Hazure Skill ‘Mapping’ Wo Te Ni Shita Ore Wa  (NL)

Volumen 6

Capitulo 4: Tyrant Princess

Leyfa Southerndall era la tercera princesa de este país, y la tercera en la línea de sucesión al trono. Y fue una semana después de haber escuchado su nombre de labios de Roslia que recibí el primer contacto.

El timbre de la puerta principal sonó en el cuartel general. Vi a una mujer desconocida a través de la mirilla, así que decidí abrir y ver qué quería. Llevaba el cabello negro y peinado, una chaqueta abierta y un estoque en la cintura a la vista.

“¿Puedo ayudarle?” Pregunté.

Unos ojos negros y monolíticos me miraron fijamente. “¿Eres Note Athlon?” Me preguntó sin rodeos.

“Lo soy…”

No esperaba que preguntara por mí específicamente. Receloso de esta visita de una desconocida, la observé con atención.

“Note Athlon, Su Alteza la Princesa Leyfa te ha convocado. Prepárate para partir inmediatamente.”

“¿Perdón?”

Espera un momento. En primer lugar, ¿quién eres tú? ¿Y quién es la Princesa Leyfa? ¿Te refieres a Leyfa Southerndall?

No pude seguir esta situación en absoluto. Sin embargo, continuó a pesar de mi confusión: “La Princesa Leyfa está dispuesta a conocer a un aventurero ordinario como tú. No la hagas esperar.”

“¿Quieres decir ahora mismo? Tengo otros planes…” Se suponía que hoy tenía que ir a la mazmorra con el Equipo B de los Labyrinth Knights, y esto era terriblemente repentino para cancelarlo.

“¿Planes más importantes que una convocatoria de Su Alteza?” Preguntó la chica, con el ceño fruncido. No era tan alta, así que me miraba a mí.

“Es sólo un compromiso previo. Eso es todo.” “¿Quieres decir que estás rechazando a la princesa?” “No me refiero a eso, pero…”

“Entonces date prisa. No pierdas el valioso tiempo de Su Alteza.”

¿Me estaba escuchando esta chica? Le dije que tenía planes, pero se limitó a ignorarlos.

Y seguía mirándome muy intensamente.

“Si te resistes más, te arrestaré bajo la autoridad de Su Alteza. La Princesa Leyfa me ha ordenado que te lleve pase lo que pase.”

“¿En serio…?”

Parecía que la reticencia era similar a la resistencia. Qué tiranía. Pero parecía que no tenía elección en el asunto. Me sentía mal por los Labyrinth Knights, pero iba a tener que dejar nuestra excursión para otro momento.

“Entiendo. ¿Me darás algo de tiempo para cancelar mis planes?” “¿No me has oído? Dije que no perdiera el tiempo de Su Alteza.” “Sólo necesito treinta minutos…”

“Te lo advierto una vez más. No hagas esperar a Su Alteza.”

“¡Bien! ¿Me dejas decirle a uno de mis compañeros que pase el mensaje?”

“Última advertencia. No permitiré que hagas esperar a Su Alteza ni un segundo más.” “¡Está bien, está bien! ¡Ya voy!”

Realmente no me estaba escuchando, ¿eh? Qué visitante tan molesto. Aun así, no quería que me arrestaran por traición, así que decidí seguirla. Pero daba miedo, ¿vale? Nunca había venido un mensajero real a buscarme. ¿Qué se suponía que debía decir? No tenía idea de cómo manejar esto.

“¿Puedo al menos saber por qué se me convoca?” “Me seguirás en silencio. ¿Entendido?”

“Sí, señora…”

Parece que tampoco se me permitía hacer preguntas. ¿No era esto demasiado draconiano?

La chica de cara pétrea me llevó a un famoso hotel de la ciudad, que al parecer era donde se alojaba la princesa y donde me iba a encontrar con ella.

“No hace falta que te diga lo que pasará si le faltas al respeto a Su Alteza.” Me advirtió con una mirada.

Por supuesto. Hasta yo tenía ese sentido común. No me entusiasmaba la forma en que me habían convocado a esta abrupta reunión, pero no era tan estúpido como para olvidar mis modales en el camino.

