Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 4

Capitulo 8: Meow-Meow @ Ciudad N

 

 

Esta historia se sitúa bastante tiempo antes de Proyecto Crianza de Chicas Mágicas: Restart, un poco antes de los acontecimientos del primer libro, Proyecto Crianza de Chicas Mágicas.

***

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“¡Guau, chicas mágicas! ¡Una maravilla!”

“Dice que tienes que elegir un nombre, ¿eh? ¿Qué vas a elegir?” “Muy bien, la primera en batear soy yo, ¡Himari Tanahashi! ¡Ahora

cerraré mis ojos, y cualquier letra que golpee irá en mi noooombre de chica mágica!”

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“Oh, vaya, Himari.”

“¡Muy   bien!   ¡Hazzzzzlo,    hazzzzlo!    Podrías   tener    ‘caca’    o ‘mosquito’!”

“¡Ahora sí, empecemos la ruleta! ¡Tiki-taka-tiki-taka… clic!” “¿Qué has conseguido? ¿Qué has conseguido?”

“¿Um… @?”

“¡Bua-ja-ja-ja-ja-ja! ¡Ahora sí que metiste la pata! ¡Esta chica intentó ser audaz y metió la pata hasta el fondo!”

“Impresionante como siempre, Himari.” “Entonces tú eres la siguiente, Micchii.” “Eh… le cedo el turno a Masako.”

“Ups, y Masako ignora completamente el pase.”

“¡Eso es sucio! ¡Juego sucio! ¿Por qué me obligan a hacer todo esto? ¡Vamos!”

“Quiero decir, eso es un poco lo tuyo, ¿eh, Himari?”

“Sí, sí, lo hacemos porque no queremos quitarte lo tuyo, Himari.”

“¡Aiyaaa! ¡No es justo! ¡Famosa!”

“¿Famosa? Si fuera ese fuera el caso, ¡ya tendríamos todos nuestros nombres decididos! Creo que quisiste decir tramposa.”

“¡A-ja-ja-ja-ja-ja! ¿Confundir famosa con tramposa? La supiste agarrar al vuelo, vaya que sí. ¡A-ja-ja-ja-ja-ja!”

Michiyo, Masako y Himari eran buenas amigas y estaban en el equipo de fútbol femenino, por lo que la clase las había bautizado como ‘los tres chifladas del club de fútbol’. Cada una de ellas ocupaba diferentes posiciones en el club: una era jugadora de reserva, otra apenas había llegado a ser titular durante las últimas pruebas, y otra había sido su delantera estrella desde el primer año. Aun así, congeniaban cuando se trataba de entusiasmarse y pasarlo bien, independientemente de sus posiciones en el equipo o de si sus jugadas eran buenas.

Se lo pasaban tan bien juntas que se reían literalmente por cualquier cosa, dándose palmadas en los hombros o sujetándose el estómago de risa. En la escuela, el club o los fines de semana, lo hacían todo en grupo.

Himari, al menos, se divertía con sus dos amigas. Se sentía tan bien, como si las cosas debieran ser así. Incluso cuando su entrenador principal le gritaba por fallar un pase o cuando el calor la hacía ir más despacio inconscientemente mientras corría vueltas y el entrenador la regañaba por ello, incluso cuando el profesor la reprendía por quedarse dormida en clase, e incluso aquella vez en la primera ronda del torneo nacional en la que sus rivales habían remontado para ganar, mientras las tres estuvieran allí, podían convertirlo en algo de lo que reírse.

Quizá el momento en que más se rieron fue cuando las tres fueron elegidas como chicas mágicas. Actuaron de forma tan alocada y excitada que se podría pensar que estaban borrachas o drogadas — Himari no tenía experiencia con ninguna de las dos sensaciones, pero supuso que probablemente era algo así— mientras elegían sus nombres. Y entonces, el ambiente dio un giro de 180 grados por la elección de nombres, y juraron solemnemente ayudarse mutuamente todo lo posible en la prueba que decidiría quién sería una chica mágica oficial, para asegurarse de que una de ellas sería elegida.

