Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 4

Capitulo 7: Un Sueño Maravilloso

Esta historia se sitúa aproximadamente un año después de que el juego de supervivencia en Proyecto Crianza de Chicas Mágicas terminara, pero antes de que iniciara el juego en Proyecto Crianza de Chicas Mágicas: Restart.

***

Los hombres de negro se abren en abanico alrededor de una sola chica y sacan sus armas de fuego al unísono.

“¡Este es el final para ti! ¡Reza tus oraciones!”

“Mis disculpas, pero no creo en dioses ni en Budas.” “¡Entonces muere! ¡Atrápenla!”

Siguiendo la señal de su líder, los lacayos de negro abrieron fuego con sus ametralladoras, y la ráfaga de balas rompió cajas de madera, se estrelló contra las paredes de hormigón, rompió los cristales de las ventanas y rebotó por la habitación de nueve metros cuadrados hasta que una alcanzó al líder en el muslo.

Gritó, con la sangre brotando de su pierna. “¡Alto el fuego! Alto! Alto!” Ordenó mientras se desplomaba en el suelo, agarrándose el muslo, y sus hombres relajaban los dedos del gatillo.

El humo de la pólvora se fue despejando para revelar al dueño de la silueta nebulosa. “No creo en dioses ni en Budas, pero sí en mi sentido de la justicia. Mientras yo, Masked Wonder, esté comprometida con la justicia, unas meras balas no podrán matarme.” De pie, entre los cartuchos esparcidos por el suelo, había una mujer inflexible con una capa ondeante. Ni una sola herida marcaba su cuerpo.

“¡Maldita sea! ¡Eres un monstruo!”

“¡Ríndete! ¡Si te resistes, te vas a hacer daño!”

Dos segundos y medio después de esa declaración, ya había abatido a los hombres que habían sacado cuchillos contra ella. Fue un KO instantáneo.

Justo cuando estaba amontonando a todos los caídos en el centro de la sala y dando un suspiro, oyó el sonido de alguien aplaudiendo. Había una chica fuera de la ventana aplaudiendo furiosamente. “¡Bien!

¡Increíble! ¡Muy de superhéroe!” “Muchas gracias.”

La chica de la ventana asintió satisfecha. Konomi —Masked Wonder— también asintió.

Ya había pasado un mes desde que comenzó el entrenamiento de Konomi. Comparada con la forma en que había sido antes, era como una persona completamente diferente.

***

Antes de que Konomi Mita comenzara su entrenamiento secreto, había sido una persona que seguía religiosamente el libro. Y el “libro”, en este caso, consistía en los métodos óptimos ideados por los que la precedieron, con gran esfuerzo, a través de la prueba y el error. Aunque idear su propio enfoque sería la opción más creativa, ponerlo en práctica requería aún más pruebas y dificultades que las que sufrieron sus predecesores. Así que, en lugar de dedicar todo su tiempo a ello, lo mejor era mostrar su respeto a los anteriores emulando los procedimientos existentes.

Eso era lógico. Y a Konomi le gustaba la lógica y la eficiencia.

Es como si las empresas funcionaran siempre según principios racionales cuando tienen problemas. Eliminar lo innecesario y poner énfasis en la eficiencia era el atajo hacia el éxito. Que todo el mundo respetara y cumpliera el procedimiento operativo estándar para hacer las cosas de forma fiable era, en opinión de Konomi, la lógica en su máxima expresión.

Cuando Konomi estaba en el jardín de infancia, sus amigos apenas habían respetado las normas de la clase. No se habían lavado las manos ni habían hecho gárgaras y, como resultado, todos habían enfermado. Se armó un gran revuelo y el jardín de infancia cerró temporalmente. Afortunadamente, nadie había muerto, y todos se habían reído de ello después, pero para Konomi, que se había quedado sola con lágrimas en los ojos mientras sus amigos se agarraban el estómago y gemían, no había sido nada divertido. Había entrado en pánico, dudado, llorado y temblado. La visión infernal de sus amigos retorciéndose de dolor le había dejado una profunda impresión.

Era justo decir que el evento había formado una parte fundacional del ego de Konomi. Como había sido la única en cumplir las normas de la clase, había evitado ponerse enferma y, en cambio, había podido relajarse en casa sin dolor de estómago.