“Sí, sí. Sólo tengo que comportarme lo mejor posible, ¿verdad?”

“Cuida tu tono. Como asistente de la Princesa Leyfa, cualquier falta de respeto que me muestres se refleja en Su Alteza.”

“¿Qué? ¿Así que también tengo que comportarme bien contigo?”

Vale, parece que mi sentido común no era tan bueno como pensaba. Ya me las había arreglado para empezar con el pie izquierdo de alguna manera. Esta chica era así de exigente, supongo. Sí, tenía que ser eso.

“Muévete ya.” Me dijo, instándome a entrar en el hotel.

Tuve que preguntarme qué asuntos tenía la tercera princesa conmigo en primer lugar. No se me ocurría ninguna razón por la que quisiera convocarme. Nunca había conocido a la realeza, y ciertamente no tenía ninguna conexión personal con nadie de ella. Tal vez la princesa tenía negocios con los Arrivers… No, entonces ella no me habría convocado específicamente. Force era nuestro líder, así que naturalmente debería haber sido la primera opción como representante del grupo.

“Es Sofie. He traído a Note Athlon.” Dijo la chica encapuchada, llamando a la puerta. Hubo una pausa antes de que llegara una respuesta desde el otro lado: “Pueden entrar.”

Así que la chica se llamaba Sofie, ¿eh? Sofie abrió la puerta con cuidado, revelando una espaciosa habitación con una alfombra roja carmesí y una lujosa lámpara de araña colgando del techo. En el otro extremo estaba sentada una mujer solitaria en una silla tipo trono. Su cabello rubio y ondulado era lo suficientemente largo como para colgar sobre los reposabrazos. Tenía los brazos y las piernas cruzados y su mirada dominante se dirigía directamente a mí.

“Hmm. Así que eres Note Athlon.” Los ojos azules me observaron de pies a cabeza. La forma en que la comisura de su boca se levantó de forma poco natural fue inquietante. “Fuiste el primero en usar Mapeado dentro de la mazmorra, y eres el ladrón que llevó a los Arrivers al honor de ser el primer grupo en llegar al piso 20, ¿no?”

“Bueno, más o menos…”

“¿A qué viene esa respuesta tan vaga? No olvides que estás ante Su Alteza.” Me recordó Sofie, con su mirada más aguda que nunca.

Pero, sin embargo, no podía atribuirme el mérito de que los Arrivers llegaran al piso 20. Sólo habíamos llegado tan lejos porque todos los demás eran muy fuertes. Usar Mapeado para explorar la mazmorra ni siquiera había sido mi idea.

“Retírate, Sofie. Puedo perdonar eso.” Ordenó la princesa.

“Sí, Alteza.” Respondió Sofie, dando un paso atrás con una inclinación de cabeza. “Ahora, Nota Athlon.” Continuó Leyfa, cruzando las piernas hacia el otro lado. “Deja a

los Arrivers y únete al grupo que estoy haciendo.”

“¿Eh?” Dudé de mis oídos. Seguramente no la había escuchado correctamente hace un momento.

“Deja los Arrivers y en su lugar se el navegante de mi grupo.”

“… ¿Eh?” Jadeé, con la mandíbula casi en el suelo. Después de todo, parecía que la había escuchado bien la primera vez.

“¿He dicho algo extraño?” Preguntó Leyfa, extrañada por mi sorpresa. “¿No estabas al tanto de mi aventura para conquistar la mazmorra?”

“He oído rumores, pero…”

“Entonces el resto debería ser obvio. Los grupos de exploración de mazmorras requieren un navegante de mapas, y te nombro para ese papel.”

“Lo siento, pero esto es muy repentino…”

Y eso era decirlo bien. Tenía mis propios planes. Acababa de reunir a los Arrivers, y abandonar eso era una petición grande y pesada, incluso para Tyrant Princess. Podría haberme convencido si hubiera intentado reclutarme hace medio año, pero ahora que el grupo había vuelto a funcionar, tendría que estar loco para aceptar la propuesta de Leyfa.

