Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 17

Historia Corta (SS) 3: Hefesto

–… ¿Qué es esto?

Hefesto se sentía inquieta.

Sus cejas se fruncieron mientras contaba las varias armas que colgaban de la pared de su habitación personal.

Había un arma que hice hace aproximadamente medio año, creo… ¿Qué fue de nuevo?

La Diosa de la Herrería, Hefesto, recordaba todo lo que había forjado.

Recordaba hasta el más mínimo detalle de las innumerables armas y piezas de armadura que había forjado. Ese era su arte, su tendencia natural como Herrera, su política para asegurarse de que todo lo que había forjado en el pasado se hiciera sin culpa. Los mayores esfuerzos de su oficio, el tipo de materiales que trajo a su martillo, incluso el nivel de calor de su fragua, los recordó todos para continuar aportando la mayor calidad posible al próximo proyecto de su creación. Esa era Hefesto.

–Pero, parece que falta algo… un arma que forjé se ha ido de mi memoria. Era un dilema alarmante.

Casi se sentía como si sus propios recuerdos estuvieran siendo manipulados por una fuente externa… Más importante aún, tenía curiosidad por saber cuál era el arma que había forjado.

¿Había algo malo en ella? ¿O tal vez lo contrario?

¿Cuál era su material? ¿Cuál era su calidad? ¿Cuál era su tipo? ¿Una Espada? ¿Una Lanza? ¿Un Hacha? ¿O tal vez una Daga?

A la sospecha no se le permitía escapar de las reglas de <El Jardín>, y ese hecho atormentaba sus instintos como Herrera.

Hefesto se preguntó si el arma era simplemente algo que había rehecho de un arma anterior para mejorar su calidad.

Su incapacidad para recordar el arma la dejó sintiéndose agitada e inquieta. Quería seguir forjando una nueva arma, pero la información que faltaba la llenaba de incertidumbre.

–¡Hefesto-sama! ¡Hestia volvió a faltar al trabajo de nuevo! ¡Este es el séptimo día consecutivo!

–… ¡¡Incluso ahora!!

Hefesto se levantó de la silla en la que estaba sentada rápidamente cuando su dependiente vino a informarle de las ausencias de la pequeña Diosa.

El dependiente de Hefesto la miró con miedo con lágrimas en los ojos después de que estalló en ira. Hefesto luego fue a regañar a su amiga, quien por alguna razón le debía una deuda de 200 millones de Varisu, a su mansión.

Decidió preguntarle a Hestia si sabía algo sobre el arma que tenía problemas para recordar, y se preguntó por qué había estado trabajando para ella la última mitad de un año en primer lugar.

–… Sabes algo, ¿¡No es así, Hestia!? ¿¡Qué tipo de arma hice!? ¡Dime! ¡¡Dilo!! ¡¡Date prisa!!

–¡¡PERDÓNAME HEFESTO~~~~~~~!!

Después del regaño/interrogatorio de Hefesto, Hestia de alguna manera logró encontrar algo para engañarla, y como no mencionó a quién pertenecía la Daga, de alguna manera logró escapar de la ira de los dependientes de la Diosa de la Belleza que las estaban observando.