No podías equivocarte si te limitabas a obedecer las reglas. Así que Konomi memorizaba a conciencia el contenido de sus libros de texto, no olvidaba ni una sola ecuación ni una fecha importante, aceptaba las normas y se abstenía de comportamientos egoístas. Siempre sacaba el 100% en los exámenes, y tanto sus padres como sus profesores la alababan.

Konomi estaba orgullosa. Habían reconocido que tenía razón.

Sabía que la gente la llamaba ratón de biblioteca y mascota del profesor a sus espaldas, pero eso no le molestaba. Siempre había más y más libros que Konomi debía aprender y seguir. No sólo libros de texto, sino libros de referencia, cuadernos de trabajo, recopilaciones de preguntas de exámenes anteriores, todo tipo de pruebas: aparecían uno tras otro como brotes de bambú después de la lluvia. Tenía que aprender y memorizar cuidadosamente cada cosa. No tenía tiempo para enfrascarse en las murmuraciones de sus compañeros. Konomi no tenía amigos, pero tampoco los necesitaba.

Sus padres no eran especialmente estrictos en cuanto al éxito escolar, pero tampoco impedían a su hija si quería estudiar. Le daban lo que quería sin reservas. Muchas veces intentaron invitarla a salir: “¿Por qué no vemos una película juntos?” o “¿Por qué no pruebas a patinar?” o “¿Te compro algún manga?” o “¿No quieres jugar a ningún videojuego?” o “¿Por qué no alquilamos algunos DVD de anime?” Pero Konomi se negaba a todo eso y, al final, sus padres dejaron de intentar obligarla a entretenerse.

Konomi no quería entretenimiento. Quería estudiar. Los nuevos libros de referencia y los cuadernos de trabajo eran más útiles para ella.

Como sus padres procedían de buenas familias y tenían una personalidad fácil, no se ofendieron y reconocieron que ella era así. A pesar de su preocupación por las evaluaciones de sus notas, que la describían como “prefiere estar sola, no tiene amigos íntimos”, dejaron que su hija hiciera lo que quisiera. Se reían de cómo este par de cerebros de pluma habían criado a un genio.

Konomi pasó a una de las mejores escuelas medias del país orientadas a la universidad, pero incluso allí, la gente la llamaba ratón de biblioteca a sus espaldas, y seguía sin poder hacer amigos, absorta en sus estudios.

Konomi no estaba muy segura de lo que la había llevado a convertirse en una chica mágica ni de los detalles de cómo sucedió. Dado que era el acontecimiento más grande e importante de su vida, debería haber sido un momento muy emotivo, pero, por alguna razón, sus recuerdos eran vagos. No podía recordarlo. Tal vez la conmoción la había dejado simplemente aturdida.

¿Por qué podía convertirse en una persona diferente? ¿Por qué tenía habilidades físicas sobrehumanas? ¿Cómo es que ha trascendido los límites de la física, la ley de conservación de la masa?

En respuesta a sus preguntas, a Konomi le dijeron simplemente: “Así es la magia.” Con sólo las reglas básicas de “Mantén tu identidad en secreto y ve a ayudar a la gente”, se sintió abandonada. No tenía libros de texto, ni material de referencia, ni siquiera un profesor. Como persona de manual a la que le habían robado el suyo, se vio obligada a avanzar a tientas.

Rápidamente, Konomi se encontró en un callejón sin salida. No podía hacerlo.

En primer lugar, no entendía muy bien lo que se suponía que eran las chicas mágicas. Sabía que había programas en la televisión, pero los únicos programas que veía eran las noticias, y siempre lo hacía con una libreta en la mano por si surgían preguntas de actualidad en algún examen. No conocía los tropos ni las normas de las chicas mágicas, y no podía dar ni un solo paso adelante en su deber. Alquiló varios DVD de chicas mágicas para verlos, pero nunca entendió qué hacer. Había demasiada variación de serie a serie en lo que las heroínas hacían y podían hacer.

Se le había explicado que su forma alternativa había sido elegida por ella, pero Konomi no podía evitar dudar de que a ella misma le hubiera gustado y deseado ese extraño atuendo. Le parecía que sólo era una manifestación física de una vaga imagen mental: “Básicamente esto, supongo.”

