Magdala de Nemure (NL)

Volumen 2

Prologo: Tragico Pasado

El vaso en forma de bola estaba lleno de agua, y flotando suavemente en el agua había un barquito hecho con una fina placa de bronce. En el lugar de la vela había una candelilla, encendida por el fuego que había quedado de la cena. La pequeña llama iluminaba toda la habitación de forma extraña, a través del vaso esférico y de la refracción del agua.

Cada vez que la llama parpadeaba, la luz de la habitación se balanceaba junto con las ondas impresas en las paredes.

Fuera cual fuera el gremio de la ciudad, estaba prohibido trabajar con la luz de las velas durante la noche. Por un lado, tal medida tenía el propósito práctico de evitar un incendio; por otro, consideraban que era un poder místico o algo así crear una lámpara usando agua.

Habría sido estupendo que los que lo consideraban una superstición se imaginaran cómo sería para un artesano concentrarse en la fabricación de un zapato de cuero mientras la llama parpadeaba en silencio. La escena sin nadie, la sombra de las herramientas colocadas sobre la mesa de trabajo, el rincón donde se guardaban las cajas de madera, el equipo apilado. Podía haber cosas inimaginables, como espíritus y hadas, seres que desconcertarían al corazón humano, escondidos en esa oscuridad.

En este mundo, todo cambiaría.

Era fácil que los humanos se volvieran inhumanos. “…”

El alquimista Kusla estaba leyendo un antiguo libro técnico bajo esa luz.

La encuadernación era vieja y desprendía un hedor nauseabundo. La letra era extremadamente ilegible; parecía que el escriba no era tratado mejor que un esclavo, y escribió esto con la voluntad de querer transmitir un conocimiento tan antiguo a las futuras generaciones.

El final del libro estaba manchado de una negrura similar a la de la sangre, y las palabras escritas en él eran: “Que nuestras almas se liberen de este sufrimiento, y que nuestras almas encuentren el descanso.”

Podía imaginar las arduas condiciones por las que tenía que pasar el escriba, el calor del verano, el frío del invierno, su pluma sostenidas entre sus dedos temblorosos mientras grababa cada palabra una a una. Este tipo de escritura era tal que un error era irreparable, y era una forma de ascesis. Muchos creyentes fanáticos tomaron la pluma, queriendo castigarse para acercarse a los pies de Dios, aunque fuera un poco. La angustia de tal trabajo hacía que sus cuerpos se retorcieran junto con las palabras, y después de esta privación, lo que quedaba eran las palabras que contenían conocimientos antiguos.

Siendo una persona que vivía en el mundo del conocimiento y la búsqueda, Kusla encontró cierta simpatía divertida con sus alabanzas y angustias desinteresadas. Parecía que querían transmitir sus pensamientos sobre por qué tenían que sufrir buscando lo que querían a través de estas palabras.

Lo más probable es que esa luz de aspecto misterioso fuera la causa de esos pensamientos.

Kusla mostró una pequeña sonrisa en los labios y tomó el vino de uva que había sobre la mesa, sólo para de repente darse cuenta de algo. Era ya tan tarde que, debido al frío, los restos de la cena que había sobre la mesa tenían una capa blanca de grasa que se estaba coagulando. Aunque Kusla no quería llamar a este último su compañero, el otro alquimista, Wayland, llevaba mucho tiempo en la ciudad.

También había una persona junto a Kusla, que se había quedado dormida, borracha después de haber probado un poco de vino.

Incluso en medio de la seductora luz anaranjada, la blancura de esta misteriosa muchacha seguía siendo tan pura como siempre.

Iba vestida con un hábito, y se decía que había sido admitida en bastantes monasterios. Sin embargo, seguramente no era una hermana de verdad, pues se emborrachó en el taller de un alquimista en un momento en que la vegetación se quedó dormida.

Su ropa, su piel y su cabello eran blancos. Si se abrieran sus ojos cerrados, se podría ver un verde intrigante. Si a esto se le suma el rostro propio de una escultura de hielo, se podría suponer que es una marioneta mágica creada por un alquimista.

La muchacha dormida también tenía una característica única y llamativa.

Se apoyó en Kusla, la cabeza de la chica cabeza apoyada en su hombro. Tal vez no estaba acostumbrada a dormir en esa postura, porque esas características únicas se movían de vez en cuando.

En este taller de alquimista lleno de extrañeza, decorado con calaveras, los cristales brillaban en su interior, y los antiguos manuscritos añejos, había uno de los siete pecados capitales según consta en la Biblia, el simbolismo del diablo. La chica tenía orejas de bestia, y era una hereje, mitad humana, mitad bestia.

Sin embargo, Kusla no creía que su existencia fuera a causar una calamidad en el mundo, ni que fuera algo que se rumoreara que apareciera al final de las calles. En ese momento, la chica lloraba silenciosamente en su sueño; sólo una persona con corazón lloraría.

Kusla movió la mano que tenía extendida hacia el vino de uva hacia su cabeza, aparentemente dando palmaditas sobre ella.

No le secó las lágrimas, pues ningún alquimista podría borrar el trágico pasado que sufrió esta chica.

Por eso, como alquimista, Kusla sólo podía protegerla en la medida de sus posibilidades. Movió sus ojos sobre el antiguo manuscrito.

La vela seguía balanceándose sobre el agua.