Totsuzen Papa ni Natta (NL)

Volumen 4

Capítulo 3: El Sr. Dragón Emprende un Viaje

Parte 2

Habiendo aprendido la lección, al día siguiente decidimos empezar a montar el campamento temprano. Para compensar el tiempo que perderíamos, caminamos un poco más rápido durante el día. El aumento de nuestro ritmo nos alejó un día de la costa. No poder volar era un inconveniente, pero un viaje a pie tenía sus propios méritos. Podíamos disfrutar realmente del paisaje que nos rodeaba mientras caminábamos.

“¡Papi, tengo la leña!”

“Gracias. Mira, ¡tengo la tienda montada!”

“¡Woah, es increíble! Parece el sombrero de una bruja.” “Realmente lo parece, ¿no? Una tienda con forma de sombrero

puntiagudo.”

Gracias a mi cuidadoso entrenamiento mental durante el día, había conseguido montar la tienda. Bueno, puede que me llevara cuatro intentos…

“¡Lo siguiente es el fuego!”

“Sí. ¡Esta vez sabemos cómo hacerlo!”

Con un poco de ensayo y error, los dos juntos conseguimos encender el fuego. Una vez que la gran hoguera se calmó hasta convertirse en brasas incandescentes, empezamos a cocinar. Hoy hemos utilizado parte de nuestra carne seca para hacer una sopa. También añadí algunas de las hierbas comestibles que Olivia había encontrado durante el viaje.

“Sabe realmente salvaje, ¿verdad?”

“No tenemos estas plantas en nuestra montaña… ¡Tienen bastante sabor!”

El sabor de la carne seca impregnaba toda la sopa y añadía el punto justo de sal al caldo. Las hierbas que Olivia había escogido combinaban perfectamente con el sabor. Por último, las patatas que añadimos hicieron que llenara bastante.

“Pero realmente tengo que concedérselo a Kate. Sabe mejor que cualquier carne seca que haya comido.”

“¡Sí! Cuando sea mayor, espero ser tan buena cocinera como ella.” “Seguro que sí.”

Eché más leña al fuego. El extraño tronco que añadí desprendía un olor refrescante cuando empezó a arder.

“¡Vaya, qué olor tan agradable!”

“¿Es este uno de esos bosques fragantes de los que he oído hablar?” Había leído que árboles así crecían más cerca de la costa este. “A este ritmo, llegaremos al mar antes del mediodía de mañana.”

“El mar, ¿eh? Es más grande que Tritonis, ¿verdad?” Preguntó Olivia.

“Eso es lo que he oído.” “¿Nunca lo has visto, papi?” “No, no lo he hecho.”

Olivia soltó una carcajada extrañamente satisfecha. “¡Así que también hay cosas nuevas para ti!”

“Sí, así es.”

Puede que no las recuerde, pero he vivido muchas experiencias nuevas.

***

Habían pasado tres días desde que salimos de la última ciudad. Habíamos probado todo tipo de experiencias nuevas, como pescar y bañarnos al aire libre, y habíamos disfrutado hasta el punto de olvidarnos por completo de las Reliquias. A decir verdad, creo que me estaba comportando de forma demasiado infantil para mi edad… bueno, excesivamente infantil para mi edad. Incluso Olivia había empezado a darse cuenta.

Fue muy embarazoso, pero tenía una buena excusa. Fue muy, muy divertido. El tiempo era estupendo, e incluso cuando la lluvia nos pilló por sorpresa, me lo estaba pasando de maravilla simplemente estando con Olivia.

Aquella tarde, mientras avanzábamos por un sendero cubierto de arena seca, sopló un viento salado. Nunca había sentido una brisa así. El aire era un poco diferente según el lugar en el que te encontraras en ese momento. En lo alto del cielo, el viento era frío y cortante. Luego estaba el aire rico y húmedo que soplaba por el bosque. Y también había un viento cargado de los olores de la vida humana que pasaba a nuestro lado mientras Olivia y yo caminábamos por las ciudades. El aire de todos estos lugares era único. ¿Era este nuevo olor a lo que olía el mar? No era sólo salado, sino que parecía oler a vida. Era totalmente diferente del aire de tierra.

La tierra a medida que nos acercábamos al mar era totalmente distinta de la tierra blanda y húmeda de las montañas. Incluso la sensación de la tierra bajo mis pies era agradablemente nueva.

“¡Ah, papi! ¡Mira!” Gritó Olivia. Por supuesto, yo también podía verlo. Un horizonte azul se extendía a izquierda y derecha ante nosotros. Una superficie brillante que parecía no tener fin.