La máscara y la capa, el voluminoso cabello rubio, el voluptuoso busto y las torneadas y curvilíneas caderas le resultaban familiares, pero también algo desconocidos. Tanto si lo había visto antes como si no, y a pesar de que se trataba de su propio cuerpo, le resultaba difícil sentirse conectada emocionalmente. Se preguntó sinceramente: ¿Tenía que transformarme en esto?

Envió un mensaje tras otro al Reino Mágico pidiendo instrucciones, pero era como lanzar piedras al vacío. No obtuvo respuestas. La línea entre lo que debía y lo que no debía hacer era tan ambigua que se quedó congelada. Pero aun así, no podía evitar sentir que no hacer nada iría en contra de las instrucciones que le habían dado de salir a “ayudar a la gente”.

Mientras permanecía atrapada por su propia rigidez, el tiempo pasaba.

Konomi no tenía amigos a los que pedir consejo, y esto no era algo que pudiera discutir con los profesores de la escuela normal o de la guardería. Cuando preguntó a sus padres de la forma más indirecta posible qué eran las chicas mágicas y qué hacían, sus padres se alegraron mucho. “¿Ahora te interesa eso, Konomi?” Le preguntaron, y entonces la conversación saltó del anime de chicas mágicas que habían visto hace tiempo a los dramas televisivos y las películas. La mayor parte de lo que hablaban no era útil para ella y no ayudaba a resolver sus preocupaciones.

Konomi reflexionó. Se había convertido en una chica mágica en su primer año de escuela media, y ahora estaba en su segundo año. Ya había empezado a prepararse para los exámenes de acceso a la secundaria. Entraría en lo que probablemente sería el período más difícil de su vida. El trabajo de chica mágica era una forma de servicio a la comunidad, así que lo mejor sería hacerlo cuando estuviera libre, entre períodos de estudio, ¿no? En otras palabras, una vez que hubiera aprobado los exámenes de ingreso a la secundaria, debería debutar como chica mágica.

Era consciente de que se estaba excusando a sí misma, pero este razonamiento parecía convincente a su manera. Konomi renunció a transformarse por el momento y se dedicó a estudiar para los exámenes de ingreso, aprobando con creces para entrar en una selecta escuela secundaria.

Fue cuando metió los brazos por las mangas de su uniforme de escuela secundaria, mirando a la nueva Konomi que se reflejaba en ella, cuando recordó que por fin había llegado el momento de ser una chica mágica. Llevaba mucho tiempo posponiéndolo, pero aún no sabía qué debía hacer.

Todavía preocupada por su curso de acción, Konomi se acurrucó en su cama y, antes de darse cuenta, el cansancio de estudiar para los exámenes de ingreso la había llevado a un sueño profundo.

***

El lugar que visitó Konomi se parecía mucho a un sueño. Las nubes blancas cubrían el suelo, como una alfombra que no cesaba. ¿La línea entre las nubes y el cielo cuenta como “horizonte”, o lo llamaría de otra manera? No importaba hacia dónde mirara —adelante o atrás, a la derecha o a la izquierda—, todo eran nubes.

Esto es un sueño muy onírico, pensó al darse cuenta de que no era la realidad. Al mirar a sus pies, vio un televisor y un reproductor de DVD en el suelo, junto con una pila de DVD apilados en un estante.

El televisor y el reproductor de DVD se encendieron, aunque Konomi no había tocado nada; es más, ni siquiera estaba segura de dónde podía haber un enchufe. Una caja de DVD se levantó del estante y se abrió, y el disco se insertó en el reproductor. Unas nubes se agitaron frente al televisor, adoptando la forma de un sofá.

¿Significaba esto que debía sentarse?

Konomi se sentó en el sofá de la nube y el DVD comenzó a reproducirse. Cuando se quedó dormida sólo pensaba en chicas mágicas, así que pensó que debía estar soñando con ver DVD de chicas mágicas, pero se equivocó. Se trataba de un viejo programa de superhéroes con efectos especiales, lo suficientemente antiguo como para que se emitiera por primera vez antes de que naciera su padre.

