Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 6

Capítulo 12: La Chica Mágica Que Llevas Dentro

Parte 4

✰  Rain Pow (Tiempo restante: treinta y siete minutos)

De forma descuidada, con ligereza, Frederica esquivó los ataques de Rain Pow. O, más que decir que esquivaba los arcoíris, era más bien que utilizaba la estructura de los edificios y el terreno para evitar que Rain Pow los fusionara para hacer un uso efectivo de ellos, cortando sus oleadas de ataques. Lo estaba haciendo bastante bien, cargando con la agobiante Weddin. Apenas se la reconocía de la última vez que habían luchado, dejando de lado la presencia de su bola de cristal.

Rain Pow persiguió a Frederica y la atacó. Cuando aterrizó en la azotea de un edificio, se encontró con una granada rodando hacia ella, con el pasador fuera, por lo que utilizó un muro arcoíris para escudarse, y luego cortó la mano que se manifestó en el aire para golpearla en el momento en que la granada de humo estalló. Este tipo de movimientos eran los que mantenían a Rain Pow a distancia.

Las dos chicas mágicas continuaron su persecución desde allí hasta unos grandes almacenes, desde allí hasta la estación de tren, pasando entre vehículos de policía y ambulancias en movimiento a una velocidad que los humanos ni siquiera podían percibir visualmente.

—¿Dos?

En algún momento, Weddin había desaparecido. ¿Frederica la había dejado atrás en algún lugar, juzgándola como una simple carga? Con la magia de Frederica, podía enviar a Weddin a escapar a algún lugar seguro en cualquier momento. Era el tipo de persona que sacrificaría a Weddin para escapar por su cuenta, pero debían haber hecho algún tipo de contrato al respecto. Habría sido demasiado peligroso hacer de Frederica una aliada sin restricciones.

Era cierto que con los oídos de Rain Pow tapados, Weddin no sería más que una carga. Sin embargo, incluso sin carga, Frederica no era nada de lo que preocuparse.

Rain Pow se acercaba a ella. Podía hacerlo lentamente. Las órdenes de Pukin eran absolutas. Llevaría a Frederica a un lugar del que no pudiera escapar y luego acabaría con ella. Frederica entró en la estación de tren, saltando las puertas de los billetes, y luego se deslizó a través de las puertas del tren mientras se cerraban.

Rain Pow no dudó. Haría lo que fuera necesario para cumplir las órdenes de Pukin. Siguiendo a Frederica, saltó al tren y descubrió que era una trampa.

Weddin estaba en el tren. Rain Pow había subido a un vagón vacío, y sólo Weddin estaba de pie, imponente, sosteniendo un trozo de papel de un metro de ancho. En él estaba escrito: ¡Deja de moverte! ¡No hagas daño a nadie! en letra grande, y una vez que Rain Pow lo vio, obedeció las indicaciones de Weddin: su magia.

El tren comenzó a moverse. Rain Pow no pudo salir. Frederica se había ido. Había sido atraída aquí. Frederica había enviado a Weddin a algún lugar para ir a preparar las cosas, tras lo cual había venido a esperar en este tren, y luego Frederica había corrido al vagón para llevar a Rain Pow hasta Weddin.

Weddin tiró a un lado el trozo de papel para revelar otro. Decía: Haz que puedas oír y obedecer mis órdenes. Rain Pow no pudo oponerse a ella. Disipó el arcoíris en sus oídos, y los sonidos del tren resonaron más fuerte a través de su cuerpo.

“Muy bien, ahora tienes absolutamente prohibido desafiarme. Libera a Tepsekemei de esa bola, y ven conmigo fuera del…” Antes de que Weddin pudiera terminar su orden, se cayó. La mano incorpórea que la había hecho tropezar se desvaneció, e inmediatamente, el cuerpo de Weddin se estrelló contra algo invisible, haciéndola volar. Al instante siguiente, Rain Pow chocó también contra la cosa invisible. El impacto la atravesó, hasta la coronilla, pero no pudo moverse, y dejó caer la bola arcoíris, para luego volver a golpear la cosa invisible. Un instante después, la puerta trasera del tren se acercó a ellas, y Rain Pow no pudo cumplir las órdenes de Pukin.

***

✰  Pythie Frederica (Tiempo restante: treinta y cinco minutos)

Incluso desde tan lejos, podía sentir el estruendo y los temblores que llegaban hasta ella a través del suelo. La lata vacía que tenía a sus pies sonaba y repiqueteaba. El tren habría descarrilado en torno al punto en que salió de los límites de la ciudad, y no era difícil imaginar en qué clase de accidente se había convertido.