“Soy un miembro de los Arrivers, así que me temo que no puedo unirme al grupo de Su Alteza.” Expliqué amablemente.

“Debes haber entendido mal. No te estoy pidiendo que te unas, te lo estoy diciendo. Es una orden.” Respondió con un dedo índice puesto en su mejilla. “Sin embargo, no es un mal negocio para ti. Si te unes a nuestras filas, podrás ver el final de la mazmorra. Ya he reunido al mejor grupo posible para completarla.”

Allí, Leyfa dirigió su mirada a un hombre de mediana edad que llevaba vestimenta de sacerdote. Levantó brevemente la vista y volvió a centrarse en su libro con desinterés.

“Te presento al antiguo inquisidor principal y al sacerdote de guerra más fuerte de la nación, Gilbert Einzach.” Dijo. “Es una leyenda viviente que tomó sin ayuda el castillo enemigo en la guerra contra los herejes.”

Si no recuerdo mal, los sacerdotes de guerra tenían un papel especializado. Utilizaban las mismas artes sagradas que los sacerdotes normales, pero también se entrenaban con mazas y otras armas contundentes para el combate. Ser capaz de repartir el daño y las curaciones era bastante impresionante; la mayoría de la gente que lo intentaba se veía incapaz de hacer ninguna de las dos cosas. Por ello, era un estilo de combate reservado a los combatientes expertos, y parecía que este tipo lo dominaba. Por lo que pude percibir con Búsqueda de Enemigos, era fácilmente tan fuerte como Force, tal vez incluso más. Leyfa había dicho que era el sacerdote de guerra más fuerte del país, y yo lo creía.

“A continuación, uno de los Siete Sabios, el que posee Dominio de Golpe Superior, Mille Gundak.” Continuó.

“Espera, ¿la Mille que ganó la Selección del Séptima Sabio?”

La habíamos visto batirse en duelo con Eskar en el primer combate del Desafío al que nos llevó Ewell. Aquel día le dieron una paliza, pero al final fue declarada vencedora del torneo cuando todos los demás abandonaron. Gracias a eso, ahora tenía la reputación de ser la más débil de los Siete Sabios.

“Así es. Tuvo una actuación patética en el torneo de selección, aunque te aseguro que es poderosa. No fue capaz de demostrar toda su capacidad bajo las estrechas reglas del Desafío, pero su verdadera fuerza está en su estilo completo. Es tanto una luchadora de espada como una hechicera, y como alguien que ha estado en la mazmorra, estoy segura de que puedes apreciar su valía.”

Eso es cierto. Los grupos de aventureros suelen estar formados por combatientes de primera línea y apoyo de retaguardia. Eso significaba que toda la formación era susceptible de desmoronarse si era amenazada por la retaguardia. Esencialmente, la línea de retaguardia era el núcleo de cualquier grupo, pero también era su mayor debilidad. El grupo de Leyfa, sin embargo, contaba con Gilbert y Mille, aventureros poco comunes y de gran talento que podían manejarse solos a la hora de la verdad. Y tenían carreras que lo demostraban.

“Puede que hayas reformado tu pequeño grupo, pero al final, los Arrivers son sólo un grupo que no ha conseguido superar el piso 21. El grupo que estoy formando lo atravesará y lo superará con facilidad. He reunido fuerzas más que suficientes para conquistar toda la mazmorra. Todo lo que necesitamos ahora es a ti.” Leyfa me miró y continuó: “Si te unes, conquistaré la mazmorra y todos recibirán el honor de formar parte del primer grupo que lo haga. Todos salimos ganando, ¿no crees?”

Cuando oí por primera vez que alguien de la familia real se dedicaba a la conquista de la mazmorra, acabé por desestimar la noticia, presumiendo que el empeño sería un fracaso. Las mazmorras eran el mayor misterio de nuestro mundo. El aventurero medio no tenía ninguna posibilidad de enfrentarse a ellas. No había forma de que un forastero se abriera paso y despejara una, pero Leyfa… Leyfa estaba perfectamente preparada. Los miembros que había seleccionado por sí solos estaban a la altura de los Arrivers o los Labyrinth Knights. Ella iba en serio. Ella honestamente quería completar la mazmorra.