En él, un joven fue capturado por una organización malvada, y su cuerpo fue rehecho en algo más fuerte. También intentaron lavarle el cerebro, pero escapó justo a tiempo. Con su cuerpo modificado como arma, el hombre luchó contra la organización.

Konomi siguió viendo el DVD. Una vez terminado, el disco cambió a uno nuevo, el episodio final llegó a su fin, los créditos pasaron y Konomi se dio cuenta de que estaba llorando. Entonces se despertó.

Después, olvidó el sueño. Lo único que le quedaba era la vaga sensación de haber soñado algo. Pero aun así, de alguna manera recordaba algo que afectaba profundamente a su corazón. Luego, cuando se fue a dormir esa noche, se encontró de nuevo en el mismo lugar.

Los DVD le mostraban anime, programas de efectos especiales y otros tipos de medios, y Konomi lo veía todo, arrodillada en el sofá. Un ser humano cibernético montado en una motocicleta, con una bufanda ondeando detrás de él. Una unidad de luchadores, cada uno con un traje de diferente color, todos luchando juntos. Un alienígena luchando en combate cuerpo a cuerpo con un monstruo gigante. Ciborgs luchando contra traficantes de armas del mercado negro. Superhéroes en películas de acción real basadas en cómics americanos que llevaban trajes ajustados que se parecían a la forma de chica mágica de Konomi.

Por supuesto, Konomi ya se había emocionado antes por su afán de conocimiento. La alegría de lograr cosas que no habías podido hacer antes y de aprender cosas nuevas es vital para cualquiera.

Pero estudiar nunca le había hecho llorar. Ya sea que se sintiera frustrada o contenta, había dirigido esos sentimientos hacia su siguiente tarea. Había llegado tan lejos empujando sin llorar.

Entonces, ¿qué era lo que sentía ahora?

A cada paso, se había acordado de sus amigos que habían sufrido tras ignorar las normas del jardín de infancia, pensando que si ella podía ser eficiente y racional, podría tener una vida segura. Pero las vidas de los protagonistas de estas historias estaban lejos de ser eficientes o racionales. Podían ser objeto de condescendencia o de risa, pero a pesar de ello, salían a hacer cosas pensando en el bienestar de los demás. Arriesgarían sus vidas por cosas intangibles como la sonrisa de alguien importante para ellos, apelando únicamente al valor y las agallas para enfrentarse a adversarios mucho más fuertes que ellos.

Esta no era la forma en que Konomi prefería vivir su vida. Mirar estas ideas con frialdad y decir: “Hazlo lo más lejos posible de mí” era la forma en que siempre operaba, o así debía ser. Entonces, ¿qué era esa excitación en su pecho?

Ahora mismo, era una chica mágica. Tenía poder. Si luchara hombro con hombro con los héroes de estas historias, no sería menos que ellos. Ella había ganado una rara oportunidad.

Cuando el DVD terminó, se dio cuenta de que había empezado a aplaudir inconscientemente. Entonces oyó que otro grupo de manos aplaudía con ella. Al darse la vuelta, vio a una chica en pijama que llevaba una almohada bajo un brazo uniéndose a los aplausos.

Estaba a punto de preguntar: ¿Quién eres?, cuando se detuvo. De debajo de la almohada de la chica sobresalía el mismo tipo de teléfono mágico en forma de corazón que tenía la propia Konomi.

“¿Tú has puesto estos DVD?” Preguntó Konomi. “Hmm, creo que sí.”

“¿Crees?”

“La verdad es que no me acuerdo.” La chica en pijama se rascó la cabeza, y los adornos esponjosos de las puntas de su cabello se balancearon. “Creo que algo especial sucedió para que las cosas terminaran así… pero no puedo recordar qué.” Sacudió la cabeza de un lado a otro, y esta vez todo su cabello se balanceó con ella. Estaba gimiendo, haciendo ‘HMM, HMM’. “No puedo entrar y salir de los sueños cuando quiero, lo que me hace pensar que mi magia tiene que haberse debilitado, y además, tampoco puedo salir de los sueños por alguna razón… pero bueno. Esto era algo que necesitabas ahora, ¿no? De alguna manera, lo entiendo.” La chica señaló el reproductor de DVD.