Alguien corría hacia la estación, gritando. ¿Era un simple curioso o estaba preocupado por alguien? Vaya, pensó Frederica, qué energía, a pesar de todo lo que ha pasado hoy solo.

Frederica se subió a la máquina expendedora que había en el callejón y, desde allí, arrancó de una patada el marco de una ventana para subir al tejado del edificio. Un humo negro se elevaba desde la dirección de la estación de tren. Todos los densos racimos de arcoíris que había alrededor se desvanecieron y luego desaparecieron.

Weddin había ordenado a Frederica que diera prioridad a la eliminación del enemigo, y como si encajara en su sitio, eso había alejado las promesas trabajadas en Frederica. Ella había obedecido las órdenes de Weddin. La mejor manera de derrotar a Rain Pow con seguridad en una situación así había sido que Weddin sacrificara su vida.

Había atraído a Rain Pow a los estrechos confines del vagón, donde la había hecho enfrentarse a Weddin. Frederica había ordenado a Weddin que huyera rápidamente del vagón después de eso, pero si Rain Pow la perseguía, eso las habría alejado del objetivo de derrotar a Rain Pow. Así que Frederica había hecho caer a Weddin, y el tren había salido de la ciudad. Weddin y Rain Pow habían quedado aplastadas entre la barrera y el tren, y éste había descarrilado.

Frederica había visto morir a muchas chicas mágicas por esta especie de sentido de su propia misión, de que tenían que hacerlo, de que tenían que llevar a cabo esto, sin importar lo que fuera, lo que les hacía juzgar mal sus propias habilidades.

Por eso dije que no hay que confiar en alguien como yo.

Ella había matado a Rain Pow. Weddin, que había sido su grillete, también estaba muerta. A Frederica le quedaba una tarea importante. Ella no podía huir de la ciudad hasta que se hiciera cargo de eso.

“… ¿Hmm?”

Cuando enfocó sus ojos, pudo ver una tenue figura volando por el aire.

“Eres bastante impresionante para sobrevivir a una cosa así.” Dijo ella, algo asombrada.

***

✰  7753 (Tiempo restante: treinta y tres minutos)

A Pukin le faltaba la cara. Un humo gris salía de donde le habían arrancado el trozo. Ni siquiera una chica mágica podría sobrevivir a eso. 7753 miró a Pukin a través de sus gafas. Había algo extraño en su estado. Estaba en un estado inusual. Pukin había utilizado su técnica de engaño en su propia vida.

Había una línea roja que cruzaba la cara de Pukin. Se había cortado con su propia espada para lanzar su magia sobre sí misma el instante anterior a la explosión de la bomba de humo. Se había hecho creer que no había recibido ningún daño.

Su cerebro tenía que estar dañado. No había forma de que pudiera hacer esto sólo con el poder de la creencia… No, esto no era sólo creencia. Además de la creencia otorgada por su magia, los parámetros de Pukin mostraban valores inusuales. Simplemente tenía demasiadas marcas de corazón en su vitalidad.

“¡Esto se está volviendo bastante divertido! ¿Verdad?” Pukin blandió su estoque, y puntos de sangre salieron de él. Kuru-Kuru Hime yacía en el suelo, con la mano apretada en la garganta. Funny Trick había sido golpeado en el pecho. A ambas les salía sangre por los dedos. Las gafas de 7753 indicaban que ambas habían sido heridas de muerte.

Aun sabiendo que era inútil, 7753 levantó el bastón que podía disparar balas de fuego y dio un paso adelante. No tenía tanto miedo. Sintió que debía asumir la responsabilidad.

Por supuesto que no podría hacerlo. La matarían. Pero aun así, lucharía hasta el final. Hasta ese momento, se había mantenido constantemente congelada con mentiras ad hoc. Ella, por lo menos, quería ser una chica mágica adecuada al final.

7753 estaba a punto de dar un paso más hacia adelante cuando fue golpeada por detrás y lanzada al suelo.

“¡¿Q-Qué estás haciendo?!”

“Estás en mi camino. Corre. Ahora.” Mana apartó a 7753 con la punta de su bastón. “No empieces a pensar que puedes asumir la responsabilidad de luchar y morir aquí. Haz el trabajo más importante que puedas en este momento: sal de aquí, por tu cuenta. Yo lucharé. Esto es por Hana.”