En el examen, Himari fue elegida como chica mágica oficial, @Meow-Meow, mientras que a Michiyo y Masako se les borraron todos sus recuerdos de la magia y fueron enviadas de vuelta a sus antiguas vidas… y entonces, de camino a casa tras el examen, ambas murieron en un accidente de tráfico. Himari, que se había quedado en el lugar del examen para recibir una charla como chica mágica oficial, había evitado la desgracia y ahora se había quedado atrás, sola.

Sus recuerdos del evento eran vagos. Eso debía ser porque no quería recordar nada. O tal vez había estado aturdida cuando todo terminó.

Himari también aprobó los exámenes de ingreso para entrar en la escuela a la que aspiraba. Tenía amigos. Tenía una relación bastante decente con sus padres. Creía que su vida iba bien, más o menos.

Pero aun así, cuando recordaba a Michiko y a Masako, algo en lo más profundo de su pecho le dolía como si algo lo apretara. Cada vez que daba una patada a un balón de fútbol, cada vez que hacía reír a alguien, cada vez que hacía cosas de chica mágica, no podía evitar acordarse de ellas dos.

Himari dejó el fútbol. Seguía riéndose de las bromas de los demás, pero dejó de intentar hacerles reír a ellos. Dejó de hacer la parte voluntaria de su papel de chica mágica, pero el Reino Mágico no era tan considerado con sus sentimientos.

Himari —@Meow-Meow— puede usar su magia para sellar cosas dentro de talismanes de papel. No podía hacerlo con seres vivos, pero podía meter cualquier objeto inanimado en un trozo de papel, independientemente de su tamaño. Su magia era ideal para el transporte y la entrega, por lo que no era raro que el Reino Mágico la convocara y le ordenara transportar cosas para ellos.

Cada vez que se ponían en contacto con ella para un trabajo, temía recordar a sus amigas muertas y se decepcionaba de sí misma por ese miedo.

***

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Era más o menos la época del año en que acababan de terminar las vacaciones de Año Nuevo y de invierno, y el mundo volvía a cerrar sus puertas. Himari disimulaba su condición de chica mágica llevando un largo abrigo por encima de su traje, cubriendo también su cola.

Desde primera hora de la mañana, pasó de un tren a otro para llegar a una fábrica de hierro en el área metropolitana de Tokio.

Ese día tenía que realizar dos trabajos. El primero era transportar algunos materiales desde una fábrica de otra prefectura. Debía transportar máquinas mágicas y sus piezas, productos químicos mágicos peligrosos, equipos pesados mágicos, grandes contenedores mágicos y otras cosas que requerían tiempo, dinero y conocimientos especializados para su transporte.

“Ah, y perdona por añadir trabajo extra ya que estás en ello, pero

¿puedo pedirte una cosa más?”

Después de que Himari hubiera sellado toda la mercancía en sus talismanes, su cliente se había acercado a ella, con las manos juntas. Llevaba ropa de trabajo desgastada, un sombrero duro, guantes de trabajo gastados y botas de punta de acero embarradas. Eso, combinado con su aspecto, su tono y sus gestos, le hacía parecer el típico obrero de mediana edad. Los residentes y aliados del Reino Mágico vivían por todas partes, fingiendo, como él, ser gente normal.

“Es esta cosa.”

El hombre dirigió su mirada hacia la caja de cartón que llevaba en el brazo derecho.

Himari iba a llevar materiales a un lugar determinado de Ciudad H situado en la costa de Japón. El hombre dijo que quería que ella entregara esta caja de cartón en la Ciudad N, en la misma prefectura.

“Están celebrando un examen de chica mágica ahora mismo en Ciudad N. He oído que va a ser un poco diferente de lo habitual, por lo que están introduciendo algunos nuevos teléfonos mágicos experimentales. Dicen que tienen algunas funciones nuevas, como la posibilidad de descargar objetos y demás. Así que una vez que hayas entregado los materiales, me gustaría que enviaras esta caja al examinador.”