Mirando fijamente a la chica, Konomi dudó un poco, luego sacudió la cabeza como para despejar su confusión y luego dio un último y firme asentimiento.

***

Cuando Konomi le reveló su situación a la chica en pijama, ésta dijo: “No entiendo muy bien lo que pasa, pero creo que puedo ayudarte.” Aunque no tenía ninguna base para esa afirmación, parecía segura de sí misma.

El nombre de la nueva chica mágica era Masked Wonder. Su verdadera identidad era desconocida. Su principio era la justicia. Era una heroína entre los héroes, que derribaba grandes males y tendía la mano a los débiles. Tenía poderes especiales de nivel S para controlar la gravedad de toda la materia. El primer ministro era un viejo amigo suyo y había confiado en ella en muchas ocasiones cuando el destino de la nación había estado en peligro. Por muy difícil que fuera la misión, la palabra “imposible” no estaba en el diccionario de Masked Wonder.

“… ¿Es necesario este trasfondo del personaje?”

“¡Claro que sí! Tener un trasfondo de personaje será una verdadera ventaja cuando el Pentágono, el FBI o el Vaticano te llamen.”

Cuando Konomi se despertó por la mañana, olvidó todo el sueño, incluido el trasfondo del personaje que habían ideado. O debería haberlo hecho, pero se encontró garabateando inconscientemente la información en su cuaderno durante la clase. Menos mal que nadie se dio cuenta de que estaba haciendo eso, pensó Konomi, dando un gran suspiro de alivio.

“Soy Masked Wonder, y acabaré con mis enemigos.”

“¡No, no, no! ¡No hables como un libro de texto inglés! ¡Sé más altiva!”

“Yo soy… ¿Masked Wonder?” “¡No es una pregunta!”

“¡S-Soy Masked Wonder! ¡Y no tengo piedad con los malos!” “¡Se más como los cómics estadounidenses!”

“¡Me llamo Masked Wonder! ¡No te saldrás con la tuya!” “¡Sí! ¡Así!”

Había diez hombres de negro en total, y todos ellos tenían ametralladoras en la mano, con sus cañones apuntando en su dirección.

“Um… ¿no es esto peligroso?”

“No te preocupes. A fin de cuentas esto es un sueño.” “Augh…”

“Una vez que ganes este, duplicaré y triplicaré los números. ¡Muy bien, entonces, todos! ¡Se los encargo!”

“¡Sí, señora! ¡Déjelo en nuestras manos! ¡Estás muerta, Masked Wonder!”

“No te metas con nosotros, perra.”

“¡¿Sabes cuánto le has costado a nuestra organización?! Sólo pensar en ello me enoja.”

“No estoy tan segura de esto…”

La chica del sombrero de diez galones y el revelador traje de vaquero sonrió.

“Tee-jee-jee. Me llamo Calamity Mary. Hola, Pequeña Señorita Wonder.”

“¡Muy bien!” Declaró la chica del pijama. “¡Hora de hacer un simulacro de pelea con la hermosa Calamity Mary número treinta mil!”

“¿Hermosa…?” Dijo Masked Wonder.

Una vez, Masked Wonder se unió a la chica del pijama para ir a observar el sueño de otra chica mágica.

“Debería poder ir a visitar los sueños de cualquier persona siempre que quiera.” Dijo la chica. “Pero ahora, sólo puedo ver los sueños de la gente muy de vez en cuando, sólo en trozos. Así que si perdemos nuestra oportunidad hoy, no sé cuándo tendremos otra.”

Era súper raro que una chica mágica soñara con su personaje, y la chica del pijama dijo que viendo este seguro que obtendrían alguna información útil. Se pusieron de puntillas alrededor del sueño con pasos silenciosos para no ser notadas.

Estaban en un bosque, y una chica estaba sentada bajo un gran árbol con los ojos cerrados. Con su singular traje azul y su encantador rostro, si no era una chica mágica, ¿quién lo era? Entonces, ¿estaba meditando? Parecía un monje ascético.

La chica mágica de azul abrió de repente los ojos y vio a Masked Wonder escondida en la sombra de los árboles. “¿Eh? ¿Eres una camarada?”