Había tres jeringuillas clavadas en la nuca de Mana, ya vaciadas. Mana clavó otras tres jeringuillas, y luego tembló, con espasmos. “¡Ven a por mí, maldita esgrimista!”

“Canalla insolente.” Pukin accedió a la demanda de Mana, a punto de dar un paso adelante, pero Mana se precipitó primero. Usando su bastón como si fuera una lanza, lanzó una lluvia de puñaladas a Pukin, tomándola por sorpresa. Pukin bloqueó con su estoque, que no era inferior en velocidad ni en fuerza. El estoque y el bastón retorcido luchaban por el dominio. ¿Cuánto duraría el dopaje de Mana? Quince segundos, según los cálculos que 7753 leyó en sus gafas. Con ese tiempo, 7753 podría ser capaz de correr. Comprendió que no podía ni siquiera permitirse el lujo de dudar. Salió corriendo.

Martirizarse fue una idea estúpida. Parecía una buena idea hasta el momento en que Mana la apartó de un manotazo. Pero Mana tenía razón. Incluso si moría, no era como si fuera a ganarse el perdón por ello.

7753 fue a saltar sobre el brazo izquierdo de Pukin y lo sujetó. Mana estaba poniendo todo su empeño en ello, pero sólo era el brazo derecho de Pukin el que competía con todo el cuerpo de Mana. Así que 7753 contuvo el brazo izquierdo de Pukin de su intento de apuñalar a Mana en el costado y fue recompensada con su propio brazo acuchillado, del que brotó sangre.

“¡Pensé que te había dicho que corrieras! ¡Eres una ingenua si crees que puedes asumir la responsabilidad de tu muerte! ¡No te dejaré hacer esto!”

“¡Me disculpo! ¡Lo siento! ¡Tienes razón en que es ingenuo tratar de asumir la responsabilidad a través de la muerte! ¡Nunca más consideraré algo así! ¡Nunca más, lo juro!”

El corte en el brazo de 7753 se desgarró más, rociando sangre. No era lo suficientemente fuerte para resistir a Pukin.

“¡Entonces corre! ¡Idiota! ¡Imbécil! ¡Estúpida! ¡¿Qué demonios estás haciendo?! ¡Vamos!”

“¡Asumo la responsabilidad! Sólo tenemos que vencerla, ¿verdad?”

Pukin se esforzó más. Intentaba zafarse del bloqueo del brazo de 7753. 7753 miró al cielo, y escupiendo, gritó: “¡Ahora!”

Más rápido de lo que caía la saliva de la boca de 7753, la cinta de Kuru-Kuru Hime se movió.

La luz de la vida de Kuru-Kuru Hime estaba empezando a desvanecerse. No podía mover ni la punta de un dedo, ni siquiera el brazo. Pero todavía estaba consciente. En la mirada que le dirigió a Pukin, se podía ver la rabia y el resentimiento hacia Pukin que se cocinaba a fuego lento en su estómago, su rencor y su tenacidad manteniéndola al borde de la muerte.

Las cintas de Kuru-Kuru Hime se deslizaron, alcanzando su anchura máxima de cincuenta centímetros para envolver a Pukin, que estaba trabada en este combate de empuje. 7753 cayó hacia atrás, alejándose, y al mismo tiempo, las cintas se agitaron sin fuerza hacia el suelo. De entre las cintas, una piedra cayó al suelo con un golpe, rodó, chocó con la gruesa raíz de un árbol y se detuvo.

Kuru-Kuru Hime no era la única que había permanecido consciente. Cuando Pukin estaba envuelta en una cinta y oculta a la vista, Funny Trick, que se había acercado a ellas a paso de tortuga, dejando un rastro de sangre tras de sí, había utilizado su magia sobre ella.

El dopaje desapareció, Mana cayó y 7753 se acurrucó sobre sí misma, sujetándose el brazo. No podía creer que siguiera viva. Funny Trick y Kuru-Kuru Hime… La pantalla de sus gafas le decía que ya estaban muertas. Con ese último movimiento, con la magia más modesta, habían vencido a Pukin. Incluso con la muerte ante sus ojos, alimentadas por la pura determinación, habían luchado, e incluso una experta tan grande como Pukin no había logrado acabar con ellas. Había juzgado mal la fuerza de sus vidas, la fuerza de sus espíritus, la fuerza de su resentimiento hacia quien había matado a sus padres, a sus amigos.