“¡V-Vaya…!”

“Es asombroso. Parece un mar de joyas.”

“¡Realmente lo parece!”

Durante un rato, nos quedamos embelesados por la belleza del agua.

Y entonces por fin se me ocurrió:

“¿Tenemos que cruzar eso?” “¿Y-Y si nos hundimos?”

Así es: a Olivia y a mí se nos daba fatal nadar. Las primeras veces que lo intentamos casi nos ahogamos en clase de natación. Habíamos progresado un poco, pero solo hasta el punto de sentirnos un poco más cómodos con el agua en la cara gracias a la ayuda de Luca.

“Eso es un problema… Hmm…” “Hmm…”

Podía volar, pero el agua parecía no tener fin. La posibilidad de quedarme dormido y caer del cielo me produjo un escalofrío.

“La Srta. Esmeralda dijo que nos prepararían un bote…” Sin embargo, no veíamos nada parecido por ninguna parte. Corrí hasta la orilla. Era interesante ver cómo las olas golpeaban la orilla antes de volver al mar.

“¡Ah!” Volvió a gritar Olivia. Miré hacia donde señalaba. “¡¿U-U-Un niño?!”

“¡Es un niño!” Un niño yacía en la playa como si hubiera sido arrojado allí por las olas.

¡¡¡Oh, no!!!

“¿Estás bien?” Olivia se apresuró a su lado y le levantó la cabeza. “¡Vaya, está cubierto de arena!” El chico estaba empapado de pies

a cabeza, con arena pegada por todas partes. Lo único que podíamos decir de él era que tenía el cabello plateado y una tez horrible. Parecía estar en muy mal estado.

Olivia intentó usar con él la magia curativa que había aprendido en la escuela.

“No se mueve…”

“No puede ser, ¿está… muerto?” “Ugh…”

“¡Ah, está vivo!”

La magia curativa simplemente amplificaba la propia energía de una persona. Si no tenían ninguna para empezar, no haría nada por ellos.

“¿Está enfermo? ¿Qué hacemos?” Estaba totalmente perdido.

“¡Ya sé!” Olivia empezó a buscar en su bolso. “¡Aquí, la planta panacea!” Era una planta medicinal que podía curar cualquier dolencia. Crecía por toda nuestra montaña, pero cuando trajimos un poco de nuestro huerto al colegio, había causado un gran alboroto. Aunque sólo había sido un simple proyecto de verano, Olivia había acabado recibiendo un doctorado honoris causa en herbología por ello.

Le metió un poco de hierba en la boca y le hizo masticar con las manos.

Olivia, ¿no estás siendo un poco dura con él…?

“¿Eh…?” Los ojos del chico se abrieron de golpe. “¡¿Un d-d- dragón?!” Gritó, con los ojos muy abiertos. Parecía tener más o menos la misma edad que Olivia.

“¡Oh, perdón! No quería asustarte.” Había olvidado volver a mi forma humana. Su voz parecía mucho más infantil de lo que había imaginado. Sonaba muy feliz. ¿Quizás le gustaban los dragones?

“Dragones, ¡aún vivos!”

“Uhh, ¿estás bien? ¿Puedes decirnos tu nombre?” Preguntó Olivia. “¿Eh…? ¿Una humana…?”

“¿Cómo te llamas? Soy Olivia.”

“Mi nombre…” El chico se sumió en sus pensamientos.

¿No se acordaba? Empezaba a preocuparme.

¿Sufre de amnesia…?

“¡Ah!”

“Papi, ¿qué pasa?”

“N-N-N-Nada en absoluto, Olivia.” Intenté fingir calma. Una situación que involucraba a un chico con amnesia y a una chica que lo rescataba. Por los libros que Olivia leía todo el tiempo, había muchas posibilidades de que… pasara eso. Eso que pasaba entre humanos.

“A… A… A…”

“¿Qué pasa, papá? ¿Estás imitando algo?” “¡Ejem! No, perdona.”

¡Amor! No, eso era inaceptable. No hay forma de que se enamore de este chico.

“Mi nombre. Es Shadow.”

El chico estaba cubierto de sudor, pero finalmente susurró su nombre. Me sentí aliviado y sonreí tanto como podía hacerlo un dragón.

“¡G-Gracias a Dios!”

¡Uf! No era amnesia. Eso hacía que las posibilidades de que eso

ocurriera fueran mucho menores.