“Bueno, puedo…”

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“Lo siento. Te debo una.” El trabajador hizo un comentario de disgusto sobre lo tacaño que era el Reino Mágico, que intentaba escatimar en gastos de envío. Luego le entregó una caja de cartón llena de docenas de teléfonos mágicos y le puso un sobre en las manos. “Cómprate algo de comer.”

Tras separarse del trabajador, Himari comprobó discretamente el contenido del sobre y encontró dos billetes de mil yenes en su interior. Se compró un almuerzo para llevar en la estación y trabajó con los palillos mientras miraba el paisaje por la ventana.

***

 

 

La gran consolidación de cuatro años antes había convertido a la ciudad portuaria de Ciudad N en el mayor municipio de la zona. Pero aunque fuera el más grande, eso era sólo a nivel regional, por lo que la impresión de Himari como visitante que venía de los suburbios de Tokio en el tren expreso limitado era más bien la de: Ah, esto es el campo.

Al terminar su entrega en Ciudad H, Himari se sentó meciéndose en el lento tren hacia Ciudad N. Estar en el tren le recordaba a las excursiones, y recordar las excursiones le hacía pensar en Michiyo y Masako, lo quisiera o no. Habían ido a Kyushu en una de sus excursiones escolares. Se habían escapado del hotel por la noche para ponerse el bañador y meterse en el mar, aunque ya era invierno. Incluso ahora, Himari recordaba claramente la belleza del cielo nocturno sobre el mar mientras flotaban en el agua.

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En poco tiempo, llegó a Ciudad N. Comprobando el mapa que le habían enviado a su teléfono mágico, se dirigió hacia la montaña Takanami.

“¡Bienvenida, bienvenida! Qué bien que hayas venido, pon.”

Cerca de la cima de la montaña Takanami había un hotel que parecía haber sido abandonado a mitad de su construcción. Un teléfono mágico estaba solo en el vestíbulo en ruinas con un holograma proyectado sobre él. Era una esfera, dividida en negro a la derecha y blanco a la izquierda, con un ala en forma de mariposa que crecía ella.

Himari inclinó la cabeza. “Te he visto antes en algún sitio, ¿no?”

“Oh, no… creo que es la primera vez que nos vemos, pon.” La imagen afirmaba que nunca se habían visto. Pero Himari no pudo evitar la sensación de haberla visto antes en algún sitio. “Fav se produce en masa. ¿Así que tal vez hayas conocido a otra mascota del mismo tipo, pon?”

“Oh… tal vez sea eso.”

El personaje mascota, Fav, presumía de que el nuevo teléfono mágico era mucho más bonito y funcional que el anterior. Parecía bastante emocionado, a pesar de su falta de expresión facial, como si el proyecto fuera su orgullo personal. “Muy bien, te diré dónde están todas las chicas mágicas, así que por favor ocúpate de la distribución, pon.”

“¿Eh?”

“Si el amo estuviera aquí, le pediría que lo hiciera, pero por desgracia, no está, pon. Fav no puede cargar cosas, y esta es justo la clase de tarea que una chica mágica amable haría por nosotros,

¿verdad, pon? A fin de cuentas el Reino Mágico pagará su billete, pon.”

“Sí…”

“Ah, y no puedes decirle a las demás sobre el examen. No será un examen sorpresa si saben que va a ser así. Y si vas a realizar un examen, tienes que hacer un examen sorpresa.”

“Sí…”

Ahora tenía más trabajo.

Así que la primera estaba en el tejado de un hotel del amor, una chica mágica que era literalmente un robot. Himari primero pensó que el robot era un personaje mascota, pero…

“He oído hablar de ti. Soy Magicaloid 44, chica mágica. Saludos.” Aparentemente, ella era una chica mágica.

Y ya que le había dado a Himari su nombre, ésta también tuvo que presentarse. “Hola, soy @Meow-Meow.”

“¿En serio? Es un nombre extraño.”