7753 miró la pila de madera que goteaba sangre. Esta había sido realmente su última jugada.

Habían dejado una piedra dentro de ese montón de madera, del tamaño de la cabeza de un niño, una piedra muy normal. No se había hecho magia con ella. Precisamente por eso había podido tocar la barrera. La habían colocado en la línea divisoria de la barrera, medio dentro, medio fuera.

Kuru-Kuru Hime había ocultado a Pukin, mientras que Funny Trick había cambiado las posiciones de Pukin y la roca. Pukin había sido trasladada al lugar de la barrera, y en cuanto a lo que le había sucedido como resultado, eso estaba claro por el volumen de sangre que fluía desde el interior de la pila de madera.

Este plan sólo podía ejecutarse si encerraban a Pukin. 7753 soltó un suspiro, pensando: Supongo que he sido un poco útil. Hizo una mueca de dolor cuando vio su brazo y estaba a punto de levantarse cuando la pila de maderas se desplomó.

Un brazo se extendió desde el interior de la pila de madera derribada, y entonces algo salió arrastrándose. 7753, que había intentado ponerse en pie, volvió a caer, cayendo de espaldas.

“Vaya, vaya… Qué truco más tonto has hecho.”

La cara de Pukin había desaparecido. Todo su cuerpo estaba teñido de carmesí con su propia sangre, y estaba cubierto de astillas de madera. Sólo la parte superior de su cuerpo se movía, arrastrándose, deslizándose, chapoteando por el suelo, mientras que la parte inferior permanecía al otro lado de la barrera. La habían cortado por la mitad. Pukin se arrastró hacia fuera, sin preocuparse por las entrañas que quedaban tras ella. Incluso con su cuerpo en este estado, mantuvo un firme agarre del estoque en su mano derecha, apuntando a 7753.

¿Cómo podía Pukin disfrutar de esto? Estaba sonriendo.

“Así que eres la última, ¿eh? Que así sea. Nos acabara contigo ahora.” Con el único ojo que le quedaba, miró a 7753, congelada en su sitio. Su determinación y su voluntad de luchar se habían evaporado, y lo único que quedaba en su corazón era el terror. Miró al cielo.

“Ah…”

Tepsekemei venía hacia ellas. Había adelgazado su cuerpo para acelerar, haciéndola literalmente más rápida que el viento. Pero aun así, no llegaría a tiempo para evitar que Pukin, que se tambaleaba al borde de la muerte, blandiera su espada por última vez.

Sin embargo, en el momento en que Pukin estaba a punto de apuñalar a 7753 en la cara con su estoque, de repente, una mano apareció en el espacio vacío y cerró el puño para golpear la muñeca de Pukin desde arriba. Se oyó el crujido de los huesos al romperse y Pukin dejó caer su estoque. Sin perder el tiempo, se movió para volver sujetarlo, pero antes de que pudiera hacerlo, la mano recogió el estoque y desapareció. La mano izquierda de Pukin cortó el aire y Tepsekemei bajó flotando. Pukin estaba inmóvil. La forma de Tepsekemei se deslizó hacia el gran agujero abierto en la cara de Pukin. La expresión de Pukin se endureció y, al cabo de menos de un segundo, su cuerpo se rompió por dentro. Sus ropas se convirtieron en pedazos, su gorguera voló hacia los arbustos, y sus órganos decoraron cada centímetro de su entorno.

En medio de la lluvia de sangre, 7753 pensó que, al menos, tenía que darle las gracias. Miró a Tepsekemei y la vio llorar. Sus labios formaban un pequeño mohín y de sus ojos caían lágrimas que parecían decir que no disfrutaba llorando.

“Um… ¿Qué pasó con Rain Pow?”

“Ella está muerta. Y Weddin también está muerta. Todas están muertas.”

Todas estaban muertas. Rain Pow y Weddin y Kuru-Kuru Hime y Funny Trick. Las muertes de Pukin y Rain Pow habrían sido comunicadas a su jefa, que podría haber estado aún en esa reunión. Así que ahora ya no había ninguna razón para que el Departamento de Diplomacia sacara esa arma de destrucción masiva.

¿Era esto lo mejor? ¿Era realmente así como debían terminar las cosas?

“¿Está Mei sonriendo ahora?” “No…, estás llorando.”

“Mei puede llorar sin practicar. ¿Por qué?” “Esa es una buena pregunta…”