Sin que la oscuridad que protegía a Masked Wonder bajo los árboles se lo impidiera, la chica mágica se acercó a la que intentaba encogerse, le tomó la mano y se la apretó. Masked Wonder miró hacia atrás, sin saber qué debía hacer, pero la chica del pijama había desaparecido.

“Esto no es un sueño, ¿verdad? Eres una chica mágica de la vida real, ¿no? Mi profesora me enseñó a entrenar en mis sueños, pero ¡no creía que nadie más pudiera hacerlo! ¡Somos almas gemelas! Totalmente. Es una pena que no recordemos nada de esto una vez que nos despertemos, pero hay algo que siempre se te queda grabado, ¿eh? Es gracioso, ¿no? Supongo que eso es lo que se llama aprender a dormir.” Parecía haber formado un apego particular a Masked Wonder.

Al haber sido sorprendida en el dudoso acto de espiar, Masked Wonder no pudo decir que no a la chica mágica de azul y se vio obligado a entrenar con ella hasta que se derrumbó de agotamiento.

La chica del pijama hizo que Masked Wonder puliera la historia de su personaje y dominara la conducta de un superhéroe, la entrenó en la batalla y también le hizo lanzar su magia sobre diversos objetos para aumentar la precisión de su magia.

Konomi olvidó sus experiencias en los sueños al despertar. Pero no es que la hayan abandonado por completo. Las recordaba en su cuerpo y en el fondo de su corazón. De alguna manera, había llegado a comprender qué hacían las chicas mágicas. Se ocupaba de los borrachos, limpiaba la basura, borraba los grafitis y mucho más.

En una ocasión, sacó de la basura una lata vacía que no había sido separada, la sostuvo sobre la palma de la mano y, al hacer sus elementos más ligeros y más pesados con un equilibrio y un control exquisitos, la aplastó instantáneamente hasta convertirla en una esfera de menos de un centímetro de diámetro, en un abrir y cerrar de ojos. Ladeó la cabeza, sin recordar el aprendizaje de esta habilidad, y la arrojó a la basura incombustible.

El único punto de insatisfacción para ella era la ausencia de un oponente. Los héroes de esas historias se habían esforzado por enfrentarse a un némesis, que no existía en el mundo real.

Una vez, sólo una vez, había tenido la oportunidad de algo así. Había encontrado a un estudiante de secundaria, probablemente de camino a casa desde el colegio, rodeado por unos jóvenes de aspecto desagradable que le estaban golpeando en la cara. El chico, al borde de las lágrimas, le resultaba familiar. Estaba en la clase de Konomi.

En primer lugar, Masked Wonder se subió a lo alto de un poste telefónico para poder saltar desde él y hacer una entrada dramática. No dio a los matones ni un momento para reaccionar: en una fracción de segundo, los dejó a todos fuera de combate con rápidos puñetazos en la mandíbula, dejando al chico allí de pie, mudo, mientras ella abandonaba rápidamente la escena. Puede que pareciera una asaltante o una atacante cualquiera, pero en su cabeza estaba haciendo una pose de victoria. Se suponía que las chicas mágicas debían evitar la atención en la medida de lo posible, pero no podían preocuparse por esas cosas cuando tenían que salvar a alguien de un ataque.

Y entonces llegó el día siguiente. Cuando fue a la escuela, como de costumbre, se encontró con una multitud en el aula. En su centro estaba el chico que había salvado el otro día. Parecía que les estaba contando a todos lo que había pasado.

“Me encontré con una clase de exhibicionista muy raro.”

¿Exhibicionista raro?

“Esa mujer apareció de la nada y luego volvió a huir.” “Mira, lo que dices no tiene sentido.”

“Llevaba un atuendo loco. Era como, no puedo creer que salgas de casa con eso puesto.”

“Entonces, ¿estaba buena?”

“Oh… no lo recuerdo. Tenía unas tetas enormes, y estaba tan ocupado mirándolas, que ni siquiera me fijé en su cara.”

“¡Qué idiota!” Se rieron los chicos. “¡Ewww!” Se burlaron las chicas. Mientras todos estaban en ello, Konomi volvió discretamente a su asiento.

