me gustaría hablar con la amiga de mi hijo. Por favor, dejadnos un poco de espacio para que la joven pueda relajarse.”

Los hombres que le rodeaban, presumiblemente importantes funcionarios de Sunkland, bajaron la cabeza respetuosamente y se alejaron. Una vez que se fueron, el rey Abram se volvió hacia ella y sonrió. En ese momento, el aura de majestuosidad que le rodeaba y que siempre le hacía parecer tan inaccesible disminuyó ligeramente.

“Ahora bien… Señorita Rudolvon, ¿creo? ¿Su padre es un conde foráneo del Imperio de Tearmoon?”

“Sí, Su Majestad. Es un honor conocerlo.”

Tiona hizo una reverencia. El movimiento fue un poco más rígido de lo que le hubiera gustado. Durante la cena, había estado en compañía de Mia y Esmeralda. Ahora estaba hablando con él de tú a tú. Era inevitable cierto grado de nerviosismo.

“Si fuera una o dos décadas más joven, habría pedido tu mano en un baile, pero por desgracia… soy un hombre casado, y tú tienes la misma edad que mi hijo. Ser visto en la pista contigo provocaría sin duda una tormenta de censura sobre la incontrolable salacidad de Su Majestad. En aras de no disgustar a mi esposa, debo pedir que limitemos nuestra interacción a la conversación.”

Tiona sintió que parte de la tensión de sus hombros se aliviaba ante el tono jocoso de su voz. “Muchas gracias por sus atentas palabras, Majestad, pero sólo soy noble de nombre. Al haber crecido en el campo, estoy muy poco familiarizada con la danza.”

“¿Los Rudolvons están en la parte sur de Tearmoon, creo?”

“Sí, eso es correcto. Mi casa está muy lejos de la capital.”

“Entiendo… He oído que los nobles recién llegados de regiones remotas son recibidos con bastante desprecio en su imperio… ¿Es eso cierto?”

“Desgraciadamente, lo es. Ciertamente hay una tendencia a mirarnos con desprecio… Pero Su Alteza es diferente. Ella no se rige por las convenciones. Ella se acercó a mí. Me habló como una amiga. Y cuando me enfrenté a la adversidad, acudió en mi ayuda sin la menor duda.”

Tiona contó sus experiencias durante sus primeros días en Saint-Noel. Describió cómo había sido acosada por las hijas de los nobles de alto rango y cómo Mia la había ayudado. Luego, contó la historia de la ceremonia de bienvenida y su fiesta de baile.

“Solía odiar a la nobleza central. Ese odio me controlaba. Me definía. Y es gracias a Su Alteza que ahora puedo vivir libre de esa carga. Ella tiene una profunda pasión por la justicia y no tolera la injusticia. En cierto modo, se podría decir que es similar al Príncipe Sion.”

Sí, parecida como la pirita y el oro, pero qué pena que no hubiera nadie para soltar esta ocurrencia.

“¿Dices que son similares? Entiendo…”, dijo Abram, con los ojos entrecerrados mientras miraba a la pareja de bailarines. “Ese chico alberga un amor no correspondido entonces. Una pena, de verdad.”

“¿Eh? Um… No estoy segura de entender lo que quieres decir”, dijo Tiona, desconcertada por el comentario.

Abram consideró su respuesta por un momento antes de hablar.

“La princesa Mia es, sin duda, un individuo excepcional. La cuestión es… ¿Se conformaría Sion con ser su segundo plato? ¿Estar a su lado, pero apoyándola en lugar de arrastrarla? Las características de un líder… Lo que se necesita para ser rey… Desde el talento hasta el temperamento, lo tiene todo. El suyo es un don que, aunque quizá sea menor que el de la princesa Mia, es demasiado grande para dejarlo marchitar. Por eso nunca podría resignarse a vivir a su sombra.” Abram habló con la tranquila profundidad de un sabio que ha visto una verdad superior. “Sion es un rey natural, pero no puede ser otra cosa. Por mucho que lo intente, aunque la superara a base de garra y esfuerzo, su talento sólo chocaría con el de ella.”

Fue entonces cuando la expresión de Abram adquirió un matiz de sorpresa. “Pareces… triste. ¿Por qué?”

“Yo…” Los labios de Tiona se apretaron. “Creo que es horrible. Lo siento por el Príncipe Sion.”

Tiona Rudolvon había vivido una vida de esfuerzo y de garra. Impulsada por su deseo de vengarse de la nobleza central, se había esforzado y esforzado por superarse, esperando… al menos un reconocimiento de que su duro trabajo valía la pena. Que significaba algo. Y Mia se lo había dado.

¿Qué hay de Sion entonces? Desde su lugar en la isla de la recompensa mirando hacia atrás a través de las aguas del esfuerzo, viéndolo nadar y luchar en vano… Sabiendo que su duro trabajo nunca daría el fruto que deseaba… Era demasiado.

Al ver el dolor en su expresión, Abram sonrió suavemente.

“Veo que tienes un alma bondadosa… No la agobies tanto. Los corazones de los niños están destinados a romperse. Es juntando los pedazos que crecen y maduran.”

Fue entonces cuando los ojos de Abram se entrecerraron y su mirada se volvió sombría.

“Eso debe ser…”

Sus palabras se desvanecieron en un profundo suspiro.

Abram se alejó, dejando a una conflictiva Tiona. Mientras lidiaba con sus sentimientos, volvió a centrar su atención en Sion y Mia y los observó terminar su baile. Vio a Echard acercarse a ellos y ofrecerles una copa, sólo para que Sion la rechazara, diciendo que bailaría un número más. Abram cogió el vaso y se lo bebió en su lugar. Luego, observó cómo el rey se dirigía lentamente hacia el balcón, con pasos extrañamente flotantes.

Gracias a que lo había estado estudiando, se dio cuenta de lo extraño de su andar. Cuando se acercó a la barandilla, el tiempo pareció ralentizarse. Vio que su centro de gravedad se desplazaba y que su cuerpo empezaba a inclinarse hacia fuera, hacia el aire libre.

“¡Su Majestad!”

Una carrera desesperada la llevó a su lado justo a tiempo para que ella le rodeara la cintura con sus brazos. Intentó sostenerlo, sólo para ser arrastrada hacia adelante por su forma más alta. Ambos comenzaron a caer.

“¡Liora!”, gritó ella. No a la sala. No a ningún invitado petrificado. Gritó el nombre de su súbdita más confiable.

“¡Señorita Tiona!” Su asistente y amiga, Liora Lulu, respondió a su llamada. En un abrir y cerrar de ojos, ella estaba frente a Abram, con los pies plantados y los dedos apretados firmemente alrededor de su ropa.

“¡Nnngaaaah!”

Casi pudo oír cómo se tensaban los poderosos músculos de la espalda de Liora mientras arrastraba al rey por encima de la barandilla con un poderoso empujón. Pero las cosas sólo empeoraron. Cuando volvieron a depositar al rey en el suelo, ¡encontraron su rostro sin vida!

“¡No lo muevan!”

Una voz aguda atravesó la sala. Tiona levantó la vista y se encontró con una chica que caminaba hacia ella entre la multitud. Reconoció su aura floral.

Era Citrina.