Himari había acabado con ese nombre como resultado de una broma que había ido demasiado lejos, y le resultaba embarazoso presentarse a la gente. Cada vez, la gente comentaba su extrañeza, y más de una vez, la gente se había burlado de ella, diciendo que debió tomarse esa decisión más en serio. Y cada vez, Himari no tenía más remedio que esquivar la cuestión con una carcajada, y luego, una vez que volvía a casa, se acordaba sombríamente de sus dos amigas.

“Magicaloid es un nombre genial.”

“Sin embargo, una amiga fue quien lo ideó.”

Himari también había tenido amigas. Podía ser ella misma y hablar de cualquier cosa con ellas. Ahora ya no estaban.

“También irás a entregar esto a las otras chicas mágicas, ¿verdad, Meow-Meow?”

“Así es.”

“Así no tienes que ir a cada chica individualmente para entregar los teléfonos. Muchas de ellas se reúnen en grupos, así que puedes visitarlas a todas a la vez. Las anotaré para ti, así que úsalo como referencia.”

“G-Gracias.”

“Distribuiré teléfonos a las que viven en este barrio. Top Speed está cerca del aire, así que le llevaré uno a ella. Además, la casa de Calamity Mary puede ser bastante peligrosa, así que también le llevaré uno a ella. Nemurin también es un caso especial, así que puedes dejar que me encargue de ella.”

El personaje mascota se había apresurado a abusar de su labor, pero esta chica mágica era amable. Himari volvió a inclinar la cabeza en señal de agradecimiento y, cuando levantó la cabeza, vio que un brazo con aspecto de plástico se extendía ante ella.

“Mis honorarios son sólo mil yenes. Una ganga, ¿verdad?”

Tras pagar los mil yenes, la siguiente parada de Himari fue un templo abandonado. Allí había cuatro chicas mágicas.

“Hmph. Así que estos son los nuevos teléfonos mágicos.”

Aunque había cuatro presentes, sólo una estaba hablando. Las otras tres parecían estar haciendo algo fuera. Ruler, la chica mágica vestida de princesa, torció los labios. “¿Por qué la pantalla sigue teniendo forma de corazón? Pensé que le había dicho a Fav que hiciera el diseño más funcional.”

“Oh, pero me han dicho que son de mayor grado. Como que ahora hay nuevas funciones.”

Aunque se preguntaba por qué tenía que defender este teléfono cuando sólo era la repartidora, ver la sonrisa malhumorada de Ruler le hizo entrar en pánico y pensar que tenía que justificar estas cosas.

“Eso es evidente. Pero no es de eso de lo que estoy hablando.”

Entonces la puerta se abrió de golpe y las caras de los ángeles gemelos aparecieron. “¡Malas noticias! ¡Tama se ha caído en su propio agujero!” “¡No podemos ver el fondo, y tampoco podemos oír su voz!”

Ruler gritó: “¡Esa idiota!” Y salió furiosa. Al quedarse sola y sin poder soportar más quejas, Himari se escabulló por la puerta trasera.

Su siguiente entrega fue en lo alto de una torre de hierro. “Gracias.”

“Muchas gracias por venir hasta aquí.”

La pareja de caballero y colegiala expresó su agradecimiento. Causaron una impresión mucho mejor que las otras chicas mágicas que Himari había conocido hasta entonces.

La heroína de temática caballeresca con una gran espada colgada al hombro le ofreció a Himari una lata de algo para beber. “Acabo de comprarla en la máquina expendedora de allí, pero puedes tomarla, si quieres.”

“Muchas gracias. Lo haré.” Himari sintió que era la primera amabilidad que le mostraban desde que llegó a esta ciudad. Suspirando, dio un sorbo al té negro caliente.

La chica mágica con el uniforme de la escuela tomó su nuevo teléfono mágico en la mano con emoción. “¡Vaya, es tan bonito! ¡Los nuevos son blancos!”

“Se ajustará a tu esquema de colores, Snow White.”

“Parece que han añadido un montón de cosas nuevas, pero… no las entiendo todas.”

“Sólo tienes que acostumbrarte, y lo superarás, ¿verdad?” “Pero será difícil hasta que me acostumbre.”

“La charla es mañana, así que podrías preguntarle a alguien entonces.”