“¿Por qué la mazmorra, Su Alteza?” Tuve que preguntar. Por supuesto, no tenía intención de acceder a sus demandas de ninguna manera. Simplemente tenía curiosidad por saber qué la motivaba tanto.

“¿Por qué? Eso debería ser obvio. Yo, Leyfa Southerndall, uso cualquier medio necesario para obtener las cosas que quiero.”

“¿Así que quieres la gloria de conquistar la mazmorra?”

“No, la conquista de la mazmorra es sólo el medio. Mi verdadera ambición es aún mayor.” “¿Y eso es…?”

“El trono. ¿No es obvio?” Dijo Leyfa con claridad. “Las profundidades inexploradas de la mazmorra… Si soy la primera en conquistarlas, ni siquiera mi padre o mis hermanas podrán pasar por alto tal hazaña.”

“¿Por eso haces esto?”

“Precisamente.” Respondió Leyfa sin dudar, a pesar de que lo que decía era totalmente incomprensible.

Puedo entender el deseo de ascender al trono. Seguro que cualquiera que haya nacido en la realeza se lo ha planteado al menos una vez en su vida. Pero las mazmorras eran algo totalmente diferente. La gente moría allí regularmente. Así que tratarlo como un atajo hacia el trono… Ni siquiera ese nivel de recompensa valía el riesgo.

“¿Estás dispuesto a jugarte tu propia vida por una oportunidad de heredar la corona?”

“Naturalmente. Si no puedo gobernar, entonces ya estoy como muerta.” Contestó, acorazada por la confianza. En verdad estaba dispuesta a dar su vida por esto.

“¿Por qué…?”

“Simple. Si has nacido para gobernar, aspiras a hacerlo. Es una tontería vivir tu vida arrodillándote ante los demás cuando es tu derecho de nacimiento estar por encima de todos ellos.” Dijo con una sonrisa desconcertante.

Estos eran los verdaderos colores de Tyrant Princess. No tenía reparos en aplastar a los que se interponían en su camino. Se rumorea que incluso había planeado el asesinato de su propia hermana mayor. Afortunadamente, ese intento fue frustrado, pero se dice que el rey renunció a Leyfa después del incidente. Y ahora aquí estaba ella, tratando de reclutarme a mí de entre toda la gente. Sólo podía esperar que saliera ileso de este encuentro tras rechazarla.

“¿Puedo preguntar por qué está tan interesado en mí, Su Alteza? Los Labyrinth Knights también tienen un navegante de mapas, y es mucho mejor que yo.”

Por ahora, intenté casualmente dar argumentos para que se rindiera. Realmente no estaba tratando de vender a Courie. No podía pensar legítimamente en una razón por la que Leyfa me eligiera a mí antes que a él, así que tenía un poco de curiosidad.

“Sí, ese chico Courie. Lo conozco. Es un excelente mago, pero no tiene lugar en mi grupo, porque mi grupo no tiene debilidades. Courie puede tener talentos impresionantes, pero están destinados a la retaguardia. No puede mantenerse en la batalla.”

“Yo tampoco puedo. Necesito el apoyo de los que me rodean.” Y esa era la verdad. Mi Disparo de Hechizo sólo era posible con la magia de trampas de Erin. No había manera de que pudiera luchar solo.

“¿De verdad? ¿Lo dice el hombre que robó a Erin Fortlord de la Selección del Séptimo Sabio él solo? Huir de un lugar tan vigilado no es algo que ocurra todos los días.”

Al parecer, Leyfa también sabía todo lo que había pasado en el incidente de la Selección del Séptimo Sabio. Quizás Mille se lo había contado, o quizás incluso había estado allí para verlo por sí misma.

“También te tengo en alta estima, aparte de tus habilidades.” Continuó. “¿Y eso por qué?” Pregunté.

“Porque tú y yo no somos tan diferentes.” Dijo, acariciando sus hechizantes labios mientras hablaba. “Haces lo que sea necesario para lograr tus objetivos. Incluso estás dispuesto a pisotear la felicidad de los demás.”