¡No! ¡No soy una pervertida! ¡De ninguna manera! Temblaba de humillación por el hecho de que él hubiera recortado la parte en la que le salvaba para hacer una broma sobre su inusual atuendo. No voy a volver a salvarte nunca más, declaró en su cabeza, y se pasó el resto del día enfadada.

“A ver, eso no es bueno.” Después de escuchar el informe de Masked Wonder, la maestra de los sueños expresó su preocupación, frunciendo el ceño de forma tierna con los brazos cruzados. “Sería mejor que las chicas mágicas evitaran ser erotizadas en la medida de lo posible.”

“Personalmente, si pudiera evitarlo, me encantaría. El tamaño del pecho de una superheroína no tiene nada que ver con nada.” Respondió Masked Wonder, mordiéndose el labio. Ahora estaba bastante familiarizada con el proceso de desarrollo del carácter de su forma de chica mágica.

“Pero, bueno…”

La chica del pijama miraba fijamente el pecho de Masked Wonder.

Parecía de algún modo anhelante. “Se notan mucho.”

“No puedo hacer nada al respecto.” “Sí… hmm…”

Se les ocurrieron un montón de ideas, como atarle el pecho con una venda o cambiarle el traje por algo holgado. Pero una idea en particular les pareció la mejor. La chica del pijama sonrió y Masked Wonder dio una palmada.

“¡Soy Masked Wonder! Una chica mágica, la encarnación de la justicia y la fuerza.” Adoptó una postura con la mano derecha levantada por encima de la cabeza y la izquierda doblada sobre el pecho, con las piernas abiertas. La pose orgullosa, serena, majestuosa y muy heroica dejaría una profunda impresión en su público, y lo mejor de todo es que podía contener el meneo de sus tetas de una forma increíblemente natural.

“¡Me encanta! ¡Pongamos nombre a tu pose de victoria!”

“¡Ahora nadie me llamará nunca más con nombres juveniles como exhibicionista rara!” Masked Wonder hizo la pose una y otra vez. La última vez, su pecho se agitó un poco.

“No has doblado bien el brazo en esa última.” “¡Hmph! Me he descuidado.”

“Prestas menos atención cuando te alegras de algo, así que ten cuidado con eso.” La chica dio una palmada. “Mientras seas cuidadosa, sé que puedes convertirte en la mejor chica mágica.”

Pero entonces un repentino mareo hizo que Masked Wonder se estremeciera y su visión se oscureciera. Se frotó los ojos, pero nada cambió. La chica que tenía delante y las nubes que la rodeaban vacilaban y se volvían borrosas. “¿Qué…?”

“Ahora es el momento de decir adiós.” “¿Eh…?”

“Haz lo mejor que puedas y mantente haciendo un buen trabajo.” Incluso su voz se volvía distante.

“¡Todavía no me has enseñado todo!”

“Sólo tengo sueño… Siento que me he debilitado…” “¡No puede ser!”

“Esto se siente como una despedida final culminante, pero estaré en el sueño por un tiempo más… probablemente… ya que ahora yo misma soy una especie de sueño… Si alguna vez vuelves a estar en problemas… entonces… llámame en tus sueños…”

Konomi se despertó. Su mano derecha estaba agarrando algo en el aire. Exhaló un suspiro y bajó el brazo. Cuando se frotó los ojos, descubrió que estaban un poco húmedos.

Cuando Konomi se levantó, sus padres ya habían salido. Oh sí, dijeron que se iban temprano.

Había pasado exactamente un año desde que su prima —la sobrina de sus padres— había muerto. Ese día se celebraba la ceremonia conmemorativa del aniversario de su muerte.

Había muerto de un repentino ataque al corazón a pesar de su corta edad. Ella y su familia vivían lejos, por lo que Konomi sólo la había visto tres o cuatro veces, pero recordaba que su muerte la había conmocionado bastante.

Su nombre era… si lo recordaba bien… Nemu, de la familia Sanjou.

“Bueno, como sea.”

Mientras Konomi se llenaba las mejillas con un sándwich para desayunar, reflexionaba. Sentía que acababa de tener un sueño muy extraño, pero no lo recordaba en absoluto. ¿Qué clase de sueño había sido?