Fueron encantadoras, de alguna manera. “Gracias por el té. Aprecio el sentimiento.” Dijo Himari, y dejó la lata allí.

El siguiente lugar era un supermercado abandonado.

“Muchas gracias por venir hasta aquí.” Sister Nana, una chica mágica con aspecto de monja, inclinó la cabeza profundamente. “Estos son unos teléfonos mágicos maravillosos.”

“Oh, no, no fue nada.”

“Hey, Nana.” Weiss Winterprison, una chica mágica con un abrigo largo y una bufanda, frunció el ceño cuando vio las pantallas. Sus antiguos datos deberían haberse transferido a su nuevo dispositivo.

¿Así que algo había salido mal? “¿Qué es esto?”

“¿Pasa algo?” Sister Nana miró la pantalla que Winterprison empujaba hacia ella, y rompió a sonreír. Estaba tan contenta como Winterprison no lo estaba. Himari tuvo la sensación de que ponerse del lado de cualquiera de las dos empeoraría las cosas, así que se limitó a esbozar una sonrisa evasiva.

“Sí, esa foto tuya durmiendo es una que tomé la semana pasada.”

“No, no me refiero a eso.” Dijo Winterprison, con un tono rígido. “¿Te refieres a la ropa? Simplemente no pude resistir el impulso de

verte con una falda, por una vez. Parecías estar profundamente dormida, así que te la puse.”

Winterprison se llevó el dedo índice a la frente y prácticamente gimió: “Esto es algo más que una falda… ¿Qué clase de cosplay es este…?”

“Llevo tiempo pensando que tenía que quedarte bien. Es otra Diuseia de Cutie Healer Excellent.”

Himari murmuró: “Aprecio el sentimiento.” Y empezó a retirarse silenciosamente.

Por fin, una vez más, volvió al hotel abandonado de la montaña Takanami.

“¡Muchas gracias! Ahora tenemos todos los nuevos teléfonos mágicos distribuidos, pon.”

“Oh, no fue gran cosa.”

Fav giró una vez, esparciendo polvo dorado. “Esos nuevos teléfonos mágicos unirán aún más a las chicas, pon.” La mascota parecía alegre, como siempre.

Justo cuando Himari se marchaba, miró por casualidad hacia atrás. Ver el holograma, que incluso se proyectaba en el polvo del aire dentro del hotel, la hizo temblar por alguna razón. “Pero sólo se elige una en el examen, ¿verdad?”

“Así es. ¿Qué hay de eso, pon?”

“Aunque se acerquen y se hagan amigas, todas menos una perderán sus recuerdos al final, ¿no?”

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“Eso es exactamente lo que lo hace significativo, pon.” Algo estaba a punto de brotar dentro de ella.

Todas ellas habían parecido cercanas. El grupo de cuatro de Ruler. Snow White y La Pucelle. Sister Nana y Weiss Winterprison. Esas chicas se opondrían entre sí.

Eran como Himari y sus amigas. Compitiendo por el único puesto de chica mágica, amigas que se convierten en enemigas… ¿Enemigas? Como mucho serían rivales, ¿no? Además, ella sabía que se habían jurado mutuamente que cooperarían…

Algo quería salir de su interior, pero aunque se retorcía en busca de una salida, no la había. Himari echó una larga y dura mirada a Fav, y Fav le devolvió la mirada.

Himari dejó Ciudad N y se dirigió a su casa. No compró una caja de comida en la estación para el viaje de vuelta en tren. Se limitó a dejar el billete de mil yenes en el sobre y a observar el paisaje todo el tiempo. Lo único que pasaba eran los puntos de luz de los edificios y las farolas, y no era tan interesante como la vista diurna, pero aun así dirigió su mirada al exterior.

Incluso mientras sus ojos perseguían las imágenes, no podía quitarse de la cabeza a las chicas mágicas que había conocido ese día. Todas habían sido cercanas. Se habían divertido, por lo que pudo ver. Verlas había sido como tener un flashback de ella misma y sus amigas. Himari ya no podía volver a esa época. Sus amigas se habían ido, y estaba segura de que no volvería a tener una relación así nunca más.