“No tienes pelos en la lengua, ¿verdad?”

“Sólo digo la verdad. Erin Fortlord estaba a punto de ser nombrada la más nueva de los Siete Sabios, pero tú la detuviste con una sola palabra. Le robaste su futuro para tus propios fines. ¿Me equivoco?”

“… Tienes toda la razón.”

No podía negarlo. Para fomentar mis propios sueños, le había quitado los de Erin. Ella dijo que no le importaba, pero yo sabía que las cosas eran más complicadas que eso. Y tampoco era sólo Erin. Esencialmente había roto el nuevo grupo de Neme, sin mencionar que había arrastrado a Roslia a todo esto. Era una persona terrible, tal como dijo Leyfa.

“Tal y como yo eres una anomalía. Pero la gente normal no es la que consigue las cosas. Sólo las aberraciones como tú y yo tenemos lo necesario para dominar la mazmorra.” Explicó Leyfa con aire de seguridad en sí misma. “Ahora, me volveré a repetir: únete a mi grupo, Note Athlon.”

“No puedo negarlo, Princesa Leyfa.” Respondí, inclinando la cabeza. “Puede que sea el tipo de hombre que está dispuesto a utilizar cualquier herramienta a mi disposición. Puede que incluso sea frío. Por el bien de mis propios sueños, puede que esté dispuesto a traer miseria a los que me rodean.”

“Entonces…”

“Pero mi sueño es completar la mazmorra con los Arrivers. No me servirá de nada conquistarla solo, así que debo rechazar respetuosamente tu oferta.” Dije sin rodeos.

Sinceramente, no podría importarme menos Tyrant Princess y su prestigio. Como dije, yo era lo peor. Sin embargo, había cuatro personas en este mundo dispuestas a seguir con un bastardo como yo. Como si alguna vez fuese a darles la espalda. Ni siquiera yo caería tan bajo.

“Ya veo. Así que las negociaciones fracasaron.” Rio Leyfa.

Un escalofrío recorrió mi columna vertebral al oír esas palabras: había estado esperando esto. Me sentí arrinconado al instante.

“Sofie, comienza el Plan B.” “¡Sí, Su Alteza!”

Antes de darme cuenta, Sofie estaba encima de mí con su estoque desenfundado. Intenté escapar usando Retirada, pero mi sorpresa me impidió reaccionar con la suficiente rapidez.

“¡Seis Empujones!” Gritó y desató un elegante ataque punzante.

Intenté evadir girando el cuerpo, pero acabé recibiendo una estocada en el muslo en el proceso. Caí al suelo mientras un dolor ardiente me recorría la pierna.

“Si valoras tu vida…” Dijo Sofie con su estoque apuntando a mi cabeza. “Harías bien en rendirte.”

Bueno, maldita sea. Me detuvo sólo con fuerza…

Estábamos encerrados en una suite privada del hotel. Tendría que hacer una gran conmoción para que alguien viniera corriendo. Además, estaba tratando con una princesa. La ley estaría definitivamente de su lado. En otras palabras, esta pequeña disputa se decidió en el momento en que entré en esta habitación. Tuve que reconocer a la intrigante Tyrant Princess… Ella estaba en otro nivel. Había bajado la guardia por completo.

“Si vas a ser así, entonces…” Empecé.

“Déjame advertirte.” Interrumpió Sofie. “No conseguirás activar la magia de trampa en tus guantes. Antes mi estoque atravesará tu cabeza.”

Uf, ¿así que también sabían de mi as en la manga? ¿Pero cómo? Sólo un puñado de personas debería conocer mi arma secreta. Detección de Trampas era un arte sólo para ladrones, y Sofie acababa de delatarse como caballero gracias a Seis Empujones. Los cazadores podían utilizar artes de detección similares, pero los caballeros no deberían tener acceso a nada parecido.

“Bien. Me rindo.” Concedí.

“Nunca te tomaría la palabra. Entrega esos guantes.” Respondió Sofie, tomándolos y consolidando mi derrota.