Al día siguiente, Himari entregó su aviso de jubilación y dejó de ser una chica mágica.

***

 

 

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que me retiré?

El Proyecto Crianza de Chicas Mágicas hizo que Himari recordara que en su momento fue @Meow-Meow.

Los recuerdos perdidos volvieron a ella desde el otro lado: el tacto de su piel tersa, sus huesos, la flexibilidad de sus músculos, su disfraz de cheongsam, e incluso cómo tenía que apartar su cola antes de sentarse. Seguía sintiendo que se olvidaba de algo, pero por ahora lo dejaría de lado.

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Sabía la razón por la que había perdido sus recuerdos: se había retirado. Había solicitado al Reino Mágico que se le permitiera retirarse y, sorprendentemente, la petición había sido aceptada con bastante rapidez. Todos sus recuerdos de la magia habían sido borrados, y había vivido su vida no como @Meow-Meow, sino como la simple Himari Tanahashi.

Había superado los exámenes de acceso a la escuela que había elegido. Tenía amigos. Tenía una relación bastante decente con sus padres. Creía que su vida iba bastante bien.

Pero a pesar de eso, había habido momentos en los que había sentido que le faltaba algo. A veces, se sentía triste de repente, como si se hubiera abierto un hueco en su pecho, y no había sido capaz de averiguar a qué se debía.

“Así que era esto, ¿eh?” Perder su identidad como chica mágica le había hecho sentir ese vacío en su corazón.

Himari se preguntaba por qué la obligaban a participar en un juego para chicas mágicas cuando ya se había retirado, pero al pensar en ello, recordó que el Reino Mágico podía ser simplemente irrazonable a veces.

Aparentemente, estaba dentro de un juego.

Parecía ser la realidad, pero debían ser los “controles del Sistema de Trazado Mágico que se sienten como en la vida real” y los “asombrosos gráficos ultrarealistas” en acción que lo hacían parecer real. No lo entendía del todo, pero podía hacerse una vaga idea. Tomar las leyes de la física y retorcerlas, superarlas, destruirlas, burlarlas, violarlas: Eso era la magia.

Lo que no podía entender era cómo una jubilada, Himari Tanahashi… o mejor dicho, @Meow-Meow, estaba siendo obligada a participar en este “juego de teléfonos celulares para chicas mágicas” o lo que sea.

Miró al cielo.

El cielo del sur que había visto en aquella excursión había sido profundo y espeso, con una capa tras otra: cuando estaba fresco, seco, soleado y azul; por la noche, con las estrellas derramadas sobre él; e incluso cuando había estado nublado.

Este cielo era plano y liso, como una tabla de madera. No había profundidad. El sol tenía muy poca presencia. Y luego estaba ese grupo de esqueletos andantes con los que acababa de toparse. Habían sido muy gamificados. Además, cada uno de los mensajes en su teléfono mágico había parecido algo de un juego. Las sumas de las recompensas tampoco eran realistas: ¿realmente iban a recibir eso? Si era así, tenía que admitir que lo encontraba tentador. En la vida siempre se necesita dinero.

Himari se dirigió a la ciudad, pensando que, por ahora, haría lo que decían los mensajes de su teléfono. Su situación era desconcertante, pero no había otro camino que seguir. Haciendo uso de su resistencia de chica mágica, corrió durante un rato por el vasto páramo hasta que divisó un grupo de edificios —probablemente la ciudad— y giró en esa dirección.

La “ciudad” era, en realidad, menos un conjunto de edificios y más un surtido de estructuras ruinosas. Las casas de este lugar eran apenas mejores que los rascacielos abandonados que salpicaban el terreno baldío, las calles estaban vacías de gente y el pavimento no estaba asfaltado. Con cautela, Himari se abrió paso a través del pueblo, pensando que un monstruo podría saltar hacia ella desde las sombras. Entonces llegó a una plaza del pueblo, o algo parecido. En el centro había una fuente seca, y alguien estaba sentado en su borde.

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“¡Ohhh! ¿Tú también eres una chica mágica?” La chica llevaba un body, como si hubiera saltado de un espectáculo de efectos especiales. Era muy guapa, había dicho ‘también’, y estaban en un juego de teléfonos para chicas mágicas, así que ella misma tenía que ser una chica mágica. Sin embargo, su atuendo no era exactamente adecuado.

“¡Oh, en serio, es la primera vez que me encuentro con otra aquí!” La chica le tendió la mano para que se la estrechara, así que @Meow- Meow le devolvió una vaga sonrisa y la estrechó. Parecía amigable.

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@Meow-Meow estaba a punto de presentarse cuando, de repente, se acordó. Ah, sí. Había elegido su nombre como parte de una broma, y le daba vergüenza presentarse. La parte de “Meow-Meow” estaba bien. El problema era el símbolo @.

Mientras @Meow-Meow se preguntaba cómo iba a presentarse, la chica mágica del traje se señaló con el pulgar derecho y se presentó con entusiasmo. “¡Me llamo Genopsyko Yumenoshima!”

¿Genopsyko? ¿Yumenoshima?

Himari no había escuchado mal. La chica había dicho claramente “Genopsyko Yumenoshima”. Al parecer, Genopsyko era su nombre de pila y Yumenoshima su apellido. Aunque Himari dudara en decir esto, era un nombre loco. Himari no tenía la sensación de que se lo hubieran impuesto. Lo había dicho alegremente y con ganas cuando se había presentado, sin el menor pudor o vergüenza. En serio, no le importaba.

¿Por qué había acabado con un nombre así? ¿Era una historia similar a la de @Meow-Meow? ¿O era algo completamente diferente? Himari tenía muchas preguntas.

Genopsyko sonrió mientras miraba a @Meow-Meow. En esa expresión, Himari vio a las dos amigas que había tenido antes. ¿Sería capaz de construir el mismo tipo de amistad que había tenido con Michiyo y Masako con esta chica? ¿Podría decidir algo así de forma tan arbitraria, basándose únicamente en el gusto de la otra chica por los nombres? Los pensamientos daban vueltas y vueltas en su cabeza.

Pensaba y pensaba y pensaba…

“El resto te lo dejo a ti.” Murmuró Michiyo, boca abajo en el suelo. Ni siquiera tenía fuerzas para levantar la cabeza. “De todos modos, golpearla… es más tu tipo de trabajo que el mío, Himari…”

Michiyo estaba perdiendo mucha sangre. Era demasiada. Ya no había forma de salvarla. Himari aulló. ¿Por qué tenía que pasarle esto a Michiyo? Y Masako no tenía ninguna razón para morir.

“Vamos.”

Alguien le hacía señas a Himari, una silueta negra y sombría, y ella no podía ver su aspecto.

“Si quieres vengarte de tus amigas, ahora es tu oportunidad.” 

De repente, la escena que tenía Himari ante sus ojos cambió. Estuvo a punto de caerse, pero se mantuvo erguida echando la pierna derecha hacia atrás.

¿Qué acababa de ocurrir? ¿Acababa de presenciar algo desde otro lugar?

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No estaba claro. Entrar en el juego, recuperar sus recuerdos de antes de retirarse… todo era tan poco claro.

Ante ella había otra chica mágica, sonriendo ampliamente. Había dicho que se llamaba Genopsyko Yumenoshima, ¿verdad? Himari tardó unos segundos más en darse cuenta de que la otra chica estaba esperando a que se presentara.

Algún tipo de recuerdo había vuelto a ella, y probablemente había sido sobre Michiyo y Masako. Supuso que debía tratarse de ellas por la forma en que la audaz sonrisa de Genopsyko era igual a la de sus amigas.

@Meow-Meow sonrió. Tal vez la sonrisa de Genopsyko le había hecho rememorar cosas. O tal vez estaba sonriendo para no ceder. Tal vez era para disimular que estaba a punto de romper a llorar. Ella misma no lo entendía, pero de todos modos sonrió y se señaló el pecho.

“Mi nombre es… ¡@Meow-Meow!”

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